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El espacio público en las ciudades catalanas: conflicto, mediación y construcción de acuerdos

  • Miércoles, 07 Junio 2017 06:36
Parc de la Rectoria Vella Parc de la Rectoria Vella Tomad de: daunis-vendrell.net

Josep Navarro Cantero

 

Josep Mª Navarro Cantero
Cooperativa La Fàbric@, sccl
Historiador y Geógrafo. Técnico de acciones y mediaciones comunitarias.
Profesor asociado a la Universidad de Barcelona.
Integrante de la Cooperativa La Fábrica.

 

 

Josep Navarro Cantero

 


Mercè Zegrí Boada
Cooperativa La Fàbric@, sccl
Docente, investigadora, consultora en intervención social.
Profesora asociada a la Universidad de Barcelona.
Integrante de la Cooperativa La Fábrica.

 

El contexto territorial e histórico-social

En las últimas dos décadas, en Catalunya (Noreste de la península Ibérica), las percepciones al respecto de la conflictividad en el espacio público se han hecho más evidentes y manifiestas en la agenda de los “mass-media”, así como en las agendas institucionales, quizás, en muchas ocasiones, presionadas por influyentes medios de comunicación que han hecho de esas percepciones de conflictividad caballo de troya de propuestas y demandas relacionadas con proyectos ideológicos y políticos concretos.

No obstante, la más reciente conflictividad en el espacio público catalán tiene sus orígenes en las reivindicaciones y luchas vecinales de finales de los años 60 y a lo largo de los 70, ya que el espacio público, y en concreto los barrios, como topos de identidad y de formulación de propuestas, eran contextos desde donde las asociaciones vecinales formulaban demandas concretas y precisas para hacer más habitables y humanas las ciudades.

Así pues, múltiples y diversas conflictividades se han ido reproduciendo y sobre todo reactualizando, en los últimos 20 años. En general, las conflictividades basadas en reivindicaciones vecinales, se han metamorfoseado en este período en conflictividades que el discurso institucional-hegemónico (apoyado o empujado, como decíamos, por el discursos de medios de comunicación muy influyentes) ha redefinido como “usos intensivos de espacios públicos”, o “mal uso de espacios públicos” por parte de ciertos sectores sociales.

Normalmente, esos sectores sociales señalados como conflictivos han coincidido casi invariablemente con jóvenes (entre los 14 y 25 años, aproximadamente), mendigos y sin techo, prostitutas, y por personas procedentes de otros países, generalmente no-europeos.

En este sentido, y para controlar este “mal uso” apareció a finales de los 90 y sobre todo ya en la primera década del siglo XXI la doctrina del “civismo”, que consistía en regular el uso de espacios públicos, en base a unos valores, concepciones, y perspectivas marcadas por una orientación ideológica determinada, en la que predominaba la idea que el espacio público, fundamentalmente calles y plazas, es un espacio de tránsito y no de relaciones, es un espacio para facilitar el consumo y el trabajo, pero no un espacio para acoger personas desahuciadas socialmente; es un espacio que puede privatizarse en cualquier momento, por supuesto con el soporte de una normativa ad hoc, y por parte de aquellos que puedan pagarlo (terrazas de bares, restaurantes, espacios de ocio privado, lobys de la restauración y el turismo de masas…), pero donde los sectores sociales que practican la economía informal, tienen prohibido realizar operaciones económicas, que les permita sobrevivir en la precariedad que hace décadas se instaló en nuestras ciudades.

 

El papel de la diversidad, y la perspectiva intercultural e intracultural

La mundialización acelerada de la economía catalana , implicó que en los años 90 llegaran a las ciudades catalanas cientos de miles de migrantes en busca de trabajo y sustento, atraídos por el salto adelante que supuso para la economía del país su integración plena en esa mundialización a lo largo de finales del siglo XX y la siguiente década del siglo XXI.

El impacto de esa multipluralidad de personas, con identidades diversas, y con aportaciones culturales de todo tipo, hizo muy consciente a la sociedad catalana y a sus instituciones de la diversidad y de la heterogeneidad de su composición, y le permitió también reflexionar sobre sus otras diversidades intraculturales: gitanos, minorías étnicas en valles del Pirineo, las culturas juveniles, las culturas subalternas de los sectores sociales diversos, y también permitió revisar la especificidad catalana y, en general, la peninsular en el contexto del Estado Español.

La aparición del discurso y las propuestas basadas en la perspectiva intercultural se institucionalizaron. Se optó por el modelo intercultural de gestión de la diversidad cultural, frente al modelo francés asimilacionista y frente al modelo anglosajón multicultural. Se hizo de la idea de interculturalidad un modelo específico para Catalunya, inspirándose en las propuestas de Quebec-Canadá y de ciertas ciudades europeas que en los años 90 eran referentes: Rotterdam-Holanda, por ejemplo.

En ese contexto se crean a principios de la década del 2000 los primeros servicios municipales y públicos de mediación intercultural, interpersonal y comunitario. Servicios que en un principio tenían una perspectiva realmente intercultural, que facilitaba la relación crítica entre los actores sociales, y que finalmente se han ido desvirtuando, pasando a tener una finalidad funcional a los requerimientos institucionales: servicios de apoyo y de traducción lingüística para los servicios sociales, sanitarios, y otros servicios públicos ; instrumentos de “normalización” (homogeneización) de las diversidades; finalmente, instrumentos para atajar los conflictos comunitarios de una manera, muchas veces unilateral y vertical, no atendiendo a los principios de escucha activa y diálogo intercultural.

En este contexto de progresiva y evidente visibilización de las diversidades surgen esos discursos sobre los “malos usos” del espacio público a los que anteriormente nos referíamos. Son discursos no solamente institucionales, y de ciertos “mass-media”, sino que ciertos sectores de la población autóctona hace suyos, de forma espontánea, y a veces espoleados por formaciones políticas de extrema derecha .

Se expresa, en este sentido, un rechazo por los centros de oración (oratorios, no mezquitas) de la población musulmana; se generan polémicas, bastante estériles, sobre el lugar de la religión en el espacio público, y por tanto se redescubre que el espacio público catalán está saturado de la presencia del cristianismo-católico; así mismo, aparece el rechazo al uso intensivo de ciertos espacios por parte de colectivos sudmaericanos (ecuatorianos, bolivianos, …) para practicar deportes y actividades de ocio. Se vuelve a hacer patente el antigitanismo tradicional, rechazando expresiones de su religiosidad, o de su tradición relativa a los duelos por difuntos (que tienen un relativo impacto en el espacio público porque se celebran en espacios privados pero no necesariamente institucionalizados), y otras prácticas que generan “molestia” por su más que evidente expresión de alteridad.

Se anatemiza y persigue la ocupación de la vía pública por parte de sectores de la población precarizada procedente de la migración, que practica la economía informal con productos de dudosa procedencia.

Ciertos colectivos de jóvenes que buscan espacios públicos donde poder reunirse y desarrollar un ocio no sometido a los dictados mercantiles, también son señalados como problema, muchas veces de forma exagerada, aunque ciertamente sus prácticas y formas no fueran las más respetuosas con la limpieza y el cuidado de esos espacios.

Aparecen también otras expresiones de las luchas vecinales, expresiones que tienen a ver con las ocupaciones familiares de viviendas (de sectores muy diversos de la población) por necesidades derivadas de la precarización creciente y acelerada después del impacto de la nueva y brutal crisis del 2007 y hasta la actualidad. Ocupaciones de locales y viviendas por parte de sectores ciudadanos más politizados, para cubrir también necesidades vitales, pero ya relacionadas con la denuncia de la especulación inmobiliaria, o por la demanda de autogestión de espacios de creación y construcción de alternativas. Estas nuevas expresiones de lucha vecinal, que tienen un evidente impacto en el espacio público, también son perseguidas y anatematizadas por el discurso hegemónico.

 

Algunas reflexiones y propuestas

En este panorama y contextos, ¿cuáles han sido nuestras propuestas y maneras de actuar como equipo , quien basándose en una perspectiva intercultural rigurosa ha querido aprovechar las conflictividades sobre el terreno para madurar las capacidades organizativas de las comunidades de vecinos/as, co-responsabilizarlas de las políticas públicas, y motivarlas al compromiso activo y la participación responsable?

Nuestro trabajo como profesionales de apoyo tanto a servicios públicos, como a asociaciones ciudadanas, como a grupos de personas vecinas de territorios y contextos concretos en el marco de actuaciones habitualmente comunitarias, ha consistido en, básicamente, transformar percepciones, motivar a la reflexión colectiva y conjunta, hacer visibles las contradicciones y dificultades sociales, culturales, económicas y políticas para acompañar procesos que nos permitan madurar conjuntamente para ejercer nuestros cometidos como ciudadanos conscientes y comprometidos con lo común y lo público.

Se ha trabajado críticamente sobre la ideología y el discurso del civismo, por ser exageradamente normativa y reguladora respecto del espacio públcio, constriñendo las posibilidades y potencialidades del diálogo y el acuerdo vecinal, partiendo de mediaciones comunitarias y del desarrollo de la comunidad.

Así mismo, se ha aportado una epistemología de la negociación y de la mediación, conjuntamente con una serie de técnicas e instrumentos; se ha tratado de integrar perspectivas y visiones múltiples y diversas, las que se expresan habitualmente por parte de los habitantes de un barrio o de un territorio; se ha trabajado por abrir percepciones hacia la pluralidad humana, cultural e identitaria, y por aportar una perspectiva de dialéctica social y de complejidad, haciéndolas asumibles por todas las personas, fueran cuales fueran sus características.
Nuestra metodología fundamental y de proceso se ha basado en construir espacios de participación y de diálogo, integrando a los diferentes actores sociales, previo trabajo individual o grupal por colectivos, por asociaciones, por personas o por grupos de personas.

La nuestra siempre ha sido, por tanto, una apuesta de proceso, donde la acción y mediación comunitaria se ha ido transformando en desarrollo de la comunidad, desarrollo que podemos traducir por maduración de la comunidad y de las personas que la integran y allí se relacionan. La nuestra no es una perspectiva de desarrollo en el sentido economicista del término, sino de descubrir capacidades y potencialidades, sin esquivar los conflictos, sino aprovecharlos para madurar las capacidades de autogobierno local, y de esta manera poder influir activamente y conscientemente en las políticas públicas de los municipios y ciudades.

 

Algunas experiencias

Muchas de las demandas que hemos recibido por parte de la Administración pública y otros actores sociales de territorio están relacionadas con el uso de ciertos espacios públicos por parte de los jóvenes y adolescentes. Normalmente, estas demandas tenían como primera motivación la percepción por parte de de las autoridades y algún sector de la población de un mal uso o abuso de esos espacios. La lógica represiva se vislumbraba como la mejor solución, pero la posibilidad de acudir a un proceso de mediación comunitaria permitía abrir un paréntesis.

Una de las intervenciones que llevamos a cabo como equipo profesional de la Diputación de Barcelona fue en el Parc de la Rectoria Vella, en una población denominada Sant Celoni (a 50 kilómetros de Barcelona). Un parque semi-urbano, muy agradable, donde los jóvenes y adolescentes diversos y de todas las edades gustaban de frecuentar y, por tanto, debían compartir con otro tipo de personas: adultos mayores, niños con sus familias, paseantes, personas que hacían ejercicio, etcétera.

Nuestro trabajo mediador consistió en observar los usos y constatar la variedad de éstos. Comprobamos que la mayoría de jóvenes y adolescentes respetaban el entorno y solo una minoría no lo hacía. Más tarde reflexionamos, a partir de entrevistas comprensivas con estos jóvenes y adolescentes, a propósito del espacio, su uso, la acomodación de los diferentes usos, su cuidado y preservación y los malos usos.

En este caso en concreto, esta fase de observación, entrevistas y reflexión en clave mediador con los diferentes agentes sociales y en particular con los jóvenes, fue suficiente para generar un acuerdo común sobre la necesidad de mejorar los usos, de facilitar las diferentes maneras de estar en ese espacio, mostrar a la alcaldía la necesidad de preservar este espacio tan acogedor como fundamental para los jóvenes, pues en general hacían un buen uso de él, y construir consciencia y co-responsabilidad entre jóvenes y adolescentes respecto al cuidado del mencionado parque.

La intervención culminó con la elaboración por parte de un grupo de jóvenes de un juego virtual y en línea que tenía como trasfondo el uso y disfrute del parque.

 

¿Cómo encajan en la ciudad de Barcelona los pequeños comercios regentados por personas de diversas procedencias?

En las últimas dos décadas cientos de miles de personas de países diversos han llegado a la ciudad de Barcelona y han buscado su acomodo y su pertinente asentamiento. De éstas, un número muy considerable se ha hecho cargo de pequeños comercios de proximidad. Cómo se ha gestado este proceso? Pues porque una parte del pequeño comercio impulsado por los autóctonos no ha tenido continuidad generacional, y esto ha facilitado el abandono de esta actividad económica en muchos barrios de la ciudad, y al mismo tiempo la competencia de las grandes superficies y supermercados ha impactado negativamente en este sector. A partir de este contexto se ha producido un progresivo aumento de la gestión e impulso de estos negocios por parte de personas procedentes de Asia, Norte de África y América Latina, principalmente.

El necesario encaje y ajuste de los comercios regentados por estas personas en el tejido comunitario, asociativo y empresarial de los barrios y de la ciudad ha generado numerosas actuaciones de mediación comunitaria.

Nuestro equipo, formando parte del Servicio Municipal de Mediación Intercultural de Barcelona, se ha centrado en los barrios y calles con mayor densidad de transformación en este sentido, y su cometido ha consistido en mejorar las percepciones que tenían los comerciantes autóctonos respecto de los nuevos comerciantes, en facilitar el diálogo entre la diversidad de comerciantes que iban apareciendo y por tanto cambiando el panorama del pequeño comercio barcelonés, en identificar los intereses comunes de todos los comercios, fueran quienes fueran sus propietarios o gerentes, en acabar con los rumores que dificultaban el diálogo y el acercamiento, y, finalmente, se ha trabajado en la estructuración y refuerzo de las asociaciones de comerciantes por calles o por barrios, elaborando de forma participativa planes de desarrollo sociocomunitario y empresarial para reforzar al pequeño comercio y su sostenibilidad en los barrios y en la ciudad.

 

Bibliografía utilizada

  • Mikel Aramburu, (2008) “Usos y Significados del espacio público”. Arquitectura, Ciudad y Entorno, 3/8: 143-149.
  • Manel Delgado, (2011) “El espacio público como ideología”. Editorial La Catarata, Madrid, 2011.
  • Juan de la Haba, Enrique Santamaría, Laura C. Yufra, (2014) “Parlem-ne. Intervenció socioantropológica i conflictes relacionats amb els llocs de culte”, Pol.len Ediciones, Barcelona 2014.
  • Jane Jacobs, (1961) “Muerte y vida de las grandes ciudades”, Ediciones Península, Madrid, 1967 y Capitán Swing Libros 2011.
  • Raimon Panikkar, (2004) “Pau i Interculturalitat” (hay versión en castellano), Ediciones PROA S.A., Barcelona, 2004.
  • Mercè Zegrí Boada, (2014) “Mediación y conflictos urbanos”, Icaria, Barcelona, 2014.

No es una mundialización reciente, pues ya en el siglo XIII y XIV la economía catalana era peninsular y sobre todo mediterránea (afro-asiática).

Quizás, quien sabe?, podríamos hablar de un salto al vacío del progreso: turismo de masas, especulación inmobiliaria, pérdida del tejido industrial tradicional, pérdida progresiva del pequeño comercio de proximidad...

Funcionalidad ésta que valoramos muy adecuada y pertinente, y que ya tenían muy presentes en su plan de trabajo estos servicios de mediación en sus orígenes.

No siempre es así, esa relación tan directa entre populismo de extrema derecha y discursos vecinales xenófobos, pero es muy patente y presente la militancia y participación de sectores destacados de la extrema derecha en esas expresiones de rechazo.

Nuestro equipo de trabajo, es un equipo profesional multidisciplinario, que trabaja con relativa continuidad desde hace unos 24 años, y que ahora se ha conformado como cooperativa de trabajo asociado, pasándose a denominar Cooperativa La Fàbric@, sccl.


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