Por:Diego Zapata Córdoba, promotor de Nos Estamos Ahogando y Aire Medellín; y Lucas Andrés Quintero Velásquez, abogado de la acción popular por el aire y ciudadanos por el aire.
Mientras la contienda electoral por la oficina del piso 12 toma fuerza, formando un tsunami de caras y colores que inunda postes, vallas, vehículos y pasacalles en cada rincón de la ciudad, algunos ciudadanos intentamos ver más allá de los clichés proselitistas para llamar la atención sobre los muchos retos ambientales que afronta este territorio.
Entremos en materia. Es curioso que en ningún programa de gobierno se haga referencia al Plan de Ordenamiento y Manejo de la Cuenca del Río Aburrá, (POMCA), documento de particular relevancia por varias razones:
Primero, porque el río Aburrá es el eje natural integrador del territorio, tal como se describe en el Plan de Ordenamiento Territorial.
Segundo, porque dicho documento contiene información muy valiosa sobre las zonas de afectación expuestas a amenazas -por movimientos en masa, inundación, avenidas torrenciales, etc-, conflictos por usos del suelo, erosión, cobertura vegetal de los ecosistemas estratégicos, entre otros. Vale resaltar que esta información es difícil de ignorar en un contexto de adaptación al cambio climático, donde eventos extremos -y los dramas humanos asociados- son cada vez más frecuentes.
Tercero, porque el año pasado entre los resultados de su actualización, encontramos un escenario desolador asociado a los patrones actuales de desarrollo y crecimiento dentro de la cuenca y,
Cuarto, porque el río en gran parte de su recorrido, ya está muerto.
Mucho más mediática que la situación del río Medellín es la de la calidad del aire que respiramos. A partir de la primera contingencia en 2016, Alcaldía y Área Metropolitana han presentado múltiples acciones y estrategias para mitigar los efectos adversos de un aire malsano para la salud de la población; quizás el producto más representativo de este trabajo de años, es el Plan de Gestión Integral de la Calidad del Aire - PIGECA. Este instrumento, único en el país y continuamente presentado como la brújula con la cual, finalmente, el Valle de Aburrá podrá salir de esa espesa bruma que por temporadas nos enferma, es el que en este momento está siendo cuestionado por el Consejo de Estado:
“La Sala, si bien, advierte una línea de acción, no encuentra actividades concretas a corto y mediano plazo, claramente definidas e identificables que permitan constatar que estas sean aptas para prevenir reportes de niveles de contaminación que excedan al color amarillo”, además “Lo anterior se corrobora si se tiene en cuenta que las entidades accionadas no dan cuenta de la implementación de alguna de las medidas contenidas en el PIGECA o su gobernanza y su correspondiente análisis técnico y científico del impacto generado en la calidad del aire del Valle de Aburrá y en qué medida se observa un cambio en los niveles de contaminación”.
Otro elemento a resaltar dentro de esta decisión corresponde a la forma como se entrega la información a la ciudadanía, esto a propósito de garantizar el derecho al acceso a la información en temas ambientales. En ese aspecto, el Consejo de Estado sostuvo que:
“La Sala, al revisar las páginas web del Municipio y del AMVA , encontró que en aras de brindar información a la ciudadanía sobre la calidad del aire, se remite al aplicativo SIATA, el cual, pese a su utilidad para dar cuenta a las autoridades ambientales sobre el estado de la contaminación, es poco amigable con el ciudadano del común, pues es de difícil entendimiento y manejo, razón por la que se hace necesaria la implementación de una forma de comunicación más elemental a cualquier persona, ya sea o no residente del AMVA.”
Se infiere entonces que en el tema aire, el más crítico dentro de la agenda ambiental, quien asuma las riendas de la ciudad podrá encontrarse en la inusual situación de:
-realizar reformas sustanciales al PIGECA, para que este instrumento exponga acciones claramente verificables en el corto y mediano plazo y,
-replantear la estrategia comunicacional con la cual se ha hecho frente al problema de contaminación.
La anterior situación, está asociada al 78.7% del déficit de espacios públicos verdes que tiene la ciudad, tal como lo resaltó la Contraloría General de Medellín en su informe sobre el estado de los recursos naturales del año en curso, lo cual, tampoco ayuda a mejorar la calidad del aire.
En este orden de ideas, y constatando que el problema de la mala calidad del aire está asociado en gran medida, a la forma en que nos movemos, es esencial indagar por cuáles serán las acciones de corto, mediano y largo plazo que nos permitirán respirar un aire salubre, todos los días del año. Teniendo en cuenta que los problemas de movilidad, tienen cada vez más repercusiones, surgen de forma inevitable los siguientes interrogantes:
¿Cómo financiar los próximos corredores de expansión del Sistema Metro y el de la Avenida 80?
¿Cómo hacer progresar al sistema EnCicla?
¿Cómo reducir las emisiones de los vehículos asociados a actividades de logística y construcción?
¿Cómo integrar la tarifa del transporte colectivo y masivo?
¿Cómo implementar las Zonas Urbanas de Aire Protegido?
¿Cómo articular la cuenca del río Aburrá con el crecimiento de la ciudad?
Esperamos que quienes lleguen a las oficinas del piso 12, tengan la capacidad de materializar sus respuestas en un Programa que vaya más allá de un render.