Opinión

Sábado, 25 Noviembre 2023 15:14

Las violencias contra las mujeres en las organizaciones sociales: un 25N para mirar hacia adentro

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La violencia contra las mujeres en las organizaciones sociales La violencia contra las mujeres en las organizaciones sociales Corporación Región

"...este 25N reiteramos que la eliminación de todas las violencias contra las mujeres seguirá siendo un propósito institucional del que nos ocuparemos articuladamente con nuestro equipo de trabajo y nuestra base asociativa, y que continuaremos promoviendo en todos los espacios sectoriales de los que participamos."

La conmemoración del 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres surge en 1981 en el marco de la primera conferencia Feminista de América Latina y el Caribe realizada en Bogotá, como un homenaje a las hermanas Mirabal y su lucha contra la dictadura de Trujillo en República Dominicana. A partir de ese momento, muchas organizaciones de la sociedad civil nos hemos sumado a la conmemoración de esta fecha visibilizando cifras y casos que revelan la persistencia de las distintas formas de discriminaciones contra las mujeres en todas las esferas sociales.

Así mismo, hemos liderado diversos procesos para prevenir, denunciar y eliminar las violencias contra las mujeres, disponiendo nuestras capacidades y recursos en una labor que consideramos fundamental. Como suele suceder cuando las luchas son genuinas, las reflexiones y acciones que realizamos con diferentes sectores y actores fueron permeando, poco a poco, las dinámicas internas de las organizaciones, llevándonos a cuestionar algunas de nuestras prácticas.

En general, las organizaciones sociales tenemos una apuesta por el bien común, la justicia social, la garantía de derechos, la vida digna, la igualdad, la democracia y la paz, postulados desde los cuales construimos nuestros discursos y actuaciones. Sin embargo, como cualquier colectivo humano, no siempre logramos coherencia entre nuestro proceder interno y las apuestas que promovemos públicamente. Y en lo relacionado con las violencias contra las mujeres, nos encontramos frente a un campo en el que se evidencian contradicciones y debilidades.

El coraje de muchas mujeres que se aventuraron a poner estos debates, enfrentándose a ambientes hostiles, y la valentía de las que han denunciado los hechos que las han afectado, ha posibilitado que dirijamos la mirada hacia adentro y reconozcamos que en las organizaciones sociales también se presentan casos de maltrato, discriminación, acoso y abuso sexual contra las mujeres, y que van acompañados de abuso de poder, silencios y complicidades colectivas.

Quienes integramos estas organizaciones también hacemos parte de una sociedad patriarcal, por lo que no es extraño que reproduzcamos prácticas machistas en los entornos laborales. Sin embargo, un eje central de la reflexión implica reconocer que en la cultura institucional de muchas de estas entidades, se conjugan ciertos factores que han favorecido y naturalizado situaciones y acciones que hoy reconocemos como violencias contra las mujeres.

Uno de esos factores está relacionado con las luchas políticas y los activismos sociales que dieron origen a un grupo significativo de estas instituciones, desde los cuales se han privilegiado características que socialmente han sido atribuidas a los hombres: las posiciones radicales, el tono alto y enfático, el debate fuerte o la representación pública, lo cual llevó a que durante muchos años los principales cargos de liderazgo estuvieran en cabeza de los hombres, mientras que las mujeres fueron menos relevantes, visibles y escuchadas.

A esto se suma el ideal de construir ambientes laborales distintos, más libres y menos formales, lo que si bien ha facilitado el desarrollo de muchos procesos, también ha llevado a que se establezcan escenarios de trabajo menos regulados, donde fácilmente se pierden los límites entre las relaciones personales y laborales, diluyendo las responsabilidades que tienen quienes asumen la orientación de personas y equipos, facilitando así situaciones que desembocan en acosos o, incluso, en abusos sexuales.

Con el tiempo, algunos casos han salido a la luz pública, otros siguen ocultos. En algunas ocasiones se ha dado un manejo adecuado a estas situaciones, pero la mayoría de las veces no ha sido así. Frente a esta realidad, muchas organizaciones hemos asumido la reflexión interna con la seriedad y rigurosidad que amerita, disponiéndonos a escuchar, a entender, a reparar lo que sea posible, pero, sobre todo, comprometiéndonos a transformar aquellas prácticas institucionales nocivas que generan, posibilitan o invisibilizan las violencias contra las mujeres en nuestras organizaciones.

Los espacios de conversación que hemos abierto en torno a este tema nos han permitido reconocer violencias físicas, sexuales, psicológicas, epistémicas, políticas y simbólicas. Hemos escuchado a muchas compañeras develar sus historias, hemos vuelto sobre aquellos relatos que tantas veces nombramos como seducción y que hoy resignificamos como abuso, y, sobre todo, estos encuentros nos han permitido decir que sí, que es cierto, que esto nos ha pasado y que es responsabilidad de las organizaciones que no siga ocurriendo. Nos ha acompañado el dolor y la vergüenza, pero también el compromiso inquebrantable con el derecho de todas las mujeres a tener una vida libre de violencias, el cual pasa por la posibilidad de desarrollar su trabajo en condiciones dignas y seguras.

Región es una de las muchas organizaciones sociales que ha asumido un compromiso ético y político con la eliminación de todas las violencias contra las mujeres en su espacio laboral. Sabemos que este es un camino complejo, que siempre tendrá nuevos retos, que nos falta mucho por entender y por hacer. Por esto, nos hemos dado a la tarea de elaborar e implementar distintos instrumentos, políticas y protocolos que nos permitan identificarlas, prevenirlas, atenderlas, sancionarlas y construir una cultura organizacional cada vez más responsable con este tema.

De igual manera, nos hemos dispuesto a implementar, al lado de otras organizaciones, acciones conjuntas de transformación que nos fortalezcan como sector social. Valga mencionar el trabajo realizado por la Corporación Viva la Ciudadanía, que este año lideró una propuesta de elaboración de lineamientos para la prevención y atención a violencias basadas en género para plataformas y/o redes de organizaciones sociales de Antioquia; un ejercicio que posibilitó ampliar y profundizar muchas de las reflexiones que en Región, y en otras organizaciones cercanas, veníamos adelantando.

Todas estas son conversaciones difíciles, pero necesarias y urgentes. Estamos convencidos que poner estos temas en el debate público y darles la relevancia que tienen debe ser un compromiso de las organizaciones que creemos y defendemos los derechos humanos y la democracia; por eso, este 25N reiteramos que la eliminación de todas las violencias contra las mujeres seguirá siendo un propósito institucional del que nos ocuparemos articuladamente con nuestro equipo de trabajo y nuestra base asociativa, y que continuaremos promoviendo en todos los espacios sectoriales de los que participamos.