En esta multimedia puedes descargar las memorias y visitar el material audiovisual del Segundo Foro Soluciones Duraderas: Paz Territorial y Derecho a la Ciudad.
Rafael Grasa
Suele repetirse, con razón, que la paz que habrá que construir tras las la firma de los Acuerdos de La Habana, y tras el resultado del plebiscito del 2 de octubre, el eventual resultado positivo de un proceso de renegociación en marcha y de alguna fórmula de legitimación y recepción legal, deberá ser territorial y, sobre todo, contar con fuerte apoyo de las instituciones. Comparto eso, pero me permitirán que, a petición de los amigos y las amigas de Corporación Región sea heterodoxo: el reto institucional va mucho más allá de las instituciones formales. Veámoslo. Empezaré con una obviedad provocadora: las instituciones no son siempre organizaciones formales; de hecho, casi nunca son las organizaciones formales las más importantes de la vida institucional de una sociedad.
El Salón del Nunca Más, que abrió sus puertas en julio de 2009, es la prueba de nuestro esfuerzo por resistir y no olvidar lo que nos pasó. Con este espacio queremos decir que la vida es lo más valioso y que la memoria es el camino que nos conduce a la verdad, la justicia y la reparación.
“… desde la solidaridad se puede emprender una forma de organización económica, en la cual despleguemos la energía comunitaria en la realización de relaciones económicas de cooperación, reciprocidad, comensalidad y donación para el logro de objetivos comunes…”
Gonzalo Pérez Valencia
Gestores y Gestoras de paz abre una puerta al cambio para que hombres y mujeres se asuman como sujetos de transformación para la reconstrucción del tejido social, la convivencia y la paz.
En nuestro anterior editorial propusimos seis componentes que, a nuestro modo de ver, serían indispensables desde la perspectiva de un enfoque territorial de paz. Estos son: 1. Atención integral de víctimas; 2. Acciones de pedagogía y cultura de paz; 3. Reintegración y reconciliación; 4. Garantías de No Repetición; 5. Instancias de participación ciudadana; y 6. Medidas de anticorrupción y transparencia.
Los planes de desarrollo municipales que se construyen en la actualidad tienen un reto histórico: posibilitar el tránsito hacia la construcción de la paz desde los territorios. Para lograrlo, es fundamental no sólo el reconocimiento de las personas víctimas del conflicto armado, pues es necesario que el accionar institucional se enfoque hacia la garantía del goce efectivo de sus derechos. Esto es aún más prioritario en Medellín si se considera que en la ciudad hay 575.000 víctimas del conflicto armado, según el Registro Único de Víctimas (RUV).
"Nada está acordado hasta que todo esté acordado", esta premisa ha acompañado el proceso de negociaciones con las FARC - EP en la Habana, imprimiéndole mesura y ponderación a los avances logrados y que abogamos conlleven a la terminación del conflicto armado que ha dejado millones de víctimas, obstaculizado el desarrollo local y debilitado la democracia en el país.
La apatía nos invade, así como la desconfianza, la desesperanza y, hay que decirlo, la pereza de votar a consciencia. Pareciera que es más fácil votar por ese que nos dicen en el trabajo o en la universidad y, mejor aún, si esa persona a quien le doy el voto hace promesas para beneficio personal: un puesto de trabajo, un techo nuevo para la casa o la pavimentada de la entrada de la finca. Y entre promesas y favores, sólo la mitad de la ciudadanía se acerca a las urnas en las elecciones, o al menos este fue el amargo resultado que dejaron las pasadas elecciones locales, en 2011, cuando los índices de abstencionismo fueron del 49% en Medellín.
Dos asuntos fundamentales para la vida pública y política de la ciudad y el país nos ocupan este año: elecciones locales y proceso de paz. Y ambos temas no pueden entenderse de manera aislada, pues las negociaciones que hoy se adelantan en La Habana necesitarán voluntades políticas para su implementación en el ámbito territorial.