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Andrea Natalí Romero Vargas

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Antropóloga de la Universidad de Antioquia, con estudios de Maestría en Ciencia de la Información con énfasis en memoria y sociedad, de la misma universidad. Perteneciente desde el 2009 al Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado (MOVICE), en donde ha realizado acompañamiento desde ejercicios de Antropología Forense a víctimas de desaparición forzada. Actualmente coordinadora del proyecto Territorios por la Verdad de la Corporación Región, y adscrita desde finales del año 2018 al grupo de investigación de la misma institución.




Resumen

Hablar de memoria en la actualidad es enfrentar un escenario en disputa, ya que consiste en darle sentido al pasado desde el presente con una firme intención de futuro claramente política, pues son múltiples las lecturas e interpretaciones del pasado y su influencia directa en la sociedad que se quiere construir; por eso no se habla de la memoria, sino de las memorias, esas que permiten la pluralidad de voces y de sentidos. El tema interesa a investigadores, académicos, políticos, instituciones, organizaciones sociales, y por supuesto, a la población victimizada.

El conflicto armado colombiano y su permanencia en el tiempo, ha dejado un gran número de víctimas en todo el territorio nacional y una de las maneras de visibilizar a víctimas y sobrevivientes, es denunciar las graves violaciones a los derechos humanos, exigir verdad, justicia, garantías de no repetición, por medio de la construcción de memorias. En este camino, la Corporación Región cumple 30 años apostándole a una sociedad más justa, democrática y en paz y una de sus principales aliadas ha sido la memoria. En este artículo se reflexiona sobre el tema desde diversos referentes teóricos, relacionándolos con los ejercicios y procesos que Región ha acompañado y liderado con las comunidades y poblaciones, no solo como parte de su objetivo misional, sino también, desde el compromiso investigativo, el desarrollo conceptual y la elaboración de propuestas metodológicas innovadoras en este campo.


La Memoria: una aliada de la Corporación Región para dignificar territorios

"El pasado se vuelve memoria
cuando podemos actuar sobre él
en perspectiva de futuro".
Gonzálo Sánchez

Introducción

Hablar de memoria implica un abordaje muy amplio y complejo, pues como es sabido, después de la Segunda Guerra Mundial surgió lo que se conoce como “el boom de la memoria”, o en palabras de Gilda Waldman (2006), una obsesión memorialista, ya que ante el Holocausto y la inenarrable cantidad de víctimas, se empezó a construir una memoria que denuncia lo sucedido y cultiva la esperanza de que aquellos horrores no se vuelvan a repetir.

En Colombia el conflicto armado ha dejado más de 262.197 víctimas fatales, 15.697 casos de atropello contra la libertad y la integridad sexual, 37.094 secuestros, 17.804 reclutamientos forzados de menores de dieciocho años, y más de 80.514 desapariciones forzadas (Observatorio de Memoria y Conflicto, 2018). Por tanto, la construcción de memorias desde las víctimas, las organizaciones sociales, y toda la sociedad, es fundamental para denunciar las graves violaciones a los derechos humanos; exigir verdad, justicia, reparación, y garantías de no repetición, y visibilizar a las víctimas y sobrevivientes. La memoria se convierte en un tema imprescindible para entender: los procesos de resistencia y de defensa de los derechos humanos por parte de las comunidades victimizadas; la sensibilidad desde la sociedad civil, y el desarrollo de políticas que atiendan las exigencias de las víctimas; asuntos claros para la Corporación Región desde sus orígenes. En la revista Desde La Región del 2011 se anunciaba:

"Desde la Corporación Región afianzamos nuestro compromiso con el acompañamiento a los procesos de organización y formación de las víctimas en la región, con la producción de conocimiento que contribuya a la comprensión de lo que ha pasado y a develar los daños y pérdidas de la población desplazada, sus procesos de memoria y resistencia, así como a incidir en la política pública por el reconocimiento y goce efectivo de sus derechos".

"En Región mantendremos la mirada atenta, la evocación en la piel y haremos lo que esté en nuestras manos para hacer memoria y alentar que iniciativas gubernamentales como la Casa Museo de la Memoria, sea efectivamente un espacio que propicie, por diversos medios, el reconocimiento y dignificación a la palabra de las víctimas de la violencia en el país, un espacio de recuperación del pasado que conduzca de las memorias literales a las memorias ejemplares, es decir, del individuo y su sufrimiento imponderable hacia prácticas individuales y acciones colectivas que conjuren el pasado y sirvan de aprendizajes para el presente y el futuro".

En consecuencia, si se establece la memoria como proceso esencial para la reparación y la dignidad de las víctimas y como escenario necesario y urgente en un país democrático y en procesos de construcción de paz, hay que reconocer su carácter político, su relación con la justicia, su importancia como herramienta para la reconstrucción del tejido social, y como medio de empoderamiento de las víctimas. Además, debe entenderse como estrategia para el esclarecimiento, y gestora del cambio social.

Son estos los principios de las memorias que la Corporación ha reconocido y respaldan sus 30 años de accionar. A continuación, presento una breve sustentación teórica y algunas de las experiencias que Región, ha acompañado e impulsado en diversos escenarios y territorios.

Claves teóricas para entender los trabajos de memoria en Región

Como ya se anunció, el boom de la memoria ha hecho que abordarla sea casi una moda. Sin embargo, el trabajo de Región, reconoce una emergencia social y política en la que hacer memoria, es substancial para acompañar proceso de dignificación de los territorios, labor que implica un compromiso respaldado en diversos enfoques y metodologías.

Los referentes teóricos de las investigaciones y prácticas, han sido múltiples pero aquí, voy a reseñar tres de los más trabajados: La socióloga e investigadora social argentina, Elizabeth Jelin; la filósofa argentina Rosa Belvedresi y; el teórico búlgaro-francés Tzvetan Todorov.

De Jelin se retoma que el trabajo de memoria conlleva un proceso de construcción social y plural; ella sostiene que "abordar la memoria involucra referirse a recuerdos y olvidos, narrativas y actos, silencios y gestos. Hay en juego saberes, pero también hay emociones. Y hay también huecos y fracturas" (2002, p.1). Por ende, pensarla como proceso y campo de disputa, es asumirla como: herramienta teórica, metodológica y categoría social que implica usos y abusos sociales y políticos. Otros de sus aportes son: que en los trabajos de memoria deben tenerse presentes para el análisis, el lugar de enunciación, es decir, al sujeto que rememora y olvida, sea éste un individuo o un colectivo; asimismo, contemplar los contenidos de la memoria, lo que se recuerda y lo que se olvida (experiencias, saberes, creencias, emociones, sentimientos), lo cual pone de manifiesto la selectividad de los procesos de memoria. Y finalmente, observar el cómo y el cuándo, o sea, la dimensión temporal de la memoria, acá: “El pasado que se rememora y se olvida es activado en un presente y en función de expectativas futuras”. En este último eje lo simbólico es de vital importancia, pues la activación de las memorias está altamente dotada de lo ritual, lo mítico y de su intencionalidad, haciendo referencia al futuro, pues parte de esa intención tiene un carácter político. Jelin resalta otro aspecto importante en los procesos de construcción de memoria: lo pasivo y lo activo, debido a que la existencia de las huellas de la memoria (monumentos, archivos, documentos), no significa que haya una apropiación, sentido y valoración social de ellos, “pues el conocimiento y la información sobre el pasado, no garantiza su evocación”. De allí la importancia de los procesos de construcción de memoria y de las acciones intencionadas a dotar de sentido, el pasado en el presente con una perspectiva de futuro. Esta dimensión temporal, a mi juicio, es la que dota de carácter político los trabajos de la memoria.

La propuesta de Rosa Elena Belvedresi, es la reflexión de la memoria directamente relacionada con la dimensión de futuro. Su tesis aborda la memoria desde la temporalidad, dándole especial relevancia a la noción de futuro, afirmando que para que la memoria tenga sentido y trascienda la cristalización del pasado, éste debe estar ligado a las expectativas de lo que está por venir. Expone que pensar la memoria en términos de futuro puede ser desconcertante más no desacertado. Justamente propone analizar si las experiencias de memoria colectiva, permiten prefigurar las expectativas de un grupo social. Belvedresi plantea que para la filosofía kantiana el futuro tiene dos dimensiones, por un lado, es “expectativa esperanzadora de un mundo mejor” (2013, p. 139), esto permitirá tener una perspectiva de superación basada en la lectura e interpretación del pasado; de igual forma sostiene que el futuro no es una predicción científica, es más una suerte de profecía autorrealizable, lo que es de suma importancia para lo que se ha denominado Historia Profética, ya que establece la posibilidad de moldear las expectativas, y dar un lugar a la esperanza en el futuro, dotándola de un sentido directamente político.

Pensar la memoria desde su dimensión temporal haciendo especial énfasis en el futuro, es clave para salir de su estereotipo como el recuerdo del pasado que se ancla en el dolor. Aprender de las experiencias, dotar de sentido el pasado, y permitirse imaginar un futuro esperanzador, son los aportes más valiosos que la autora propone; pues su reflexión hace pensar que sí, es posible un cambio social y una Colombia en paz, en donde haya espacio para todos.

Finalmente Todorov, complementa directamente la relación de la memoria con la expectativa de un futuro esperanzador, al hablar de la memoria ejemplar: aquella que es capaz de aprender del pasado traumático y trascender de una esfera íntima y privada, a una pública y social, con el fin de que lo ocurrido no se vuelva a repetir.

En contextos de conflicto armado, la memoria debe ser una construcción horizontal entre las víctimas y los demás ciudadanos que acompañan sus procesos y sus luchas, en contra de la impunidad y por la defensa a los derechos humanos. En este trabajo, las narrativas construyen diversas versiones de la historia, creando otras posturas ante los hechos, generando múltiples memorias, las cuales, como Todorov afirma (2000), deben tener un uso específico, en este caso, ser usadas como forma de resistencia, dignificación y lucha, enfocándose en la búsqueda de la verdad y el acceso a la justicia, sin pretender en ningún momento reemplazar a ésta última. Es más bien un complemento, que como se afirma el informe del Centro Nacional de Memoria Histórica "Trujillo: una tragedia que no cesa” (2008: p. 26), “la memoria en sí misma es una forma de justicia, pues puede responsabilizar a los perpetradores y se hacen visibles las impunidades y los silencios. Cuando flaquea la verdad judicial, se eleva el papel de la memoria: esta se convierte en el nuevo juez".

Hitos y experiencias en 30 años haciendo Memorias

La Corporación Región desde sus orígenes, ha recurrido a la construcción de memorias para abordar desde lo teórico y lo metodológico, los procesos sociales que acompaña. La memoria ha sido aliada fiel para dotar de sentido el pasado de las poblaciones, siempre con la esperanza de que al visitar ese pasado, se construyan puentes para transformar y moldear el futuro que se quiere.

Nos remontamos a 1989, las preguntas por el pasado se centraban en conocer la historia de la clase obrera en Antioquia. Esta memoria obrera se concreta en una alianza de organizaciones sociales, IPC, CINEP, la ENS, entre otras, que ya hacían seminarios de investigación sobre la Clase Obrera. En la segunda versión del seminario, dos socios fundadores, Jorge Bernal y Ana María Jaramillo, pusieron el debate sobre “Las condiciones de vida y de trabajo de la primera generación de obreros antioqueños y la primera gran huelga” y “Valores tradicionales y costumbres de la primera generación obrera de Antioquia”. Desde allí fue evidente que el interés por la historia no era meramente un asunto académico, era más bien una forma de reivindicar las luchas obreras que históricamente, han sido oprimidas por la sociedad y por las clases dominantes.

En los años noventa, en un contexto social y político caldeado por la Asamblea Nacional Constituyente, y por el recrudecimiento de la violencia en Medellín, debido al auge del narcotráfico y su influencia en las dinámicas juveniles, se funda Región el 16 de enero de 1990 con el propósito de trabajar por la promoción, garantía y exigibilidad de los derechos humanos, el fortalecimiento de la ciudadanía y la construcción de una sociedad justa, democrática y en paz. Para cumplir sus objetivos, ese mismo año Alonso Salazar, periodista y socio fundador, escribió el libro “No nacimos pa’ Semilla”, el cual constituye uno de los referentes más importantes de la Corporación pues divulga el relato de los operadores de violencia de la época; los temidos, los incomprendidos, los discriminados, los jóvenes: los sicarios. Esta obra considerada un hito en la compilación de testimonios y memoria, es un precedente para Región, en el trabajo sobre el conflicto armado urbano y la relación memoria- ciudad. En esta misma línea, en 1991 se publicó “Historias de la Calle”. Rubén Darío Lotero, su autor, escribió: "Es el relato de una guerra contada y escrita por jóvenes en tiempo de guerra; de una de las tantas guerras que coexisten calladas o con estruendo en nuestro país. Poemas o relatos escritos desde el otro lado de las paredes cerca a los balazos, el grito o el llanto". Ambos libros publican los relatos de quienes temidos por los habitantes de la ciudad y marginados, no tienen cabida en escenarios públicos ni académicos. Emergen por fin las memorias subterráneas que desde los dicursos hegemónicos se querían invisibilizar.

En el libro “Memoria y Ciudad”, publicado en 1997, se recopiló la reflexión que Región había realizado hasta ese momento de la relación entre memoria y ciudad; sobre las “clásicas” disputas semánticas entre memoria, recuerdo, olvido y cómo estas disputas, se manifiestan en los imaginarios urbanos y en si la memoria es individual o colectiva. Además, el texto propone a la academia ampliar los estudios de memoria, no abordarla solo desde la memoria cultural, y darle otros sentidos al pasado de las sociedades contemporáneas. Sumándole valor académico a esta publicación, se resalta que incluye la primera traducción al español del afamado texto “Los abusos de la memoria” del teórico Búlgaro - Francés Tzvetan Todorov, pues solo en 2008 la editorial Paidós publicó una edición en nuestro idioma.

Del contenido de “Memoria y Ciudad” resalto las reflexiones sobre las memorias barriales como apuesta metodológica desde la escuela y el trabajo con jóvenes. También, el artículo “Moscas de todos los colores” de Jorge Mario Betancur, es un hito que cuenta las memorias clandestinas de la Medellín de finales de 1920; este escrito muestra que la necesidad de la memoria, surge en los tiempos de crisis. Pensar la situación de la ciudad y el cambio de paisaje con los nuevos habitantes que fueron apareciendo, generó preguntas por ese pasado en crisis que posiblemente tienen una influencia directa en la idea de la “raza paisa” como pura e inmaculada. En este texto, la voz de los excluidos -de los que se tomaron las calles con evidencias coprológicas de su humanidad; de las mujeres en ejercicio de prostitución a quienes, con violencia, la clase alta de pura raza paisa y la iglesia, despojaron de sus cabellos para marcarles su pecado ante los transeúntes en la vía pública- son algunas de las memorias clandestinas que Región con este tipo de publicaciones, empezó a rescatar del silencio y del olvido.

La piel de la Memoria año 97 98

Para completar el análisis sobre el tema, en 1998 se desarrolló “El Proyecto de Arte Público La Piel de la Memoria Barrio Antioquia”, el cual se centró en recobrar las memorias del conflicto armado urbano. Al respecto, Mauricio Hoyos, uno de los investigadores principales escribió (2001):

…"Tratamos aquí de recuperar fragmentos de una experiencia sobre la memoria del barrio Trinidad en mapas oficiales o Barrio Antioquia para sus habitantes y el resto de la ciudad, un barrio de Medellín, donde se ha buscado aliviar el dolor y el odio que la guerra desencadena en los sobrevivientes, para que pueda servir a otros que anden en las mismas búsquedas y que no teman improvisar en la marcha y relacionarse con otros para encontrar “los factores y las dinámicas de los conflictos y las violencias y de las huellas que estos han producido en sus habitantes” (Riaño,1998), para contribuir a la construcción del tejido social y a superar la sospecha entre vecinos".

Este proyecto ha sido de los más recordados de la década del 90. Se diseñó un museo itinerante con los artefactos de memoria que encarnaban las historias de violencia de los pobladores del Barrio Antioquia, con una particularidad, que su itinerancia se la daba el bus en el que fue montado, el cual garantizó que el movimiento, fuera la dinámica para llegar a otros, dando espacio a las disputas de los relatos. También, se creó un escenario de encuentro de aquellos a quienes las fronteras les impedían hablar. La Piel de la Memoria fue, a mi juicio, un ejercicio innovador y una experiencia de lugar de memoria única en el país. Además, con este Bus, la relación arte y memoria empieza a fortalecerse y se convierte en sello de Región.

La década del 2000 estuvo marcada por la reflexión sobre los habitantes que llegaban a Medellín, desde otras zonas del departamento de Antioquia y del país: los desplazados. Ante este fenómeno, y sus más de 150.000 víctimas (en ese momento), Región se concentró en acompañar sus luchas, y reivindicaciones; en realizar campañas para facilitar su tránsito territorial y para sensibilizar a esta sociedad, indiferente ante su dolor. Las campañas: “Tenemos Nuevos Vecinos”, “Alguien quiere encender una luz para reconocer tu rostro”, y “Esta Es Tu Casa”, abordaron en el espacio público, desde el arte, los retos del desplazamiento forzado en Medellín. Estas campañas resaltaron el valor de las personas que a causa de la violencia y la exclusión, llegaban a la ciudad a vivir en situaciones complejas; también, evidenciaron su capacidad de agencia y resiliencia para afrontar y sobreponerse a la tragedia y transformar sus vidas. Al respecto, Marta Salazar, la comunicadora que lideró este proceso, en el 2017 afirmó:

"Como institución, se desplegaron estrategias para abordar la problemática a la que debíamos hacer frente en este proyecto. Nos desconocíamos; la desconfianza nos atravesaba, la estigmatización y el prejuicio hacía parte de nuestros preceptos, y debimos esforzarnos fuertemente para derrumbarlos, para construir cercanías, develar lo que estaba sucediendo".

De estos ejercicios quisiera resaltar, además del valioso acompañamiento de Región a los nuevos vecinos, su apuesta por el arte y la ética del cuidado para ver y reconocer a quienes la mayoría invisibilizaban. La importancia de tomarse el espacio público como escenario de denuncia, memoria y resistencia, permitió que la ciudadanía en Medellin, se sensibilizaran recuperando aquello que la guerra nos ha quitado: la empatía. Pues, como dijo María Teresa Uribe (2004): "resulta un poco simpático que los habitantes de Medellín miren mal a los desplazados que llegan, porque en la práctica, ésta es una ciudad hecha de desplazados".

Para el año 2008, todas las investigaciones y trabajos sobre el desplazamiento forzado y el arte, como vehículo de resistencia y memoria, se concentraron en el seminario “Destierro y Reparación” realizado en el Museo de Antioquia, y al que asistieron artistas, investigadores, nuevos y viejos vecinos de Medellín. El foco del encuentro fue resaltar y potenciar el valor del arte en la labor de defensa de los derechos humanos y las apuestas por un país democrático y en paz. La reconocida banda de rock nacional Aterciopelados, hizo para el seminario la canción “Errante Diamante” como homenaje a la lucha de miles y miles de despojados que tuvieron que dejar su terruño, sus trastes, sus gallinas, sus muertos por una guerra que hasta hoy sigue siendo absurda.

Entre el 2009 y el 2017 Región contribuyó con sus reflexiones sobre la violencia, el conflicto armado, sus afectaciones, y las víctimas, en las relatorías de los informes de Memoria Histórica; inicialmente en los impulsados por el Grupo de Memoria Histórica del Centro Nacional de Reparación y Reconciliación, hoy Centro Nacional de Memoria Histórica. En el 2009 se publicó “Desplazamiento forzado en la comuna 13: la huella invisible de la guerra”, develando otra dimensión del desplazamiento forzado conocida como desplazamiento intraurbano. En esta investigación se encontró: una población civil en el territorio, reticente a la exposición de relatos crudos; con miedo a denunciar casos de desaparición forzada, y escasa articulación entre víctimas. Estos hallazgos limitaron la escritura del informe cuyo texto final, plasmó la pluralidad de la información y los relatos recogidos desde una postura ética frente a las víctimas

Vinieron luego otros informes: Memoria histórica de San Carlos; Memorias del Éxodo en la guerra (2011), Memorias de una masacre olvidada, Vereda el Topacio, San Rafael Antioquia (2016). Granada, memorias de guerra, resistencia y reconstrucción (2016) y; Basta Ya Medellín, Memorias de una guerra urbana (2016 - 2017). Sin duda, estos informes se constituyen en referentes conceptuales, investigativos y metodológicos, no solo para Región, que dio a la voz de las víctimas un lugar central, sino como un valioso aporte para el esclarecimiento y comprensión de algunos hitos de la violencia en Colombia a nivel nacional; apuesta que se mantuvo en el 2010 cuando Región participó en el proceso de consulta para la construcción del Museo Casa de la Memoria de Medellín. Allí insistió en garantizar el reconocimiento de la voz de las víctimas del conflicto armado y en diseñar estrategias para su dignificación, desde la acción sin daño y la ética del cuidado.

Entre 2017 y 2018, fruto de la elaboración de los informes de memoria histórica, Región ha seguido acompañando procesos de memoria, particularmente en el municipio de San Carlos. Allí se han desarrollado proyectos como "San Carlos Caminos de Reconciliación" y "Memorias cafeteras de mujeres y jóvenes sancarlitanos" los cuales, evidenciaron un dinamismo en la concepción de la memoria, pues estos ejercicios trascendieron el eje de la memoria como dolor, hacia la reivindicación de otras memorias de resistencia, del retorno y de la esperanza. La transformación en el enfoque, ha implicado la creación de estrategias metodológicas para hacer memoria, respondiendo a las expectativas de las víctimas, en la construcción de la misma. Un elemento clave para garantizar este proceso es formar grupos de Gestores de Memoria, pues la labor, no es solamente de quienes trabajamos en Región, ya que a partir de los procesos formativos y de transferencias metodológicas, son las personas participantes quienes empiezan a replicar los procesos y a producir otras dinámicas en el ejercicio de la memoria. Cabe resaltar que para Región, la estrategia de formación de gestores ha sido un medio y un fin para generar y garantizar capacidad instalada en los territorios, una vez finalice la financiación de los proyectos.

TerritoriosporlaVerdad 2019

Finalmente, en el 2019, se desarrolla el proyecto "Territorios por la verdad" en los municipios de Granada, San Carlos y San Rafael, en donde la memoria es aliada en el esclarecimiento de la verdad y requisito de los Acuerdos de Paz entre el gobierno y las FARC-EP. La Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad diseña un mecanismo que con las víctimas como centro, busca develar un relato de verdad que permita entender, las causas de esta guerra que ha dejado millones de víctimas. Así, pues la memoria sigue siendo el motor que activa la esperanza y el sueño de un futuro mejor en la sociedad que queremos, una Colombia democrática y en paz.

A modo de Conclusión

Muchas experiencias se han quedado por fuera de este escrito, pero del recorrido realizado quiero resaltar que de las primeras discusiones teóricas sobre la memoria, hoy siguen vigentes su relación con la historia, la verdad, la justicia; con lo individual y lo colectivo, con los diferentes vehículos y medios que sirven para contar las memorias clandestinas de la clase obrera antioqueña de finales de 1800; las memorias barriales de Guayaquil y Barrio Antioquia; de las víctimas de la violencia, de los otros, los marginales y excluidos que hoy seguimos contando de diversas maneras.

Desde mi experiencia en el programa de Derechos Humanos y Paz, quiero destacar que para Región, la memoria no solo es un relato, es también una metodología de las múltiples formas de hacer las cosas, de relacionarnos, interpelar y sensibilizar al otro. Como lo señaló Jelin, la memoria no está dada, es un trabajo de construye y cada una de las experiencias que Región ha tenido en estos 30 años, han sido medios para narrar las memorias clandestinas que emergen desde lo subterráneo para interpelar a la memoria oficial y a las memorias hegemónicas. Las disputas de la memoria en Región han puesto de frente, los riesgos de los abusos de la memoria que Todorov alertaba. Esa alerta pone la pregunta sobre cómo la memoria se vuelve dinámica? reflexión que se refleja en los recientes ejercicios realizados en San Carlos con "Caminos de Reconciliación", "Memoria Cafetera", y "Territorios por la Verdad".

En cafeteros, se trasciende el dolor del relato en el informe “Memorias del éxodo”, a una memoria repensada, que se reconstruye y se resignifica a partir de la resistencia de la población retornada y sobre cómo el dolor se vuelve potencia para seguir, y la casa, esa que fue referente en los análisis sobre desplazamiento forzado, a principios del 2000, lo sigue siendo ahora en la población retornada. La casa representa la relación de la memoria con la identidad, con lo que somos. Adicionalmente, el empleo de elementos metodológicos como las bitácoras para contar las historias que hablan del día a día, y del conflicto en lo cotidiano, han servido para narrar a las generaciones más recientes jóvenes, niños y niñas, aquello que ha dolido tanto y que no se puede expresar en palabras. Las bitácoras se convierten en un elemento para los archivos familiares y municipales que narran la cotidianidad marcada por la guerra. Actualmente, con “Territorios por la Verdad” se enfatiza la memoria como aliada, ella fue la alternativa ante la ausencia de verdad en los procesos sociales y políticos de las víctimas del conflicto armado. Al respecto, el profesor estadounidense Steve Stern plantea que hay algunas memorias que están guardadas en una caja esperando el momento histórico para poder salir al público.

Con la firme intención de seguir respaldando el Acuerdo de Paz y este proceso de la Comisión de la Verdad, considero que ha llegado la hora histórica de abrir esas cajas de las memorias reservadas (Acevedo, 2010), de hacer memoria del presente y custodiar los testimonios de las víctimas recientes, estableciendo convenios con las instancias del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición, esto es: fortalecer la alianza con la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, y buscar estrategias para aportar a la Jurisdicción Especial para la Paz, y especialmente, a la titánica tarea que tiene la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desarapecidas, UPD en la búsqueda e identificación de las más de 80.000 personas desaparecidas. Creo firmemente que para la construcción de relatos de memoria que ayuden al esclarecimiento de la verdad, es necesario garantizar el reconocimiento y registro de todas las voces que aporten a este objetivo. Reitero la necesidad de seguir innovando en estrategias metodológicas para el ejercicio pedagógico.

Y, finalmente, ante estos tiempos de crisis, Región debe volver a tomarse el espacio público para afianzar la esperanza de un mundo distinto y un país reconciliado.

 

Referencias bibliográficas

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Belvedresi, R. (2013). “¿Puede la memoria del pasado decir algo sobre el futuro?”, En busca del pasado perdido. Temporalidad, historia y memoria, (coords.) María Inés Mudroveic y Nora Rabotnikof. México: Siglo XXI, pp. 138-156.

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CNRR, Corporación Región. (2011). Editorial: La memoria en nuestras manos. Revista desde la Región No. 54 – 2011. Medellín. Corporación Región.

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Riaño, Pilar. (1998)

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Todorov, Z. (2000). Los abusos de la memoria, Barcelona, Paidós.

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Waldman, G. (2006). La “cultura de la memoria”: problemas y reflexiones. Política y Cultura, otoño 26: 11-34.

 

 

Palabras clave:

Territorios, conflicto armado, memorias, dignificar, derechos humanos.

 

 

 

 

 

Publicado en Paz
Miércoles, 23 Octubre 2019 16:10

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