Por: Amparo Sánchez

Resumen

Hacer memoria es construir un nuevo relato de los hechos permitiendo que en el presente y en el futuro se viva mejor. Rutas de la memoria es un ejercicio de memoria viva, en donde la historia, la museología, el arte, la antropología, la arquitectura, la pedagogía, los aprendizajes de vida, los saberes heredados, se dispusieron para comprender el pasado, interpretar el presente y prefigurar otra memoria a futuro. presente.


Rutas de la memoria1 es una experiencia de memoria colectiva que parte de las narraciones de un grupo de víctimas del conflicto armado dispuestas a comunicar sus aprendizajes y consejos, que parten del sufrimiento reflexionado y la reconstrucción de sus vidas. Se trata de una producción artística que propició escenarios para ejercicios de memoria colectiva con diversos sectores de la sociedad, y con ello, la esperanza de no repetición del sufrimiento, el odio y la injusticia padecidos durante décadas en Colombia. La estética iluminó la comprensión y percepción necesarias para la producción colectiva y compartida de sentidos, logrando plasmar el todo más que las partes, visión necesaria para conectar la memoria y el alma del cambio social.

El sentido de la convocatoria a las víctimas como protagonistas del proyecto (en adelante, gestores y gestoras de memoria) reside en la importancia de su contribución a la construcción de un relato colectivo, con el propósito de incidir en la mentalidad y prácticas en favor de una cultura de paz. Esto, a través de un ejercicio de memoria para mantener vivo el recuerdo de tantos muertos víctimas de la violencia como acontecimiento histórico, “entendiendo por acontecimiento histórico un hecho pasado, que gracias a la memoria colectiva se mantiene en el presente y, preñado de sentido, afecta formas de pensar y transforma comportamientos sociales” (Restrepo, 2011).

Estas premisas definen la manera de resolver las tres preguntas nucleares de un ejercicio de memoria laboriosa (Ricoeur) o trabajo de memoria, que pretende trascender la tenencia pasiva del recuerdo o el encuentro meramente casual con él, para ir más activamente en su búsqueda. ¿De quién es la memoria? ¿De qué hay recuerdo? Entre una y otra pregunta hay un largo trecho por recorrer: el del Cómo se recuerda (Garrido, 2005, p. 206); un aspecto central en este artículo, en el que además se aprecia la potencia de adentrarse por los caminos del arte.

 

RutasMemoria

Rutas de la memoria

Antecedentes

La Corporación Región concibe y realiza Rutas de la memoria en el 2013, entre el 20 y el 24 de mayo, y entre septiembre y noviembre, en respuesta a la invitación formulada en el marco de Mayo por la vida, una iniciativa ciudadana que contó con el apoyo de la Alcaldía de Medellín y que buscaba, a través de eventos culturales y apoyo a iniciativas de base, movilizar y sensibilizar a los ciudadanos en torno al valor fundamental de la vida. Según Juan Mosquera, director de esta estrategia, “la violencia es la negación de la inteligencia. Si existen conflictos, también ha de existir solución. Justo eso decimos en el Manifiesto por la Vida que nos ha inspirado durante años. Por eso es nuestro el reto de la creación. La Noviolencia, más que una palabra, es una forma de vivir. Y esa es la vida que este mes queremos compartir con toda la ciudad” (Mosquera, 2015, p. 5).

La invitación a la Corporación Región tenía el propósito de retomar el espíritu del Bus de la memoria, realizado en el barrio Antioquia de Medellín, en 1999. Este hizo parte de una estrategia pedagógica no convencional, que articuló al proceso comunitario e interinstitucional un trabajo colectivo sobre la memoria, incluyendo museo y arte público2. Pilar Riaño, antropóloga e investigadora sobre memoria, coordinó este componente y, junto a la artista Suzanne Lacy, dio lugar a la expresión material y artística Bus de la memoria, un vehículo acondicionado como museo y escenario pedagógico para el trabajo sobre las memorias de la violencia en el barrio. Tanto la creación como la puesta en escena fueron ejercicios participativos y de negociación cultural entre los implicados de los ámbitos barrial e interinstitucional3.

Desde su fundación, en el año 1989, la Corporación Región ha tenido como eje de trabajo la investigación sobre los conflictos urbanos, los daños y pérdidas padecidos por millones de personas víctimas de muertes inesperadas e inexplicables en el prolongado conflicto armado en el país, el acompañamiento a procesos organizativos e incidencia en el debate público sobre los derechos de las víctimas y la promoción de iniciativas de construcción de la paz. Con esta trayectoria, Mayo por la vida fue una oportunidad para generar acciones orientadas a la sociedad, pues asistimos al debilitamiento de nuestra memoria colectiva y la fragilidad de nuestros recuerdos, y como plantea Restrepo, “sin la memoria del sufrimiento, el futuro deviene cada vez más frágil; sin el recuerdo de la injusticia, ésta se repite en el presente” (2011, p. 33).

Memoria e imaginación de lo vivido y visión de lo deseado, entendiendo esto como la construcción de paz, para lo cual es necesario imaginar lo ausente y lo posible. Y hay aquí un giro epistemológico que conduce a nuevas búsquedas que tienen que ver menos con lo técnico y la cognición y más con lo que Lederach ha denominado la estética del cambio social, que propone una idea sencilla: “La construcción de procesos adaptables y responsivos exige un acto creativo, que en lo esencial es más arte que técnica. El acto creativo alumbra procesos que no han existido anteriormente” (2007, p. 117). Para ello fue fundamental la convergencia de muy diversas disciplinas que no solo interactúan (lógica de la interdisciplinariedad), sino que se funden y superan las lógicas disciplinares (transdisciplinariedad) en una obra artística, política y pedagógica compleja. Para construir Rutas de la memoria participaron: la historia, la museología, el arte, la antropología, la arquitectura, la pedagogía, los aprendizajes de vida, los saberes heredados. Todo al servicio de la memoria entendida como intervención sobre el pasado, interpretación y construcción en el presente para prefigurar otra memoria a futuro.

Participantes e interacciones en el proceso de memoria colectiva

El proceso inició con la producción de la obra artística para la intervención del bus, para ello se conformaron tres grupos: siete gestoras y cuatro gestores de memoria4, quienes habían sufrido hechos victimizantes y habían participado en procesos de formación, investigación o de fortalecimiento organizativo impulsados por la Corporación Región. Esta vez fueron convocados, en su condición de actores sociales y políticos, testimonio de identidades resignificadas, fundadores y participantes de proyectos de vida y proyectos colectivos. Un grupo de cuatro artistas5, un curador de arte y una arquitecta, incorporados a la dinámica de creación con los gestores de memoria; y el equipo técnico, conformado por personas encargadas de la asesoría pedagógica y la producción del guión de memoria, la comunicación y el diseño de material pedagógico, la conducción del bus y la coordinación general del proyecto, además de un grupo de voluntarias universitarias6 dedicadas a la convocatoria de públicos y al apoyo logístico.

El relato de las gestoras y gestores de memoria fue clave para la definición de contenidos destinados a la intervención física interna y externa del bus, la producción de las obras artísticas que serían expuestas en su interior, la elaboración del guión, el derrotero de la interacción con los veinte pasajeros que se desplazarían desde el punto de partida, en el Museo Casa de la Memoria, hasta los diez puntos de destino previamente determinados como experiencias significativas de memoria en los territorios, donde las organizaciones y colectivos serían anfitriones. Igualmente, se definió la intervención de los gestores como guías en las respectivas estaciones visitadas, correspondientes a lugares emblemáticos de memoria del conflicto armado en la ciudad; así como la interacción con los visitantes del bus de la memoria, tanto en los barrios como en los puntos de estacionamiento en la ciudad, donde un amplio público tuvo la oportunidad de interactuar y tejer relatos de memoria.

Rutas de la Memoria

Para lograr tal propósito era indispensable la escucha atenta y profunda, entendida como “el arte de conectar y hallar la esencia” (Lederach, 2007, p. 114). Esta era la tarea fundamental de los artistas, desde su ejercicio del arte relacional, dispositivo de transformación social7. Dicho enfoque implica un proceso colectivo y participativo de creación, y luego, de interacción activa con el público, de ahí que la conversación se convierta en un recurso pedagógico importante en esta experiencia.

¿Cómo se recuerda?

Cada uno de los momentos del proceso, y sobre todo el momento de creación artística, generó expectativa y retos compartidos en los que fueron fundamentales la estética y la imaginación, “un impulso realmente intenso para entender el mundo del que los técnicos generalmente carecen” (Mills, citado por Lederach, 2007 p. 118). El mundo que en este caso había que entender era el mundo del horror, del sufrimiento, de la salida y los respectivos aprendizajes de las víctimas, tamizados en el sufrimiento reflexionado, que en lo público se traduce en la dimensión política del dolor.

Este proceso contó con la disposición de los artistas para escuchar y capturar la esencia de lo dicho por los hombres y mujeres hablantes, y sería a partir de la huella dejada en ellos que tomaría forma la obra de cada uno. Pero también contó con la mediación a partir de la comprensión de la metáfora en el proceso creativo. En el momento en el que cada persona había compartido su relato de vida intervenida por la guerra, y previo a la producción artística, se intuyó que la obra sería la materialización literal de la experiencia singular. No obstante, la alusión a la metáfora viva, entendida como creadora de sentido, provocó un giro que favoreció la imaginación, liberación de la memoria repetitiva, apertura a un sentido de humanidad, de solidaridad. Conjuntamente, se comprendió que la vida, la muerte, la esperanza, el dolor son comunicables a otros en la trascendencia de la metáfora, por cuanto “comporta un valor emocional mediante el cual dice algo nuevo de la realidad” (Ricoeur, 1975, p. 148). En este caso, la curaduría, antes que hacer un ejercicio experto de validación de la verdad, actuó como puente y traductora, permitiendo que la creación individual, sin dejar de serlo, se enriqueciera con los aportes de todos y se convirtiera en obra colectiva.

El efecto más notable de la metáfora como mediación en este proceso se constata en las obras y en el modo en el que se reciben y resignifican, primero por las autoras y autores de los relatos, y luego por quienes visitaron el bus o quienes lo vieron circular.

Al conocer los bocetos de los artistas, hubo reacciones de las gestoras como: “¿Y usted cómo hizo para hacerse cargo de mi dolor?”. Se dirigía al artista de la obra Los rostros de polvo. Posteriormente, en su rol de guía, expresó: “La obra ‘Los rostros de polvo’ que ven en las ventanillas no representa la pérdida violenta de mi hijo, allí se representa a todos los hijos y a todas las madres de Colombia víctimas de la guerra”.

Los relatos fueron interpretados y convertidos en símbolos de carácter universal, haciendo de lo más cotidiano y singular una expresión de lo más profundamente humano. Este es un ejercicio de traducción complejo para el que se requiere una sensibilidad particular. Cuando los gestores y las gestoras de memoria recibieron los primeros bocetos de las obras, se sintieron profundamente recogidos, pero el impacto fue en doble sentido, pues para los artistas también fue conmovedor encontrarse con lo inesperado, es decir, con personas que a pesar de los hechos victimizantes vividos, no guardaban venganza, tenían sabiduría y voluntad de vivir, sin odio y con motivos de esperanza.

Las obras de arte: Resultado material y simbólico fruto del ejercicio de memoria

El Bus de la memoria es el fruto de un ejercicio de creación artística que articula diez obras, las cuales constituyen una unidad de sentido que habla a los visitantes; hablan los símbolos, la disposición misma de las obras y la relación entre estas, pues cada elemento encuentra un valor potenciador en la interacción con las demás obras y en interacción con las gestoras y entre los visitantes.

Al interior: El piso del bus, Las esferas (de la memoria, de los sueños y de las organizaciones significativas para las víctimas), Los rostros en arenilla, Los rostros parlantes, El altar y las estatuillas en memoria de las víctimas, Resurgir, El traje del conductor.

Al exterior: Las nubes, Para no olvidar (Fosa en el maletero del bus). Performance El Destierro.
A continuación, una breve descripción de cuatro obras particularmente significativas por la experiencia propiciada a los visitantes, por el sentido de cada una y por su disposición en el espacio:

LAS NUBES: El bus representa el viaje, el peregrinaje de un sitio a otro del territorio nacional. Se trata del bus intermunicipal que puede hacer la ruta desde cualquier subregión antioqueña, y según las circunstancias, utilizado para escapar lo más lejos posible, sin destino seguro. Las nubes en la parte exterior del bus evocan el cielo, la fe, la esperanza, la espiritualidad. Es también de la intervención externa, la frase: “Todos sobre un mismo suelo, bajo un mismo cielo”8 , expresión de una realidad profunda y arquetípica de lo que es la experiencia humana, que nos hace iguales.

LOS ROSTROS DE POLVO: Remite al carácter frágil y perenne de la vida, “polvo eres y en polvo te convertirás”. Es un homenaje a quienes partieron inesperadamente y en forma violenta. Los rostros son de familiares del grupo de gestores y gestoras de memoria, y efectivamente se hacen de polvo trayendo al presente esa materialidad del bus opaco por los polvorientos trayectos de la geografía colombiana.

EL ALTAR Y LAS ESTATUILLAS: Es un homenaje a las víctimas particularmente importante y denso. En él se realiza el rito de darles vida a las estatuillas en blanco, que esperan ser rescatadas del olvido. Los visitantes las intervienen dotándolas de rasgos propios del ser querido ausente, dejan de ser objetos inanimados, incluso sus familiares o amigos compartieron con la gestora de memoria acerca de su vida, el sentido de su ausencia, la forma de victimización.

EL RESURGIR: Son botellitas, expuestas como en botica, y representan la fragilidad de los seres humanos. El líquido, según el color, remite a los recursos utilizados para superar los tiempos difíciles, y también el agua, que es signo de purificación. En cada frasco se detalló la posología para elaborar el duelo, retomar las riendas de la vida y seguir adelante.

Si bien cada obra tiene sentido, la disposición del conjunto y el recorrido por el bus facilita pasar de la tristeza experimentada en el altar de las estatuillas, donde, a propósito, las gestoras intervinieron la obra con la presencia de una de ellas para acompañar a los visitantes. Su intervención responde a constataciones como: “Una señora se sube al bus y pinta doce estatuillas. Cinco representan a sus familiares masacrados y las otras siete murieron de pena moral” (testimonio, sistematización, 2014).

El equipo de Rutas de la memoria recibe y retroalimenta las reflexiones de las gestoras de memoria, quienes al contacto directo con los visitantes plantean asuntos como: “De El altar de las estatuillas se pasa a Resurgir y a la gente ‘le vuelve el alma al cuerpo’, son tocados, ya no salen tan mal. En el espacio del altar de las víctimas, allí se descargan las personas que han pasado por esos malos momentos” (testimonio, sistematización 2014).

La particular intervención de las gestoras en Rutas de la memoria se hace desde la comprensión del dolor y la ayuda mutua, como ejercicio de memoria viva. Esto dice una de ellas:

“Comparto, aprendo, escucho sus historias, transmito y ayudo a sanar el dolor que llevan, con la mirada que me dan veo que necesitan un abrazo, un abrazo que nos damos mutuamente, se descargan energías negativas, se sacan sentimientos a flote. Un señor expresaba a través del abrazo la pérdida de tres hijos, abrazo que alivia al traer a la memoria lo que uno también vivió” (testimonio, sistematización 2013).

Memoria viva9 hace referencia a un proceso reflexivo que recrea, expande y transforma la lectura que se hizo o se hace de hechos que pasaron o están pasando para darle sentido al presente y al futuro. Aquí memoria no es sinónimo de recuerdo, sino de interpretación susceptible de ser ampliada y modificada por nuevos procesos reflexivos y por actos de conciencia surgidos de nuevas experiencias. Hacer memoria es construir un nuevo relato de los hechos permitiendo que en el presente y en el futuro se viva mejor.

El bus, un espacio de acogida para la conversación sobre realidades compartidas

En el arte relacional la conversación no es casual o espontánea; por el contrario, encuentra un lugar y se favorece como dispositivo pedagógico y vital de memoria colectiva. La obra El piso del bus rememora la casa, particularmente aquella casa antioqueña, construida décadas atrás, asociada al hogar de la abuela, con baldosas de colores vivos, generalmente amarillo y rojo. Al ingresar al bus, por efecto del piso, se siente un ‘ambiente familiar’ en el que se dispone un espacio confortable con veinte butacas para viajar o permanecer en él. La conversación es activada por la guianza o por los relatos compartidos por quienes subieron al bus, desconocidos que, no obstante, resultaban próximos por la historia común de la guerra en el país. Para otras personas, la escucha e interacción significó enterarse de una tragedia de la que, aun estando en el país, no tenían conocimiento:

“Este ejercicio me llena de gratitud, es impresionante como comparten historias dolorosas y a la vez llenas de valentía. Es un trance, un viajar en el tiempo y en el espacio acompañados de voces conscientes, nobles y con grandes conocimientos sobre nuestra propia historia, incluso de la historia que no conocemos. Espero que esta iniciativa siga y se fortalezca; sólo una sugerencia, sería interesante siempre nombrar a las víctimas de los lugares, invocar sus nombres y honrarlos”.

“Verdaderamente estoy muy impactado de toda esta violencia de la cual no tenía conocimiento, no conocía el abandono del Estado por nuestros barrios, pueblos y personas, muchas gracias por su información”.

“Es importante cómo un lugar tan pequeño en relación a las proporciones de lo que significa un perdón está tan cargado de experiencias. El valor vivencial es lo más importante y que sean las personas que han vivido el conflicto en carne propia quienes narren las historias, nada mejor que se narre desde las voces que lo han vivido”.

“Felicitaciones por la tenacidad, por volver la tragedia fuerza vital, energía creativa para hacer nuestro mundo más sensible y colectivo. La memoria es la gente, su palabra, su acción y el sentido de comunidad. Como víctima quedo infinitamente agradecido, tocado, conmovido y orgulloso de este proyecto de reparación”.

Hasta aquí se ha hecho referencia solo a una parte de la experiencia de Rutas de la memoria. Las expresiones recogidas permiten sospechar que un conjunto de particularidades, como la diversidad de los implicados, el papel de gestoras y gestores, de artistas y la lectura de lo que emergía a cada paso, pueden constituir claves entre las cuales se encuentra el poder de la imagen y su potencia comunicativa. Resulta pertinente Lederach, por este y por próximos ejercicios de memoria: “La complejidad de la experiencia humana aprehendida en una simple imagen y ello de tal forma que mueve a personas individuales y sociedades enteras. La verdadera genialidad de la imaginación moral es la facultad de tocar el arte y el alma de la cuestión”. Se infiere que ello es posible en tanto que artistas, la estética requiere de ciertas disciplinas: Hay que prestar atención a la imagen, escuchar atentamente lo central, confiar en la intuición y seguirla, observar las metáforas, evitar la confusión y el exceso de actividad, ver mejor el cuadro, hallar una belleza elegante allí donde la complejidad se encuentra con la sencillez. Imaginar el lienzo del cambio social (Lederach, 2007, 118). 

 

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Palabras clave:

Memoria, imagen, cuerpos, conflicto armado, arte relacional

 Referencias

Blair, E. (2011). Micropolíticas de la(s) memoria(s): El sentido político de la dignidad. Desde la Región (54), 20-30. Medellín. Corporación Región. Recuperado de http://www.region.org.co/images/publicamos/revista/DesdeN54.pdf

Garrido Lecca, J. H. Reseña de "La memoria, la historia, el olvido, 1. ed. en español" de P. Ricoeur. Persona, núm. 8, 2005, pp. 205-210 Universidad de Lima Lima, Perú. Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=147112816011

Hoyos, M. (2001). La piel de la Memoria: Barrio Antioquia: Pasado, Presente y Futuro. Medellín, Corporación Región, 2001.

Lederach, J.P. (2007). La imaginación moral. El arte y el alma de construir la paz. Bilbao: Colección Red Gernika.

Mosquera, J. Ciudad para la vida. Medellín todos por la vida. Por la alegría de palpitar. Juan Mosquera, página 5. Disponible en este enlace.

Riaño, P., Lacy, S. y Agudelo, O. C. (2003). Arte, memoria y violencia. Reflexiones sobre la ciudad. Medellín, Corporación Región.

Restrepo Gallego, B. (2011). Justicia a los muertos o un alegato a favor del recuerdo moral. Desde la Región, (54), 31-36. Medellín: Corporación Región. Recuperado de http://www.region.org.co/images/publicamos/revista/DesdeN54.pdf

Sierra, J. (2014). Sistematización “Rutas de la memoria” Una manera innovadora de hacer memoria en Medellín”.

 


1En un primer momento, en las actividades de Mayo por la Vida de 2013, esta propuesta se llamó Bus de la No Violencia. Posteriormente, se hizo el cambio a Rutas de la memoria, un nombre más acorde con el espíritu y la filosofía de la propuesta.

2Este proceso está documentado. Ver Hoyos, M., 2001.

3La Piel de la Memoria, en el barrio Antioquia, fue un proyecto interinstitucional iniciado en el marco de pactos de paz para intervenir el conflicto barrial que se presentaba allí, de la mano de la Oficina de Reconciliación para Medellín. A partir de 1997 es asumido por un comité interinstitucional del que hacen parte la Corporación Región, Presencia Colombo Suiza, Departamento de Cultura y Bibliotecas de Comfenalco y la Secretaría de Educación de Medellín. El centro del proceso fueron procesos de formación y de recuperación de la memoria.

4El grupo de gestores y gestoras de la memoria estuvo conformado por: Carmen Aleida Correa Restrepo, Eber Shneider Pineda Zapata, Hirlén Pineda Zapata, Ligia del Socorro Vásquez Rendón, Luz Danelia Guarín Ocampo, Luz Dary Ospina Bastidas, María Viglenisa Campuzano Gil, María Eduviter Cárdenas, Óscar de Jesús Álvarez Yépez, María Victoria Úsuga Villa y Yolanda Perea Mosquera.

5Alejandra Patricia Caicedo Bernal, Diego Alexánder Villada Orozco, Jhony Alexánder Correa Mejía y Miguel Ángel Úsuga Prada. Los cuatro han participado de tiempo atrás en diversas propuestas de arte urbano con la Galería de Arte del Colombo Americano.

6Voluntarias de la Universidad Pontificia Bolivariana.

7Este tema es desarrollado con amplitud en Riaño, P., Lacy, S. y Agudelo, O. C. (2003).

8Ver Manifiesto de Mayo por la Vida en este enlace.

9Para aproximarse a esta manera de entender la memoria, véase Blair, E. Micropolíticas de la(s) memoria(s): El sentido político de la dignidad. En: Revista Desde la Región N° 54. Medellín, Corporación Región, noviembre de 2011. Pp. 19-30.