PRESENTACIÓN
El 2023 fue un año en el que le apostamos con fuerza y convicción al trabajo colectivo, disponiendo todas nuestras capacidades, saberes y recursos para construir, al lado de muchas personas y organizaciones, la sociedad en la que creemos y en la que merecemos vivir: justa , democrática y en paz.
187 organizaciones sociales, comunitarias, medios de comunicación y la academia se unieron en la Alianza “Sumando Voces” para concertar una visión de desarrollo de la ciudad, que fue entregada el día de ayer al Secretario Privado Simón Molina y la directora del Departamento Administrativo de Planeación, Ana Cathalina Ochoa, en un documento que recoge 46 propuestas en 22 temas con 154 indicadores, con el propósito de que sean incluidas en el Plan de Desarrollo Distrital de Medellín.
Si tienes entre 18 y 28 años, votas en Medellín y te interesa comprender cómo se teje el mapa de poder en Medellín te invitamos a participar en el Laboratorio sobre poder y elecciones locales.
"...vivimos en una ciudad que tiene no solamente un problema grave con la forma en que entiende el desarrollo, tenemos un problema gravísimo con el modelo de ciudad, que está generando la reproducción de inequidad estructural, a costa de decir que se genera desarrollo."
...la mayoría de medellinenses medellinenses está de acuerdo con aquellas afirmaciones que plantean existencia de corrupción en el país y en la ciudad y en los sectores de educación y salud, así como quienes consideran que la gente se ha acostumbrado a la corrupción que esta, en general no es castigada y que es un grave problema para la ciudad.
En tiempos de cambio y renovación es necesario construir acuerdos colectivos. Con esta premisa y con el ánimo de propiciar una conversación ciudadana amplia y plural, Comfama, Fundación Mi Sangre, Corporación Región, Proantioquia, Universidad EAFIT, Pa’ Dónde Vamos, Grupo SURA y la Federación Antioqueña de ONG, establecieron una alianza para promover Conversaciones de ciudad-región, una iniciativa que teje confianza entre actores diversos a través de la deliberación, la escucha y la reflexión colectiva. Este proceso se desarrollo desde junio del 2021 a través de tres componentes.
Luis Fernando Herrera
Educación a lo largo de la vida
Treinta años reivindicando una educación para el buen vivir
En el año 2000 se publicó una edición especial de la revista Desde la Región conmemorando los primeros 10 años de existencia de la Corporación. Este número se centró en las preguntas, los trayectos, y las principales discusiones que se dieron en esa primera década en la institución: Democracia y Ciudadanía, Juventud, Comunicación, Educación, Gestión al Desarrollo y Derechos Humanos, fueron los temas nodales que representaban, al mismo tiempo, los retos de la ciudad, el país y la región con relación a la profundización de la democracia, la garantía y ampliación de los derechos humanos y el ejercicio de ciudadanías plurales.
Pasados veinte años de ese primer balance hay continuidades, ciertas rupturas y nuevos caminos trasegados, en términos educativos, que siguen alimentando el estar siendo y nuestro rol en la historia de Medellín, de Antioquia y de Colombia. Detenerse a reconocer esa dinámica, esas bifurcaciones y límites, es precisamente uno de los valores institucionales más preciados: la reflexividad.
Tal y como lo planteó Saldarriaga (2000) en su artículo Enfoques, debates y perspectivas en educación 1990-1999, para Región la educación, además de ser un campo de saber y de actuación social y política, ha representado, “una de las estrategias más potentes y necesarias y un elemento esencial de su misión”. Pensar la formación de actores sociales y la pedagogía en una organización de la sociedad civil como Región, está en la base de su constitución, de sus construcciones presentes y sus miradas al futuro.
Entre la educación popular y la democratización de la escuela.
Entre 1990 y 1994 influenciada por las perspectivas de la educación popular, La Corporación se interesa en la juventud de Medellín, marcada trágicamente por el narcotráfico, en una doble condición de víctima y victimaria y busca transformar las representaciones sociales que al estigmatizarla, impedían valorar e integrar el potencial estético, cultural, científico y deportivo de la población juvenil de la época. Desde una perspectiva de diálogo de saberes, Región encontró en lo socio-afectivo una dimensión para comprender la complejidad de fenómenos como el sicariato y la violencia juvenil, como: “terreno propicio, en lo subjetivo, la baja autoestima de muchos de los jóvenes, carencia de afecto, fruto de situaciones de violencia familiar y cambios en su organización tradicional y abandono social”. (Saldarriaga, p. 88)
En este periodo se incursiona en el escenario escolar y el actor central también, es el sujeto joven. Nos preguntábamos por: la manera como la escuela podía encarnar los principios fundamentales de la democracia, recién actualizados con la Constitución del 91; las formas de subjetivación de la juventud en la escuela y, las tensiones entre las demandas de las instituciones educativas por un tipo de formación que pretendía, por un lado, perfilar unos sujetos productivos, útiles al modelo de desarrollo económico que se instalaba en el país, y por el otro, un nuevo camino de formación explorando marcos de entendimiento de la ciudadanía, los derechos y la democracia.
De manera simultánea Región participó en los debates nacionales sobre la Ley General y el Plan Decenal de Educación y en la promoción y consolidación de veedurías ciudadanas1, para fortalecer la relación entre la educación y lo público y, determinar un nuevo momento histórico del tema educativo en la institución.
Desarrollos constitucionales en educación, participación en la escuela y ciudad educadora.
La construcción de saber y actuación política y social de Región en educación, va de 1995 al 2000. Este periodo fusiona dos momentos de los propuestos por Saldarriaga con continuidades y elementos complementarios que hacen difusa su separación.
En la Ley 115 de 1994 de la Constitución del 91 la educación deja de ser una cuestión exclusiva del ejecutivo y pasa a ser regulada por el Congreso de la República. Así las cosas, la Ley General de Educación se constituye en un referente en la historia de las luchas de docentes, organizaciones sociales y del sindicalismo que tuvo un destacado liderazgo en el movimiento pedagógico nacional. Vale la pena decir, en aras de aportar al debate, que algunos sectores académicos y activistas han planteado que esta ley no alcanzó a convertirse en una reforma educativa profunda y que apenas atinó a regular el servicio y no, el derecho2.
Es en las definiciones de la Ley 115 y el Plan Decenal de Educación, donde es posible afianzar la relación educación y ciudad y con ella uno de los elementos de continuidad con la educación popular: la escuela y el contexto; la Ciudad Educadora actuó como concepto y propuesta, ahondando en ideas como la “ampliación y diversificación del horizonte educativo, es decir, que la escuela es solo uno de los tantos ambientes y contextos de educación y aprendizaje”3. Posteriormente, estos elementos conceptuales servirán de base, en la primera década del 2000, para el análisis sobre educación y territorios rurales.
También, Región enfatiza en temas de: políticas educativas, juventud, convivencia y gobiernos escolares, participación, ciudad, ciencia y tecnología, pedagogía, educación ambiental, calidad de la educación y el ser maestro4. Estas reflexiones y problematizaciones, llevadas a la escuela, no estuvieron exentas de tensiones y resistencias; bien las describió María Eugenia Villa a propósito de la escritura de maestros y maestras:
En las instituciones escolares no se ha conquistado el tiempo para pensar, debatir, compartir y construir las prácticas educativas. Los directivos no se convencen de que la reflexión pedagógica es un paso fundamental para hilar la educación con la vida, la historia, la ciencia, el universo y el ser, prefieren hablar de pérdida de tiempo, a su vez, los maestros desconfían de sus propios compañeros, del saber que poseen y no logran compartir en la dinámica institucional estos escritos, que están dentro de cada maestro, pero requieren de un lugar propicio para poder fecundar. (Villa, 1996, Pág. 6)
Garantía integral del derecho a la educación y los derechos en la educación.
Entre el 2000 y el 2014 Región consolida su apuesta por el análisis, promoción y defensa del derecho a la educación en la ciudad de Medellín y en otros municipios de Antioquia. Este periodo se caracterizó por el despliegue en la producción de conocimiento, formación de actores e incidencia en políticas educativas, en por lo menos tres campos problemáticos:
• La educación para la libertad vs educación para el capital.
Se realizó un análisis crítico sobre el por qué la educación no ha sido vista, comprendida, planeada y evaluada desde el enfoque de los derechos humanos, sino reducida a la concepción del aprendizaje como producto, como sector de la economía que eleva la productividad de las sociedades y las va llevando, sin mayores sobresaltos, a un estado de desarrollo caracterizado por el crecimiento económico. Esta visión, propia del neoinstitucionalismo económico, es replicada sin más, por muchas organizaciones sociales atendiendo a una visión de la educación como generadora de capital humano, muy distante de la concepción de la educación para los derechos y para la construcción y fortalecimiento de capacidades humanas. (Alvarez, 2014)
Como lo ha planteado Vernor Muñoz, existen fundamentos estadísticos, socioculturales e históricos suficientes, que demuestran que en la base de la desigualdad y la inequidad se encuentra un sistema educativo que ve la educación y por ende a la escuela, como un “factor de producción” regulado por las leyes del mercado; en dichas leyes, los derechos no son condiciones inmanentes a la dignidad humana, sino bienes y servicios adquiridos de acuerdo a los desempeños y competencias de cada sujeto; en palabras del ex relator de educación de Naciones Unidades “es cierto que todos esperamos repercusiones económicas de la educación y de la alfabetización, pero otra cosa es creer que esas repercusiones son su fin primordial”5.
• El derecho a la educación en situaciones de emergencia.
Dos fenómenos que afectaban la garantía del derecho a la educación, concitaron los esfuerzos de la Corporación; uno local, el desplazamiento forzado en la ciudad que en el 2001 ascendió a 41.636 personas6 generando una alta presión institucional. Región actuó en el desarrollo de estrategias como La Escuela Busca al niño-a y Escuela y desplazamiento donde se apostaba por el acceso y la permanencia en el sistema educativo, la adecuación de las políticas educativas locales a la sentencia T - 025 del 2004 de la Corte Constitucional, pero sobre todo a un modelo de escuela incluyente que garantizara la acogida de la infancia y la juventud.
Por fuera del departamento de Antioquia, Región se ocupó de la emergencia invernal del 2010 y 2011 que afectó a 497 municipios en 27 departamentos, dejó 916.946 personas damnificadas, 181 muertos, 135 heridos, 22 desaparecidos, 1167 viviendas destruidas y cerca de 151.983 viviendas averiadas. En este contexto, junto con UNICEF y el Ministerio de Educación Nacional, la Corporación propuso acciones sobre la garantía del derecho a la educación, inclusive desde la etapa de respuesta humanitaria, y reflexionó sobre la naturaleza misma de las emergencias, entendiéndolas desde una perspectiva de conflictos socio ambientales, resaltando la implicación directa de las condiciones de inequidad, pobreza y exclusión en su agravamiento y, propuso una lectura integral al sistema educativo local para responder oportunamente a cualquier situación que amenace el goce del derecho a la educación de la infancia y la adolescencia.
• Infancia y ciudadanía: niñas y niños sujetos de derechos.
Con la Ley 12 de 1991 Colombia ratificó la Convención internacional sobre los Derechos del Niño, convirtiéndose en uno de los primeros Estados en incorporarlo a su marco legislativo, garantizar que la población infantil fuese comprendida, atendida y promovida como sujeto de derecho. Sin embargo, solo hasta el 2006, quince años después, se adecuó la legislación interna a las directrices de la Convención siendo, para ese momento, uno de los países más atrasados en el tema.
La ley 1098 establece que niñas y niños son sujetos de derecho y por ello también son sujetos sociales. En este marco Región participó en espacios de construcción de políticas de infancia y elaboró propuestas que interpelaron a Medellín sobre su capacidad para sacar de la pobreza a las nuevas generaciones7. Así mismo, incorporó las nuevas disposiciones de la Ley 1098 a los elementos centrales de la doctrina del derecho a la educación y entendió que no puede garantizarse este derecho sin la vivencia plena de todos los demás derechos en la educación misma8.
Las estrategias formativas, investigativas y de incidencia giraron, antes y ahora, en torno a la promoción de la infancia y la juventud como protagonistas de su propio desarrollo, con capacidad para ejercer paulatinamente sus derechos, exigir su cumplimiento, participar en procesos sociales y ser conscientes de que las demás personas también gozan de su misma dignidad y de los mismos derechos9.
Educación para el cierre de brechas y la construcción de cultura de paz.
En Nuestro Plan es la Paz (2016-2019) apostamos, desde todas las dimensiones de la institución, a la construcción de una paz territorial, sostenible y duradera. El acuerdo de La Habana abrió un horizonte de esperanza en el país, pero paradójicamente generó una polarización social y política profunda que, sumada a: la debilidad del Estado en las zonas de postconflicto, el nuevo gobierno y sus reticencias a cumplir lo pactado y continuar con el diálogo con el ELN, el fortalecimiento de las estructuras neoparamilitares, carteles de narcotráfico y el rearme de sectores de la antigua guerrilla; marcan un escenario de alta vulnerabilidad y nos plantea muchos retos para mantener los avances en ese anhelado sueño de un país en paz.
Este plan cuatrienal, en términos de educación para la paz, incorpora dos ejes de acción complementarios: uno, es la apuesta en clave de derechos que busca la vinculación y permanencia en el sistema educativo, de infantes y adolescentes donde se asegure, en términos político-jurídicos, el derecho fundamental a la educación para la construcción de paz. La garantía de este derecho aporta a la reparación transformadora de las víctimas, a la integración de excombatientes y a la reconciliación y no repetición. El otro es el ámbito formativo que va más allá de la escolarización. Región viene reflexionando sobre el significado de enseñar y aprender la paz desde una mirada pedagógica que le permite reconocer los dispositivos que conforman la formación con sus elementos curriculares, metodológicos y de valoración de saberes. De alguna manera es volver a los inicios de 30 años de camino, donde las preguntas por lo pedagógico ocupaban un lugar preponderante en el saber y el actuar educativo de la Corporación.
Actualmente, desde el marco político, jurídico y conceptual de la paz y la educación para la paz, trabajamos los siguientes campos problemáticos que vinculan nuestras reflexiones y las acciones formativas, investigativas y de incidencia.
• Educación rural: retos de una sociedad en transición hacia la paz
En el informe de la Misión para la Transformación del Campo se plantea que “La menor escolaridad de la población rural es una de las principales brechas entre la zona rural y la urbana” (Ramírez y otros, 2015); si miramos la cobertura neta urbana nos encontramos con el 79% en secundaria y 48% media, mientras que la cobertura plantea retos similares sobre todo en la ruralidad dispersa, y se le suma la débil atención en salud, recreación y la alimentación indispensables en esta etapa de desarrollo.
Región está comprometida en contribuir al logro de uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible más importantes al 2030: Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos (ODS 4). Hemos trabajado en investigación, formación e incidencia en lo rural, en tanto allí se concentran las mayores desigualdades y exclusiones; grandes retos para llevar educación a toda la población, con pertinencia cultural y exitosa en sus trayectorias a lo largo de la vida.
En este sentido la Corporación ha diseñado, en distintos espacios, propuestas que permitan superar las brechas en educación rural de manera más contundente y pertinente. Una de ellas es el sistema cultural y educativo local articulado. Es necesario repensar la política de educación desde los territorios y su geografía cultural y no solo desde lo político–administrativo. Las redes culturales, los intercambios sociales y económicos, los tránsitos entre veredas de municipios distintos, inclusive de departamentos, exigen un giro en la mirada y reconocer que las transiciones escolares (de niveles y ciclos) son, desde una perspectiva territorial, trayectorias educativas que integran la vida social, productiva, familiar y comunitaria de la infancia y la juventud.
Pensar como sector, desde los mismos lugares de enunciación, es hacer más de lo mismo; la educación en las zonas rurales necesita de la confluencia de una institucionalidad integral, salud, seguridad alimentaria, protección, cultura, deporte y recreación, así las inversiones, tendrían un efecto multiplicador y se contrarrestaría la dispersión y la falta de pertinencia de la educación en estos territorios.
• Educación propia para el buen vivir.
Desde el año 2014 en Región construimos saberes sobre etnoeducación y educación intercultural con las comunidades afrodescendientes en el Chocó. Este ha sido un proceso colectivo donde las familias, el magisterio, las organizaciones étnico territoriales, estudiantes, directivos docentes y agentes culturales, contribuyen desde sus distintos roles y comparten sus experiencias de vida, su sabiduría y los conocimientos del territorio, además sus visiones sobre lo educativo, la relación con la cultura y con su proyecto de etnodesarrollo. La educación propia recoge las luchas de las comunidades que reivindican su derecho a que la historia vivida y la cultura construida en el territorio, estén en el centro de su educación, entendida ésta como comunicación y socialización de sus valores fundantes, en diálogo respetuoso con todas las culturas.
En esa línea venimos proponiendo cimentar escuelas como territorios educativos y culturales para el buen vivir. Una escuela como territorio para la acogida, con plena garantía de derechos, con espacios para el ejercicio pleno de la ciudadanía, tiempos culturales, más allá de calendarios escolares, con docentes motivados y felices; familias, comunidades y organizaciones étnico territoriales participando activamente en la propuesta cultural y educativa; cuidando la pertinencia y articulación entre los currículos, los planes de vida territorial, las agendas sociales y comunitarias y con un proyecto de educación y cultura comunitaria, amplio, integrador que cuestione las bases de la gestión empresarial educativa.
• Pedagogías para la paz y la convivencia
Construir una cultura de paz significa “promover un nuevo marco de significados y sentidos colectivos, lenguajes, enunciados afectos, percepciones, rituales, formas de interacción, relaciones de poder, vínculos y formas organizativas. Es decir, construir culturas de paz es construir una nueva cotidianidad”10; precisa educar para la paz, que lejos de ser una apuesta meramente metodológica, enfocada en aspectos técnicos y en la instrumentalización didáctica, busca generar reflexiones pedagógicas, es decir, preguntarse sobre qué enseñar y qué aprender, cómo enseñar, cómo aprender, cuáles son los escenarios de aprendizaje y cuáles las capacidades desplegadas en un proceso educativo en perspectiva de paz y convivencia11. Por eso Región le apuesta a fortalecer el rol del magisterio como constructor de currículos situados para la paz, esto generar movimiento pedagógico, comunidad de pensamiento para la vida en la escuela, construyendo paz, no solo desde la resistencia a la muerte y la barbarie. Es vital contrarrestar la vergüenza y la venganza que la guerra ha dejado, para ello el estamento docente es indispensable.
• Educación y comunicación
Finalmente, en la Corporación la relación educación - comunicación es permanente; ésta fortalece los procesos pedagógicos en tanto profundiza los principios del diálogo y la participación, se aleja de procesos verticales y propone una relación horizontal en los ejercicios comunicativos. Las experiencias formativas atravesadas por la comunicación marcan el horizonte del diálogo intercultural, que redunda en la apropiación ciudadana de sentidos a favor de la democracia, el respeto por los derechos humanos y la protección de la dignidad humana12.
Retos para continuar el camino
Esta historia nos obliga, como institución y como actor social y político, a continuar promoviendo, defendiendo y exigiendo la garantía del derecho a la educación que, en el actual contexto de construcción de paz, debe afirmarse en sus obligaciones constitucionales y pedagógicas de respeto a la diversidad y a la protección de los derechos humanos. Se precisa un pacto de convivencia escolar, familiar y comunitario basado en la ética del cuidado, donde el amor, el respeto, la justicia y la dignidad sean los argumentos en la defensa de la vida y las libertades. En este pacto es perentorio seguir cuestionando los imaginarios y representaciones sociales que generan prejuicios y discriminación de género en la escuela, afectando los aprendizajes, el acceso, la permanencia y las interacciones.
Es determinante reconocer que “la educación tiene la posibilidad de enseñar nuevos valores, actitudes, habilidades y comportamientos. Ayudar a la promoción de nuevas relaciones sociales que construirán resiliencia al conflicto” (Buckland, 2005). Por esa vía se podrá impactar la subjetividad de víctimas infantiles y adolescentes: combatientes y no combatientes y de docentes, quienes por efectos de la guerra requieren acompañamiento para desactivar, asimilar y superar violencias, miedos, inseguridades, desesperanza y profundas tristezas.
Así mismo, tenemos el reto de construir y movilizar múltiples ejercicios de memorias como aporte a la comprensión de lo que ha pasado, recuperando relatos locales sobre los impactos de la guerra en la educación, documentando los daños causados a la escuela, las demandas de reparación y los procesos de retorno; reconstruir historias de vida de maestras y maestros victimizados y producir material pedagógico para promover la reflexión y el reconocimiento de las memorias sobre el conflicto armado.
Colombia es pluriétnica y multicultural, significa que convivimos con diversas formas de pensamiento, cosmogonías, lenguas, saberes, imaginarios e identidades construidas por múltiples relaciones a lo largo de nuestra historia. Una mixtura maravillosa que debe ser valorada, protegida y potenciada por el Estado y por cada persona de este país. Desde esa diferencia queremos continuar y afianzar nuestro compromiso con el derecho a la igualdad, a la no discriminación, reprobando cualquier atisbo de segregación, aislamiento y exclusión, en palabras de Martin Hopenhayn “integración sin subordinación” como reto primordial de la democracia.
Álvarez Gallego, Alejandro. (2014). La mirada empresarial de la Educación. A propósito del informe “Compartir”. Revisado en este enlace.
Bernal, Jorge. (2007). Una generación libre y con derechos. Canasta básica para la superación de la pobreza de la población entre 0-17 años. Medellín, Corporación Región
Buckland, P. (2005). Reshaping the future: Education and post-conflict reconstruction. Washington: Banco Mundial.
Fernández, Rubén. (1996). Una ciudad con ciudadanía. Los aprendizajes necesarios. En: Ciudad Educadora. Un concepto y una propuesta. Medellín, Corporación Región. Pág. 12 - 16
Moncada Ramón. (1996). __________. Revista N° 21 Agosto de. Pág. 20.
Ortiz, Ilich y Viscaíno Jaime Rafael. (2014). La Ley General de Educación veinte años después: una valoración a la luz del derecho humano a la educación. En: Educación y Ciudad N°27: Políticas educativas: Hacia un nuevo proyecto educativo nacional. Instituto para la Investigación Educativa y el Desarrollo Pedagógico, IDEP. ISSN: 0123-0425.
Ramírez J, Juan Carlos, Pardo Renata y otros. (2015). Informe Bienes y servicios públicos sociales en la zona rural de Colombia, brechas y políticas públicas. Misión para la Transformación del Campo, Bogotá. Consultado en este enlace.
República de Colombia. Departamento Nacional de Planeación. El Campo colombiano un camino hacia el bienestar y la paz. Tomo 1. Consultado en este enlace.
Saldarriaga, Jaime. (2000). Enfoques, debates y perspectivas en educación 1990-1999. En:
Revista N°30 Desde la Región.
Villa, María Eugenia. (1996). El Saber de la Pasión. Medellín, Corporación Región.
Educación, historia, escuela, democracia, ciudad, cultura de paz.
1 La Corporación Región participa actualmente de la Veeduría Ciudadana al Plan Municipal de Desarrollo de Medellín, analizando, entre otros, el componente de educación.
2 Para ampliar este debate puede consultarse Ortiz y Viscaíno (2014).
3 Moncada, 1996 y Fernández, 1996
4 Temas compilados y publicados en 1996 El Saber de la Pasión con apoyo de la Corporación Ecológica y Cultural Penca de Sábila y el Colegio Colombo Francés, miembros de la Alianza Maestros y Maestras Gestores de Nuevos Caminos de la cual Región fue promotora inicial e hizo parte por varios años.
5 Muñoz, Vernor. Discurso pronunciado ante la Asamblea General de la Campaña Mundial por la Educación, Sao Paulo Brasil, 2008.
6 Medellín Basta Ya. Pág. 62
7 Estudio: una generación libre y con derechos. (Bernal, 2007)
8 Revista Desde la Región N°53 de julio de 2011: Que la infancia se tome la palabra
9 Documento de trabajo. Enfoque programa educación y equidad. 2008 -2011
10 Documentos de trabajo. Alianza educación para la construcción de culturas de paz, 2015, pág. 16
11 Documento de trabajo. Territorios educativos para la paz. Luis Fernando Herrera y María José Espinosa 2018
12 Documento de trabajo. Comunicación para el cambio social en el programa de educación. Lina María Betancur, 2015.
Daniel Botero Arango
Periodista, magíster en Comunicación y Opinión Pública de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales FLACSO. Socio de la Corporación Región, formó parte de diferentes proyectos de la Corporación.
Lina María Betancur Blandón
Comunicadora Social - Periodista (UPB) y Especialista en Epistemologías del Sur (CLACSO). Socia de la Corporación Región. Actualmente asesora pedagógica del proyecto Aulas en Paz y maestra de yoga en Granja Escuela Amalaka.
Un campo de disputas simbólicas por la comunicación, cruzaba el horizonte de las sociedades latinoamericanas de finales de los años 80 y principios de los 90. Un conjunto de cambios en las estructuras políticas, sociales y culturales, significaron una expansión conceptual y de los modos de vida, en cuanto al ejercicio de la ciudadanía, el reconocimiento de lo popular más allá de lo masivo, el papel de los medios de comunicación frente al nuevo paisaje urbano y el reto pedagógico para el Estado y las organizaciones de la sociedad civil frente a un nuevo escenario de lo público.
La Comunicación para un proyecto democrático de ciudad
La pregunta por lo popular
Comenzando los años noventa, profesionales de distintas áreas, decidieron fundar La Corporación Región, después de retirarse del Instituto Popular de Capacitación (IPC), donde el ejercicio comunicativo, estaba anclado a la idea del periodismo de masas o periodismo para el pueblo, practicado con sindicatos y sectores populares con el fin de ayudarles a entender la realidad, desde una prensa de calidad. Este fue un tiempo de grandes contradicciones en el panorama político y social del país y la ciudad. Fue la época de la promulgación de una nueva Constitución Política, pero al tiempo que surgía esa institucionalidad, el narcotráfico ponía en jaque al Estado y desangraba a Medellín. En 1991 fueron asesinadas 7.273 personas, unas 266 por cada 100.000 habitantes1 , entre ellos, una generación de jóvenes de los barrios periféricos que, seducidos por el dinero del cartel de Medellín o inocentes, cayeron bajo el fuego cruzado de quienes fomentaban aquella guerra urbana.
En ese caótico momento, con una democracia representativa desgastada por los poderes tradicionales, desconectados de los intereses de la sociedad civil y la población de amplias regiones del país, incluidas capitales como Medellín, sumidas en la inequidad y el abandono y, sin políticas que atendieran los problemas de fondo, se abre un panorama para la participación ciudadana y la transformación. El nuevo país, que acababa de pasar por un proceso de paz y la reincorporación de excombatientes de la guerrilla, se ilusiona con el cambio y allí, Región apuesta por contribuir al desarrollo y a la consolidación de un proyecto democrático en todos los planos: político, cultural, económico y social (Fernández, 2016).
La comunicación tuvo un papel central. Se trataba de construir nuevos imaginarios sobre lo público y posibilitar a los sectores, ahora reconocidos como populares y no únicamente consumidores estáticos de medios de masas, (lo que provocó extensas discusiones y autocrítica), entrar en la disputa simbólica por ocupar lo público, ser visibles, tener una voz y un lugar en sintonía con organizaciones que, en medio de condiciones tan adversas, creyeron que la vida también, estaba en esas esquinas estigmatizadas donde llegaban solo los periodistas, a contar muertos.
Región, desde el principio habló de comunicación para la democracia, como un campo de disputa cultural y de inclusión política, traducida en trabajo junto a pobladores que, por años, estuvieron a espaldas del desarrollo municipal. La idea era contar sus historias y que en ellas, encontraran rasgos identitarios que les hicieran sujetos de derechos y les introdujera en el destino de la ciudad, comprometiendo su capacidad de expresión e interpretación de la realidad urbana. La comunicación se convirtió no solo en un asunto de medios, sino de mediaciones. De allí que el texto de Jesús Martín Barbero fuera un pilar para el inicio. Como bien lo reconoció García Canclini (1991) en uno de los prólogos del clásico libro que sirvió como acicate para todo un conjunto de producciones que adelantó Región: Martín Barbero se aleja del indigenismo y el populismo, y considera que las esperanzas nuevas, se afincan más bien en los sectores populares urbanos; y ve, los resortes de una "institucionalidad nueva, fortaleciendo la sociedad civil" (p.12) en las "solidaridades duraderas y personalizadas" de la cultura barrial y de los grupos artísticos; en los graffitis y en la música juvenil, en los movimientos de mujeres y de pobladores pobres.
No se trataba de un descubrimiento, sino de un re-conocimiento a un sector social que, si bien ya estaba, comenzó a protagonizar su propia historia fuera de los parámetros de la dominación. Para Barbero (1991) entonces, lo popular hace parte de una historia sobre la constitución de lo masivo: “el ascenso de las masas a su visibilidad y presencia social” (p.10). El mismo Canclini (en Barbero, 1991), reconoció lo popular como una nueva estructura de transacciones sociales y políticas, ya no sometidas o explotadas. Para el caso colombiano, las lecturas de Pilar Riaño (1984) fueron fundamentales para entender las relaciones de vecindad, como las formas solidarias de adaptación y sobrevivencia entre los habitantes de las periferias, otrora pobladores rurales. Por eso, en el balance de los primeros 10 años de Región, se expresa:
“La comunicación es pensada ya no sólo desde la producción sino desde la percepción, y en este campo, el reconocimiento del sujeto popular desde la perspectiva del diálogo de saberes se convierte en clave comunicativa: no bastaba hablar de los sectores populares sino reconocerlos en sus lenguajes, estéticas e identidades y crear espacios de visibilización para que la ciudad viera sus rostros y escuchara sus voces. Esto se combinaba con la intencionalidad explícita de estar en los medios masivos de comunicación y no sólo en los llamados medios alternativos…) (Región, 1999).
De allí el interés de promover un pacto social democrático en la ciudad, donde la educación, la cultura, la participación y la planificación del territorio, desde miradas alternativas al desarrollo, especialmente entre la juventud, fue el centro de la acción misional. Para lograr incidencia, se requerían canales de comunicación propicios a la elocuencia de la diversidad popular, que emocionaran al conjunto de la ciudad, y lo suficientemente claros y concretos como para negociar con la institucionalidad. En ese caso, siguiendo a Barbero (1991), se entendió que el nuevo campo de socialización ya no pasaba únicamente por lo político, sino por lo cultural y, por consiguiente, en los medios de comunicación residía buena parte de esa función mediadora, representada en el melodrama como vehículo para la trama de las historias. Lo otro era cuestión de acompañar cuerpo a cuerpo en los territorios, de construir colectivamente esa ciudad, desde una mirada local.
García ratifica que desde Región:
“Las bases teóricas de las actividades desarrolladas en el sector de la comunicación estaban en los postulados de educación popular de Paulo Freire, en Martín Barbero y García Canclini. Desde ellos, leían a los medios alternativos o comunitarios como el escenario para la configuración de una esfera pública en la que hacían circular las luchas por su inclusión a la ciudad, en especial, con los jóvenes que los encuentran como refugio para ver otras alternativas diferentes a la muerte. A la vez, se convirtieron en agentes de discursos distintos al de las organizaciones de base tradicional como las Juntas de Acción Comunal. De igual modo, sirvieron para reconocer a las tecnologías mediáticas como el escenario para entender lo político y lo público desde las mediaciones culturales y simbólicas circulantes en los medios” (2018 p.92).
Mientras lo cultural y lo simbólico ayudaban a la comprensión de lo púbico cotidiano, en el contexto del barrio se trabajaba la comunicación pensando en: la construcción de un ejercicio deliberativo a partir de la propuesta de la acción comunicativa de Jürgen Habermas, en la movilización social y la generación de opinión pública crítica, desde la organización que se auto reconoció como un actor social y político, con posturas frente al desarrollo de una ciudad con grandes deudas en cuanto a las promesas de la democracia; siempre en la búsqueda de mejorar la calidad de vida de los sectores populares en interlocución con el Estado. Por eso, el reto comunicacional fue elevar la capacidad de acción, enunciación y gestión de los propios intereses de la ciudadanía: "El reto es doble: además de la necesidad de ganar una mayor capacidad expresiva, claridad en nuestras propuestas, creatividad en nuestros lenguajes, se trata de podernos acercar a las lógicas comunicativas, los lenguajes y los símbolos que están atravesando hoy lo social" (Región, 1999).
Fue así como, a través de la Consejería Presidencial para Medellín, liderada por María Emma Mejía, se presentó una propuesta para la televisión regional que contara, las otras historias de los barrios de la estigmatizada ciudad de Medellín y sus jóvenes. Y nació entonces, uno de los proyectos pioneros en este tipo de televisión en Colombia y en la ciudad. Arriba Mi Barrio, un programa que logró penetrar la barrera infranqueable de los barrios, que el resto de la ciudad desconocía y todavía más, aquella pluralidad de actores que aparecieron en las pantallas de Teleantioquia desde una perspectiva distinta a la de la guerra urbana. Un arranque con mucho sentido para los propósitos de mediación cultural que comenzaba a construir Región, con otros, y para integrar miradas de ciudad. Según García (2018) el programa: “posibilitó que la relación comunicación-ciudadanía se evidenciara con mayor ahínco en la esfera pública pasó a la problematización de la misma en escenarios académicos, gubernamentales y comunitarios” (p. 94).
Con formato abierto para contar las historias y permitir la conversación, Arriba mi Barrio fue construyendo una forma de ver y sentir a Medellín desde la juventud y otros no tan jóvenes pero con liderazgos reconocidos, que soñaban un futuro posible en la ciudad del “No Futuro” y el “No nacimos pa´ Semilla”. Diez años después de la fundación de Región, el comentario era: “Ya sabemos que en las sociedades actuales lo que no pasa por los medios, sencillamente no existe. Y que allí se están construyendo nuevas formas de sociabilidad y de algún modo, intereses individuales y colectivos, que necesitamos comprender desde la pregunta de cómo se está reconstruyendo hoy lo público y lo privado” (Región, 1999, p.10).
Le siguieron a ese primer proyecto los programas de radio, el periódico mural Lado A para los colegios; iniciativas como el Seminario de Periodismo Juvenil, la serie de televisión Muchachos A Lo Bien, documentales, campañas, la Revista Desde La Región, la producción editorial académica, y la apertura de espacios para el debate entre múltiples actores, que fueron claves para la comprensión y la emergencia de nuevos lenguajes para la participación política, la inclusión social, el diálogo intergeneracional y el intercambio entre jóvenes de distintos sectores de la ciudad, como una forma de generar identidad en doble vía.
La declaración de Región fue: “Nos interesa que la gente conozca y aprehenda la ciudad como otro camino posible hacia la construcción de ciudadanía. Con las nuevas tecnologías aparecen también otros retos en cuanto a los lenguajes y formas de comunicación y de otro lado, frente a la forma de entender lo público y lo político desde las mediaciones culturales y simbólicas circulantes en los medios” (Desde La Región, 1999, p.10).
No sólo las juventudes populares y los barrios periféricos fueron protagonistas, sino también, las diversas identidades juveniles en Medellín y la ciudadanía, debía comprometerse con las grandes transformaciones que se requerían; esto se resumió muy bien, en pocas palabras, con la campaña: ¡En la ciudad, todos! pues se percibía: "… un cierto desplazamiento de los sectores populares hacia la ciudad, o mejor, una mirada de ellos al lado de otros. Interesa hablar a la ciudad toda; reconocerla como escenario de múltiples voces y crear escenarios comunicativos para que esas voces se encuentren" (Región, 1999).
La ciudad fue entendida entonces, como un campo de interacciones donde toda la población, debía ser consciente de los espacios que habitaba y, por tanto, comprometerse con la ciudad, pues la democracia no es únicamente el voto; “está en todas partes: en la casa, en la calle, en el trabajo, en la política y en la vida” (Región, 2004).
Comunicación e incidencia pública
Los procesos de reconocimiento, derivaron en nuevas propuestas de habitar la ciudad y encontrar en ella, la oportunidad para una acción pública, más allá de las fronteras del barrio. En este caso, la comunicación como eje, permitió articular apuestas múltiples. Las historias juveniles, distintas a las de los guerreros del barrio, referentes para su generación, conectaron sensibilidades y voluntades, entrecruzaron redes de trabajo asociativo que inspiraron la transformación, desde su poder de incidencia barrial y comunal. La coincidencia con una fuerte movida comunitaria, que ya no pensaba solo en sus fronteras, sino con mayor amplitud, en la situación que vivía la ciudad, allanó mucho más el terreno para el impulso de políticas que permitieran profundizar la democracia y las condiciones de posibilidad para los marginados urbanos históricos.
Hablando de innovación social, debemos revisar con detalle lo que se hizo en Medellín entre el noventa y el 2000, y evidenciar la capacidad creativa y expresiva de un conjunto de colectivos, grupos y organizaciones que propusieron soluciones a los problemas de más hondo calado de nuestra sociedad. La Corporación Cultural Nuestra Gente, la Corporación Convivamos, Corporación Picacho con Futuro, Barrio Comparsa o Taller Arte, por nombrar algunas; la ciudad estaba llena de iniciativas, unas más visibles que otras, llenaron de sentido las calles a favor de la vida. Todo esto sintonizado con una postura clara de Región, desde el primer momento: no existe violencia legítima y con sus apuestas por una sociedad en paz, con la constitución de una comunicación no violenta y conectada con la humanidad, en medio de los desafíos que impuso la guerra. Para eso, conocerse y reconocerse en el otro, como parte de un mismo escenario de acción llamado ciudad y juntarse, era indispensable. Fue así como, con otras organizaciones: la Fundación Social, Comfama, Pastoral Social, el Colombo Americano, el Museo de Antioquia, el magisterio, instituciones educativas, la academia, sectores del empresariado, gobiernos locales, entre otros, se desarrollaron todo tipo de intercambios y propuestas, encaminadas a un amplio consenso de ciudad sobre las acciones necesarias para sacar a Medellín, de la situación de violencias en la que se encontraba y surge un escenario comunicacional para el diálogo y la acción conjunta por la ciudad.
Todo este panorama situacional es lo que durante años se fue constituyendo como la “Marca Región”, en el sentido de lo que representaba y comunicaba, al estar conectada con la democracia en este nuevo espíritu de lo público urbano y ciudadano, junto con un nuevo sentido de lo político. En ese caso, como lo afirmó Rubén Fernández , "Región [no hacía, sino que] fue esencialmente, comunicación".
A continuación, vamos a referirnos a los espacios, lugares y referentes desde los cuales Región, ha fundamentado y proyectado su trabajo comunicativo: las estéticas, el cambio social, y lo digital.
Desde las estéticas
Fue indispensable la exploración del campo de las estéticas de los distintos actores urbanos, para la producción conjunta de propuestas más incluyentes y cercanas a sus propios saberes y para acceder a las narrativas con las que intentaron apropiarse de la ciudad; y una inquietud siempre presente en el hacer comunicacional de Región, representado en acciones como La Piel de la Memoria. Por eso, volver a esa esencia fue significativo, cuando campañas y proyectos como Tenemos Nuevos Vecinos, Destierro y Reparación, Desearte Paz, Sandungueo, Esta es tu Casa, Urbánicos y Rutas de la Memoria, se convirtieron en hitos para entender, lo que estaba sucediendo en un nuevo ciclo de desplazamiento forzado en Medellín y, poner en debate público dinámicas urbanas conflictivas que imponían retos políticos enormes.
Tomarse el espacio público, las galerías de los museos y los medios con documentales y producciones radiales sobre el tema, y después llevarlos a distintos escenarios para el diálogo público en la ciudad, constituyó un estilo de interlocución con la ciudadanía, que no utilizó las formas tradicionales, sino que propuso un catálogo de experiencias desde las que visibilizó la trama de significados que tenía para Medellín, el hecho de acoger la población desplazada e históricamente excluida. Marta Salazar se refiere así a este momento: “Durante varios años, la Corporación Región propuso diferentes prácticas artísticas en el espacio público para afrontar los retos del desplazamiento en la ciudad; en ellas, a través del diálogo de los artistas y la comunidad, se partió de la capacidad de agencia de las personas y de su poder para transformar sus condiciones y contexto”; (s/p) y agrega que con estas formas de abordar lo comunicacional se proponían: “Exponer en el espacio público un tema que debía ser de interés general; se combinaron en esta acción enfoques simbólicos, comunicativos y pedagógicos, partimos del presupuesto de que la exclusión es la antítesis de la ciudadanía. Nos encontramos ante tres situaciones: que la gente ignorara el desplazamiento forzado, que pidieran o realizaran acciones para promover el retorno, o echar mano del arte y buscar que la ciudad los acogiera como nuevos vecinos” (s/p?) (Salazar, 2016).
Fueron procesos en los que se logran crear formas de interacción con los actores, la ciudad y la institucionalidad, pues para Región: “La calle fue un canal de comunicación, espacio para la exposición, la representación y la socialización, es ahí donde la ciudad es texto, allí se dibujan los intersticios para leerla e interpretarla de múltiples maneras (Argan, 2004). El arte, más que en objeto o producto de creación, se convirtió en el vehículo a través del cual se reconstruyeron o se crearon nuevos lazos. “Ampliamos nuestra ciudad vivida, en cierta medida se dio una apropiación simbólica de los nuevos territorios y se propiciaron otros modos de intercambio, y más importante aún, de comunicación” (Salazar, 2018). De esta manera se involucraron grupos de personas en situación de exclusión, en trabajos participativos y en un ambiente de co-construcción, para lograr una expresión desde su mirada y su voz. Región fue mediador entre sus propuestas, la dinámica de la ciudad y la agenda política.
Desde el cambio social
Con el desarrollo de procesos sostenidos en territorios rurales de Antioquia y, posteriormente por fuera del departamento en Córdoba y Chocó, la comunicación tomó un rumbo hacia la comprensión de nuevas dinámicas sociales, políticas y culturales. Región abordó una perspectiva de cambio social en su hacer comunicacional y, por ello, la triada educación, cultura y comunicación se convirtió en elemento central. Las niñas, los niños, comunidades y docentes construyeron narrativas, imaginarios y formas de entender la educación. Estos departamentos fueron el escenario para la exigencia del derecho a la educación desde los saberes y prácticas de comunidades con problemáticas de inequidad y exclusión. Por lo tanto, la manera de acercase a los actores, fue a partir de lo propio, de resaltar sus potencialidades, sus sueños y sus posibilidades de acción.
La comunicación para el cambio social, se centra en el diálogo y la participación, se piensa desde el ejercicio colectivo y en democracia con una premisa: que solo es posible generar cambios, desde los más sutiles hasta los más estructurales, a través de la voluntad de quienes viven los procesos. Propone la construcción de herramientas que permitan mostrar el campo de acción, basado en la voz y el modo de vida de los actores del proceso y así, generar un debate situado sobre los modelos hegemónicos aplicados a la educación y los modos del enseñar. A partir de este enfoque, se retoma la siguiente idea: “Lo esencial es que cuestiona el concepto de un desarrollo que no cuente con la participación de los sectores directamente afectados, y promueve una comunicación que haga efectiva la participación comunitaria, particularmente de los sectores más pobres y aislados” (Gumucio, 2011, p.28).
Se vuelve entonces a la pregunta por lo popular, que ha sido el lugar desde donde Región ha reflexionado sobre la inclusión, y ha comprendido a la ciudadanía como interlocutora con posibilidad de conversar, de estar de acuerdo o discrepar; con capacidad de expresar opiniones, sueños, y construir en colectivo. Un otro y una otra que se reconoce desde sus particularidades, desde su lugar de enunciación, con una decidida apuesta por el diálogo, la confrontación y la construcción de saberes. Así, desde los procesos educativos, Región le apostó a una comunicación con horizonte de diálogo intercultural, que redunda en la apropiación ciudadana de sentidos, a favor de la democracia, el respeto por los derechos y la protección de la dignidad humana.
Los vehículos para que la educación incorpore lo propio al currículo, y tenga en cuenta el contexto y las particularidades de la población y del territorio, han sido los ejercicios cartográficos participativos de recuperación de la memoria oral y de recopilación de saberes ancestrales. De esta manera, retomando a Gumucio: “La participación de los actores sociales, que son a su vez comunicadores, se da en el marco de un proceso de crecimiento colectivo anterior a la creación de mensajes o productos (un programa de radio, un video, un panfleto). Los productos y la diseminación o difusión de éstos no son sino un elemento complementario en el proceso de comunicación” (2011, p.37).
Agentes educativos locales, maestras y maestros, estudiantes y familias, se acercaron a prácticas de construcción colectiva, donde el proceso de la comunicación no aparece, de manera vertical como un elemento extraño, pues se realiza a partir de lo conocido y elaborado desde sus conocimientos y se incorpora, conceptual y metodológicamente, al ejercicio pedagógico. De esta manera los contenidos que emergen, cuentan con apropiación, lo que fortalece el sentir comunitario, reforzando el proceso de gestión de lo propio a partir del diálogo, la negociación y el debate público, para generar mayor nivel de confianza y compromiso (Gumucio, 2011).
Desde lo digital
Las preguntas por los medios y las formas de comunicar han estado presentes en las reflexiones de Región desde el comienzo; una de las improntas de la celebración de los 25 de años estuvo enfocada precisamente, en el crecimiento de la estrategia digital, mucho más intencionada y pensada para los públicos que hoy tienen las redes sociales y todo tipo de plataformas digitales, como medio de comunicación, haciendo uso de lo que Castells (1996) ha denominado autonomía mediática en la era de la sociedad red.
Las nuevas formas de poder, reconocimiento y acción que entrañan este territorio de disputas sociales, políticas y culturales, no pueden ser un elemento decorativo o de simple enfoque informativo liberal o unidireccional, en el marco de un trabajo misional que se ha caracterizado, por sus preguntas en torno a: la democracia, la ciudadanía y la inclusión, pues el contexto que han construido, configura un campo donde según Castells: “si no conocemos las formas de poder en la sociedad red, no podremos neutralizar el ejercicio injusto de dicho poder; y si no sabemos exactamente quiénes tienen el poder y dónde encontrarlos, no podremos desafiar su oculta pero decisiva dominación” (2009, p.552).
Por eso, el rediseño de la página web entra en sintonía con las nuevas formas de comunicar y producir contenidos, igual que el incremento de la presencia en el escenario digital, responde al reto de incursionar en este terreno por donde hoy pasan todo tipo de discusiones de carácter público, en las que una organización como Región, no puede estar al margen. Por lo tanto, la migración de prácticas y procesos fueron de amplia discusión y nuevas autocríticas, pero siempre tratando de sostener la presencia de la voz pública como actor social y político, la generación del debate y la incidencia. Y la revista Desde la Región, uno de los medios más importantes de difusión del pensamiento institucional, pasó a ser digital. Desde el Comité editorial se argumentó: “Creemos que así tendrá mayor alcance y dinamismo, mayor divulgación de los artículos en redes sociales y la posibilidad de una revista que pueda enriquecerse a través de la interacción con quienes nos leen y de la publicación de nuevos artículos académicos, periodísticos y de análisis que, en medio de las coyunturas que ya acostumbramos habitar, puedan surgir y nutrir el conjunto de reflexión en cada edición. Esa es nuestra apuesta editorial en este aniversario: una revista que permita más apertura, dinamismo, transformación” (Desde la Región, 2016, s/p).
La transformación nos ha permitido ampliar los públicos, suscitar mayor cercanía con los contenidos propios y vincular a diversos actores de la ciudad para compartir su opinión sobre temas de interés ciudadano. Sin embargo, este tránsito hacia lo digital también, ha traído grandes retos, pues la posibilidad de interactuar con públicos tan plurales, exige generar contenidos más cercanos, significativos, incluyentes en cuanto al género, e inclusivos en las posibilidades de acceso a la información para personas con necesidades especiales; lo que resitua la discusión de la comunicación en los sujetos y las nuevas representaciones de la sociedad en red, pues “El cibernauta, elemento constitutivo, de las “redes sociales” constituye un nuevo y misterioso sujeto en el que lo individual se funde con lo colectivo” (Maya, 2009, p, 64).
30 años después, podemos afirmar que: el hacer comunicativo de Región, se despliega en el conjunto de acciones pedagógicas que desarrolla, desde las estrategias de comunicación digital y comunicación pública que implementa, para promover el diálogo y la deliberación sobre asuntos de relevancia nacional, regional y local, fortaleciendo el ejercicio constante de opinar e incidir en la agenda pública y la generación de capacidad crítica en la ciudadanía.
Argan, G. (2004). El arte moderno. Madrid: Ediciones Akal.
Barbero, M. (1991). De los medios a las mediaciones. Barcelona: Editorial Gustavo Gili.
Castells, M. (1996). La era de la información. Economía, sociedad y cultura. México: Siglo XXI
Corporación Región. (2016). Revista Desde la Región (No. 57). Recuperado de este enlace.
Corporación Región. (2004). Democracia. Revista desde La Región (43). pp. 5-73. Recuperada de este enlace.
Corporación Región. (1999). Trayectorias y perspectivas de la Corporación Región en sus 10 años. Desde La Región (30). pp. 6-13. Recuperada de este enlace.
Fernández A. Rubén. (2016). Ideas que deja un sobrevuelo por la planeación en Región. Documento de trabajo. Medellín: Corporación Región.
García, M. (2018). Trayectos de la comunicación en los procesos de formación de ciudadanía gestados entre entidades gubernamentales y organizaciones del tercer sector, Medellín (1990-2010). (Tesis de doctorado). Universidad Nacional de La Plata, Argentina.
Gumucio, A. (2011). Comunicación para el cambio social: clave del desarrollo participativo. Signo y Pensamiento, volumen XXX (58), pp. 26-39
Riaño, Pilar (194).
Maya, C. M. (2009). “Las relaciones de poder en el contexto de las sociedades de control. Propuesta de una perspectiva para el análisis de la interacción virtual”. En: Revista Anagramas. Rumbos y sentidos de la comunicación. Sello Editorial Universidad de Medellín, julio-diciembre, volumen 8, Nº 15.
Salazar, M. (2016). Arte para develar otras realidades. Revista Desde La Región (57). s/p. Recuperada de este enlace.
Comunicación, democracia, ciudad, retos, diálogo, territorio.
1 Tomado de este enlace.
2 Durante los meses de agosto y septiembre de 2019, como parte de la estrategia de celebración de los 30 años el equipo de la Corporación, convocó a los Diálogos Región, iniciativa para conversar sobre diversos temas. Durante el conversatorio sobre comunicación, esta fue la expresión de Rubén Fernández (socio-fundador, exdirector y expresidente de la Junta Directiva) cuando se refirió al trabajo de comunicaciones en Región.
Marta Inés Villa Martínez
Historiadora de la Universidad Nacional de Colombia y Magíster en Cultura de las Metrópolis de la Universidad Politécnica de Cataluña. Su experiencia académica e investigativa ha sido en campos como Las Migraciones, el desplazamiento forzado, violencia, políticas públicas y Memoria. Actualmente es directora de la Corporación Región.
La Corporación Región aboca el tema migratorio en varios momentos y desde varias perspectivas teóricas y metodológicas. En este artículo se describen cuatro momentos de este trayecto e identifica las preguntas claves en cada uno de ellos: A comienzos de los años noventa, muy ligada a la investigación sobre violencia urbana se resalta la figura del migrante campesino y su acción de conquista y lucha por la ciudad. Luego, desde medidos de los noventa, reconocemos el fenómeno del desplazamiento forzado. No le llamamos migración por su carácter forzado y su asociación al conflicto armado. Así llegamos a la noción de Migración forzada, a la descripción de rutas migratorias, de trayectos, de políticas migratorias nacionales e internacionales; a identificar las relaciones y diferencias con otras formas de migración (económica, cultural). El último momento es el presente: Colombia es el principal lugar de destino de la migración venezolana. Nuestra historia había sido la de un país y una ciudad que expulsaba a su gente, no la de quien recibe. Este fenómeno, que por las características socio políticas del país vecino, no pareciera ser transitorio, nos genera nuevos retos investigativos y de acción colectiva. A 30 años, nuevas preguntas y perspectivas se abren.
Sociedades en Movimiento.
Migraciones y Desplazamiento Forzado
La Corporación Región nace con la necesidad de comprender las realidades y problemáticas que nos aquejan como sociedad. El poblamiento de la ciudad y especialmente lo que algunos denominaron “la colonización urbana” o la “segunda fundación”, propiciada por la romería de los habitantes del campo desde finales de los años cincuenta, por razones asociadas a la violencia, la pobreza o simplemente por la atracción que representaba la ciudad, fue una de esas realidades. Entre los componentes de la crisis que estalló a finales de los ochenta, estaba la insatisfacción del conjunto de demandas de inclusión y reconocimiento, de esta población. Así fue nuestro primer acercamiento a los temas migratorios y de movilidad humana; después vino el desplazamiento forzado; poco a poco comprendimos que más allá del tema humanitario, éste expresaba una modalidad de trashumancia que hacía mella en el mundo, la migración forzada, de la cual Colombia era una de sus máximas exponentes. Los acercamientos a este tema desde la investigación, la formación ciudadana y la incidencia pública, constituyen otras piezas de la reflexión y acción propuesta por Región en sus 30 años.
1. Momento uno: De campesinos a pobladores urbanos excluidos
Algunos de entre quienes fundamos la Corporación, veníamos del trabajo barrial y de los movimientos sociales urbanos; de ahí que, las preguntas por los procesos de poblamiento, la identificación del barrio como unidad socio espacial, en la que se reproducían las contradicciones de la sociedad y se generaban nuevas formas de habitar la ciudad; la valoración de grupos que demandaban acceso a recursos y bienes (económicos, sociales y culturales) fueran parte del equipaje inicial.
En este contexto, la caracterización socio espacial de las comunas, las historias de barrios, y la reflexión sobre las raíces de la violencia que aquejaba al Medellín de los noventa, nos acercaron, desde diversas ópticas, a las migraciones como componente central de la conformación de la ciudad contemporánea.
El termino migración asociado a la movilidad campo-ciudad, aparece por primera vez en “Medellín en zonas” (Naranjo, 1992). Allí se hace referencia a la procedencia de los habitantes reasentados en las zonas nororiental, noroccidental, centro oriental y centro occidental de la ciudad. A lo largo del texto se trabajan dos acepciones de este tipo de migración, una de carácter fenomenológico “movimientos migratorios”, otra que alude a la construcción del sujeto migrante “Migración campesina”. Se hablaba entonces de un fenómeno asociado a la movilidad humana ligada a la violencia de mediados del siglo XX y a las precarias condiciones de vida en el campo, así como de un reasentamiento marcado por la escases y el desarraigo, en una ciudad que no lograba insertarlos y que les empujaba a “reasentarse de hecho” en las zonas de mayor vulnerabilidad.
Otra vía por la que llegamos a esta reflexión fue la violencia urbana. La crisis de la década de los noventa y las altas cifras de homicidios, apremió la necesidad de indagar sobre sus causas. Sin duda alguna, la existencia de poderes armados, de redes criminales, del negocio de las drogas, explicaban una parte del fenómeno; pero bastó hurgar un poco para encontrar que, en su base estaba también, la existencia de un segmento importante de la población, mujeres y hombres que expulsados del campo por la violencia o por la pobreza y con demandas insatisfechas, habían llegado como migrantes rurales en el transcurso de tres décadas (60-70- 80). La prole de esta generación de migrantes, en buena medida, estaba nutriendo los grupos armados, lo que explicaba la alta tasa de homicidios, tal y como fue relatado en el texto “Subculturas del narcotráfico” (Salazar y Jaramillo, Cinep, 1996). Otros, totalmente apropiados e identificados con la ciudad que sus familias ayudaron a construir, sumaron su voz a la de quienes reclamaban para ellos posibilidades de futuro.
En este primer momento, la atención no se puso en la migración como problema, sino en el no reconocimiento y la exclusión de estos migrantes campesinos; nuevos pobladores urbanos que ayudaron a fundar la ciudad, y planteaban para ellos y sus familias, demandas de inserción y bienestar que no eran atendidas. Ellos hacían parte de una dinámica de movilidad presente en América Latina pero en Medellín, sólo lo pudimos ver, a partir de la pregunta por las causas de la violencia que, desde mediados de los ochenta, azotó al país y la ciudad.
2. Segundo momento: El desplazamiento forzado y las víctimas
Este tema estuvo relacionado, de manera directa, con el reconocimiento de un conflicto armado que se hizo visible desde mediados de los noventa. En el trabajo que se realizaba en zonas periféricas de la ciudad, nos encontramos con un nuevo sector poblacional, familias expulsadas del campo, que llegaban buscando refugio y, por lo general, en condiciones extremas de pobreza. Asuntos primordiales como el derecho a una alimentación básica, el acceso a la escuela o al sistema de salud, nos suscitaron otras preguntas: ¿Cómo hablar de derechos humanos con una población con todos sus derechos vulnerados?, ¿Cómo emprender procesos de formación y liderazgo ante la imperiosa necesidad de sobrevivir? ¿Cómo entender la ciudadanía con personas que, en muchos casos, no tenían ni siquiera cédula o registro civil y su documento más preciado era la carta de desplazado, emitida por una entidad pública y con la que podían recibir ayudas humanitarias? ¿Cómo focalizar esta población en sectores y asentamientos conformados por los llamados “pobres históricos”, igualmente vulnerados y excluidos? Estas preguntas interrogaron nuestros currículos y metodologías; las herramientas obtenidas de corrientes de la Educación Popular y pedagogías activas, en las que nos apoyábamos, fueron insuficientes. Las nuevas dimensiones de nuestra labor de acompañamiento, para el reconocimiento de la población desplazada en la ciudad fueron: el lugar de procedencia y la edad; las subjetividades y la memoria; el trabajo psicosocial, las afectaciones diferenciales por género y las resistencias y capacidades de estas personas para enfrentar y transformar los impactos del conflicto armado.
Una de las experiencias que sintetiza esta perspectiva fue La Rueca, un proceso de formación para la reflexión, la creatividad y la solidaridad con personas desplazadas. La Rueca, fue el símbolo que nos acompañó desde el inicio hasta el final. Buscamos con esta metáfora estética, unir las madejas del tejido social roto por la guerra pues, reconocíamos esa ruptura y la necesidad de recomponerlo, entrelazando acciones colectivas. Nos interesaba facilitar que cada sujeto se pensara de forma individual, repensara su proyecto de vida y tratara de resignificar los efectos del conflicto armado, siempre en relación con los demás. Cuarenta y cinco personas, en su mayoría mujeres entre los diecisiete y los setenta años, participaron del proceso cada domingo durante un año.
Además de su precaria situación, a las personas desplazadas les pesaba el estigma del que eran objeto. En una exploración realizada en la investigación sobre la construcción social del miedo (Villa y otras, 2003), encontramos que las identificaban con la guerra; entendiendo que ésta, se desarrollaba principalmente en el escenario rural, se las señalaba de traer la guerra a la ciudad: “si huyeron por algo será”; “quién sabe quiénes serán y por qué están aquí” se decía. La desconfianza y la sospecha eran el rasgo predominante de la relación entre esta población y la sociedad receptora que no se atrevía ni a mirar a los ojos de quienes, parados en los semáforos, portaban sus carteles: “Ayúdenme. Soy desplazado”.
2.1. Una ciudad con nuevos habitantes y nuevos vecinos
Trabajar por el reconocimiento de esta población fue un propósito explícito de nuestro accionar. Para ello, acudimos al arte y a la comunicación pública: campañas como Tenemos Nuevos Vecinos y Esta es Tu casa1 , la contribución a la exposición Destierro y Reparación impulsada por el Museo de Antioquia2 y la puesta en marcha de una obra colectiva, producto del diálogo entre artistas y organizaciones de víctimas: el Bus de la Memoria3 , llamaron la atención sobre un fenómeno que había tomado una magnitud superlativa y aun así, seguía siendo marginal en las agendas sociales y políticas de la ciudad y el país. Lo más importante quizás, era ver en cada rostro el drama humano que había llevado a miles de personas a la ciudad, como única forma de protegerse y de intentar una nueva vida. Con estas acciones logramos: llamar la atención sobre su presencia en la ciudad, darles la bienvenida, ayudar a otros a comprender que, como nosotros, tenían derecho a quedarse en la ciudad, a ser bien tratados y a una ciudadanía plena.
Como parte de esta apuesta por el reconocimiento y por develar el rostro de la tragedia del desplazamiento, se produjo la serie audiovisual Multitud Invisible4 , bajo la dirección de Luigi Baquero. En las voces de sus protagonistas, se transitó el camino que habían recorrido las personas desplazadas hasta llegar a ocupar los bordes de la ciudad, caracterizados por la extrema pobreza; conocimos las demandas de educación y salud, no sólo de quienes llegaron del campo, también, de quienes eran desplazados en la misma ciudad; supimos de sus pérdidas y sufrimientos y, aprendimos de su capacidad de liderazgo, sus expectativas de futuro, su sueños.
De esta forma, a través del arte y la comunicación, la Corporación Región se la jugó por incluir en la agenda pública y gubernamental esta realidad, por ponerle palabra y rostro a un drama humanitario que no le era exclusivo, pues afectaba todo el país.
2.2. La agenda investigativa
Como parte de nuestra política de producción de conocimiento, desarrollamos diferentes proyectos de investigación que apuntaban a comprender un fenómeno que estaba transformando de manera definitiva, el rostro de las ciudades y evidenciando la debilidad institucional para su atención. Desde comienzos del 2000, hicimos parte del grupo impulsor de la Red de Investigación sobre Desplazamiento Forzado (REDIF) que apostó a construir una comunidad académica para debatir asuntos de orden teórico, ético y metodológico, además, para incidir en las políticas públicas que se adelantaron desde finales del noventa en el país5 . En este escenario compartimos las preguntas y los resultados de nuestra actividad investigativa.
El libro “Miedo y Desplazamiento” (Jaramillo y otras, 2004), resultado de un proyecto e investigación con personas desplazadas del Oriente y el Urabá, exploró sus trayectorias y recorridos hasta llegar a la ciudad, a través de ejercicios de memoria, por las redes sociales en las que se insertaban y por las representaciones que de esta población se hacía en las comunidades receptoras. Así, comenzamos a cruzarnos con el campo de los estudios migratorios. Por cerca de una década participamos en el Grupo de Migraciones de CLACSO6 , y establecimos un diálogo que nos permitió encontrar, tanto nuevos referentes teóricos y metodológicos, como las especificidades del problema que nos ocupaba. Efectivamente estábamos frente a una modalidad migratoria cuyos contextos eran la violencia y el conflicto armado en los que se producían. Con la noción de Migración forzada, encontramos la relación y, a su vez, la especificidad.
“Poniendo Tierra de por Medio. Migración forzada de colombianos en Colombia, Ecuador y Canadá” recogió los resultados de una investigación colaborativa con Flacso (Ecuador) y la UBC (Canadá) en la que comparamos las diversas modalidades de migración forzada: interna (intraregional e intra urbana) e internacional (Ecuador y Canadá). Así, nos aproximamos a otro tema de reflexión y debate: el refugio y las políticas para su atención.
Como parte de los estudios sobre la memoria, profundizamos en dos casos de desplazamiento forzado: el primero, en el oriente antioqueño municipio de San Carlos, zona rural ubicada en el complejo hidroeléctrico más importante del país; más del 90% de la población abandonó sus tierras por razones asociadas al conflicto armado, ocasionando un verdadero éxodo7 ; el segundo en la Comuna 13 de Medellín, publicado en el texto “La huella invisible de la guerra; Desplazamiento forzado en la Comuna 13”8 . Al acercarnos desde la perspectiva de la memoria, pudimos nombrar tanto las dinámicas de guerra en la ciudad, como uno de sus impactos más invisibilizados: el desplazamiento forzado dentro de la ciudad, y el desplazamiento rural, casi siempre provocado por delitos como asesinatos, amenazas, reclutamiento forzado y despojo, entre otros. Con este enfoque, nuestra mirada de las tipologías migratorias en Colombia, en este caso asociada a contextos de conflicto armado, se diversifica: ya no sólo se trata de la clásica migración campo-ciudad, sino, desde el punto de vistas de las trayectorias, de una migración intraregional, urbana e internacional.
Y nos interesamos en comprender y describir: los contextos de expulsión, los recorridos, los recursos empleados, las formas de recepción en las comunidades, las representaciones, los estigmas, las prácticas de inserción y, especialmente, las demandas de atención y reparación asociadas a la emergencia de un nuevo sujeto político: las víctimas. También, ha formado parte de nuestra reflexión en Región y en el intercambio con el campo de estudios sobre el tema, el retorno como parte de las trayectorias migratorias y de las medidas de reparación y restablecimientos de derechos de la población desplazada dentro y fuera del país.
2.3. La incidencia en políticas públicas incluyentes
La ley para la atención de desplazamiento forzado (Ley 387 de 1997) fue el resultado de la presión de organizaciones de derechos humanos, de víctimas y organismos internacionales que, en sintonía con los Principios Rectores del Desplazamiento Forzado (1996), apuntaba a reconocer el drama humanitario que padecían cientos de miles de personas, de manera silenciosa, y la obligación del Estado en su atención. También fue expedida por la decisión de diferentes administraciones locales, de asumir su responsabilidad y competencias respecto a la atención de las víctimas.
Para su implementación se crean instrumentos de política, una institucionalidad y un sistema nacional de atención que determinó también, las obligaciones y las instancias que en los territorios debían implementarse. La Corte Constitucional se convirtió en garante de los derechos de la población desplazada, y durante años, produjo una doctrina valorada “como uno de los aportes más sugestivos y novedosos al constitucionalismo contemporáneo” (Rodríguez y otros, 2010). En una de sus sentencias, admitió el incumplimiento sistemático del Estado a los mandatos de la ley, y reconoció la configuración de un Estado de Cosas Inconstitucional (Sentencia T-025 de 2004). Las organizaciones de la sociedad civil conformaron la Comisión de Seguimiento a la sentencia y desde allí produjeron una importante batería de indicadores para evaluar sus avances9.
Región se involucra en este campo desde el análisis de políticas públicas en las que se incluyen asuntos tales como: las representaciones políticas que los servidores públicos tienen sobre las víctimas y la constitución de las víctimas como sujetos políticos (Villa y otras, 2004) al incidir en el diseño de la política para la atención a la población desplazada a nivel local (acuerdo 049 de 2007) y departamental (ordenanza 006 de 2006) y apoyando los mecanismos de participación creados por la misma política; también, con el fortalecimiento de organizaciones sociales para el ejercicio de su liderazgo y agencia de sus derechos10. Y participamos en: procesos de elaboración de políticas locales y el avance en la conceptualización del fenómeno y sus víctimas, así como sus conexiones con el derecho a la ciudad que mejoraron los instrumentos de política. Se incidió en la implementación de los lineamientos trazados, especialmente en Medellín, primero con el acompañamiento en el diseño y puesta en funcionamiento de la antigua Gerencia de Desplazamiento de Medellín, y posterior Unidad Municipal de Atención a Víctimas, así como en la evaluación de desempeño de esta dependencia, con un estudio que condujo a la adecuación de algunas de sus principales líneas de trabajo: reconocimiento, reparación, retornos y reubicaciones.
El desplazamiento forzado, que llegó a contabilizar más de 8.000.00011 de desplazados internos y 25.45212 que cruzaron las fronteras en búsqueda de protección internacional, modificó de manera determinante el territorio nacional. La brecha entre el avance en la formulación de la política pública y su implementación, fue el dato relevante. Con la aprobación de la ley de víctimas y el proceso de paz, emergen otros referentes contextuales y las víctimas del desplazamiento forzado conforman un campo en el que se constituye un nuevo sujeto político.
A pesar de las demandas insatisfechas de atención y reparación, sus requerimientos se sitúan hoy, en el pleno derecho a la ciudad, esto es, a estar, a quedarse, a disfrutar de los beneficios del desarrollo y a incidir en su futuro. Ya no son nuevos vecinos; la ciudad les pertenece, al menos a una parte de ellos.
3. Coda. La pregunta por la migración venezolana
En estas tres décadas nos hemos ocupado, de manera prioritaria, de la migración forzada de colombianos, dentro y fuera del país. Aunque el contexto del conflicto armado ha cambiado, el desplazamiento forzado se sigue produciendo desde algunas regiones y, muchas de las demandas de inclusión y reconocimiento siguen latentes, por lo que seguirán siendo relevantes en las agendas investigativas, sociales y políticas.
A esto se suma un nuevo fenómeno: la migración desde Venezuela hacia Colombia. Se calcula que 1.400.000 personas han llegado y que, al menos la mitad se encuentra en situación irregular. Muchas son de origen venezolano, otras son colombianas que, después de décadas de vivir allá, retornan. Nunca antes el país había sido un lugar significativo para la admisión de migrantes extranjeros, por lo que este escenario, genera un conjunto de preguntas sobre la atención, la recepción y las posibilidades de reconocimiento e inclusión.
Tal como sucedió con migrantes colombianos que llegaron a otras ciudades o países, buscando protección, una parte de la sociedad les responde con actitudes xenófobas. El ambiente político y el drama humanitario que se vive en Venezuela, hace pensar que se trata de circunstancias que tardarán décadas en tramitarse, pues no se trata de asuntos coyunturales.
A Región, como organización democrática, le corresponderá en los próximos años, poner por obra los aprendizajes sobre la migración forzada de colombianos y ayudar a entender esta nueva realidad, para incidir en las políticas públicas y en las representaciones sociales que sobre la migración se tienen. Y ayudar a otras personas a decir colectivamente a los hermanos venezolanos: ¡Esta es tu casa!
Listado de publicaciones sobre desplazamiento forzado registrado en Colciencias
Rostros del miedo: Una investigación sobre los miedos sociales urbanos | 2003 | Libro completo. Resultado de investigación |
Miedo y desplazamiento: experiencias y percepciones | 2004 | Libro completo. Resultado de investigació |
La percepción social de los desplazados. Un asunto de política pública | 2004 | Artículo en revista especializada |
Estar juntos: un antídoto contra el miedo | 2004 | Artículo en revista especializada |
El desplazamiento en Colombia. Regiones, ciudades y políticas públicas. | 2005 | Libro completo. Resultado de investigación |
Desplazados: entre víctimas, peligrosos y resistentes a la guerra. Percepciones sociales y políticas públicas | 2005 | Capítulo de libro. Resultado de investigación |
El oficio de investigar sobre y en contextos de desplazamiento forzado. Preguntas, dilemas, aprendizajes éticos y metodológicos | 2006 | Capítulo de libro. Resultado de investigación |
Reflexiones sobre ética en investigación social desde una organización no gubernamental | 2006 | Capítulo de libro. Resultado de investigación |
Desplazamiento Forzado en Colombia. El miedo: un eje transversal del éxodo y la lucha por la ciudadanía | 2006 | Artículo en revista especializada |
Migración forzada de colombianos: Colombia, Ecuador, Canadá | 2007 | Libro completo. Resultado de investigación |
La experiencia del desplazamiento forzado en Urabá y el oriente antioqueño (1998-2006) | 2007 | Artículo en revista especializada |
Migración forzada de colombianos : Colombia : v1 | 2007 | Capítulo de libro. Resultado de investigación |
Representaciones sociales y políticas públicas. Una lectura de su relación con las políticas de restablecimiento y reparación | 2007 | Capítulo de libro. Resultado de investigación |
Poniendo tierra de por medio. Migración forzada de colombianos en Colombia, Ecuador y Canadá | 2008 | Libro completo. Resultado de investigación |
Las variaciones del desplazamiento interno. Una mirada comparativa de los desplazamientos intraregional e intraurbano | 2008 | Capítulo en libro. Resultado de investigación |
Lo que va del desplazamiento al refugio. Una mirada a las políticas de refugio y desplazamiento en Colombia, Ecuador y Canadá | 2008 | Capítulo de libro. Resultado de investigación |
Las fronteras del no reconocimiento : los colombianos en situación de refugio en Ecuador | 2008 | Capítulo de libro. Resultado de investigación |
Políticas públicas sobre desplazamiento forzado en Colombia: una lectura desde las representaciones sociales | 2008 | Capítulo de libro. Resultado de investigación |
Narraciones sobre la experiencia del Éxodo. El caso del desplazamiento forzado en la Comuna 13 | 2008 | Artículo en revista especializada |
Desplazamiento intraregional : entre el destierro y la inserción precaria | 2008 | Capítulo de libro. Resultado de investigación |
Contextos explicativos del desplazamiento interno y del refugio de colombianos en Ecuador y Canadá | 2008 | Capítulo de libro. Resultado de investigación |
El desplazamiento forzado intraurbano: negación del derecho a la ciudad | 2008 | Capítulo de libro. Resultado de investigación |
Nómadas en el interior de la ciudad o la expresión del "rodar": una lectura del desplazamiento intraurbano en Colombia | 2009 | Artículo en revista especializada |
El conflicto armado afecta todas las esferas : implicaciones del conflicto armado en la comuna 13 | 2009 | Artículo en revista especializada |
Migración forzada: la otra cara de la migración internacional | 2009 | Artículo en revista especializada |
La migración forzada de Colombianos : Colombia, Ecuador: miedo, memoria y representaciones sociales | 2009 | Capítulo en libro. Resultado de investigación |
Desplazamiento dentro de la ciudad: Colombia | 2010 | Artículo en revista especializada |
La construcción social del sujeto migrante en América Latina. Prácticas, representaciones y categorías | 2011 | Libro completo resultado de investigación |
El Destierro en Medellín | 2011 | Capítulo de libro. Resultado de investigación |
Desplazados y refugiados: entre ser, merecer y ocultar su situación. A propósito de la migración forzada de colombianos en Colombia, Ecuador y Canadá | 2011 | Capítulo de libro. Resultado de investigación |
San Carlos: Memorias del éxodo en la guerra | 2011 | Libro completo. Resultado de investigación |
La huella invisible de la guerra. Desplazamiento forzado en la Comuna 13 | 2011 | Libro completo. Resultado de investigación |
Entre rodar y estar caído. Desplazamiento intraurbano y su incidencia en la redefinición de identidades y alteridades | 2012 | Capítulo de libro. Resultado de investigación |
Memorias desde el retorno : sistematización de las prácticas de memoria, impulsadas en los programas de retorno al municipio de San Carlos, Antioquia, 2009 y 2013 | 2013 | Libro completo. Resultado de investigación |
Forced Migration of Colombians: a relational perspective | 2014 | Capítulo en libro. Resultado de investigación |
El retorno en contextos de migración forzada: entre la fuerza del terruño y la fragilidad del regreso | 2014 | Artículo en revista especializada |
Conflictos y violencias: despojo y desestabilización de hábitats y territorios | 2016 | Capítulo de libro. Resultado de investigación |
Bello, Marta Nubia (compiladora), 2006. Investigación y Desplazamiento Forzado. Reflexiones éticas y metodológicas. Bogotá, Colciencias.
Jaramillo, Ana, Villa Marta y Sánchez, Luz Amparo. (2004). Miedo y Desplazamiento. Experiencias y percepciones 2000-2004. Medellín. Corporación Región.
Naranjo, Gloria. (1992). Medellín en zonas. Medellín, Corporación Región.
Riaño Pilar y Villa Marta. (editoras). (2008). Poniendo Tierra de por Medio. Migración forzada de colombianos en Colombia, Ecuador y Canadá. Disponible en este enlace.
Salazar, Alonso y Jaramillo, Ana María. (1996). Subculturas del narcotráfico. Bogotá. Cinep.
Rodríguez César. Diana Rodríguez, Franco, . (2010). Cortes y cambio social: cómo la Corte Constitucional transformó el desplazamiento forzado en Colombia. Bogotá: Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad (Dejusticia)
Villa, Marta, Sánchez, Luz Amparo y Jaramillo, Ana María (2003). Los rostros del miedo. Una investigación sobre los miedos sociales urbanos. Medellín. Corporación Región.
Villa, Marta, Jaramillo, Ana María. y Sánchez, Luz Amparo. (2004). Miedo Y Desplazamiento: experiencias y percepciones. Medellín. Corporación Región.
Sociedad, ciudad, migración, desplazamiento forzado, inclusión social, víctimas.
1 Ver: Salazar, Marta. Arte para develar esas otras realidades.
2 A propósito ver: González, Lucia. Desterrando la indiferencia, recuperamos nuestra dignidad.
3 Sanchez, Luz Amparo: El bus de la memoria; un ejercicio de memoria colectiva. Una descripción de estas campañas puede verse en: Revista 58 Desde la Región. Arte y reconciliación
4 La serie está compuesta de 5 videos: “Esta es tu casa”, “Donde comen uno comen tres comen seis? , “No se lo deseo a nadie” , “Nos tocará”
5 Textos producidos por Redif: Bello, 2006
6 En este grupo se produjeron dos libros que dan cuenta de esta producción y de este diálogo: Las migraciones en América Latina / compilado por Susana Novick. -1a ed.- Buenos Aires: Catálogos, 2008. Y, Bela Feldman-Bianco, Liliana Rivera Sánchez, Carolina Stefoni, Marta Inés Villa Martínez (Compiladoras) La construcción social del sujeto migrante en América Latina. Prácticas, representaciones y categorías. CLACSO - FLACSO – UAH, Buenos Aires, Quito,Santiago, 2011, 366
7 San Carlos, memorias del éxodo en la guerra. Disponible en este enlace.
8 La huella invisible de la guerra. Disponible en este enlace.
9 Corte Constitucional (2008) Indicadores de Goce Efectivo de Derechos. En: Auto 116 de 2008.
10 La institución acompañó la caracterización de las organizaciones inscritas en las Mesas Municipales de Participación en Medellín (2013) y Antioquia (2014)
11 Registro Único de Víctimas. Corte a 1 de septiembre de 2019.
12 Registro Único de Víctimas. Corte a 31 de julio de 2019.
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