Los días y las noches empiezan con fuegos cruzados y no se sabe de dónde vienen, hacia qué lugar se dirigen. Largas temporadas de incertidumbre. Puertas y ventanas colmadas de cicatrices, de huecos que recuerdan que la guerra no termina. Al mirar el vasto firmamento las estrellas también parecen agujeros de balas después de un enfrentamiento, en la quietud tras una larga noche. Los vecinos y familiares caen, los muertos son tantos que no saben por cuál llorar. Al final, los lloran a todos, y lloran sus tierras y sus vacas y sus cultivos y las vidas que perdieron por una guerra que no es suya. Solo queda desplazarse, es la última opción. Ahora, en las ciudades, los rostros se convierten en un telón de fondo a los que se les ignora y se les teme.
"La vida no empezó con la guerra. Antes de la guerra había vida", reconoce la investigadora de la Corporación Región, Marta Villa. Sin embargo, para recordar lo que había antes de la guerra hay que hacer memoria de lo que sucedió. Hay que comprender esos horrores para que no vuelvan a ocurrir.
En el 2007, cuando apenas se estaba empezando a hablar de memoria del conflicto en Colombia, el Museo de Antioquia invitó a varias organizaciones, entre ellas a la Corporación Región, a pensarse una forma no atroz de recordar las atrocidades del conflicto. De ahí surgió el proyecto "Memoria y Reparación", que proponía generar una reflexión social que conmoviera y sensibilizara a las personas sobre las dimensiones e implicaciones del desplazamiento forzado como una realidad que afectaba el tejido social y no sólo a las víctimas.
El proyecto contó con una exposición y actividades académicas y culturales, donde se trataron antecedentes históricos de la problemática del destierro, casos emblemáticos y los impactos
"Fue muy importante para Región haber estado ahí. Veníamos de hacer varias acciones de arte público con el tema de destierro. Habíamos hecho "Tenemos nuevos vecinos" y "Esta es tu casa", que eran exposiciones de arte público donde concluimos que lo que estábamos descubriendo en el 8 de Marzo y en la Comuna 13 se lo teníamos que contar al ciudadano común y ayudar a construir una mirada de la población desplazada distinta", cuenta Marta.
En Rostros del miedo, una investigación que realizó Región, apareció el desplazado como uno de los personajes que generaba miedo en la sociedad porque "se traía la guerra del campo a la ciudad", y desde allí el desplazamiento se convirtió en un tema recurrente de la Corporación, surgiendo en ellos el propósito de ayudar a construir otra imagen de la población desplazada a través de acciones impulsadas por Región y por otros.
Un proyecto de esta naturaleza pretende, precisamente, ayudar... a no seguir engordando esos males que, según Gabriel García Márquez, echaron a perder a Macondo: la fiebre del insomnio (el olvido), el huracán de las guerras (la venganza) y la hojarasca de la compañía bananera (la ignorancia de nosotros mismos). Macondo nuevamente funciona como una triste metáfora del país.
(Descripción del proyecto - Cita: William Ospina en Colombia en el planeta)