Estamos a dos meses de las primeras elecciones locales luego de la firma del Acuerdo de Paz y éstas, como lo hemos dicho de manera reiterativa, deben ser una oportunidad para poner en juego agendas en favor de la equidad, los derechos sociales, la inclusión, la paz territorial y el reconocimiento de la oposición como un derecho de la ciudadanía. El panorama actual de Medellín y los municipios del área metropolitana no es alentador y deja en evidencia la necesidad de un cambio significativo en la manera como se ha hecho la política en esta subregión y, también, en el ejercicio de la ciudadanía.
Son muchas las pruebas de que nuestras ciudades necesitan transformarse: los altos índices de violencia que viven hoy los municipios del norte del Valle de Aburrá, especialmente Bello, donde en los primeros seis meses de este año ya se superó el número de muertes de todo el 2018; el aumento de asesinatos, robos y extorsiones en Medellín; los preocupantes niveles de contaminación en todo el Valle de Aburrá; la crisis de gobernanza que sufren varios municipios por delitos de corrupción, malversación de fondos, y falsedad en documentos; las investigaciones en proceso relacionadas con hechos que van desde contrataciones dirigidas hasta obras faltantes o ejecutadas con mala calidad, situaciones en las que están comprometidos los alcaldes de Medellín, Bello, Caldas y Copacabana; los índices de desempleo y el aumento de brechas sociales; el debilitamiento de espacios de participación ciudadana y de diálogo social, entre otras. Por eso se hace necesario promover y apoyar proyectos de ciudad más éticos, incluyentes y con una apuesta clara por la protección de la vida y de lo público.
Este panorama hace evidente la necesidad de una ciudadanía más activa a la hora de elegir, pues el abanico de candidatos y candidatas es amplio y por ello es imperativo identificar personas capaces, informadas, transparentes, éticas, con ideas de cambio que respondan a las necesidades de los municipios, con una apuesta decidida por la construcción de paz en los territorios, que escuchen y dialoguen con la ciudadanía para buscar estrategias conjuntas frente a las problemáticas que nos afectan a todos y todas. Así que es nuestra tarea informarnos, contrastar propuestas, verificar la experiencia, analizar los apoyos políticos y económicos que acompañan cada candidatura, exigir respuestas estructuradas y realistas a las problemáticas más graves de nuestros territorios, y validar programas, proyectos y políticas que realmente respondan a las necesidades de los municipios.
En esta apuesta, nos hemos juntado un grupo de organizaciones y movimientos sociales con el objetivo de generar acciones de pedagogía ciudadana para que cada vez más personas del Valle de Aburrá tengan información de calidad sobre los candidatos y candidatas a cargos de elección popular, conozcan sus propuestas programáticas, evalúen si estas se corresponden con las necesidades de sus territorios, y se atrevan a construir propuestas ciudadanas para poner en la agenda electoral.
La campaña ¡Tú decides! tiene dos líneas de acción: la primera es una estrategia digital que tiene como propósito acercar a la ciudadanía a la información, de manera clara y sencilla, brindar elementos para la toma de decisión, capacitar para el adecuado ejercicio del voto y recoger las percepciones y propuestas de la ciudadanía digital. La segunda está centrada en la promoción espacios de formación y diálogo para la construcción de propuestas, la realización de foros con candidatos y candidatas y la firma de pactos por la construcción incluyente de Planes de Desarrollo.
Además, como parte de nuestro aporte, en los próximos dos meses estaremos invitando a hombres y mujeres que se han desempeñado y reconocido en diferentes campos temáticos y dinámicas sociales y públicas, para que nos cuenten cuáles son los retos que tenemos como ciudad.
En este ejercicio es imperativo eliminar cualquier expresión de violencia del debate electoral. En Región, como organización de la sociedad civil, nos sumamos al llamado a abolir todo tipo de violencia en el ejercicio de la política, y no nos referimos sólo a la condenable práctica de eliminar al enemigo o al contradictor, considerado casi automáticamente amenazante. Aludimos también a la violencia verbal que atemoriza, estigmatiza y miente, aquella cuyo principal recurso es la palabra como arma. Estas prácticas no son sólo promovidas desde los otros, es necesario revisar en nuestra cotidianidad, la apertura y capacidad de escucha ante posturas que no compartimos o candidaturas que no nos agradan y, especialmente, revisar si actuamos con respeto frente a quienes disienten de nuestros puntos de vista. Ese sería un buen aporte
Que las elecciones locales tengan un verdadero sentido democrático depende de todas las personas que tenemos la posibilidad, el derecho y el deber de elegir.