Educar es una labor imposible sin el genuino interés, motor y emoción del aprendiz. No hay ni experiencia ni aprendizaje, si no se implica el corazón.
Las familias, las organizaciones de la sociedad civil, los sectores políticos, la empresas, la sociedad en general estamos llamadas a rodear, acompañar y promover la defensa de la educación como un derecho fundamental a lo largo de la vida, desde la educación inicial hasta la educación superior, con recursos suficientes, con autonomía y libertad para seguir aportando a la construcción de un país en paz.