Max Yuri Gil Ramírez
Luego de arduas jornadas de renegociación, el gobierno nacional y las Farc lograron un nuevo Acuerdo de paz, el cual busca incorporar una parte sustancial de los ajustes y modificaciones formuladas por diferentes sectores del No, luego del resultado del plebiscito del pasado 2 de octubre.. Este proceso, fundamental para avanzar en las transformaciones democráticas en Colombia, pasó de ser un asunto anodino para la inmensa mayoría de la población, poco interesada en conocer el contenido de lo negociado, a ser el principal tema de debate, aunque lamentablemente la estigmatización, las tergiversaciones y la polarización, no sólo han contribuido al desinterés ciudadano sino que han revelado los graves problemas de autoritarismo e intolerancia de nuestra cultura política.
En mi opinión, en Colombia no sería posible refrendar el Acuerdo de Paz en Cabildos Abiertos porque mucha gente anda armada, alicorada y pulula la escorrentía de billetes espurios de gentes raras que se alebrestan cuando se anuncia la gallera política.
El enfoque de género previsto en la negociación busca posibilitar la participación de las mujeres e incorporar la perspectiva de género en los acuerdos como una manera de aportar realmente a la consolidación de una paz duradera.
El Acuerdo de Paz tiene en el centro de sus preocupaciones la garantía de los derechos de las víctimas.
Hay un hondo problema en nuestra cultura política, cuando la capacidad de indignación parece adormecida en una parte amplia de la población. Este es el terreno abonado de las dictaduras y los autoritarismos.
Los momentos de incertidumbre suelen ser también propicios para el despliegue de nuevas ideas, la creatividad y el encuentro. ¡Hagamos del momento una oportunidad para dar un paso adelante!