Opinión

Miércoles, 16 Octubre 2019 13:53

De ida y vuelta: retos para la educación en Medellín y Antioquia

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De ida y vuelta: retos para la educación en Medellín y Antioquia Cortesía

De plano es importante reconocer que nuestro principal desafío educativo no está, como se cree, en mejorar los puntajes de las pruebas estandarizadas. No podemos confundir los fines con los medios; la forma de medir el logro no puede ser el eje estructurante de una apuesta educativa, que como sociedad debemos construir.

Por: Juan Felipe Aramburo
Coordinador de Formación Educativa de Proantioquia

Es innegable que la educación hace parte de las agendas públicas y políticas de la ciudad y el Departamento. Sin embargo, la cantidad de discursos emergentes sobre “lo educativo” han hecho que la discusión se llene de gurús o recetas mágicas, en las que – desde muchas orillas- pareciera existir la solución perfecta. Lo problemático de esto, es que estamos buscando soluciones a un asunto que aún no tenemos claro.

De plano es importante reconocer que nuestro principal desafío educativo no está, como se cree, en mejorar los puntajes de las pruebas estandarizadas. No podemos confundir los fines con los medios; la forma de medir el logro no puede ser el eje estructurante de una apuesta educativa, que como sociedad debemos construir.

Pero primero reflexionemos sobre lo más básico: educación no es sinónimo de escuela. Basta con revisar la ley 115 de 1994 y su propuesta de educación como proceso de formación permanente, personal, cultural y social que se fundamenta en una concepción integral del ser humano, su dignidad, sus derechos y sus deberes. Es decir, que la educación es un proceso amplio, en el que lo escolar es un camino posible, y socialmente deseable, pero no el único.

Si hablamos en términos brutos, el sistema escolar cuenta con una matrícula de cerca del 20% del total de la población de Antioquia. Esto significa que, al hablar de educación, es necesario pensar en instituciones, procesos y escenarios de formación complementarios a la escuela: museos, bibliotecas o centros de ciencias, son espacios educativos, pero también lo son los parques, las calles, o ambientes virtuales como los que internet nos propicia.En general, el territorio es un ámbito para lo educativo, porque allí se despliegan prácticas de comunicación e interacción en las que permanentemente nos formamos, ya sea desde los contenidos que consumimos (o producimos), o desde la conversación y el debate con pares, como un ejercicio de formación política.

Ahora bien, si todos los espacios son -por lo menos potencialmente- educadores ¿Por qué insistimos tanto en la escuela?

Aunque la respuesta es extensa, quisiera plantear tres ideas que nos ayudarán posteriormente, a hilar algunos retos de lo escolar. Primera, es innegable que la escuela es un espacio para lo universal, desde donde se puede acceder a una serie de saberes que socialmente, consideramos legítimos y deseables y que en buena medida, condensan gran parte de los capitales culturales que como comunidad hemos venido construyendo. Segunda, la presencia de un mediador, la maestra y el maestro, facilita las prácticas de transferencia de estos saberes, en un ambiente pensado para aprender y socializar. Y tercera, la escuela es la única institución que a pesar del crudo conflicto, permaneció en la totalidad de los territorios. De allí la alta confianza que depositan en ella los antioqueños, siendo significativamente más alta la valoración de la escuela pública aquí, que en el resto del país.

Teniendo en cuenta lo anterior, voy a plantear ocho retos que considero debemos enfrentar y las propuestas que siento absolutamente necesarias para dinamizar la educación en nuestro territorio.

1. Reconocer el valor contextual de la escuela y descartar la idea de que las soluciones estandarizadas, van a funcionar en todos los lugares; justamente, el hecho de la diversidad de culturas y formas de pensamiento, hacen que la educación, sus metodologías y mediaciones deban ser adaptadas.

2. Dar voz al magisterio como productor de saber pedagógico; posicionar su experticia y permitir la creación de redes que favorezcan el intercambio de prácticas.

3. Fortalecer liderazgos en los equipos directivos como articuladores de las propuestas educativas institucionales, en el marco de procesos de aprendizaje permanente.

4. No confundir los fines con los medios: posicionar un trabajo responsable e intencionado que no vaya en función de los puntajes en las pruebas, sino en verdaderas metas de gestión institucional, que son distintas en cada localidad.

5. Promover la pluralidad en la escuela como patrimonio colectivo, valorando y alentando procesos de reconocimiento de la diversidad sexual, la interculturalidad y la migración, entre otras.

6. Situar los programas de formación docente en la realidad de las comunidades académicas, llevando hasta las escuelas, ofertas concertadas con los equipos pedagógicos, y no solo a espacios de capacitación artificiales y descontextualizados.

7. Tener presente que la cobertura, sobre todo en la ruralidad, no está resuelta: reforzar los modelos de formación para estos contextos, incluido el acompañamiento situado al personal docente.

8. Profundizar en la educación media, los procesos de formación en los proyectos de vida de la población juvenil, ampliando el panorama de posibilidades y oportunidades, tanto en lo académico como en otras opciones de elección personal.

Claramente, en esta propuesta privilegio la comprensión de la calidad educativa como proceso, en el que la escuela es un lugar de formación pero también, de hospitalidad donde maestras y maestros son mediadores capaces de acompañar la construcción de ciudadanías críticas: reflexivas sobre sus territorios; críticas con sus realidades; y propositivas frente a la agencia que permitirá el bien-estar propio y de sus comunidades.

Creo profundamente, que ni los retos de la educación ni la forma de enfrentarlos se deben enunciar desde escritorios, sino desde conversaciones de ida y vuelta con las comunidades, que encuentran en la educación, múltiples maneras de favorecer su cohesión, diversidad y bienestar.