El poder político y el interés electoral desequilibran de alguna manera, seguramente porque la política reducida a la popularidad se tomó el gobierno y porque la mediatización signó el ejercicio de la política en un mundo efímero y altamente emotivo. Otros análisis y las explicaciones del gobierno local —que rayan en excusa— hablan de algo cíclico o de la desestabilización de unas redes criminales por la presión del Estado.
La clase política en crisis, la corrupción en ascenso y las mafias son las amenazas, pero nuestra utopía de seguridad ciudadana es que la violencia no encuentre vulnerabilidades en las cuales instalarse y ser rentable. Es decir, nuestra utopía es que las amenazas no importen, precisamente porque necesitamos romper círculos viciosos con círculos virtuosos: desprestigiar la violencia para perder el miedo, perder el miedo para actuar en contra de las injusticias y aumentar la movilidad y la movilización.
Son tan pocos los jóvenes que ocasionan la violencia intolerable en Medellín, que pretender que un cambio cultural toque esa minoría ínfima de las bandas es poco estratégico. La vulnerabilidad que se quiere resolver es la de una cultura que genera muy bajos costos culturales y morales al homicida: la primera fase es transformar el entorno moral y cultural en donde surge el arquetipo del asesino, instalando o incrementando la sanción moral por parte del hermano, hermana, pareja, madre de alguien que probablemente juegue un rol de matón.
Lo que nos pasa es que todos: academia, gobierno, políticos, taxistas, empresarios, tenderos, etc., compartimos los límites de lo impensable: no nos cabe en la cabeza un vecindario que sanciona a 15 violentos que decretan “toque de queda”. Desde la filosofía de la no violencia tendríamos que condenar incluso que se maten entre ellos.
Pero en esta ciudad hemos sido indiferentes a los homicidios, fue nuestra forma de salir del crispamiento en los periodos críticos de violencia, echando mano de lo que éramos: una cultura de individualismo familiar y baja experiencia de ciudadanía (cooperación con el desconocido).
La trasformación cultural es el terreno del símbolo, del gesto, de la morada material y las condiciones objetivas para los cambios. Los espacios nos definen, nos renuevan y los refugios son en realidad los vínculos o la amistad.
Seguro la mejor forma de unir cultura y condiciones objetivas es la institucionalidad; ella es acuerdo, condiciones, negociación y derechos. Necesitamos un buen gobierno, una mejor clase política y debemos insistir en ello recorriendo el mismo camino cultural de fortalecimiento ciudadano, pues Medellín ha sabido generar institucionalidad desde las organizaciones civiles. Tenemos que unirnos una vez más para modular y cuidar las instituciones estatales, para recuperar espacios cuadra a cuadra y generar la consciencia expresiva de la ciudad.
Propuesta
Todavía cuando se incrementa la violencia en un territorio, volvemos a polemizar sobre la militarización, un debate que parece está perdido -por fuerza o por simple mayoría- para quienes estamos convencidos que es un retroceso poner al Ejército Nacional en funciones de policía. No obstante, en Colombia hemos avanzado en una discusión: que la profesionalización de cualquier cuerpo armado del Estado, va de la mano del respeto por los Dd.Hh Hablamos entonces del debido proceso; si ya hay Ejército en nuestras calles tenemos que repetir y exigir hasta el cansancio, el buen trato a los jóvenes populares y demandar una evolución permanente de la Policía.
Creemos que esta institución es parte esencial para resolver el problema de la violencia desde una lógica territorial y estamos convencidos que hay aspectos a proteger de la Policía colombiana pues está en riesgo; ésta tiene que ser una discusión primordial en los postconflictos, (porque son varios) además de las gestas por la reducción de la violencia: bienestar, veeduría y una Policía para la resolución de conflictos y la protección, así como se ha avanzado en una Policía que desmantele organizaciones criminales, que está muy bien. Esta cuestión no se la podemos dejar a una clase política altamente desconectada de la ciudadanía.
Podemos recuperar cuadras generando entornos protectores, espacios libres y protegidos para la socialización de adolescentes que no esté entorpecida por un adulto ni mediada por un criminal.
Necesitamos superar la cobardía y ejercer la solidaridad más estratégicamente, generando programas robustos que involucren adolescentes sumidos en la violencia. Pero por un lado, es impopular gastar recursos en jóvenes equivocados o sin atributos, y por otro -aún más triste- se nos metió en la cabeza que las personas, adolescentes y jóvenes no cambian. Podrían construirse propuestas cuyo centro no sea lo monetario sino desterritorializar, y que no vayan en detrimento de otros programas para los jóvenes que no están implicados en la violencia.
El propósito es interrumpir carreras delincuenciales cada vez de forma más temprana, pero sobre todo apartar del territorio a adolescentes y jóvenes que van a ser asesinados. Requerimos “campamentos de colores”, opciones como heterotopías, lugares para soñar que se puede recomenzar y ponerse a salvo. Finalmente, precisamos campañas de comunicación que dignifiquen a la víctima de homicidio, acompañen el duelo y refuten ese correlato de ciudad en que se tiende a celebrar el asesinato de un ladrón de 17 años.
Hemos encontrado facilidad para aportar en www.instintodevida.org y www.nocopio.com, pero todas las campañas, acciones y movimientos ciudadanos de no violencia son fundamentales en Medellín; ojalá surjan muchas más iniciativas ciudadanas, en colegios, universidades y se involucren en serio los grandes medios -y no algunos periodistas y directivas-, los transportadores, los comerciantes y los empresarios.
Estamos convencidos que este es un tema que requiere expresión y discusión permanente. No podemos perder ni un día para desnaturalizar el homicidio.
-------------------------------------
1. La Fundación Casa de las Estrategias nació en el 2011 con la misión de la promoción del arte, la disminución de la violencia y la consecución de modelos de sostenibilidad. Apoya procesos de jóvenes y colectivos, además, es un centro de estudios y desarrollo de procesos de formación.