"Mi visión de la alfabetización va más allá del ba, be, bi, bo, bu, porque implica una comprensión crítica de la realidad social, política y económica en la que está el alfabetizado".
Paulo Freire
En 1999, un grupo de niños y jóvenes se empoderaba de los tribunales británicos para defender su escuela, Summerhill, pues estaba en peligro de ser clausurada tras la intervención de la Oficina de Estándares en Educación (The Office for Standards in Education). No era la primera vez que Summerhill se enfrentaba a los organismos estatales de control en educación. Desde que se abrió la escuela, en 1921, estuvo en la mira de la opinión pública por su pedagogía innovadora basada en la libertad del niño.
Zoe Neill Readhead, directora de la institución e hija de su fundador, el pedagogo A.S. Neill, afirmó en ese entonces que no cambiarían sus métodos y que prefería que Summerhill produjera antes a "un barrendero feliz que un primer ministro neurótico". Las autoridades británicas no pudieron demostrar la supuesta deficiencia en la calidad académica de Summerhill, la escuela aún está en funcionamiento y es un referente a nivel mundial de la pedagogía democrática.
Hay un cuaderno, el cuaderno está sobre una mesa redonda, alrededor de la mesa hay cinco niños, uno de ellos, el más pequeño, está escribiendo en el cuaderno. Otro, un par de años mayor, está leyendo un libro de cuentos. Hay un pizarrón blanco, el pizarrón está en la pared del salón, en él está escribiendo una mujer de cuarenta años, robusta, morena y sonrisa de sol. El tablero está en la pared, la pared está en el salón, el salón está en la vereda, la vereda está al lado de la carrilera del tren, la carrilera del tren atraviesa las montañas, las montañas de Antioquia. Esa escuela está en una vereda entre los municipios de Santo Domingo y Cisneros. Esos niños y ese salón y ese tablero y esa profesora de sonrisa de sol, son la Escuela Nueva, el referente colombiano para el mundo en materia de pedagogía.
Alternativas pedagógicas como Escuela Nueva hacen parte de la discusión que plantea cada año el Seminario Maestros Gestores de Nuevos Caminos, una iniciativa en la que participó la Corporación Región y que la siguen desarrollando el Colegio Colombo Francés, la Corporación Ecológica y Cultural Penca Sábila, la Fundación Educativa Soleira y la Cooperativa Financiera Confiar, y que se celebra en Medellín, cada año sin interrupción, desde 1991.
La iniciativa se remonta a la década de los 80, cuando entre los que se estaban pensando la educación se empezó a manifestar una inconformidad por la educación formal estandarizada. "Todo lo que se salía de esa estandarización que hacía el Ministerio de Educación no era permitido, o eran sancionado", cuenta Ramón Moncada, socio de la Corporación Región. Y justo ese cuestionamiento coincidió con una corriente de educación popular en América Latina que se estaba preguntando por el fin político de la educación y sus elementos pedagógicos. Esto, según Moncada, "generó una época de experimentación educativa, de transgresión, de subversión si se quiere, entendido en este caso como subversión a la estandarización".
En esa misma década, varias organizaciones bogotanas crearon el Seminario de Educación y Sociedad, un espacio "dedicado a reflexionar sobre la educación y la finalidad política de la educación, pero también a visibilizar la pedagogía como disciplina de los maestros", destaca Moncada. El Seminario hacía también un llamado de atención a las agremiaciones sindicales, que se enfocaban la mayoría en las reivindicaciones salariales, para que se preocuparan además por las preguntas en torno a la pedagogía. De ahí surgió el Movimiento Pedagógico, y dos Congresos Pedagógicos Nacionales. Ese seminario, dice Moncada, "marcó la historia de la educación en Colombia".
En 1991, se creó un seminario a nivel regional que replicara la experiencia de la década anterior, pero en el que pudieran participar maestros de escuelas urbanas y rurales de toda Antioquia. Así surgió el Seminario Maestros y Maestras Gestores de Nuevos Caminos, que ha tenido como objetivos, desde sus inicios hasta hoy, tres asuntos fundamentales: la pregunta por la relación entre educación, política y sociedad, la pregunta por la pedagogía como disciplina del maestro, y el encuentro entre maestros y maestras y sus prácticas pedagógicas. Además, el Seminario no pretende únicamente ser un espacio de reflexión, sino también de producción de conocimiento. Así, cada año se publica un libro con las reflexiones surgidas en este espacio.
Autores como el brasileño Paulo Freire, Simón Rodríguez, Baldomero Sanín Cano, e incluso el filósofo Fernando González, han engrosado la lista de pensadores estudiados durante el Seminario. Pero aparte de la educación, el seminario se ha ocupado de pensarse el tema de la juventud. El 91, año del seminario fundacional, fue importante porque en ese momento la ciudad vivía una situación crítica de cuenta del narcotráfico, en la que los jóvenes estaban inmersos como víctimas y victimarios y se habían convertido en la generación del "No-futuro". "El seminario quiso preguntarse por esas alternativas para los jóvenes y apostarle al "Sí-futuro" de la juventud a través de la educación", relata Moncada.
El Seminario se convirtió en una forma de mostrar que en todos los rincones de Antioquia hay maestros moviéndose, experimentando e innovando pero que a esos maestros les falta apoyo de las instituciones. "Lo que hacen los Ministerios, las Secretarías e incluso las universidades es regular. Entonces mandan leyes, mandan decretos, resoluciones y depronto ofrecen programas de formación", dice Moncada, y agrega que no es posible regular la experimentación y la innovación.
Sin embargo, la escolarización es sólo un subsistema de todo lo que compone al universo educativo. Eso lo tiene claro el Seminario y por eso es que la escuela no es el único objeto de estudio. Ahora el reto tanto para los educadores y pedagogos como para las instituciones, es pensarse cómo va a ser la educación en el posconflicto. "La paz requiere un cambio cultural y en eso juega un papel fundamental la educación", concluye Ramón. Pero que los niños aprendan a vivir en un nuevo contexto en el que la violencia no es necesaria para dirimir los conflictos, no es sólo una responsabilidad de la escuela.
"Es cierto que se aprende estudiando; pero se aprende mal y nada acerca de los hombres y de la vida. Se aprenden enumeraciones. La vida es preciso vivirla".
Fernando González