Por: Óscar Alarcón Castro
Empleado Corporación Región
El anuncio de un Nuevo Acuerdo entre el Bobierno Nacional y las Farc reafirma la esperanza en un futuro más democrático, más equitativo, más justo y, sobre todo, nos permite seguir soñando con un país en paz. Cuando hablamos de futuro surge la pregunta por el papel que ha jugado la juventud colombiana, más de 12 millones y medio de jóvenes habitantes de territorios urbanos y rurales, espectadores, protagonistas y víctimas de esta guerra que por décadas hemos padecido.
En el limbo que dejó el resultado del plebiscito del pasado 2 de octubre ganó protagonismo un movimiento juvenil que defendió con determinación y coraje la salida negociada al conflicto armado. Desde distintos sectores sociales vinculados a la academia, a partidos políticos, o simplemente jóvenes que creen sin reparos en la paz, salieron a las calles a exigir respeto por lo alcanzado en años de trabajo en las negociaciones de La Habana.
Lo sucedido en estos días puso en evidencia que en campos, aulas, parques, bares, calles y escuelas, existen mujeres y hombres que entienden el deber histórico que tienen con Colombia. Muchos caminamos exigiendo ¡Acuerdo Ya! alentados por la convocatoria que la juventud nos hizo. Nos tomamos las plazas y marchamos para acompañar el reclamo de estos hombres y mujeres que decidieron escribir la historia con su visión de futuro.
Durante semanas de trabajo sostenido, de deliberación valiente y democrática, pusieron la voz en los escenarios indicados para que sus propuestas y exigencias fueran escuchadas. Colombia necesitaba una fuerza que aglutinara los reclamos de quienes siempre creímos en la salida negociada y esa fuerza llegó de la mano de esta juventud que se la jugó por defender los acuerdos.
Tal como sucedió en 1990, en un momento de profunda convulsión para el país, cuando el movimiento estudiantil lideró la propuesta de la Séptima papeleta, cuyo resultado fue la convocatoria a una Asamblea Constituyente, así mismo el movimiento de jóvenes se convirtió en guardián e impulsor de un nuevo acuerdo de paz; enorme labor que seguramente la historia les reconocerá.
¿Qué viene ahora? Tal vez la tarea más importante que ha tenido la sociedad colombiana en las últimas cinco décadas: nos corresponde, teniendo como punto de partida lo acordado entre el Gobierno y las Farc, construir un futuro de paz para Colombia. ¿Pero cómo pedirle a una joven que crea en la construcción de la paz, si la mitad de los desempleados del país son menores de 29 años? ¿Si en sus veredas son escasas las posibilidades de educación y peor aún las de trabajo? ¿Qué debe cambiar para que los más de 12 millones y medio de jóvenes puedan construir, vivir y disfrutar un mejor país?
Lo que se ha discutido en el proceso de negociación es crear otra perspectiva social y económica para Colombia que permita generar condiciones que eviten la reproducción de la injusticia y la inequidad, germen de la violencia en nuestros campos y ciudades. Una nueva perspectiva en la que mujeres y hombres puedan acceder al goce efectivo de todos sus derechos.
Si las propuestas consignadas en el Nuevo Acuerdo se hacen realidad, si en el campo cada quien recibe lo que se merece, si aseguramos la no repetición y la reparación para las víctimas, y si logramos la democratización real de la participación política, seguramente llegarán los días por los que miles de jóvenes han trabajado y con los que muchas personas han soñado.
Fortalecer la lucha popular, estudiantil y política será clave para garantizar la implementación de los . Es tiempo de que los jóvenes se hagan cargo de construir el país que han imaginado y que merecen. Muchas iniciativas han fracasado, pero este momento histórico es propicio para escribir la victoria definitiva, la victoria de la democracia, la victoria de la paz; como decía el maestro Héctor Abad Gómez: “cuando existe una estrategia, cuando se tiene un fin no personal, pueden perderse, aparentemente, todas las batallas, pero ganar la guerra. Cuando se combate por un ideal, por algo que no necesariamente beneficie a la persona que lucha, ninguna derrota es definitiva”.
La Juventud, con su ímpetu y convicciones, no dará marcha atrás, el espíritu democrático que contiene su lucha logrará expandirse a todos los sectores sociales que seguimos creyendo en un mejor país. ¡En una Colombia en paz!