Opinión

Miércoles, 28 Agosto 2019 11:58

El camino hacia la equidad

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La desigualdad es el mayor reto de nuestra sociedad. Los resultados del índice multidimensional de condiciones de vida para las 16 Comunas y los cinco corregimientos, además de las diferencias en el ingreso, incluye otras catorce dimensiones sociales y ambientales, y aunque los contrastes entre Comunas son más marcados que entre los Corregimientos, se observa que éstos están en desventaja frente a las condiciones de vida promedio de las Comunas.

Por: Piedad Patricia Restrepo.
Directora de Medellín Cómo Vamos1.

Medellín, es una ciudad altamente desigual en lo económico y en lo social, quizás el único problema compartido hasta ahora por toda la ciudadanía, sin distingo de clase, es la mala calidad del aire que respiramos.

La desigualdad es el mayor reto de nuestra sociedad. Los resultados del índice multidimensional de condiciones de vida para las 16 Comunas y los cinco corregimientos, además de las diferencias en el ingreso, incluye otras catorce dimensiones sociales y ambientales, y aunque los contrastes entre Comunas son más marcados que entre los Corregimientos, se observa que éstos están en desventaja frente a las condiciones de vida promedio de las Comunas.

Los desafíos son múltiples y la ciudadanía es consciente de ellos. Cuando les consultamos sobre las desigualdades percibidas en el acceso a diferentes bienes y servicios, desde el año 2013, aparecen en los primeros lugares, los temas más importantes para el buen vivir individual en Medellín: el empleo bien remunerado, la salud de calidad, la vivienda y la educación; esta percepción no dista de la realidad de la ciudad. En los sectores señalados con alto acceso desigual, hay indicadores objetivos que así lo demuestran. Donde mayores diferencias por condiciones socioeconómicas se encuentran, es en educación y empleo, por lo tanto, ahondaremos en ello.

Brechas en años de escolaridad promedio por niveles de ingreso.

En 2017, Medellín mostró el mayor nivel acumulado de educación para la juventud, entre 18 y 24 años, en los hogares con mayores ingresos, con 13,08 años, pero también, el menor nivel para los hogares con los menores ingresos, con 9,69 años promedio. Bucaramanga y su región metropolitana, presentaron la menor brecha entre quintiles con 1,3 años de educación, siendo la región con menor desigualdad por ingresos. En consecuencia, Medellín es la ciudad, entre las más importantes del país, con mayor brecha en los años promedio de educación para la población joven, entre los 18 y 24 años que pertenecen a hogares con ingresos más bajos frente a los más altos. Esto significa que la juventud de nuestra ciudad tiene marcadas diferencias en su nivel formativo, medido exclusivamente por los años de escolaridad acumulados. Así, en el nivel más bajo de ingresos, un estudiante promedio tiene secundaria incompleta, esto es, no se graduó de bachiller, mientras que un joven de un hogar de ingreso más alto, se graduó de bachiller y está asistiendo a la universidad, es decir, tiene formación universitaria incompleta. Las implicaciones de estas brechas para la participación juvenil en el mercado laboral son significativas, como se verá más adelante.


Estos resultados muestran un gran desafío para Medellín, en tanto en los últimos años no se ha logrado reducir el nivel de desigualdad por ingresos, íntimamente relacionado con la acumulación de capital humano y su distribución entre la población. Primordialmente, se deben enfocar esfuerzos en los hogares más pobres para facilitar a sus jóvenes oportunidades educativas, permanencia en la escuela y que logren adquirir las competencias para acceder al mercado laboral.

Logro escolar- quinto grado matemáticas y lenguaje (niveles socio-económicos más bajos).

No se trata solamente de cuantos años acumula la población en general, sino efectivamente cuánto se aprende en el sistema educativo. La ciudad debe priorizar cambios significativos para mejorar el logro escolar, principalmente en la primaria. En quinto grado se obtienen resultados poco satisfactorios, la mayoría del estudiantado no alcanza los logros necesarios. En sexto grado se presenta la mayor deserción con diferencias muy marcadas en desmedro del sector oficial, esto podría estar vinculado a la mala preparación con la que llegan a la básica secundaria, lo cual impide una transición exitosa entre niveles, y lleva a muchos a desertar del sistema educativo.

Históricamente en las pruebas Saber, que miden el logro escolar, se observa una correlación positiva entre Nivel Socio Económico -NSE- y los resultados en las pruebas: a mayor NSE, mayor logro escolar. Esto ya había sido encontrado por el ICFES en un estudio sobre factores asociados para Colombia, de acuerdo con el cual en las pruebas Saber se evidencia que, a mayor nivel socioeconómico de los estudiantes y sus familias, mayor es el desempeño esperado en todos los grados y áreas evaluadas. Cuando además del NSE se incluyen los resultados para colegios oficiales y no oficiales, se encuentran diferencias importantes así: en los colegios privados tienden a obtener puntajes más altos, como se observa para Medellín, en el caso de los porcentajes de niveles de logro, y las diferencias se incrementan en relación con estudiantes de colegios oficiales, en la medida que aumentan las condiciones socioeconómicas, en otros términos, para los estudiantes que están en instituciones privadas se refuerzan los efectos positivos sobre el logro escolar, cuando aumentan las condiciones socioeconómicas del estudiante y su familia.

Ante la complejidad del proceso educativo, los múltiples factores que impactan el logro escolar y los cuantiosos recursos destinados, es fundamental que en Medellín se evalúen las más importantes inversiones en educación. De hecho, este ha sido el primer rubro en la ordenación del gasto municipal desde hace más de doce años. No obstante, a priori no es posible saber si son suficientes o no los recursos invertidos, o sí con los que se destinan actualmente, sería suficiente sí se aplicaran de forma más eficiente. Responder a estas preguntas implica realizar una evaluación de la política y, asumir las novedades derivadas de los resultados que arroje. Un laboratorio de innovación o transformación educativa sería de gran valía para pilotear iniciativas, evaluarlas y luego escalarlas sí es del caso. Sin esta información es difícil proponer alternativas o lograr cambios significativos en la calidad de la educación.

Empleo juvenil

Mejorar las condiciones de empleabilidad de la juventud y desarrollar nuevas políticas que permitan su vinculación e inserción laboral, es uno de los principales retos de la región metropolitana. Este grupo poblacional tiene más dificultades que otros para acceder al empleo formal e insertarse al mercado laboral: en 2018 en el Valle de Aburrá la tasa de desempleo entre 14 y 28 años fue de 19,8%, más del doble que la del resto de la población (8,5%). La situación fue aún más desfavorable para las mujeres, quienes registraron 6,4 puntos porcentuales más que la tasa de desempleo de los hombres; así mismo, jóvenes de hogares de menores ingresos presentaron más vulnerabilidad en el mercado laboral, registrando tasas de participación y ocupación más bajas, así como tasas de desempleo más altas que en los hogares de mayor ingreso. Así, por ejemplo, quienes pertenecen a hogares con ingresos más bajos tuvieron una tasa de desempleo del 23%, esto es, uno de cada cuatro que buscó empleo no lo obtuvo, mientras la tasa de desempleo juvenil en los hogares con ingresos más altos, fue de 8%, es decir, casi tres veces menos. Estos resultados dispares impactan la capacidad de generación de ingresos de esta población, reforzando la desigualdad en la ciudad.

Jóvenes nini

En el municipio de Medellín durante el periodo 2014-2017, el porcentaje de jóvenes entre los 18 y 28 años que ni estudian ni trabajan –Nini-, pasó de 22,5% a 20,3%, disminuyó 2,2 puntos porcentuales. Para el último año en cuestión eran aproximadamente 85.000 personas en dicha situación, algo así como llenar dos veces el estadio Atanasio Girardot.

Esta población que ni estudia ni trabaja es un reto mayor para la política pública, en toda la región metropolitana. Según un informe del Banco Mundial para Latinoamérica (2016), la condición de Nini, al afectar en mayor proporción a hogares de bajos ingresos, contribuye a la persistencia de la pobreza y la desigualdad entre generaciones, es decir, frena la movilidad social. Adicionalmente, esta condición se ha asociado al crimen y la violencia puesto que la juventud excluida, tanto del mercado laboral como de las instituciones educativas, está más propensa a vincularse en actividades criminales. En Medellin, donde las principales víctimas de la violencia homicida son jóvenes entre 14 y 28 años, esto tiene todo el sentido pues uno de cada dos homicidios involucra a jóvenes, en su mayoría, bajo el accionar de múltiples organizaciones delincuenciales.

En 20152, indagando a la ciudadanía sobre cuál sería la mejor apuesta para el gobierno entrante, uno de cada cuatro ciudadanos afirmó que, en materia de seguridad, era fortalecer los programas sociales para jóvenes en situación de vulnerabilidad. En empleo, para seis de cada diez la mejor apuesta era aumentar la capacidad de acceso al empleo de la población juvenil de los sectores más pobres; en educación, uno de cada cuatro ciudadanos afirmó que mejorar la calidad de la educación impartida en las instituciones oficiales en todos los niveles. Cada una de estas apuestas fue la de mayor aceptación en el ítem indagado.

Escuchar las demandas ciudadanas y actuar en consecuencia con los desafíos más apremiantes en materia de equidad, debe ser un compromiso de todas las personas que quieren gobernar a Medellín y la región metropolitana.

 

 


 

1. Para esta columna retomamos los principales resultados de nuestro último informe de calidad de vida de Medellín, 2018, el cual pueden consultar en www.medellincomovamos.org

2. En octubre presentaremos los resultados de la agenda ciudadana actualizada.