Opinión

Martes, 05 Junio 2018 00:49

Paz, Estado Social de Derecho y Equidad. ¡Eso es lo que está en juego!

Valora este artículo
(0 votos)
Tomado de: Colprensa Tomado de: Colprensa

Lo que el país decida el próximo 17 de junio será vital para nuestro proyecto de sociedad.

Las elecciones no copan la totalidad de la vida política de un país ni indican cien por ciento lo que sigue para la sociedad. Pero en una democracia, son trascendentales e ineludibles.

Lo que se juega en la jornada del 17 de junio con la elección de un nuevo presidente de Colombia es, ni más ni menos, la posibilidad de avanzar en la construcción de un país en paz, el fortalecimiento del Estado Social de Derecho y el tránsito hacia una sociedad más equitativa.

Sobre los resultados la primera vuelta han circulado numerosos análisis. De cara a la segunda vuelta queremos resaltar cuatro asuntos que, a nuestro modo de ver, van a ser trascendentales en esta jornada electoral y pueden definir el devenir del país:

El primero, un hecho de la mayor importancia: fueron las primeras elecciones presidenciales realizadas después de la firma del acuerdo de paz con las Farc. Ni un solo hecho violento impidió que se votara pacíficamente. Ni un asesinato ni un acto de constreñimiento armado. Después de décadas en las que esto era lo usual, es bastante significativo; indica que sí es posible conseguir uno de los propósitos de la negociación del conflicto armado, que se callen las armas y se ejerza la política, empleando los mecanismos que ofrece la democracia para buscar transformaciones y concretar propuestas. Este logro hay que cuidarlo, fortalecerlo y preservarlo.

Segundo: aumentó considerablemente la participación electoral. Alrededor de dos millones de personas más acudieron a las urnas; se presume que buena parte corresponde al voto joven, lo cual expresa que las nuevas generaciones encuentran en la votación, una posibilidad de incidir políticamente en el país y esto es muy importante. El 46% de abstención sigue siendo un número alto y representa un gran reto para la democracia representativa. En este sentido, los esfuerzos porque más personas en todos los lugares del país puedan votar y sentir que su voto tiene sentido, tienen que mantenerse.

En tercer lugar, el voto de opinión, el voto libre y consciente, consecuencia de las reflexiones y las decisiones personales: el 27 de mayo cerca de diez millones, casi la mitad del electorado, se inclinó por tres opciones diferentes lideradas por Petro, Fajardo y De la Calle. Sin coacciones ni maquinarias, optaron por la paz, por un país sin corrupción, a favor de la ampliación de la democracia y por enfoques de desarrollo equitativo y sostenible. Este es el mejor de los resultados: una ciudadanía favorable al cambio, insatisfecha con la política tradicional y sus representantes, a quienes no ven como opción que augure un buen destino al país. Si bien la propuesta del Centro Democrático representada por Iván Duque capta también un importante voto de opinión que desde hace años se aglutina en torno a la figura de Álvaro Uribe, es evidente su coexistencia con la maquinaria de los viejos partidos, sin los cuales no es posible explicar su caudal electoral.

El cuarto aspecto es el de la agilidad en la presentación de resultados electorales. Antes y después de las elecciones circularon interrogantes y evidencias de irregularidades que, como ha señalado la Misión de Observación Electoral MOE, no son coyunturales y hablan de la fragilidad del sistema y de la necesidad de su reforma. No obstante, que casi dos horas después se hayan conocido los resultados es bueno para nuestra democracia. Las múltiples formas de veeduría y control ciudadano son claves en este resultado y tendrán que seguirse fomentando.

Así pues, para la segunda vuelta es fundamental mantener y ampliar estos cuatro logros: elecciones sin violencia, mayor participación, voto de opinión y agilidad y transparencia en el sistema electoral.

Lo que el país decida el próximo 17 de junio será vital para nuestro proyecto de sociedad. Tendremos que echar mano nuevamente de la conciencia, la libertad, la capacidad de discernir y analizar los programas contrastándolos con nuestra propia visión de país y, elegir entre las dos opciones que obtuvieron la mayor cantidad de votos: La de la Colombia Humana y la del Centro Democrático.

Desde la Corporación Región planteamos que hay asuntos de orden ético, político y programático centrales a considerar en esta decisión:

A nivel programático: el tema de la paz es relevante. No nos cabe la menor duda del avance cualitativo que significan los acuerdos de paz y el grave riesgo que corre su implementación. Por eso, garantizar y propugnar por las reformas legislativas que se necesitan, honrar las promesas de verdad, justicia y reparación para las víctimas, trabajar por una cultura de paz y por la reconciliación es para nosotros central.

Frente al modelo de desarrollo: es imperativo avanzar hacia la disminución de las enormes desigualdades e inequidades existentes, reducir las grandes brechas que impiden el acceso a la educación, preservar el derecho a la propiedad y su función social, el cuidado de la naturaleza, los temas socio ambientales y de desarrollo rural, así como el combate irrestricto a la corrupción, también son claves en esta agenda.

Por último, es esencial defender y proteger la constitución del 1991 que consagra la institucionalidad propia del Estado Social de Derecho, garantiza la supervivencia de un Estado laico, no confesional, la separación y autonomía de las ramas del poder público, el respeto de los derechos humanos, los derechos sexuales, los derechos de las minorías; asuntos todos medulares, sobre los que no puede haber marcha atrás.

Las posturas frente a estos temas, definen el proyecto de sociedad que está en juego, de ahí la importancia de estas elecciones. Las propuestas de Colombia Humana y del Centro Democrático representan dos visiones distintas de país. Para quienes no se sienten representados en ninguna de las dos, un recurso válido de la democracia es el voto en blanco y expresa, en buena medida, nuestra radiografía política y sus perspectivas. El llamado es a poner en primer plano la sociedad que queremos y las posibilidades de transitar hacia ella.

Como lo hemos planteando en nuestra intensa campaña de pedagogía electoral, la tarea es seguir promoviendo el debate sin agresiones ni violencia, a conciencia, sin mentiras, sin estigmatización, con respeto y altura. Son estas actitudes y el peso de los argumentos lo que nos permitirá, sea cual sea el resultado, seguir avanzando en la construcción de un país incluyente y amable, donde podamos realizar los sueños de todos y todas.

¡Además, y sobre todo, contando con nuestras diferencias!