Opinión

Martes, 07 Noviembre 2017 12:35

¡Hacia un nuevo pacto colectivo de ciudad! A propósito del Seminario Medellín, ¿Pa' Dónde Vamos?

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El futuro de la ciudad requiere una acción conjunta urgente. Necesitamos que los sectores empresariales, gremiales, académicos, organizaciones sociales e institucionalidad pública se sumen a esta iniciativa.

El pasado 21 de octubre se realizó el Seminario Medellín, ¿Pa' Dónde Vamos? Este primer encuentro fue el resultado de conversaciones entre colegas de organizaciones sociales, iniciativas ciudadanas e instituciones académicas [1], en las que coincidimos en reconocer:

Que existe una preocupación compartida por el rumbo que está tomando la ciudad. Datos, percepciones y reclamos conforman un panorama que, por ahora, es simplemente un collage que debe ser integrado. Juntar las piezas, ponerles palabras y contenido resulta necesario para avanzar en la compresión de la situación.

Que las situaciones con las que describimos la ciudad de hoy no se explican desde el presente mismo; se han venido fraguando hace tiempo y para interpretarlas requerimos mirar hacia atrás. Preguntarnos dónde están los acumulados, los quiebres y los puntos de inflexión.

Y, finalmente, coincidimos en que este ejercicio tiene sentido de cara al futuro: ¿cómo mantener la apuesta por una ciudad democrática, más incluyente y con más oportunidades para sus habitantes?, ¿una ciudad que responda a un proyecto común, reconociendo la diversidad y la importancia de la alianza entre Estado, mercado y sociedad civil?

De estas reflexiones compartidas nace la iniciativa de este seminario, proponiendo una conversación inicial de la que participaron directa e indirectamente unas 400 personas con quienes reflexionamos en torno a siete asuntos que, en principio, preocupan hoy en el rumbo de la ciudad: cultura ciudadana, seguridad y convivencia, ciudad y territorio, gobernabilidad, medio ambiente e inclusión, participación ciudadana, víctimas, memorias y paz.

Desde la Corporación Región planteamos, para el debate, la siguiente hipótesis:

Estamos ante un vacío de proyecto colectivo de ciudad. La falta de espacios conjuntos de análisis, discusión y concertación sobre los intereses estratégicos de la ciudad y la región; la dificultad para encontrar un asunto que toque las fibras profundas de la sociedad y genere su movilización; y la autocomplacencia con los resultados de la transformación de la ciudad en lo que se ha conocido como el “Modelo Medellín”, han impedido ver los problemas que nos aquejan. Todo esto constituye un enorme obstáculo para comprender el reto más grande que tenemos hoy: la construcción de una ciudad democrática, equitativa y en paz.

Varias reflexiones nos llevan a este planteamiento:

1. Entre los años ochenta y noventa la ciudad vivió, sin duda alguna, una profunda crisis. La violencia llegó a su máxima expresión y nos obligó a reflexionar sobre sus causas y las posibilidades de cambio. Esto generó una enorme movilización social expresada en espacios como los Foros Comunales y los Seminarios Medellín Alternativas de Futuro, el Plan Estratégico para Medellín y su Área Metropolitana y los Congresos de Ciudad; y a nivel departamental, la Visión Antioquia Siglo XXI, el proceso constituyente para Antioquia y el Planea, entre otros. Fueron iniciativas en las que confluyeron múltiples sectores gremiales, empresariales, organizaciones sociales, academia, gobierno e instituciones locales y nacionales. Sin embargo, a pesar de la potencia de estos procesos, la posibilidad de pensar colectiva y estratégicamente la ciudad y la región dejó de ser una prioridad. Se cerraron espacios y se perdieron canales de comunicación, fragmentándose las miradas, los intereses y las apuestas de ciudad.

2. La vida se erigió, al unísono, como consigna convergente. Estaba claro para todos los sectores que la ciudad agonizaba y las apuestas educativas, culturales, urbanísticas, de movilización y participación tenían como horizonte la defensa de la vida y la dignidad. Y aunque hoy es evidente la disminución de homicidios, su descenso está estancado; hace varios años se congeló entre 500 y 600 muertes anuales, en lo que se ha denominado el “piso de cristal”. La pervivencia de organizaciones ilegales controlando territorios, los conflictos cotidianos resueltos violentamente por mano propia, la falta de continuidad de estrategias políticas en este campo y las respuestas institucionales que hacen eco de enfoques privatizadores de la justicia, explican en parte este resultado. Sin embargo, además de las valiosas expresiones de indignación de colectivos juveniles que no se resignan a que este sea el destino inevitable de un sector de la población, la verdad es que no se ha generado la respuesta social que esto amerita, lo que cuestiona profundamente la ética y la moralidad de esta sociedad. Y, además, genera una pregunta de fondo: si no es la defensa de la vida, ¿qué es lo que nos mueve hoy como ciudad?

3. La transformación de Medellín y la superación de la crisis ocasionaron un cambio rotundo en el imaginario social. Pasamos de ser la ciudad más violenta de Colombia y del mundo, a la ciudad que logró vencer la muerte y fraguar esperanza, en lo que se conoció como el “Modelo Medellín”. La disminución rotunda en las cifras de homicidio, las transformaciones urbanísticas, la movilidad, el fortalecimiento del movimiento cultural, nuevas formas de gestión de lo público y la promoción de múltiples espacios de participación ciudadana, entre otros, hicieron parte de este “modelo”. No obstante, asuntos como la desigualdad, la inequidad, la corrupción y el clientelismo, la falta de oportunidades para amplios sectores de la población, así como otras formas de exclusión como el sexismo y la discriminación étnica y de género, se mantuvieron. Pero la auto complacencia, el confort y los réditos económicos y políticos que ofrece este “modelo” han impedido reconocer la permanencia de estos problemas, el agotamiento de las fórmulas para abordarlos o la emergencia de nuevos problemas o reivindicaciones.

4. Lo que nos sucede como ciudad también es reflejo de un cambio drástico en el contexto nacional. En la década de los noventa, la Constitución del 91 produjo furor democrático. Creímos en las bondades de la formación, la movilización social y la institucionalidad democrática. Hoy, el contexto es otro. Como sociedad, enfrentamos el más grande de los retos: superar el conflicto armado por vías institucionales y al mismo tiempo, construir una cultura y una sociedad capaz de anidar la paz. Entendemos el acuerdo con las FARC y el proceso con el ELN como una oportunidad histórica de transformación democrática para profundizar el camino de la Constitución del 91, en medio de un contexto mundial de lo que algunos han denominado una crisis civilizatoria (con enormes incertidumbres sobre el sentido profundo de la democracia), de la que el país y la ciudad no son ajenos. Por eso, reinventar un proyecto de ciudad no es más ni menos que volver a llenar de sentido lo que significa una ciudad democrática y pacífica.

El futuro de la ciudad requiere una acción conjunta urgente. Necesitamos que sectores empresariales, gremiales, académicos, las organizaciones sociales y la institucionalidad pública se sumen a esta iniciativa. Medellín, ¿Pa' Dónde Vamos? es una propuesta de movilización ciudadana por un pacto democrático de ciudad, sin diluir ni eclipsar las responsabilidades particulares pero apostando a la construcción de un proyecto colectivo, diverso e incluyente.

Las organizaciones promotoras y quienes respondieron a este primer llamado nos comprometimos a suscitar y dinamizar este espacio de conversación [2] y esperamos que el 2018 sea un año propicio para esto.

 

[1] Hicieron parte del grupo impulsor de esta iniciativa: Universidad Eafit, Universidad Nacional y Universidad de Antioquia, Consejería Social, Confama, Alianza de organizaciones populares, Corporación Región. Pero en el camino se sumaron otras centros académicos, organizaciones sociales e iniciativas ciudadanas.

[2] En las próximas semanas estaremos circulando las relatorías y las presentaciones de María Teresa Uribe y Francisco de Roux, que alimentaron este encuentro.