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Educación: una de las estrategias para romper el círculo de la pobreza

Medellín, la ciudad más innovadora del mundo, la del clima perfecto; la ciudad de los cables aéreos y las escaleras eléctricas en las comunas, la única con metro en todo el país, la del Coltejer y el edificio inteligente, la de la Feria de las Flores; Medellín: esta ciudad de montañas verdes y gente amable, emprendedora y calles limpias; esta Medellín perfecta es también la ciudad más desigual de Colombia.

El coeficiente de Gini, fórmula que mide la diferencia entre ricos y pobres, es en Medellín de 0,53, en una escala que va de 0 a 1, donde 0 es una población donde todos tienen los mismos recursos y 1 corresponde a que una sola persona es dueña de toda la riqueza. El coeficiente de Gini en Medellín, según la Misión para el Empalme de las Series de Empleo, Pobreza y Desigualdad (Mesep), es el más alto de todo el país.

Precisamente porque la riqueza de la que tanto se ostenta se queda en manos de unos pocos, Medellín sigue siendo una ciudad pobre. De acuerdo con las cifras del programa Medellín Cómo Vamos, en el 2013 había en Medellín 389.189 personas (16% del total de la población de la ciudad) en situación de pobreza, mientras que otras 72.519 vivían en condiciones de pobreza extrema. Estas cifras teniendo en cuenta que, según el Dane, una familia -de cuatro personas o más- no es pobre si tiene ingresos superiores a los 748.316 pesos mensuales; y no vive en la indigencia una familia que gane más de 334.324.

En el 2005 la situación era aún más crítica. De los 688.651 niños y niñas entre los 0 y 17 años registrados en Medellín, el 58% (402.861 niños) se encontraban en situación de pobreza. Que tantos niños estuvieran en esta condición, en un territorio lleno de riquezas y posibilidades como Medellín, era, para la Corporación Región, una "tragedia ética y social. Una situación a todas luces injustificable y costosa en términos éticos, sociales, políticos e incluso económicos." (Corporación Región, 2007)

Y es que la pobreza parece un círculo irrompible. Muchos de estos niños se ven obligados a retirarse de la escuela porque sus familias no tienen el dinero necesario para sostener la casa y menos los de la canasta educativa. Sin la educación adecuada, es mucho más difícil que un niño, cuando crezca, logre superar el umbral de la pobreza; y así sucesivamente. Esta situación, identificó Región, "tiene responsables económicos y políticos, y tiene mucho que ver con las políticas y programas aplicados en décadas anteriores; no hacer nada sustantivo para superar la situación de estos miles de niños y niñas es incumplir con las nociones básicas de la justicia y la equidad social y seguir reproduciendo la trampa de la pobreza y la inequidad actual."

De estas reflexiones surgió una osada iniciativa por parte de la Corporación Región, la Escuela Nacional Sindical y la Cooperativa Financiera Confiar, retomando la propuesta que se había debatido durante la Asamblea Nacional Constituyente de 1990: la garantía de la canasta básica educativa para todos los menores de 17 años a través de subsidios para las familias pobres de la ciudad de Medellín.

Concretamente, la propuesta Una generación libre y con derechos: canasta básica para la superación de la pobreza de la población entre 0 y 17 años, busca "la garantía plena del derecho a la alimentación (libres de hambre); a una atención adecuada en materia de salud (libres de enfermedad); a una educación de calidad (libres de ignorancia); la eliminación total del trabajo infantil (libres de dependencia económica) y libres de maltrato y violencia contra niños y niñas".

Pero abarcar a una población tan grande tiene un alto costo (el 2,6% del PIB de la ciudad, según la propuesta) que las administraciones aún no están dispuestas a asumir. Por esto, explica Juan Fernando Vélez, uno de los líderes de la propuesta, esta no se ha podido desarrollar: está aguardando a que llegue quien confíe en ella y no tema ponerla en marcha.