El 28 de junio del 2022 un día histórico para Colombia, la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición entregó a la sociedad colombiana su Informe Final, en él se condensan cerca de cuatro años de trabajo cuyo objetivo fue esclarecer lo sucedido en el marco del conflicto armado y recomendar al país una serie de medidas para el cese y no repetición de las violencias. El informe y el legado que también entrega la entidad, a través de una transmedia en su página web, se constituyen en el cumplimiento del compromiso firmado en el Acuerdo de Paz y en un llamado a reconocer lo sucedido y su importancia para poder transformar nuestro futuro.
Este informe se suma a otros ejercicios de esclarecimiento y de reconstrucción de memoria como el ¡Basta Ya!, los producidos por el Centro Nacional de Memoria Histórica, universidades y centros de pensamiento del país. Estos trabajos recogen los esfuerzos de la academia, el Estado y sobre todo, de la sociedad civil, por comprender lo que nos ha pasado. En sus más de cuarenta meses de mandato, la Comisión de la Verdad reconoció este camino y se concentró en buscar respuestas a preguntas que parecían simples, pero que albergan la complejidad de lo sucedido: ¿qué nos pasó?, ¿por qué pasó?, ¿quiénes se beneficiaron de la violencia?, ¿qué tenemos que hacer para que la violencia no se siga repitiendo?
El equipo de la Comisión, conformado por más de 700 personas de todos los departamentos del país, inició sus labores en 2019, escuchando a víctimas, responsables, familiares y testigos de lo ocurrido. Recorrió calles, ríos, senderos, montañas, playas, manglares; oyó historias profundamente dolorosas y descubrió también, la fortaleza de quienes sobreviven y resisten. Se enfrentó a una pandemia inédita en la historia de las comisiones de la verdad en el mundo. Se encontró de frente con las dificultades de plantear diálogos entre improbables y, a pesar de ello, logró que los contrarios dialogaran. A través de los encuentros por la verdad, la Comisión posibilitó que víctimas y responsables se vieran en su humanidad, que la sociedad colombiana empezara a comprender la valentía de reconocer lo hecho durante la guerra, y la dignidad de las víctimas para afrontarlo. Se avanzó en ese camino arduo que implica mirarnos a los ojos y reconocernos en esa historia de horror que hemos vivido.
La Comisión de la Verdad escuchó y comprendió los impactos del conflicto armado desde miradas diferenciales. Resaltó las voces de mujeres, personas LGBTIQ+, de niñas, niños y adolescentes, de pueblos indígenas, palenqueros, afrodescendientes, raizales y romaníes. Inició procesos territoriales alrededor de la memoria y la verdad, algunos de ellos inéditos, como sucedió con los pueblos étnicos. Fomentó la convivencia y la no repetición en compañía de actores y organizaciones sociales y, finalmente, desde esos procesos de escucha profunda, escribió un Informe que aspira a transformarnos como sociedad.
En diez capítulos, una declaración por la paz grande y una transmedia llena de materiales pedagógicos, comunicativos y reflexivos, la entidad nos presenta distintas aristas de lo sucedido en más de medio siglo de historia; a través de las cifras del conflicto armado nos confronta con dimensiones escabrosas del dolor, nos muestra un ejercicio polifónico de voces que narran lo sucedido y las formas en las que se resistió, y nos propone reflexiones para la no repetición de la violencia.
Este informe es histórico. También lo es nuestro papel como sociedad civil que apoya la construcción de paz y que hoy, ante la entrega de este legado, tiene varios retos que afrontar, pues como lo han recordado los comisionados y comisionadas de la verdad en múltiples espacios, el Informe Final es una puerta que se abre, es decir, es un punto de partida para seguir profundizando en lo que sucedió y para escribir una nueva historia.
Como sociedad civil, nuestra tarea es apropiarnos del Informe Final y del legado de la verdad. Esto implica leerlo, explorar los materiales producidos, reflexionar sobre lo acontecido y, a partir de allí, proponer debates sobre esa historia y la que estamos construyendo. Apropiarnos del informe también puede significar el desacuerdo con sus planteamientos o la identificación de vacíos o sesgos, lo cual es legítimo y debe hacer debate democrático. Pero esto solo será posible si lo estudiamos y asimilamos a profundidad y lo ponemos en diálogo con otros. Para hacer una lectura crítica del informe no es suficiente lo que nos ofrecen los medios de comunicación, las redes sociales o los comentarios generalizados y cargados de lugares comunes (no perdamos de vista que algunos de ellos por acción u omisión, han tenido parte en este conflicto, como víctimas o testigos silenciosos), es por ello que urgen espacios de deliberación colectiva en los que la palabra constructiva tenga todo el protagonismo.
Otro reto que tenemos como organización, es darle vida al legado de la Comisión de la Verdad a través de la participación en la Red Aliada, una instancia creada para que distintos sectores de la sociedad mantengamos viva la agenda de la verdad en Colombia, y que sus frutos se conozcan en distintas regiones del país y por diferentes generaciones. Estamos llamadas a pensar y diseñar pedagogías para la verdad y la memoria que fortalezcan la idea de la verdad como un bien público y del derecho a saber para sanar. En este punto, las estrategias comunicativas deben ayudar a que el Informe sea accesible a distintos sectores de la sociedad, que su contenido se conozca y sirva para sanar las heridas del conflicto y provocar nuevos comienzos.
En cuanto a las recomendaciones para la no repetición, es fundamental el seguimiento y la veeduría para que estas medidas se acojan por parte del gobierno nacional y los gobiernos regionales y locales. Debemos rodear al Comité de Seguimiento de la Comisión de la Verdad, acompañar a la Justicia Especial para la Paz y a la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas, y continuar hablando de paz durante los próximos comicios electorales en municipios y departamentos. Necesitamos voluntad política y compromisos reales para materializar las medidas de no repetición, y en esto, las organizaciones sociales tenemos mucho que aportar, gracias a nuestra experiencia en procesos de incidencia política. Ahí también está nuestro compromiso con la verdad.
“¿Cómo nos atrevimos a dejar que pasara y cómo nos podemos atrever a permitir que continúe?”. Esta fue una de las frases pronunciadas por Francisco de Roux en la entrega del informe que más resonancia ha tenido. Y no hay que entender este llamado como una suerte de culpa colectiva y homogénea, sino como una invitación contundente a pensar en el entramado social, cultural y político en el que estos hechos, tan dolorosos, se han desencadenado. También nos invita el Padre de Roux “a sanar el cuerpo físico y simbólico, pluricultural y pluriétnico que formamos como ciudadanos y ciudadanas de esta nación”. Estas son algunas de las reflexiones que debemos continuar alimentando desde las organizaciones de la sociedad civil.
Finalmente, Región reconoce la labor realizada por la Comisión de la Verdad y su importancia para garantizar los derechos de las víctimas a la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición. Hemos tenido la oportunidad de presenciar el trabajo dedicado y comprometido de los comisionados y las comisionadas, de los equipos de Antioquia y Eje Cafetero y de muchas de las personas que le entregaron al país, a través de la Comisión, estos años de sus vidas. Toda nuestra gratitud y confianza en lo recogido. Su labor ha sido –y seguirá siendo– vital para generar reflexiones que nos permitan reconstruirnos y trazarnos nuevos caminos.
Tal como lo hicimos durante estos años de mandato, aquí seguimos con toda la disposición para continuar trabajando por la construcción de paz en el país. Nos unimos a la Comisión y a todas las voces que hoy afirman con esperanza: Hay Futuro si hay Verdad.
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Les invitamos a visitar el sitio web donde están alojados los informes que entregó la Comisión de la Verdad: https://www.comisiondelaverdad.co/hay-futuro-si-hay-verdad