El inicio de 2018 no fue bueno para Medellín. Varias situaciones nos siguen alertando sobre problemas que desafían la ciudad y que, a nuestro modo de ver, requieren atención y debate ciudadano: el número de personas asesinadas, la estrepitosa caída en el Índice de Gobierno Abierto, el cambio en la dirección de la Unidad Municipal de Víctimas y las razones expuestas por la Administración para justificarlo.
Si bien compartimos el espíritu del informe de seguimiento del Instituto Kroc, que considera este como uno de los procesos de paz con el porcentaje de cumplimiento más alto en menos tiempo en el mundo; pensamos que su implementación presenta graves problemas que pueden hacer fracasar este importante esfuerzo de democratización.
El futuro de la ciudad requiere una acción conjunta urgente. Necesitamos que los sectores empresariales, gremiales, académicos, organizaciones sociales e institucionalidad pública se sumen a esta iniciativa.
Queremos que este informe sea un homenaje y un reconocimiento a la dimensión pública del dolor, el sufrimiento y el coraje de las más de 132.000 víctimas que se contabilizan y de las otras tantas que por muchas razones, no se registran en estas cifras.
Estamos frente a lo que se configura como una situación de emergencia humanitaria para las víctimas y para toda la ciudadanía que también se ve afectada y que no puede seguir indolente ante la gravedad de lo que esto representa.
Se necesita un amplio debate ciudadano, no solo sobre la situación actual de seguridad, sino además sobre las características y condiciones de la negociación con los grupos criminales que operan en Medellín.
El panorama que presenta el informe Medellín Cómo Vamos es bastante preocupante en términos del desarrollo de la ciudad; en algunos casos, hay francos signos de retroceso.