Volvimos a los municipios, a las veredas y a los barrios para vernos con todas las personas que le dan sentido a nuestro trabajo. Llegamos a las escuelas, retomamos los encuentros comunitarios, salimos a las calles, recorrimos la ciudad, atravesamos ríos, nos sentamos ante nuevas mesas y, al fin, nos volvimos a abrazar.
Es demasiado prematuro para resolver este enigma. Pero lo que sí está claro es que Colombia no saldrá indemne de este nuevo período de gobierno, pues muchas de las políticas de Duque implican un retroceso en relación con avances hechos en el terreno de las libertades individuales y de conquistas sociales de gran relevancia.
Y ante esa “cordialidad” supuesta, cualquier reclamo, cualquier uso de la palabra, cualquier petición de respeto, es un atentado que se paga con la vida. El hombre peligroso monta en cólera por la determinación de las palabras de la mujer desarmada. Ante estas palabras, la rabia del violento se agudiza y su potencia homicida se vuelve más real.
Los más de ocho millones que votaron en segunda vuelta por la propuesta de La Colombia Humana y los cerca de 900.000 que lo hicieron en blanco, constituyen un caudal enorme para avanzar en la consolidación de una fuerza alternativa que permita al país, avanzar por la senda de la justicia, la equidad y la paz.
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