Por: Natalia Botero 



Natalia Botero

Natalia Botero

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Fotógrafa, periodista de la Universidad de Antioquia y profesora de la Universidad de Antioquia y la Pontificia Bolivariana. Trabajó como reportera gráfica en El Colombiano y Revista Semana, durante 18 años. En 2003 ganó el premio en Derechos Humanos de fotografía, Colombia: Imágenes y realidades, con la ONU. En 2005 realizó los talleres de sensibilización sobre el conflicto armado con 4.500 jóvenes de la ciudad, y el apoyo del Programa de Atención a Víctimas de la Alcaldía de Medellín.

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Resumen

El poder de la fotografía como narradora, “un recuadro afectivo de la construcción de la memoria para no olvidar”. Ese es el centro del trabajo de Natalia Botero. A través de los retratos, tanto de los que ella toma como de los hallados en los álbumes familiares, se reconstruye la historia de cada desaparecido y su familia. Las fotos hablan de sueños, derrotas, ideales, la identidad y la historia del ausente.


 

“El resultado más imponente del empeño fotográfico es darnos la impresión de que podemos contener el mundo entero en la cabeza, como una antología de imágenes”.
Sontang,  (13: 2008). 

 

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Su madre María busca a Germán Elías Posso Mazo, Desapareció en la Granja Ituango. 2003

Gabriela, María Nidia, Jesús Alberto, Jaime, Nazly.

Saber que te puedo nombrar, recordar y dejar ver a través de las fotografías, me produce cierta tranquilidad. Comprender que tu imagen se verá, que te reconocerán y por medio de una foto tu historia se podrá contar; ser testigo de lo que sucedió y poder registrarlo, me hace más responsable aún. No puedo dejar de narrarte de evidenciarte y mostrarte. Sería incapaz de no relatar a través de las fotografías el dolor que la guerra colombiana te produjo: se robó tu felicidad, se llevó lo que más querías, te quitó parte de la vida y arrasó con tus sueños dejando una huella imborrable en tu historia.

Mirarte de frente y comenzar a buscarte. Recorrer el espacio en el que los rayos de luz han develado tu alma: tu mirada lejana, tu rostro cansado, tus labios resecos, tus manos tensas. En tu imagen percibo una infinidad de sentimientos, valores y sensaciones que te han llevado, pese a la ingenuidad y al pudor, a salir en busca de quien es importante para ti: tu hijo, tu hermano, tu esposo, tu padre; víctimas de desaparición forzada en el conflicto colombiano. Esta  es mi reflexión sobre estos años trascurridos evidenciando y mirando las fotografías que registran a los familiares de las víctimas en su búsqueda.

Una foto se convierte en un permanente diálogo con todo aquel que la posee y la deja ver. Una fotografía toma un espacio social y familiar tan importante como el texto mismo. Ella narra, describe y recuenta la historia de quienes están ahí. Al convertirse en diálogo con el otro, la fotografía evidencia los protagonistas y los hechos toman importancia en ese espacio de representación. La fotografía nos acerca a lo que no vemos a simple vista pero sentimos desde el corazón.

 

EnTuRetrato

“En tu retrato yo no podría dejar de nombrarte ya que eso me haría cómplice de la guerra al seguir ausentándote1”. Susan Sontag 2003.

Como lo anuncia Jhon Berger2: “una fotografía es efectiva cuando el momento elegido que registra contiene una partícula de verdad que es aplicable de manera general, que revela tanto lo que está ausente en la fotografía como lo que está presente en ella. Puede encontrarse en una expresión, una acción, una yuxtaposición, o en una ambigüedad visual…”.

La imagen de la fotografía se hace presencia en el espacio y toma cuerpo, se torna idea real en la memoria, todo lo que nos lleve de nuevo a lo que fue y no queremos olvidar, lo que se nos vuelve lejano y en ocasiones no conocemos. Recordar al otro y sostener en el tiempo la idea de su existencia es parte de la gran preocupación de familiares y amigos, es la recordación y la memoria de los ausentes, víctimas de la desaparición forzada en Colombia.

Las fotografías remiten a una idea particular, a un sentimiento, a un recuerdo. Por medio de ellas construimos la imagen del otro y de lo vivido para mantenerlo presente; ellas re-crean el relato de la memoria. Al igual que nosotros, la fotografía lucha constantemente contra el olvido que es la muerte de lo presente en ella.

Una foto nos permite recordar olores, sonidos, el calor, las sombras, la tarde, y a quienes están en ella, como también el momento en que se fotografió; ella ejerce un poder biopolítico de lo habitado, de lo vivido y lo sentido, como de lo percibido en el otro. La fotografía ejerce ese poder testimonial de un tiempo y una época, de unos actores participantes de las historias y de los lugares habitados y transformados.  Ella se convierte en un recuadro afectivo de la construcción de la memoria para no olvidar, activa la tradición oral, facilita la recuperación del relato, conserva la idea de intimidad, ayuda en la búsqueda de la identidad, permite constituir un lenguaje y materializa la idea del otro al que se busca.

Yovany
Yovany


Yovany Rendón, desaparecido y asesinado por los paramilitares en el Popular 1, junio de 2002

Con la fotografía el tema de la desaparición forzada en Colombia deja de ser un número, una estadística, cifras que por la naturaleza misma del hecho no consiguen, por lo aberrante y oscuro que es el tema, desaparecer un cuerpo, una historia, una vida y por supuesto un delito.

Reconstruir la historia de los desaparecidos y sus relatos familiares, a partir de la fotografía en el álbum socio familiar, es recuperar tradiciones, sueños e ideales, triunfos y derrotas. Esta herramienta permite elaborar lo contado, la identidad, la historia y la idea del ausente. En este sentido, a partir de la micro historia de vida sociofamiliar, el álbum facilita el recuento histórico de una nación para convertirse en espacio de representación y memoria del otro.

La fotografía ayuda a entender los hechos, actualiza las historias de los ausentes –víctimas de la desaparición forzada– en el contexto del conflicto armado colombiano y en el posacuerdo; saca a la luz y devela ante todos que existe una verdad, una vida, un hecho y una familia, un grupo de personas unidas por los mismos fines.

La construcción de la memoria es tan confusa, como el contexto sociopolítico que vive el país en el tránsito de la guerra a la paz. Aún no se ha completado el acervo de elementos que aporta el relato colectivo, encaminado a la verdad. Verdad que se elabora desde los diversos sujetos actores de la guerra y la paz.

Las dificultades y ambigüedades que se presentan a la hora de construir los relatos, se topan con las reflexiones de quienes participamos en la búsqueda de información desde los archivos, las imágenes, las historias, los actores y los hechos. Es una ruta en contravía con tanta incertidumbre como desazón, tanta esperanza como ingenuidad, y tanto dolor como rencor.

En este camino, yo como fotógrafa he aprendido a “desarmarme”, a dejar mi cámara de lado para entrar en una reflexión profunda y responsable con mi trabajo, mis imágenes y con todos aquellos a quienes ayudo en sus procesos. La coherencia, la ética y la dignidad humana me han superado en muchos momentos, cuando el dolor del otro se convierte en el dolor de patria que todos deberíamos sentir, y como ese dolor se transforma en dignidad, en resiliencia frente al horror de la guerra.

Jonathan

Jonathan Marín Holguín, desaparecido en la comuna 13 por los paramilitares marzo de 2003

Dejar por un tiempo la fotografía de la inmediatez, profundizar en las narraciones y vivir día a día la cotidianidad de los otros, me permitió desde construir relatos de memoria de los ausentes, en compañía de sus familiares, hasta comprender el carácter social que adquieren mi presencia y la fotografía en la vida de ese otro que sufre, calla y se desespera buscando su serenidad.

La profesión se potencializa al convertir la foto en testimonio y a cada uno de nosotros en testigos de las historias, como hacedores de escenarios de vida que reposan en las imágenes. Ahí es cuando dejo de hacer para los otros y pienso en lo que yo quiero decir a través de los otros. Construyo de la mano de ellos con su mirada inocente y su relato conjunto y desprevenido, el carácter de memoria colectiva de lo que se narra, se dice, se cuenta y se muestra en los escenarios públicos desde lo íntimo y lo privado. Y entiéndase espacio social construido y reconstruido, como el altar en memoria: su habitación, un sitio en el hogar donde más le gustaba estar, el rincón donde fue asesinado, el automóvil o su moto y el mismo álbum de fotos, donde recrean su imagen perpetuándola y objetivándola para construir un relato de vida.

¿Cómo materializar el recuerdo y la idea del otro?, ¿cómo describir el dolor que produce la ausencia, cómo representar la felicidad vivida juntos?, ¿cómo nombrar y ubicar el recuerdo?, ¿en qué lugar de mi cuerpo instalo la memoria?

Mi labor de foto-documentalista funciona como mecanismo de producción de memoria. Una vez hago de mi trabajo una narrativa, es decir, cuando el proceso de escritura fotográfica abre múltiples caminos, logro participar de las miradas de las personas fotografiadas (álbum familiar), insertar otros relatos de otros en un ejercicio de meta-fotografía (fotografías de archivos oficiales o particulares), y unirme al trabajo interdisciplinario con expertos involucrados en el asunto (producciones académicas). Este proceso alcanza su clímax cuando la narrativa visual es percibida por públicos que aportan recuerdos, datos, miradas e interpretaciones al fenómeno registrado, y cuando el análisis se hace tanto desde lo teórico como desde la realidad vivida.
Esta metodología ayuda a materializar la idea del ausente, a volverlo real y cercano, se objetiva al otro en sus representaciones, su presencia se re-crea en una foto, sus logros se exaltan con unas medallas, su profesión la evidencia un título académico, su identidad se narra en un álbum físico que suscita diversos diálogos que ayudan a la recuperación de la traición oral.

La producción del álbum como obra, radica en el proceso manual y artesanal, con elementos impresos, físicos, donde se puede pintar, rayar, insertar una carta, una medallita, entre otros. El álbum es una arqueología de la historia del ausente.

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Fragmentos del álbum que construye Yenny, la hermana de Jonathan Marin, después de su desaparición y muerte a manos de los paramilitares en la comuna 13 (operación Orión). 2003

El álbum con la fotografía del relato familiar, a partir del dolor, la tristeza y la ausencia del otro, se convierte en la extensión de un pedazo del cuerpo, de la mente y del espíritu y también, en un repositorio de memoria para llorar, suspirar y memorarlo. El álbum está construido con la voz femenina, con la voz de la madre como centro de la familia. Es la mamá quien concentra en ella la historia familiar, quien emprende las luchas y la búsqueda, la que hace visible al otro y lo vuelve poder político, porque pone en sus propios labios su nombre, en su cuerpo su imagen en una fotografía y se encarga de perpetuar la idea del otro como su propia vida.

Las mujeres viven con el recuerdo del otro en el presente, en el pasado y en la evocación. Por ejemplo, guardan la foto de los hijos, el diente que se cae, el mechón de pelo y la carta de la escuela. Vivimos de símbolos, a todo le damos un significado especial, todo tiene un sentido. La mujer tiene una caja de Pandora y está dispuesta a que otros la abran. El dolor ha sido tanto que no siente temor de enfrentar nuevos retos personales en la búsqueda, con la idea del encuentro, la memoria y la identidad. La mujer es más capaz de enfrentarse a sí misma y al dolor.

Josefina

Josefina Dobinger, encuentra en sus archivos familiares la posibilidad de construir el árbol genealógico en diferentes momentos visuales de su vida. 2016

Construyendo la memoria con la imagen fotográfica nos permitimos re significar el dolor, restablecer un diálogo íntimo, capaz de pasar la página para levantar un relato digno y significante hacia la esencia del ser: la vida, la cotidianidad, el amor, el perdón, la familia y la sociedad.

El proceso individual de la fotografía rompe el espectro de lo privado hacia lo público, al ser compartido de manera vivencial. El relato en las imágenes nos da la idea del otro, de sus emociones, sus expectativas, sus dolores y angustias. Lo experimentado en los talleres de construcción de los álbumes familiares ha dejado ver la necesidad de entendernos desde la esencia, desde la familia como eje central de nuestras vidas, no como la relación de sangre sino la que hemos construido por diversas sendas en este trasegar en el que, a su paso, cada uno va uniendo en su corazón a esos seres que conforman la idea de la familia.

 

TallerOjoRojo

Taller realizado en Ojo Rojo Fabrica Visual en Bogota. Construccion del álbum familiar en una conversación con artistas. 2016

 

Se aprende a compartir con el dolor del otro, y ese dolor se siente en el trabajo con las fotografías de aquellos que abren su corazón y se topan con su propia historia. Encuentros con una infinidad de personas a quienes consciente o inconscientemente hemos clausurado de nuestra vida cotidiana y, por supuesto, en el encuentro con el pasado y el recuerdo en la fotografía, aprendemos a perdonarnos, a curarnos, conciliando la imagen de lo que fue el otro con sus errores y sus bondades. La fotografía no ayuda a olvidar pero sí genera un estado sanador del espíritu y del cuerpo, ella va más alla de la instancia del momento memorado, ella suscita la evocación de lo vivido y sentido con el otro y en lo otro.

 

Gerardo
Gerardo


Gerardo de Jesús Carmona, desaparecido y asesinado por la Banda de Frank en Bello, mayo 2001

 

La fotografía cala en lo más hondo del pensamiento, permite reflexión, sanación, perdón y conciliación con el propio yo y la sociedad. Ella se convierte en el más poderoso símbolo de resistencia ante el horror, nos facilita recordar, permanecer y testimoniar la evidencia. Con ella denunciamos, protestamos, reconocemos, rechazamos, adoptamos, revivimos, matamos y amamos.

Las diferentes narrativas: el diálogo, el relato, la imagen y la palabra, están contenidas en la fotografía. Por esto, se posiciona como la principal fuente de expresión y de relación con una infinidad de diálogos y saberes a través de lo expresado y lo buscado en el ejercicio de hacer, crear y pensar. Como lo expresa Sontag: “una fotografía cala en lo más hondo. La memoria congela los cuadros; su unidad fundamental es la imagen individual. En una era de sobrecarga informativa, la fotografía ofrece un modo expedito de comprender algo y un medio compacto de memorizarlo”3.

La opción que he tomado de contar y narrar a través de la cámara fotográfica parece ser sencilla y elemental para muchos, pero el acto de hacer click compromete aún más que simplemente tomar la foto. La elección de adaptarla a mi trabajo y a la indagación, impregna todo lo que en ella se refleja: un significado no solo emotivo sino también, ético y político. La fotografía es un campo de reflexión sobre las fuerzas y el poder que ella genera en la sociedad, en los procesos, en la cotidianidad y, por supuesto, en la investigación.

La fotografía es un acto responsable de producción política y un medio que sirve para desestabilizar formas dominantes de representar los discursos. Ella ofrece espacio para el debate y abre al individuo la posibilidad de resistirse al hacer evidente en lo íntimo y lo colectivo, la vitalidad.

Al hacer la fotografía pongo todo el peso de lo que ello significa: investigar, analizar, producir y contextualizar, y así sitúo en la escena a los demás con una idea de transformación y reflexión frente a las imágenes y lo presentado en ellas: la vida misma.

 

 

 

Palabras clave:

memoria, duelo, retratos, conflicto armado, desaparición forzada, fotografía

Referencias

  • BERGER, J. “El tamaño de una bolsa”.
  • Lefebvre, H (1991). The production of space. Translated by Donald Nicholson-Smith. Blackwell Publishing, pp. 435.
  • SONTAG, Susan ( 2003). Ante el dolor de los demás. Buenos Aires: Alfaguara.
  • SONTANG, Susan (2010). Sobre la fotografía. Barcelona: Liderdúplex, S.L.U.

 


1 SONTAG, S. “Ante el dolor de los demás”. 2000.

2 BERGER, J. “El tamaño de una bolsa”. Buenos Aires: Taurus. 1972.

3 SONTAG, S. “Ante el dolor de los demás”. Alfaguara 2000.