Opinión

Miércoles, 05 Julio 2017 21:19

Editorial: Desde "Medellín Cómo Vamos", preocupantes señales de estancamiento o retroceso que hay que tomarse en serio

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Foto: Óscar Alarcón Foto: Óscar Alarcón

El panorama que presenta el informe Medellín Cómo Vamos es bastante preocupante en términos del desarrollo de la ciudad; en algunos casos, hay francos signos de retroceso.

Medellín Cómo Vamos (MCV) es una alianza creada en 2006 con el objetivo de hacer evaluación y seguimiento a la calidad de vida de Medellín; de ella participan instituciones como Proantioquia, la Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia, El Colombiano, la Universidad Eafit, Comfama y Comfenalco. Sus informes han sido una voz metódica, persistentente y autorizada en el seguimiento a la marcha de la ciudad y un referente para la administración municipal.
Hace un par de semanas publicaron el Informe de Calidad de Vida 2016, que tiene como propósito la lectura de indicadores basados en fuentes oficiales. El panorama que presenta es bastante preocupante en términos del desarrollo de la ciudad; en algunos casos, hay francos signos de retroceso. Algunos de los más críticos son:

  • Medellín redujo su inversión total en $435.000 millones entre 2015 y 2016. Esta es una inversión similar a la de siete años atrás.
  • Fue especialmente alta la reducción en equipamiento ($152.000 millones), salud ($50.692 millones), atención a grupos vulnerables ($53.659 millones) y seguridad ($62.290 millones).
  • La atención a la pobreza extrema bajó en $32.000 millones y la protección integral a la primera infancia bajó casi $13.000 millones.
  • Permanecen por fuera del sistema educativo aproximadamente 9000 jóvenes entre los 15 y 16 años, sin mayor cambio frente al año 2015.
  • En materia de seguridad, precisamente el terreno que ocupa la mayor atención de la administración, los resultados no son los esperados. En 2016 aumentaron los homicidios (6,8%), el número de secuestros (100%), el porcentaje de personas víctimas de extorsión (1,9% a 2,6%); hubo un crecimiento del 26,7%, en seis delitos: hurto en vía pública, robo de motos, robo de carros, hurto a residencias, hurto a establecimientos comerciales y a entidades financieras.
  • Los temas de paz y derechos humanos y convivencia familiar sufrieron una reducción de la inversión en términos reales entre 2015 y 2016 y participan con menos del 10% de la inversión en el campo de la seguridad.
  • La inversión en vivienda se redujo en $37.962 millones (2,4% del total del presupuesto de inversión en 2015 a 1,6% en 2016).
  • La inversión en movilidad disminuyó un 8,1%
  • La inversión municipal en promoción del desarrollo fue la menor desde 2008: pasó de $105.424 millones a $89.238 millones (esto es del 3,4% de la inversión municipal al 3%, entre 2015 y 2016).

Si bien el informe no toca otros asuntos que han sido también tema de preocupación para la Corporación Región y otras organizaciones como la inversión en la cultura, la participación ciudadana, la atención a las víctimas, entre otros, el panorama es poco alentador. Se trata no solo de un problema de recursos1, sino de prioridades en la inversión y, especialmente, de eficiencia en la gestión pública. Según Medellín Cómo Vamos avanzar en estos indicadores “implicará un cambio en el modelo de gestión de lo público”; esto es, una gestión más activa de los recursos municipales, una evaluación técnica del impacto atendiendo resultados, un mayor conocimiento del territorio de la mano de una comunidad y un trabajo de mayor articulación interinstitucional en el ámbito metropolitano. En otras palabras, aunque pareciera obvio, no se trata solo de invertir recursos sino de hacerlo bien y a tiempo, en los campos realmente prioritarios y en medir su impacto en la transformación real de la vida y los problemas de la ciudad. Y hacerlo de mano de la ciudadanía; aquí, como ya se ha señalado en anteriores editoriales, la actitud soberbia y la falta de disposición a la escucha no es buena consejera.

Llama la atención que un informe de este tipo, contundente en las cifras y en el análisis, no haya suscitado mayores explicaciones por parte de la administración y tampoco, hay que decirlo, opinión pública y reacción ciudadana. Lo que la ciudad pierde, lo que está en riesgo, no es la reputación de un gobernante o de una administración, es la calidad de vida de una ciudad que se ha preciado de revertir el sino de la violencia de los años ochenta y noventa con un modelo de gestión que dio prioridad, entre otras cosas, a la cultura, a lo social, al territorio, a la participación.

Las luces de la popularidad tienden a obnubilar. Pero la realidad es que Medellín no va bien. Los altos porcentajes de favorabilidad en la percepción ciudadana del alcalde Federico Gutiérrez no debieran actuar como obstáculo para prender las alarmas y hacer los correctivos necesarios. Por el contrario, debería ser este su principal capital si lo que se pone en el centro es avanzar sobre lo ya ganado en pro del bienestar de la ciudad.


PD: El panorama de la ciudad se vuelve aún más gris con la detención de Gustavo Villegas, secretario de seguridad. Como siempre, debemos acatar el criterio de presunción de inocencia y dejar que la justicia actúe. Pero más allá de lo penal está su dimensión política, su impacto en la confianza en lo público y las instituciones. Frente a esto, la ciudad necesita claridad y transparencia en las explicaciones de su máxima autoridad. Estamos a la espera.

1Sobre el porqué de esta caída el informe explica: a) Caída de las transferencias de EPM (pasando de $1.048.000 millones a $816.000 millones). B). Caída en los ingresos propios sin transferencias de EPM en un 6%. C). Crecimiento en el pago de deuda (creció un 100%) pasando de $138.000 millones a $278.000 millones.