Opinión

Martes, 18 Julio 2017 21:26

Morir ¿de amor? Una (de tantas posibles) mirada al feminicidio

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Morir ¿de amor? Una (de tantas posibles) mirada al feminicidio Foto: Cortesía

En lo que va del año en Medellín, los homicidios de mujeres han superado por 13 los que habían ocurrido el año pasado, entre enero y mayo iban 11 mujeres asesinadas.
De esas 24 mujeres asesinadas, hasta el 31 de mayo del 2017, la Fiscalía determinó que nueve fueron feminicidios. Esto, en contraste con los cuatro feminicidios del mismo periodo del 2016, significa un incremento del 125 por ciento.

Por: Ana Cristina Restrepo Jiménez
Columnista invitada
Profesora Eafit. Columnista El Espectador, El Colombiano. Panelista Bluradio.

“Una mujer no puede ser auténticamente ella en la sociedad actual,
una sociedad exclusivamente masculina, con leyes exclusivamente masculinas,
con jueces y fiscales que la juzgan desde el punto de vista masculino”

Casa de muñecas, Henrik Ibsen (1879)


Preso de un ataque de celos, Otelo mata a Desdémona. En el óleo “Unos cuantos piquetitos”, Frida Khalo se dibuja a sí misma asesinada, con su verdugo al lado; no es otro que su amor, Diego Rivera. En “Él”, la película del director Luis Buñuel, Francisco entra en la habitación donde duerme su esposa, Gloria; con hilo, aguja capotera y cuchilla de afeitar pretende coserle la vagina, asegurar que nadie penetrará en el cuerpo de su mujer.

Entre las citadas obras de Shakespeare (siglo XVII), Kahlo (1935) o Buñuel (1952) y el Código penal colombiano (vigente entre 1890 y 1936, el cual tipificaba el “crimen pasional”), no es muy evidente la transformación de las narrativas con respecto a las violencias en contra de las mujeres. La noción de feminicidio ni se había contemplado.

En el siglo XX, el feminismo, la revolución sexual y la liberación femenina, fueron algunas de las rupturas que plantearon una serie de cambios profundos en la sociedad, en su manera de aproximarse al género femenino. Uno de esos quiebres, especialmente abruptos para sociedades como las latinoamericanas, es el imaginario de las mujeres y la autonomía sobre su cuerpo, su libertad para amar.

Sociedades como la nuestra, todavía se ajustan a la idea de la libertad de la mujer, mientras que en sus entrañas se retuerce la premodernidad. Dicha autonomía sobre el cuerpo, la libertad para amar, es uno de los asuntos que más incomodan a la médula del machismo, que puede alcanzar extremos como la violencia de género y una de sus aberraciones supremas: el feminicidio.

El delito de "crimen pasional", fue abolido del Código Penal colombiano pero no así de la conversación diaria ni del lenguaje mediático. “El crimen pasional” se nutre de la autonomía del cuerpo femenino y del amor.

No hay un estudio científico ni sustentación académica que demuestre que esta premisa sea cierta, se trata de una afirmación intuitiva basada en la lectura de casos de prensa y de estadísticas de instituciones del Estado, que no se han preocupado nunca por buscar o rastrear ese origen de las violencias contra las mujeres.

¿Podemos pensar en el efecto de la autonomía que la mujer adquiere sobre su propio cuerpo como un desencadenante de actitudes machistas y de exclusión que pueden llevar al feminicidio? … ¿“Ella se lo buscó”?... Morir ¿de amor?

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La tesis doctoral “Crímenes pasionales en Colombia, 1890-1936”, de Oscar Armando Castro López (Universidad Nacional sede Bogotá), afirma: “En él [Código Penal de 1890], por ejemplo, se hace mención del homicidio de la mujer legítima cuando era sorprendida en actos carnales, deshonestos e ilícitos con alguien distinto a su cónyuge”. Es decir, hablamos de naturalización del crimen a través de los dispositivos discursivos, las ocurrencias, el uso de la violencia y la interpretación normativa. Como bien dice Castro López “no son actos necesariamente irracionales, sino que están ligados a prácticas culturales como el honor y el prestigio”.

En 1970, la activista sudafricana Diana Russell acuñó el término “femicidio”, como alternativa al “homicidio” con el objetivo político de reconocer y visibilizar la discriminación, la desigualdad y la violencia sistemática contra las mujeres. Para Russell, los “femicidios” son “los asesinatos realizados por varones motivados por un sentido de tener derecho a ello o superioridad sobre las mujeres, por placer o deseos sádicos hacia ellas, o por la suposición de propiedad sobre las mujeres”.

Después, la antropóloga mexicana Marcela Largarde hablaría por primera vez de “feminicidio”, entendido como “el acto de matar a una mujer solo por el hecho de su pertenencia al sexo femenino”. Su significado también es político, de denuncia por la respuesta insuficiente del Estado y el incumplimiento de sus obligaciones de garantía.

Cada feminicidio vuelve a parir, perpetúa, los paradigmas que culturalmente han sido asignados a lo que significa ser mujer (delicadeza, feminidad, subordinación, debilidad, sentimientos).

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El diario El País de España acaba de publicar avances sobre un proyecto de investigación inédito: 500 personas revisan, uno a uno, cientos de “homicidios de pareja”. El proyecto coordinado por el comandante de la Guardia Civil y doctor en psicología José Luis González, y el policía y doctor en psicología Juan José López-Ossorio, de la Unidad Central de Familia y Mujer, tiene como objetivo básico conocer estos crímenes para predecirlos y evitarlos.

De acuerdo con el estudio, el 45% de los casos los hombres que asesinaron a sus parejas no tenía ningún antecedente violento. Son agresores "ocasionales”. Impredecibles. Este dato es interesante en tanto muestra que la violencia de género no necesariamente implica una serie de acciones in crescendo, dice el diario “tensiones, agresiones verbales, físicas, falsa luna de miel y manipulación emocional...”.

El proyecto también indica que el machismo no es el único detonante: “No hay un patrón único, la violencia de género no se puede tratar como un fenómeno homogéneo, porque es heterogéneo y multicausal”.

¿Y en Colombia?

Según el registro de la Defensoría del Pueblo, en el país 6.219 mujeres han reportado algún tipo de amenaza; entre ellas, 1.658 son catalogadas críticas. El 50% de las amenazas provienen de compañeros sentimentales, el 30% de exparejas y el 10% de esposos y novios.

En lo que va del año en Medellín, los homicidios de mujeres han superado por 13 los que habían ocurrido el año pasado, entre enero y mayo iban 11 mujeres asesinadas.

De esas 24 mujeres asesinadas, hasta el 31 de mayo del 2017, la Fiscalía determinó que nueve fueron feminicidios. Esto, en contraste con los cuatro feminicidios del mismo periodo del 2016, significa un incremento del 125 por ciento.

Las cifras de la Secretaría de Seguridad son un poco diferentes. El Sistema de Información para la Seguridad y Convivencia registra, en el mismo periodo, 10 homicidios de mujeres en el 2016 y 25 en lo que va de 2017. Esto es un aumento del 150% de mujeres asesinadas en la ciudad.

Silvia García, directora de la Corporación Mujeres que Crean, dijo a los medios: “No veo mucho ese papel de la Alcaldía en incidir con campañas fuertes […] Están haciendo cosas, pero están siendo ineficaces e insuficientes”.

Olga Amparo Sánchez, feminista e investigadora colombiana, escribió en Razón Pública que la muerte violenta de mujeres se da tanto en el conflicto armado como en la vida cotidiana. Y ambos feminicidios tienen una connotación política: “Es pertinente tener en cuenta dos dimensiones de las violencias contra las mujeres: la violencia como consecuencia de la lucha de poder entre los sexos y la violencia contra ellas a causa de saber amar”.

El aumento en las cifras de denuncia va por cuenta de la toma colectiva de conciencia gracias a los medios de comunicación y campañas educativas. El aumento de registro no necesariamente quiere decir que haya habido un incremento de casos.

Así mismo, en la actualidad es evidente la visibilización permanente, casi vigilante, de los casos de agresiones a las mujeres por cuenta de las redes sociales.

Nos urge un Estado más efectivo pero no solo en cuanto al sistema judicial y programas de protección a víctimas, sino en esfuerzos pedagógicos, en formación de las nuevas generaciones sobre las mujeres y el poder que les confiere la autonomía sobre su propio cuerpo, las mujeres y sus posibilidades, las mujeres y su libertad de amar a morir… sin que las mate el amor.