Ana María Jaramillo
Investigadora
Corporación Región
Uno
“Nací y crecí en el barrio El Bosque. En 1987, durante inicios de los 90, cuando apenas era un infante; el conflicto armado era demasiado fuerte. Recuerdo muy poco de mis primeros años de vida, pero aún en mi memoria están las noches en que mi familia entera se ocultaba debajo de las camas, en medio de las balaceras que retumbaban muy cerca, en la cancha del barrio. Cierto día, en medio de mis juegos en la acera de mi casa, empezó un enfrentamiento armado. Uno de los hombres implicados me cogió en sus brazos y me llevo hasta el resguardo de mi hogar. No recuerdo ese hombre y no se sí realmente viva aún, pero de verdad le agradezco su buena intención y su valor”.
Dos
“Recuerdo la bomba de la Plaza de la Macarena. La hija de un compañero de trabajo salía de toros y la bomba la mató. Era única hija, recién graduada de arquitectura. Ese padre y esa madre casi se mueren. Los vi sufrir y eso me partió el corazón. Ellos se “recuperaron” pero tengo vivo ese horror y ese recuerdo”.
Tres
“Mi padre, como muchos otros, murió en la guerra absurda de este país. Un día desapareció de su oficina ubicada en el Hotel Nutibara, lugar donde dirigía una ONG. Días después lo encontraron unos niños que jugaban fútbol en una cancha de la Comuna 9. Gracias a Dios lo encontraron, pero nunca se supo qué pasó, quién se lo llevó, lo torturó y lo mató. Solo presumimos que fue uno más de los líderes sociales que murió”.
Cuatro
Viví el conflicto armado en la Comuna 13. Cuando tenía 6 años, tenía casa propia y por culpa del conflicto armado la perdí. Fue muy macabro ver a los guerrilleros entrar a la casa sin permiso, no dormíamos por miedo a que nos mataran. Mi mamá no dormía porque cuando pasaba eso mi papá salía del trabajo, así que no descansábamos al saber que mi papá no llegaba”.
Cinco
Hay otros factores que generan violencia y no solo el narcotráfico. Si a mí me gustan las cosas del otro se las quito sin pedir permiso, con un revólver. Todos los políticos son sinvergüenzas, corruptos. Mi sobrino es funcionario público y me cuenta que los jefes los obligan a hacer campaña política para que puedan seguir en el puesto. Y no solo el Estado, sino cada uno de nosotros que somos violentos. Hasta yo con mi tono de voz las estoy violentando, pido disculpas. Me tocó también una balacera cuando mataron a una fiscal aquí al frente de mi casa. También cuando mataron a Roldán, a mi casa la impactaron pero el gobierno nunca me pagó”.
Asesinatos, secuestros, balaceras, desplazamiento; enfrentamientos, bombas, balas perdidas; sicarios, guerrillas, paramilitares; miedo, rabia, dolor. Todas estas palabras recogidas tejen las memorias de los pobladores. Jóvenes y adultos, hombres y mujeres de todos los estratos y sectores poblacionales han permitido, con su testimonio, ir aunando miradas y voces para construir un relato sobre lo que ha pasado en Medellín entre 1980 y 2014 en el marco del conflicto armado y las violencias asociadas.
En esto consiste el proyecto de investigación Medellín ¡Basta Ya! Un proyecto que en su primera fase, mediante talleres de memoria, grupos focales, conversatorios, laboratorios de fotografía, video y transmedia, recorridos por lugares de memoria de la ciudad, entrevistas con líderes sociales, ex funcionarios públicos y habitantes de la ciudad, y particularmente con una estrategia digital lamada Llegó Carta, está construyendo un relato que da un lugar preponderante a las voz de las víctimas, pero también a los pobladores comunes y corrientes que de manera indirecta han vivido los impactos del conflicto, y a las organizaciones e instituciones que a lo largo de todos estos año han construido múltiples alternativas para enfrentar sus consecuencias.
De manera específica nos preguntamos Qué pasó (lo que los actores armados le hicieron a la población), Por qué pasó lo que pasó (las explicaciones, las causas), Cómo impactó a la ciudad (los daños, las trasformaciones ocurridas), Qué hizo la población (para sobrevivir, resistir, sobreponerse, transformar los impactos negativos).
Y es que si bien en Medellín existe un importante acumulado en estudios sobre violencia, no disponemos de un relato de memoria que permita a la sociedad comprender las particularidades y formas de relación entre violencia y las dinámicas del conflicto armado, así como dar cuenta de las complejas tramas urdidas entre la violencia política y otras vinculadas al narcotráfico, y de los impactos de todo ello y las formas de respuesta originadas desde la sociedad y la institucionalidad.
Este proyecto se lleva cabo en un momento histórico marcado por la culminación de la negociación entre el gobierno de Juan Manuel Santos y la guerrilla de las Farc (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) y su refrendación en el Congreso de la República. Con la firma del acuerdo final de La Habana se da inicio a un período en donde adquiere importancia el esclarecimiento de la verdad. Los resultados que arroje este proyecto deberán servir de insumo a la labor que emprenderá la Comisión de Verdad acordada por las partes y que tendrá como finalidad el que se esclarezca y conozca lo ocurrido en el conflicto, incluyendo las graves violaciones a los derechos humanos e infracciones al Derecho Internacional Humanitario.
Dar cuenta de las particularidades de una ciudad reconocida como caso emblemático dada la multiplicidad violencias que la han afectado, agenciadas por diversos tipos de actores relacionados con el narcotráfico, las guerrillas, el paramilitarismo y la fuerza pública, será un aporte fundamental a la verdad y ayudará a la concreción de un enfoque de paz territorial.
De la misma manera, los diálogos de La Habana han reconocido la centralidad de las víctimas en la superación del conflicto armado y, especialmente, en la reparación de los daños causados por la guerra. Hoy se torna imperativo reconocer a las víctimas de esta violencia, sus memorias y relatos, como parte de la historia de la ciudad y avanzar en torno a la garantía de sus derechos a la verdad, la justicia, la reparación integral y garantías de no repetición. Hoy está claro que existe una conexión profunda entre la reconstrucción de la memoria histórica con la posibilidad de construir una sociedad democrática en el postconflicto, y al tiempo, que la garantía de los derechos de las víctimas debe involucrar de diversas maneras a la sociedad en su totalidad. Medellín, según la Secretaría de Inclusión Social, registra un total de 600 mil víctimas; así de grande es su reto.
Es en la reconstrucción de relatos más complejos y plurales donde se juega la posibilidad de revertir la polarización y la estigmatización heredadas del conflicto armado y de los relatos hegemónicos controlados por los actores del conflicto, que tienden a acallar interpretaciones adversas a sus intereses.
Esperamos que los hallazgos de Medellín ¡Basta Ya!, un proyecto coordinado por la Corporación Región, en asocio con el Instituto de Estudios Políticos y la Facultad de Bibliotecología de la Universidad de Antioquia, y con la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Eafit, y que cuenta con el apoyo del Centro Nacional de Memoria Histórica y del Ministerio del Interior, sean una contribución al debate y al diálogo sobre lo que nos ha pasado como sociedad y, por tanto, al esclarecimiento de la verdad.