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Una ciudad hecha de múltiples desplazados

"Para el hombre, como para el pájaro, el mundo ofrece muchos sitios donde posarse,

pero nidos solamente uno: su hogar"

Oliver Wendell Holmes

Cuando los investigadores de Región estaban trabajando en el barrio 13 de noviembre, a principios de los 2000, se percataron de cómo la montaña se llenaba rápidamente de ahí hacia arriba, casi lindando con Santa Elena, de más y más personas. La primera pregunta ante dicha situación era de dónde venían y qué estaba pasando. Para sorpresa de todos procedían de casi todas las regiones del departamento, además de lugares como Urabá, Chocó, Córdoba, y llegaron a poblar las laderas con la intención de ganarle tiempo al reloj, huyéndole a la guerra.

El reciente desplazamiento masivo, en el que para la época se habían registrado alrededor de 110.000 desplazados, no suponía algo nuevo o novedoso en el listado de atrocidades de la historia del país. Desde los inicios de la República, los procesos de desplazamiento fueron continuos. En el siglo XIX se fundaron pueblos enteros con las personas que dejaron atrás su tierra y su historia, producto de la persecución política y la discriminación. Ya en en el siglo XX la época de la Violencia empezaba a conectarse con los nuevos conflictos armados de los años 50, haciendo que las personas migraran a las urbes.

El desplazamiento era un fenómeno que se repetía sistemáticamente, que sorprendía en el instante en el que era tan visible que no podía ignorarse, pero que en poco tiempo se convertía en un telón de fondo al que acostumbrarse. Era una problemática que pasaba rápidamente al olvido y a la indiferencia. Por desgracia el ciclo volvía a empezar, y cada vez era más complejo.

Región se había centrado en el trabajo comunitario, pero desde el 2002 empezó a recoger información sobre el fenómeno del desplazamiento en la ciudad. Así surgió Tenemos nuevos vecinos, como una apuesta artística por hacer visible uno de los resultados dramáticos de la guerra, con el objetivo de propiciar un diálogo con la ciudad de una manera creativa. La iniciativa intentaba responder la difícil pregunta de cómo comunicar las problemáticas sociales cuando las cifras dejaron de hablar... llegando a la conclusión de que debía ser a través del arte, que esa tenía que ser la mejor forma .

La propuesta artística consistía en tomarse diversos parques de la ciudad, llenarlos de cambuches y através de esto mostrarle a los transeúntes que era un problema de todos como sociedad. La escena impactaba e invitaba a la reflexión y las reacciones fueron diversas, iban desde la señora que decía -"¡Ay! Cómo así. Ay no, es que sí, si la gente no tiene dónde vivir entonces que viva en este parque"- recuerda Marta Salazar, investigadora de Región que hizo parte del proyecto. Pero también estaban los que querían sacar cambuches y personas de los parques de su barrio porque no tenían nada que hacer ahí, porque no era problema de ellos.

"La forma como comunicamos los asuntos sociales siempre es desde una manera negativa. El drama del desplazamiento te carcome el hueso y te remueve las entrañas. Hacerlo desde la posibilidad de apelar a un sentido de los paisas solidarios, queridos, que cuando viene alguien a nuestra casa lo recibimos, me pareció que fue muy positivo. Por eso lo llamamos Tenemos nuevos vecinos. Fue muy importante ponerlo a partir de una acción. Tenemos nuevos vecinos y nos tenemos que pensar como ciudad", explica Marta.

El proyecto terminó con un banquete de la reconciliación. Mesas enormes que se tomaron el parque de San Antonio invitaban a los que estuvieran alrededor a sentarse, a compartir una comida sin importar si se era conocido o desconocido -"donde comen dos comen tres"-.

Esta es tu casa

24 casas se desplazaron por la ciudad, generando expectativas y curiosidad en todo aquel que veía la representación de objetos inanimados moverse por las calles de la urbe. En cuanto llegaron al punto acordado se extendió sobre el asfalto un mapa gigante de Medellín, las casas ambulantes lo custodiaron y cercaron. Pedazos de telas con la frase "esta es tu casa" se le entregaron a los que se acercaban a la muestra, y con ellos debían tejer en el mapa gigante el punto en el que estaba ubicada su casa. Y así, la representación de Medellín extendida en plena calle, empezó a llenarse de cuadros, formando un mapa con la voz de todos a partir del tejido.

Dos años después de visibilizar esa realidad que cada vez fragmentaba más el tejido social, era necesario darle voz a esas personas que la estaban viviendo. Bajo esta idea surgió Esta es tu casa en el 2004, y se trataba de un intercambio de ideas, pensamientos y propuestas en el que 12 artistas y 12 familias en condición de desplazamiento se visitarían unos a otros en sus respectivas casas, en un acto de reciprocidad y horizontalidad.

"Era un poco también usar esa metáfora, debajo el cielo cabemos todos, y aquí estamos todos", recuerda Marta. Se trataba de mirar al otro y entablar diálogos. Por cinco meses se recogieron experiencias e ideas de las visitas, que confluyeron en la creación de 24 casas que harían parte de un performance y recorrerían la ciudad.