Opinión

Jueves, 03 Agosto 2023 13:11

Construir ciudadanía con la fuerza de la confianza

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Construir ciudadanía con la fuerza de la confianza Construir ciudadanía con la fuerza de la confianza Corporación Región

En tiempos convulsos de cambios e incertidumbres, necesitamos afianzarnos con firmeza y tranquilidad, confiar en personas, movimientos, organizaciones e instituciones que demuestren que sus principios, valores y acciones son congruentes y garantes de estabilidad y certezas en el proceso de construcción de una buena vida para todos y todas.

Por estos días es frecuente leer y escuchar que vivimos una “crisis de confianza generalizada”, proliferan las prevenciones y suspicacias, las pérdidas reputacionales de personas, entidades, empresas, instituciones y organizaciones privadas, públicas, gubernamentales, sociales y también de los medios de comunicación, y todos estos actores son claves en la construcción de sociedades más justas y democráticas. Las organizaciones sociales, insertas en los territorios y cuyo papel es fundamental en los procesos de desarrollo local, cuentan con un poco más de prestigio ante la ciudadanía, sin embargo, los datos indican que también están siendo cuestionadas

Ante semejante panorama, es imperativo preguntarnos por las razones de la pérdida de confianza e insistir en el llamado a recuperarla y a trabajar en cultivarla y fortalecerla, pues ésta actúa como la argamasa, el pegamento que fija los elementos para tejer los vínculos de la urdimbre relacional y de los escenarios organizativos que hacen viables los avances en toda la sociedad.

Estudios como el Trust Barometer de Edelman o la Encuesta Mundial de Valores, muestran que la confianza se acrecienta en tanto los círculos son más cercanos: la familia, las amistades y los espacios laborales; es decir, a la hora de confiar, estas instancias se llevan más crédito que instituciones de amplio alcance, como las ya mencionadas. Confiamos en quienes conforman nuestros vínculos más íntimos y esenciales pues configuran dimensiones fundamentales de la existencia individual.

Lo anterior nos permite identificar tres claves para generar confianza: la primera es el conocimiento, permitirnos saber quién es la otra persona, cuál es su historia, qué desea, cuáles son sus motivaciones, por qué piensa de esa manera. Segunda, la posibilidad de expresar nuestros sueños, intereses, aspiraciones, temores y necesidades con la seguridad de que quienes escuchan, se interesan de manera genuina en lo que les decimos. Y tercero, reconocernos como un eslabón en la cadena de confianza; tomar consciencia de que cada cual debe aportar su voluntad y sus acciones, para hacerse y ser confiable. Cumplir estas condiciones requiere de un esfuerzo consciente por establecer relaciones y vínculos permanentes, que se tejen en la cercanía de la palabra y el encuentro y esto se construye y consolida en una labor cotidiana y constante.

¿Cómo lograr entonces que esas claves para la confianza se extiendan a escenarios públicos, colectivos?, es necesario acercarnos y trenzar lazos fuertes que nos permitan tomar decisiones sustentadas, más allá de nuestra vida íntima y familiar.  Una sociedad amplia y plural en la que podamos desplegar nuestra existencia y nuestra libertad requiere que la confianza se expanda y se multiplique, propósito complejo cuando muchos ámbitos de la vida se han visto marcados por acciones y prácticas individualistas, corporativistas, excluyentes y corruptas, que buscan el beneficio de unos pocos y no el bienestar común, como correspondería a un proyecto político democrático. Sin embargo, para avanzar en este empeño, es necesario aceptar que no se trata de construir un paraíso armónico, sin contradicciones, diferencias o conflictos, sino, como diría Estanislao Zuleta, de cualificar los conflictos, saber habitar en ellos y encontrar las vías democráticas para tramitarlos.

Y en esa construcción es fundamental una ciudadanía activa, que participe conscientemente, que reconozca el lugar que ocupa y los sueños y aspiraciones que la movilizan. Habitar el espacio público, sumarnos a proyectos colectivos, hacer parte de escenarios en los que se reflexione sobre el territorio, integrar organizaciones sociales, comunitarias, barriales, políticas; mantener el interés en los asuntos públicos buscando información veraz, son algunas acciones colectivas posibles que, ayudarán a expandir nuestros horizontes, conocimientos y vínculos, a reconocer otras miradas e intereses y a asumir apuestas que vayan más allá de los ámbitos más cercanos. Y para que esto ocurra, debemos devolverle a la confianza su lugar social y político.

Ahora que se acercan las elecciones locales, candidatas y candidatos se ofrecen como alternativas para cambiar o continuar los gobiernos territoriales y ocupar las curules en los concejos municipales y asambleas departamentales. A través de sus campañas, propuestas y hojas de vida, estas personas y sus proyectos políticos, buscan hacerse confiables para la ciudadanía, así que es un buen momento para preguntarnos -y respondernos- en qué o en quiénes confiamos y cuáles son los criterios necesarios para otorgarles credibilidad, en perspectiva del fortalecimiento de lo público y la defensa del bien común.

En tiempos convulsos de cambios e incertidumbres, necesitamos afianzarnos con firmeza y tranquilidad, confiar en personas, movimientos, organizaciones e instituciones que demuestren que sus principios, valores y acciones son congruentes y garantes de estabilidad y certezas en el proceso de construcción de una buena vida para todos y todas.

Desde Región hacemos entonces un llamado a las candidaturas recientemente inscritas a hacer campañas transparentes, auténticas y legales, a ser claras con sus compromisos políticos, sus alianzas y su financiación, a presentar propuestas viables, que aporten realmente al mejoramiento de la calidad de vida de la gente, a la equidad y al desarrollo de los territorios y a que reconozcan lo ya construido para seguir avanzando.

Y a la ciudadanía la invitamos a ampliar la comprensión de la dimensión política de la confianza en la construcción de apuestas colectivas que trasciendan el acto individual de ir a las urnas. Esto, sin duda posibilitará que cada voto sume en favor de las causas que benefician a muchas personas. El voto representa un punto determinante en el ejercicio de la confianza, pues implica poner una parte de nuestro destino en manos ajenas ¿En cuáles manos? ¿En quiénes podemos encargar los destinos del municipio, distrito o departamento en el que habitamos con esas otras personas que queremos y en las que tanto confiamos? La palabra confianza nos remite a valores como autenticidad, franqueza y sinceridad. Consideramos confiable a quien genera y trasmite credibilidad, a quien actúa en coherencia entre lo que dice y hace, entre pensamiento, discurso y acción, propósitos y ejecuciones. Que estos criterios sobresalgan a la hora de analizar las candidaturas y tomar decisiones.