Entérate

Es hora de pronunciarnos contra la ausencia de todas las personas a las que la guerra les ha arrebatado su identidad y, como sociedad, es el momento de exigir su derecho a ser buscadas. Es tiempo de hacer que la dignidad, la solidaridad y la búsqueda sean un clamor de toda la ciudadanía.

Publicado en Opinamos

...la verdad nos interpela pues finalmente hay preguntas muy hondas por responder: por qué como sociedad, permitimos que esta guerra sucediera; por qué guardamos silencio frente al sufrimiento, las pérdidas y el despojo de millones de personas; por qué la institucionalidad y el Estado de un régimen democrático faltó a lo esencial: la protección de su ciudadanía.

Publicado en Opinamos

...si la sociedad insiste en la memoria y la búsqueda de la verdad, como ejercicio de conciencia y de tributo a las víctimas, producidas por la misma sociedad -no solo por unos grupos armados- puede tener una ruta para garantizar la no repetición.

Por: Lucía González, Comisionada de la Verdad

Publicado en Opinamos

El Museo Casa de la Memoria es un proyecto colectivo de la ciudad, una pieza fundamental en el camino de la paz y la reconciliación. Por eso las exigimos a la Alcaldía de Medellín que #QueRespetenelMuseo. 

Publicado en Entérate

Desde el año 2018, hemos venido realizando semestralmente un informe de balance sobre la implementación del Acuerdo de Paz. Este documento, hace parte de esa serie de informes y tiene como propósito es identificar los avances y retos, en lo local, en lo que va de la implementación de dicho Acuerdo. 

Publicado en Entérate
Viernes, 07 Febrero 2020 15:35

El Valle de Aburrá: ¿territorio de paz?

Los centros urbanos del país deben comprometerse con la implementación del Acuerdo de Paz, pues este conflicto armado ha tocado las entrañas de la sociedad; no es un asunto exclusivo de víctimas y victimarios.

Publicado en Opinamos
Miércoles, 04 Diciembre 2019 22:23

Memoria y derechos humanos: la noción de "víctima"



6.PilarRiano

Pilar Riaño Alcalá

Ver perfil

PhD en Antropología y Profesora asociada de la Universidad de la Columbia Británica. Es autora del libro “Jóvenes, memoria y violencia en Medellín. Su trabajo como investigadora dentro del GMH se ha centrado en estudios sobre memoria y resistencias. Fue relatora del informe de” Bahía Portete: Mujeres Wayuu en la Mira” y “Comuna 13: La huella invisible de la guerra” y co-relatora de “San Carlos: memorias del éxodo en la guerra”, “Bojayá: la guerra sin límites” y “Mujeres y guerra: víctimas y resistentes en el Caribe Colombiano”.




Resumen

Expongo en este texto la trayectoria de la noción de víctima, su instauración y sus usos como sujeto y lugar de enunciación del campo de la memoria histórica, para para rastrear los enlaces entre derechos humanos, memoria y construcción de paz. Esta relación ha sido objeto de debates que interrogan la conformación de un poderoso régimen global de derechos humanos con sus tratados, convenciones, normas, instituciones y su operación con cierta autonomía, del poder de los Estados nación (Levy, D., & Sznaider, N., 2010). Para el caso colombiano, existe un amplio número de trabajos que documentan la incursión de los derechos humanos en el país. 


Memoria y Derechos Humanos: La Noción de “Víctima”

Como puede verse, seguimos pensando nuestro trabajo como una mezcla de anhelo utópico y de guía para la vida. En este sentido nuestro programa sigue consignado en palabras fundamentales como el artículo 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. Editorial Revista Región, Noviembre 23, 1999

 

El origen de la Corporación Región en los años ochenta coincide con la instalación en el país, de los derechos humanos como lenguaje para nombrar las experiencias individuales y colectivas de las violencias en el conflicto armado, y como lugar articulador de las protestas sociales y la negociación con el Estado1. En el año dos mil, la trayectoria de Región demuestra cómo los derechos humanos se enlazan con el campo emergente de la memoria histórica2 y y de las transformaciones ocurridas, en los movimientos sociales, con la profesionalización de los derechos humanos y su persistencia como medio de denuncia y de visiones alternas sobre la sociedad y la justicia. Estos temas y sus debates han estado atravesados por el de la paz, el olvido, la verdad, el perdón y la impunidad. La construcción y defensa de la paz, ha sido también, eje central y la manera en que la Corporación ha pensado y soñado la ciudad y el país.

Expongo en este texto la trayectoria de la noción de víctima, su instauración y sus usos como sujeto y lugar de enunciación del campo de la memoria histórica3, para para rastrear los enlaces entre derechos humanos, memoria y construcción de paz. Esta relación ha sido objeto de debates que interrogan la conformación de un poderoso régimen global de derechos humanos con sus tratados, convenciones, normas, instituciones y su operación con cierta autonomía, del poder de los Estados nación (Levy, D., & Sznaider, N., 2010). Para el caso colombiano, existe un amplio número de trabajos que documentan la incursión de los derechos humanos en el país. En los años setenta y ochenta, los grupos de izquierda acogen este lenguaje como medio para la acción política frente al Estado, en el contexto del Estatuto de Seguridad del gobierno de Turbay Ayala, del aumento de la represión estatal contra los movimientos sociales y, en la búsqueda de protección de la población civil frente a las amenazas y abusos de los actores armados (González-Jácome, 2016). Fernanda Espinoza (2019) describe el surgimiento de la víctima como sujeto testimonial y sujeto público en escenarios como el primer Foro Nacional de los Derechos Humanos en 1979; a partir de entonces y como lo describe Luis van Isschot en su trabajo sobre Barrancabermeja, el lenguaje de los derechos humanos hace inteligible la violencia política, a funcionarios estatales y a su vez, adquiere relevancia como principio ético de las relaciones sociales, en particular entre el Estado y sus ciudadanos.

Si bien en las últimas tres décadas, el discurso de los derechos humanos se institucionaliza, profundiza y adquiere peso simbólico y político para legitimar la transparencia y “buenas prácticas” de las instituciones del Estado (ejército, alcaldías, presidencia); la paradoja que continúa marcando al país, es que uno de los grupos más estigmatizados y a la vez con mayores índices de victimización mediante amenazas, asesinatos selectivos, desaparición y exilio, es el de defensores de derechos humanos. La profesionalización del campo no ha derivado en protección y podría decirse que el “compromiso con las víctimas” y la incorporación de dichos discursos en manuales, unidades y regulaciones de instituciones estatales y no estatales, ha operado como universo paralelo a la criminalización y victimización de líderes sociales y defensores de derechos humanos y ambientalistas. En parte esta fricción e incoherencia, mantiene vigente el debate sobre la impunidad y los tipos de justicia, memoria y verdad que se necesitan en el país, para sostener la paz y pensar la reconciliación; a la vez nos recuerdan como el poder se pone en juego en estas discusiones, así como la capacidad de negociación e interpelación de los diferentes actores sociales en campos desiguales de poder.

Por otra parte, y como argumenta Iván Orozco (2015), la consolidación de los derechos humanos y los trabajos de memoria histórica como discursos globales, están entrelazados con la conformación de una conciencia humanitaria que surge en las postrimerías de la segunda guerra mundial, del holocausto judío y con los juicios de Núremberg. La generalización del discurso sobre las víctimas y la atención dada a los temas de memoria, reparación y reconciliación en Colombia, desde mediados del año dos mil, se entiende en la convergencia de esta conciencia humanitaria y las tendencias mundiales de universalización del discurso de los derechos humanos. Igualmente responde a la presión ejercida a los Estados nacionales por instituciones supranacionales como la Corte Interamericana de Derechos Humanos y la Corte Penal Internacional. Este cambio de sensibilidades, sostiene Orozco, se remite al reconocimiento que adquiere en la segunda mitad del siglo XX, el discurso sobre la necesidad, y el deber de la memoria y del castigo, para hacer frente a las atrocidades del pasado y enfrentar las tareas de la reconstrucción social

En Colombia esta relación se expresa más claramente a finales de los años noventa, cuando en el contexto de la desmovilización de los grupos paramilitares, que hacen parte de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), se decreta la Ley de Justicia y Paz, se crean la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación y el Grupo de Memoria Histórica . Este es un periodo en el que también florecen, de parte de organizaciones sociales, organizaciones de víctimas y comunidades afectadas por la violencia (GMH, 2009), las prácticas conmemorativas de dignificación y defensa de la memoria a nivel local y regional, como vehículos de resistencia.

En Colombia, esta relación se expresa más claramente a finales de los años noventa, cuando en el contexto de la desmovilización de los grupos paramilitares, que hacen parte de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), se decreta la ley de Justicia y Paz, se crean la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación y el Grupo de Memoria Histórica4. Este es un periodo en el que también florecen, de parte de organizaciones sociales, organizaciones de víctimas y comunidades afectadas por la violencia (GMH, 2019), las prácticas conmemorativas de dignificación y defensa de la memoria a nivel local y regional, como vehículos de resistencia.

Victimas humanidad vigente.net

El uso de la noción de víctima tiene su propia genealogía y una historia más reciente. Nicolás Rodríguez (2017) expresa que si bien Colombia tiene una larga historia de: violencia y conflicto armado, de conformación de comisiones de esclarecimiento histórico y, de atención a afectados por los desastres ambientales y por las violencias; la noción de víctima como categoría moral, legal, y socio política, empieza a usarse en los años noventa. Antes, durante La Violencia, se manejaba la categoría de “damnificado” y los programas de asistencia, se enmarcaban en lógicas de rehabilitación. Rodríguez traza las razones históricas que contribuyen a la asociación entre víctima y desastre “natural” para evidenciar las tensiones que atraviesan este enlace entre derechos humanos y memoria histórica: una noción de víctima “como depositaria de un desastre inherente” y de la violencia, como una fuerza natural que vacía de significado político y social, las acciones de las personas afectadas por la violencia política o los desastres humanitarios.

Subyacente a estas asociaciones, argumenta Rodríguez, está la no diferenciación entre desastre natural y violencia política, así ésta se naturaliza porque se ve como impredecible e incontrolable y corre el riesgo, de presentar una visión a-histórica de los repertorios de victimización en la guerra o de los desastres humanitarios. Por ello, las personas que han sido víctimas de eventos como el desplazamiento forzado, “aparecen ante la ciudadanía desprovistas de textura regional, moral e histórica”.

La noción dominante de victima que informa a los procesos contemporáneos de justicia transicional, se basa en el discurso de los derechos humanos y se asocia a alguien (individual o colectivo), que ha sido agraviado y ha sufrido pérdidas (humanas, materiales, culturales o de libertades) y enfrentado situaciones traumáticas. En la trayectoria institucional de la atención a víctimas en el país, observamos que fueron cada vez más las nociones de víctima, enmarcadas en la de trauma y en los discursos morales y psicológicos sobre el sufrimiento y la victimización. La preponderancia de estos discursos sobre el trauma y el impacto psicológico para justificar y caracterizar los trabajos de memoria histórica, reducen el papel de las Comisiones de la Verdad y los tribunales, a mecanismos para que las víctimas y las sociedades curen sus traumas del pasado. El legado de una visión sobre las personas afectadas por desastres o violencia, como damnificadas y, las nuevas configuraciones del discurso de víctima alrededor del trauma, se debaten entre el impulso hacia la naturalización de la violencia y el de cargar, a la memoria histórica, con una función redentora de la verdad y de la sociedad.

Los mecanismos formales de búsqueda de la verdad, como los tribunales y las comisiones, tienden así a operar dentro de un paradigma de memoria en el que los testimonios personales, se enmarcan en lo que Rosalind Shaw (2007) llama mecanismos de "redención" y de "responsabilidad moral" histórica. El testimonio del testigo en este paradigma dominante se construye, como un componente clave para garantizar la efectividad social de los imperativos de no repetición y, a menudo, se enmarca como un medio para facilitar el cierre del duelo y la sanación de la víctima. De manera problemática, el paradigma de la memoria redentora, asumida dentro de los procesos y el pensamiento de justicia transicional, tiende a ignorar las complejas disputas sobre la memoria que dan forma a los testimonios públicos; también, descuida los diversos puntos de vista y funciones sociales en los que se promulga el testimonio de testigos y otras prácticas de memoria social de carácter más local o social, que operan por fuera de estos espacios formales nacionales o supranacionales y con objetivos bastante diferentes.

Para dar cuenta de las maneras plurales en que la noción de víctima se usa en el ámbito público y del entramado dinámico en el que múltiples narrativas y actores trabajan y disputan las asociaciones simplistas entre víctima y pasividad o víctima y trauma o desastre, es importante anotar como en estos mismos años y contexto socio político, “las víctimas” y sus organizaciones se ubican como interlocutores políticos centrales y como emprendedores de importantes iniciativas de memoria histórica. Este posicionamiento reciente de las víctimas, en el centro de los discursos sobre la guerra y la paz y en los procesos de memoria, es una conquista del trabajo de las organizaciones sociales y de sus luchas por la memoria.

La profesora María Teresa Uribe ha sido elocuente al expresar que sociedades como la colombiana que han sufrido violencias endémicas, se enfrentan a dolores y duelos individuales y colectivos; a duelos y dolores que circulan simultáneamente ámbitos íntimos, privados y públicos (2003). En este contexto, la labor de la memoria histórica es vista como proceso colectivo de recuperación de historias y duelos silenciados y como estrategia para contrarrestar una especie de pacto social histórico de silencio y olvido. De esta manera, la memoria se consolida en Colombia en la década del 2000, como un campo autónomo de esclarecimiento histórico para la construcción de paz, y democracia.

Las víctimas y sus organizaciones fueron interlocutoras centrales en las negociaciones, propuestas y arreglos que sustentan la formulación de la ley de víctimas del 2011 y del acuerdo de paz en el 2016. Sus aportes y proyectos pueden rastrearse en el contenido de los textos5 y en procesos e iniciativas de memoria a nivel local (los primeros años del Museo Casa de la Memoria en Medellín o del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación en Bogotá) y a nivel nacional en el Centro Nacional de Memoria Histórica (Museo de Memoria Histórica hasta el 2018); están también presentes en las organizaciones de la sociedad civil (las galerías de la memoria de Movice, los informes de memoria histórica de Región, el IPC y la Ruta Pacífica de Mujeres por la Paz). En cada una de estas instancias, el conocimiento, documentación y relatos de las víctimas se encuentra en la producción de textos, exposiciones, cronologías y periodizaciones de eventos emblemáticos y ejemplares, de la guerra y de las afectaciones y respuestas de quienes los han vivido.

En este contexto la noción de víctima se asocia con la de sujeto de derechos, de resistencia a la impunidad, al silenciamiento y la desmemoria, y a la de constructores y gestores de memoria histórica (CNMH 2013). En un artículo que escribimos con María Victoria Uribe sobre el Grupo de Memoria Histórica (GMH), nos preguntamos sobre las dinámicas históricas y las razones a partir de las cuales, se construye una especial sensibilidad hacia las víctimas y las nociones de víctima, implícitas en nuestro propio quehacer investigativo como Grupo con sus inclusiones y exclusiones. Anotábamos como se llevó esta discusión al ámbito epistemológico, al trabajar desde la siguiente premisa: quienes vivieron la guerra y/o fueron testigos de actos de violencia, son sujetos productores de relatos, historias e interpretaciones sobre lo que sucedió y por consiguiente, dichos relatos hacen parte de la labor de esclarecimiento histórico. Adicionalmente el GMH planteó el trabajo de memoria histórica tanto en su dimensión esclarecedora, es decir, revelar y documentar los hechos, las cifras y las responsabilidades en las violencias, como en la construcción de relatos en los que convergen múltiples voces, experiencias y perspectivas.

Velaton 2 Orillas

Al rastrear el trabajo del Grupo en documentos e intervenciones de interlocución con comunidades y organizaciones, las metodologías y las maneras en que se elaboran informes concluimos que:

Las víctimas son agentes sociales, políticos y de derechos, pero, como parte de un universo heterogéneo tanto en su composición socio demográfica, como en la manera en que se reconocen o nombran (CNMH, 2013). Se llamó la atención sobre los modos tan diversos en que las personas se reconocen como sujetos víctimas; el rechazo al uso de esta categoría por parte de algunos sobrevivientes y, la necesidad de reconocer y legitimar los modos de nombrarse de quienes han sufrido y sentido el impacto de la guerra, incluyendo a quienes cuestionan la asociación de la condición de víctima con un evento específico (por ejemplo una masacre) y no con una trayectoria histórica o un régimen de opresión (por ejemplo la colonización o la esclavitud) (Riaño y Uribe, 2016).

También registramos la enorme tensión y paradoja surgidas con la difusión masiva de los productos escritos y visuales y los trabajos de investigación del GMH. El lanzamiento de informes, su presencia en los medios y la manera en que, desde sectores empresariales, políticos y noticiosos, comienza a dar importancia a las víctimas, activa una asociación entre la enunciación de un discurso de apoyo solidario y cierta superioridad moral de quien lo emite. El discurso sobre las victimas adquiere un valor simbólico, estético y político importante, expresado de maneras muy diversas que van desde, la acción filantrópica o de fuerte presencia en redes sociales, mediante las que se expresa una solidaridad vertical con las víctimas6, a la puesta en escena de eventos públicos o performance con actores o personalidades políticas y del mundo del arte “que se ponen en la piel de las víctimas”, lo cual da cuenta de una de las fricciones que resultan del desplazamiento de la noción de víctima como sujeto y agente de memoria histórica, a la de sujeto de la solidaridad; argumento que aunque de una manera muy diferente a los tiempos de La Violencia, el impulso que aquí se hace presente es también, uno naturalizador en el que la víctima es la depositaria inherente de la ayuda.

Por Por último, quiero llamar la atención sobre las nuevas fricciones y la polarización surgidas con la irrupción de las fuerzas armadas y la policía, en los debates sobre la memoria histórica, y sus demandas, tanto por conocer de qué manera se les va a representar y presentar en el museo de Memoria Histórica, como por hacer parte del Consejo asesor del Centro Nacional de Memoria Histórica, dando cumplimiento al decreto firmado por Juan Manuel Santos el 23 de marzo del 2017, en el que se da un puesto al Ministerio de Defensa, en el Consejo Directivo del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), entidad responsable en el país, de la investigación de memoria histórica, los acuerdos de verdad, el archivo nacional de derechos humanos y el MNM. El decreto no es un acto aislado o repentino; materializa la preocupación y la exigencia de las fuerzas militares para que sus miembros, “en su rol de servidores públicos que presenciaron en forma directa el desarrollo del conflicto”, participen en “establecer y esclarecer las causas de tales fenómenos (relacionados con la guerra)”. (El Espectador, Abril 18 de 2017)

Más recientemente se firmó una ley radicada en el Congreso en la que se “rinde homenaje y se otorgan beneficios a los veteranos de la fuerza pública” en el Museo de Memoria Histórica. El esfuerzo de estos estamentos y de poderosas asociaciones gremiales como Fedegan, de apropiarse de la noción de víctima, ilustra el complejo conjunto de actores disputando la memoria histórica y las discordias y fricciones que están atravesando el campo cuyos acumulados construidos en los últimos diez años, están siendo amenazados y corren el riesgo de convertirse en narrativa oficial.

Para concluir quiero resaltar la centralidad política y de recurso simbólico que adquiere la noción de víctima en los discursos y narrativas sobre la guerra, los derechos humanos y la paz en los últimos treinta años, y el vasto campo de fricción social por el riesgo de su instrumentalización, cooptación y en ocasiones, regulación de las víctimas. Al mismo tiempo, las organizaciones sociales han posicionado a la memoria de las víctimas como lugar autónomo de dignificación de los recuerdos y como lugar para el reclamo de agendas sociales más amplia, tomando distancia frente a las iniciativas institucionales que instrumentalizan su memoria y limitan su agencia social y política como víctimas.

 

 

Referencias bibliográficas

Centro Nacional de Memoria Histórica. (2013). Remembering and Narrating Conflict/Recordando y Narrando el Conflicto. Resources for doing historical memory work. Bogotá: Centro Nacional de Memoria Histórica.

Espinoza Moreno, Fernanda. (2019). El surgimiento público de la víctima en Colombia: la voz testimonial de la tortura (1978-1979). Historia y Grafía, año 26, núm. 52, enero-junio 2019, pp. 129-156

González-Jácome, Jorge (2016). Derechos humanos y pensamiento de izquierda en Colombia (1974- 1978): Una relectura de “el libro negro de la represión”. 133 Universitos, 105-138, 2016. http://dx.doi.org/10.11144/Javeriana.vj133.dhpi

Grupo de Memoria Histórica. (2009). Memorias en tiempo de guerra. Repertorio de iniciativas. Bogotá: Puntoaparte eds.

Grupo de Memoria Histórica. Justicia y Paz. (2012). ¿Verdad judicial o verdad histórica? Bogotá: Editorial Taurus.

Isschot, Luis Van, 2015). The social origins of human rights: protesting political violence in Colombia's oil capital. 1919-2010. Madison, Wisconsin: The University of Wisconsin Press.

Levy, D., & Sznaider, N., (2010). Human Rights and Memory. University Park, Pa: Pennsylvania State University Press, 2010.

Orozco, Iván. (2015). Sobre los límites de la conciencia humanitaria. Dilemas de la paz y la justicia en América Latina. Bogotá: Editorial Temis.

Riaño Alcalá, Pilar y Uribe, Maria V. (2016). Constructing Memory amidst War: The Historical Memory Group of Colombia. International Journal of Transitional Justice, 10(1),: 6-24. doi:10.1093/ijtj/ijv036

Rodríguez, Nicolás. (2017). La naturalización de la violencia. Damnificados, víctimas y desarrollo en la segunda mitad del siglo XX colombiano. Tesis presentada para la obtención del grado de doctor en Historia. Universidad de Montreal.

Shaw, Rosalind (2007). Memory Frictions: Localizing the Truth and Reconciliation Commission in Sierra Leone. The International Journal of Transitional Justice 1:183–207, p.190

Uprimny, Catalina. (2000). La memoria en la Ley de Víctimas en Colombia: derecho y deber. Anuario de Derechos Humanos: 135-143.

Uribe, María Teresa. (2003). Estado y sociedad frente a las víctimas de la violencia. Estudios Políticos. N. 23, Julio-diciembre: 9-25

Winifred, Tate. Counting the dead: the culture and politics of human rights activism in Colombia. Berkeley: University of California Press, 2007.

 

 

Palabras clave:

Memoria, derechos humanos, víctimas, conflicto armado, verdad.

 

Notas al pie:

1 Jorge González Jácome establece que los movimientos por los derechos humanos adquieren peso en estos años cuando el conflicto armado entre guerrillas, Estado y paramilitares, atraviesa una de sus etapas más brutales de violencia contra la población civil. Ver: Derechos humanos y pensamiento de izquierda en Colombia (1974- 1978): Una relectura de “el libro negro de la represión”. 1 33 Universitos, 105-138, 2016. Ver enlace.
2 Memoria histórica entendida como el conjunto de relatos en los que memoria e historia se conjugan para dar cuenta de una comprensión común (pero no necesariamente de un relato único) y de unas responsabilidades por el significado que el pasado tiene para el presente de un grupo, comunidad o sociedad. Levy, D., & Sznaider, N. Human Rights and Memory. University Park, Pa: Pennsylvania State University Press, 2010.
3 María Emma Wills caracteriza el campo de memoria histórica como “una esfera delimitada y muy heterogénea de producción de conocimientos, saberes y estéticas impulsados por diversos gestores, siguiendo prácticas y criterios de validación propios, que responden a regímenes de producción/marcos sociales específicos. Estos conocimientos y saberes constituyen representaciones de un pasado imaginado ya sea en el orden local, regional, nacional o internacional, constituyéndose en la fundamentación de identidades colectivas con capacidad de agencia.” Documento interno Seminario Vancouver, 2019.
4 La versión final de esta ley con sus componentes de memoria histórica y atención a las victima resulta de una historia más compleja de negociaciones y activismo legal que no tengo espacio en este artículo para ver al respecto el documento de la Corporación Humanas sobre la participación de las mujeres en el Acuerdo de Paz y la síntesis sobre las maneras de participación de las víctimas en la negociación de la Organización Internacional de Migraciones.
5 Ver al respecto el documento de la Corporación Humanas sobre la participación de las mujeres en el Acuerdo de Paz y la síntesis sobre las maneras de participación de las víctimas en la negociación de la Organización Internacional de Migraciones, ver enlace
6 Por ejemplo la campaña que lanza la Fundación Semana para solidarizarse con las víctimas del Salado en la que las personas podían hacer una donación bajo emblemas como “yo estoy ayudando a la reconstrucción del Salado” o “todos por la reconstrucción del Salado” y su cubrimiento mediático en el que se relata como el pueblo “resucita”.

 

 

 

Publicado en Paz


7.MartaVilla

Marta Inés Villa Martínez

Ver perfil

Historiadora de la Universidad Nacional de Colombia y Magíster en Cultura de las Metrópolis de la Universidad Politécnica de Cataluña. Su experiencia académica e investigativa ha sido en campos como Las Migraciones, el desplazamiento forzado, violencia, políticas públicas y Memoria. Actualmente es directora de la Corporación Región.




Resumen

La Corporación Región aboca el tema migratorio en varios momentos y desde varias perspectivas teóricas y metodológicas. En este artículo se describen cuatro momentos de este trayecto e identifica las preguntas claves en cada uno de ellos: A comienzos de los años noventa, muy ligada a la investigación sobre violencia urbana se resalta la figura del migrante campesino y su acción de conquista y lucha por la ciudad. Luego, desde medidos de los noventa, reconocemos el fenómeno del desplazamiento forzado. No le llamamos migración por su carácter forzado y su asociación al conflicto armado. Así llegamos a la noción de Migración forzada, a la descripción de rutas migratorias, de trayectos, de políticas migratorias nacionales e internacionales; a identificar las relaciones y diferencias con otras formas de migración (económica, cultural). El último momento es el presente: Colombia es el principal lugar de destino de la migración venezolana. Nuestra historia había sido la de un país y una ciudad que expulsaba a su gente, no la de quien recibe. Este fenómeno, que por las características socio políticas del país vecino, no pareciera ser transitorio, nos genera nuevos retos investigativos y de acción colectiva. A 30 años, nuevas preguntas y perspectivas se abren.


Sociedades en Movimiento.
Migraciones y Desplazamiento Forzado

La Corporación Región nace con la necesidad de comprender las realidades y problemáticas que nos aquejan como sociedad. El poblamiento de la ciudad y especialmente lo que algunos denominaron “la colonización urbana” o la “segunda fundación”, propiciada por la romería de los habitantes del campo desde finales de los años cincuenta, por razones asociadas a la violencia, la pobreza o simplemente por la atracción que representaba la ciudad, fue una de esas realidades. Entre los componentes de la crisis que estalló a finales de los ochenta, estaba la insatisfacción del conjunto de demandas de inclusión y reconocimiento, de esta población. Así fue nuestro primer acercamiento a los temas migratorios y de movilidad humana; después vino el desplazamiento forzado; poco a poco comprendimos que más allá del tema humanitario, éste expresaba una modalidad de trashumancia que hacía mella en el mundo, la migración forzada, de la cual Colombia era una de sus máximas exponentes. Los acercamientos a este tema desde la investigación, la formación ciudadana y la incidencia pública, constituyen otras piezas de la reflexión y acción propuesta por Región en sus 30 años.

1. Momento uno: De campesinos a pobladores urbanos excluidos

Algunos de entre quienes fundamos la Corporación, veníamos del trabajo barrial y de los movimientos sociales urbanos; de ahí que, las preguntas por los procesos de poblamiento, la identificación del barrio como unidad socio espacial, en la que se reproducían las contradicciones de la sociedad y se generaban nuevas formas de habitar la ciudad; la valoración de grupos que demandaban acceso a recursos y bienes (económicos, sociales y culturales) fueran parte del equipaje inicial.

En este contexto, la caracterización socio espacial de las comunas, las historias de barrios, y la reflexión sobre las raíces de la violencia que aquejaba al Medellín de los noventa, nos acercaron, desde diversas ópticas, a las migraciones como componente central de la conformación de la ciudad contemporánea.

El termino migración asociado a la movilidad campo-ciudad, aparece por primera vez en “Medellín en zonas” (Naranjo, 1992). Allí se hace referencia a la procedencia de los habitantes reasentados en las zonas nororiental, noroccidental, centro oriental y centro occidental de la ciudad. A lo largo del texto se trabajan dos acepciones de este tipo de migración, una de carácter fenomenológico “movimientos migratorios”, otra que alude a la construcción del sujeto migrante “Migración campesina”. Se hablaba entonces de un fenómeno asociado a la movilidad humana ligada a la violencia de mediados del siglo XX y a las precarias condiciones de vida en el campo, así como de un reasentamiento marcado por la escases y el desarraigo, en una ciudad que no lograba insertarlos y que les empujaba a “reasentarse de hecho” en las zonas de mayor vulnerabilidad.

Otra vía por la que llegamos a esta reflexión fue la violencia urbana. La crisis de la década de los noventa y las altas cifras de homicidios, apremió la necesidad de indagar sobre sus causas. Sin duda alguna, la existencia de poderes armados, de redes criminales, del negocio de las drogas, explicaban una parte del fenómeno; pero bastó hurgar un poco para encontrar que, en su base estaba también, la existencia de un segmento importante de la población, mujeres y hombres que expulsados del campo por la violencia o por la pobreza y con demandas insatisfechas, habían llegado como migrantes rurales en el transcurso de tres décadas (60-70- 80). La prole de esta generación de migrantes, en buena medida, estaba nutriendo los grupos armados, lo que explicaba la alta tasa de homicidios, tal y como fue relatado en el texto “Subculturas del narcotráfico” (Salazar y Jaramillo, Cinep, 1996). Otros, totalmente apropiados e identificados con la ciudad que sus familias ayudaron a construir, sumaron su voz a la de quienes reclamaban para ellos posibilidades de futuro.

En este primer momento, la atención no se puso en la migración como problema, sino en el no reconocimiento y la exclusión de estos migrantes campesinos; nuevos pobladores urbanos que ayudaron a fundar la ciudad, y planteaban para ellos y sus familias, demandas de inserción y bienestar que no eran atendidas. Ellos hacían parte de una dinámica de movilidad presente en América Latina pero en Medellín, sólo lo pudimos ver, a partir de la pregunta por las causas de la violencia que, desde mediados de los ochenta, azotó al país y la ciudad.

2. Segundo momento: El desplazamiento forzado y las víctimas

Este tema estuvo relacionado, de manera directa, con el reconocimiento de un conflicto armado que se hizo visible desde mediados de los noventa. En el trabajo que se realizaba en zonas periféricas de la ciudad, nos encontramos con un nuevo sector poblacional, familias expulsadas del campo, que llegaban buscando refugio y, por lo general, en condiciones extremas de pobreza. Asuntos primordiales como el derecho a una alimentación básica, el acceso a la escuela o al sistema de salud, nos suscitaron otras preguntas: ¿Cómo hablar de derechos humanos con una población con todos sus derechos vulnerados?, ¿Cómo emprender procesos de formación y liderazgo ante la imperiosa necesidad de sobrevivir? ¿Cómo entender la ciudadanía con personas que, en muchos casos, no tenían ni siquiera cédula o registro civil y su documento más preciado era la carta de desplazado, emitida por una entidad pública y con la que podían recibir ayudas humanitarias? ¿Cómo focalizar esta población en sectores y asentamientos conformados por los llamados “pobres históricos”, igualmente vulnerados y excluidos? Estas preguntas interrogaron nuestros currículos y metodologías; las herramientas obtenidas de corrientes de la Educación Popular y pedagogías activas, en las que nos apoyábamos, fueron insuficientes. Las nuevas dimensiones de nuestra labor de acompañamiento, para el reconocimiento de la población desplazada en la ciudad fueron: el lugar de procedencia y la edad; las subjetividades y la memoria; el trabajo psicosocial, las afectaciones diferenciales por género y las resistencias y capacidades de estas personas para enfrentar y transformar los impactos del conflicto armado.

Una de las experiencias que sintetiza esta perspectiva fue La Rueca, un proceso de formación para la reflexión, la creatividad y la solidaridad con personas desplazadas. La Rueca, fue el símbolo que nos acompañó desde el inicio hasta el final. Buscamos con esta metáfora estética, unir las madejas del tejido social roto por la guerra pues, reconocíamos esa ruptura y la necesidad de recomponerlo, entrelazando acciones colectivas. Nos interesaba facilitar que cada sujeto se pensara de forma individual, repensara su proyecto de vida y tratara de resignificar los efectos del conflicto armado, siempre en relación con los demás. Cuarenta y cinco personas, en su mayoría mujeres entre los diecisiete y los setenta años, participaron del proceso cada domingo durante un año.

Además de su precaria situación, a las personas desplazadas les pesaba el estigma del que eran objeto. En una exploración realizada en la investigación sobre la construcción social del miedo (Villa y otras, 2003), encontramos que las identificaban con la guerra; entendiendo que ésta, se desarrollaba principalmente en el escenario rural, se las señalaba de traer la guerra a la ciudad: “si huyeron por algo será”; “quién sabe quiénes serán y por qué están aquí” se decía. La desconfianza y la sospecha eran el rasgo predominante de la relación entre esta población y la sociedad receptora que no se atrevía ni a mirar a los ojos de quienes, parados en los semáforos, portaban sus carteles: “Ayúdenme. Soy desplazado”.

Esta es tu casa

2.1. Una ciudad con nuevos habitantes y nuevos vecinos

Trabajar por el reconocimiento de esta población fue un propósito explícito de nuestro accionar. Para ello, acudimos al arte y a la comunicación pública: campañas como Tenemos Nuevos Vecinos y Esta es Tu casa1 , la contribución a la exposición Destierro y Reparación impulsada por el Museo de Antioquia2 y la puesta en marcha de una obra colectiva, producto del diálogo entre artistas y organizaciones de víctimas: el Bus de la Memoria3 , llamaron la atención sobre un fenómeno que había tomado una magnitud superlativa y aun así, seguía siendo marginal en las agendas sociales y políticas de la ciudad y el país. Lo más importante quizás, era ver en cada rostro el drama humano que había llevado a miles de personas a la ciudad, como única forma de protegerse y de intentar una nueva vida. Con estas acciones logramos: llamar la atención sobre su presencia en la ciudad, darles la bienvenida, ayudar a otros a comprender que, como nosotros, tenían derecho a quedarse en la ciudad, a ser bien tratados y a una ciudadanía plena.

Como parte de esta apuesta por el reconocimiento y por develar el rostro de la tragedia del desplazamiento, se produjo la serie audiovisual Multitud Invisible4 , bajo la dirección de Luigi Baquero. En las voces de sus protagonistas, se transitó el camino que habían recorrido las personas desplazadas hasta llegar a ocupar los bordes de la ciudad, caracterizados por la extrema pobreza; conocimos las demandas de educación y salud, no sólo de quienes llegaron del campo, también, de quienes eran desplazados en la misma ciudad; supimos de sus pérdidas y sufrimientos y, aprendimos de su capacidad de liderazgo, sus expectativas de futuro, su sueños.

De esta forma, a través del arte y la comunicación, la Corporación Región se la jugó por incluir en la agenda pública y gubernamental esta realidad, por ponerle palabra y rostro a un drama humanitario que no le era exclusivo, pues afectaba todo el país.

2.2. La agenda investigativa

Como parte de nuestra política de producción de conocimiento, desarrollamos diferentes proyectos de investigación que apuntaban a comprender un fenómeno que estaba transformando de manera definitiva, el rostro de las ciudades y evidenciando la debilidad institucional para su atención. Desde comienzos del 2000, hicimos parte del grupo impulsor de la Red de Investigación sobre Desplazamiento Forzado (REDIF) que apostó a construir una comunidad académica para debatir asuntos de orden teórico, ético y metodológico, además, para incidir en las políticas públicas que se adelantaron desde finales del noventa en el país5 . En este escenario compartimos las preguntas y los resultados de nuestra actividad investigativa.

El libro “Miedo y Desplazamiento” (Jaramillo y otras, 2004), resultado de un proyecto e investigación con personas desplazadas del Oriente y el Urabá, exploró sus trayectorias y recorridos hasta llegar a la ciudad, a través de ejercicios de memoria, por las redes sociales en las que se insertaban y por las representaciones que de esta población se hacía en las comunidades receptoras. Así, comenzamos a cruzarnos con el campo de los estudios migratorios. Por cerca de una década participamos en el Grupo de Migraciones de CLACSO6 , y establecimos un diálogo que nos permitió encontrar, tanto nuevos referentes teóricos y metodológicos, como las especificidades del problema que nos ocupaba. Efectivamente estábamos frente a una modalidad migratoria cuyos contextos eran la violencia y el conflicto armado en los que se producían. Con la noción de Migración forzada, encontramos la relación y, a su vez, la especificidad.

“Poniendo Tierra de por Medio. Migración forzada de colombianos en Colombia, Ecuador y Canadá” recogió los resultados de una investigación colaborativa con Flacso (Ecuador) y la UBC (Canadá) en la que comparamos las diversas modalidades de migración forzada: interna (intraregional e intra urbana) e internacional (Ecuador y Canadá). Así, nos aproximamos a otro tema de reflexión y debate: el refugio y las políticas para su atención.

Como parte de los estudios sobre la memoria, profundizamos en dos casos de desplazamiento forzado: el primero, en el oriente antioqueño municipio de San Carlos, zona rural ubicada en el complejo hidroeléctrico más importante del país; más del 90% de la población abandonó sus tierras por razones asociadas al conflicto armado, ocasionando un verdadero éxodo7 ; el segundo en la Comuna 13 de Medellín, publicado en el texto “La huella invisible de la guerra; Desplazamiento forzado en la Comuna 13”8 . Al acercarnos desde la perspectiva de la memoria, pudimos nombrar tanto las dinámicas de guerra en la ciudad, como uno de sus impactos más invisibilizados: el desplazamiento forzado dentro de la ciudad, y el desplazamiento rural, casi siempre provocado por delitos como asesinatos, amenazas, reclutamiento forzado y despojo, entre otros. Con este enfoque, nuestra mirada de las tipologías migratorias en Colombia, en este caso asociada a contextos de conflicto armado, se diversifica: ya no sólo se trata de la clásica migración campo-ciudad, sino, desde el punto de vistas de las trayectorias, de una migración intraregional, urbana e internacional.

Y nos interesamos en comprender y describir: los contextos de expulsión, los recorridos, los recursos empleados, las formas de recepción en las comunidades, las representaciones, los estigmas, las prácticas de inserción y, especialmente, las demandas de atención y reparación asociadas a la emergencia de un nuevo sujeto político: las víctimas. También, ha formado parte de nuestra reflexión en Región y en el intercambio con el campo de estudios sobre el tema, el retorno como parte de las trayectorias migratorias y de las medidas de reparación y restablecimientos de derechos de la población desplazada dentro y fuera del país.

2.3. La incidencia en políticas públicas incluyentes

La ley para la atención de desplazamiento forzado (Ley 387 de 1997) fue el resultado de la presión de organizaciones de derechos humanos, de víctimas y organismos internacionales que, en sintonía con los Principios Rectores del Desplazamiento Forzado (1996), apuntaba a reconocer el drama humanitario que padecían cientos de miles de personas, de manera silenciosa, y la obligación del Estado en su atención. También fue expedida por la decisión de diferentes administraciones locales, de asumir su responsabilidad y competencias respecto a la atención de las víctimas.

Para su implementación se crean instrumentos de política, una institucionalidad y un sistema nacional de atención que determinó también, las obligaciones y las instancias que en los territorios debían implementarse. La Corte Constitucional se convirtió en garante de los derechos de la población desplazada, y durante años, produjo una doctrina valorada “como uno de los aportes más sugestivos y novedosos al constitucionalismo contemporáneo” (Rodríguez y otros, 2010). En una de sus sentencias, admitió el incumplimiento sistemático del Estado a los mandatos de la ley, y reconoció la configuración de un Estado de Cosas Inconstitucional (Sentencia T-025 de 2004). Las organizaciones de la sociedad civil conformaron la Comisión de Seguimiento a la sentencia y desde allí produjeron una importante batería de indicadores para evaluar sus avances9.

Región se involucra en este campo desde el análisis de políticas públicas en las que se incluyen asuntos tales como: las representaciones políticas que los servidores públicos tienen sobre las víctimas y la constitución de las víctimas como sujetos políticos (Villa y otras, 2004) al incidir en el diseño de la política para la atención a la población desplazada a nivel local (acuerdo 049 de 2007) y departamental (ordenanza 006 de 2006) y apoyando los mecanismos de participación creados por la misma política; también, con el fortalecimiento de organizaciones sociales para el ejercicio de su liderazgo y agencia de sus derechos10. Y participamos en: procesos de elaboración de políticas locales y el avance en la conceptualización del fenómeno y sus víctimas, así como sus conexiones con el derecho a la ciudad que mejoraron los instrumentos de política. Se incidió en la implementación de los lineamientos trazados, especialmente en Medellín, primero con el acompañamiento en el diseño y puesta en funcionamiento de la antigua Gerencia de Desplazamiento de Medellín, y posterior Unidad Municipal de Atención a Víctimas, así como en la evaluación de desempeño de esta dependencia, con un estudio que condujo a la adecuación de algunas de sus principales líneas de trabajo: reconocimiento, reparación, retornos y reubicaciones.

Desplazamiento tomada de El Tiempo

El desplazamiento forzado, que llegó a contabilizar más de 8.000.00011 de desplazados internos y 25.45212 que cruzaron las fronteras en búsqueda de protección internacional, modificó de manera determinante el territorio nacional. La brecha entre el avance en la formulación de la política pública y su implementación, fue el dato relevante. Con la aprobación de la ley de víctimas y el proceso de paz, emergen otros referentes contextuales y las víctimas del desplazamiento forzado conforman un campo en el que se constituye un nuevo sujeto político.

A pesar de las demandas insatisfechas de atención y reparación, sus requerimientos se sitúan hoy, en el pleno derecho a la ciudad, esto es, a estar, a quedarse, a disfrutar de los beneficios del desarrollo y a incidir en su futuro. Ya no son nuevos vecinos; la ciudad les pertenece, al menos a una parte de ellos.

3. Coda. La pregunta por la migración venezolana

En estas tres décadas nos hemos ocupado, de manera prioritaria, de la migración forzada de colombianos, dentro y fuera del país. Aunque el contexto del conflicto armado ha cambiado, el desplazamiento forzado se sigue produciendo desde algunas regiones y, muchas de las demandas de inclusión y reconocimiento siguen latentes, por lo que seguirán siendo relevantes en las agendas investigativas, sociales y políticas.

A esto se suma un nuevo fenómeno: la migración desde Venezuela hacia Colombia. Se calcula que 1.400.000 personas han llegado y que, al menos la mitad se encuentra en situación irregular. Muchas son de origen venezolano, otras son colombianas que, después de décadas de vivir allá, retornan. Nunca antes el país había sido un lugar significativo para la admisión de migrantes extranjeros, por lo que este escenario, genera un conjunto de preguntas sobre la atención, la recepción y las posibilidades de reconocimiento e inclusión.

Tal como sucedió con migrantes colombianos que llegaron a otras ciudades o países, buscando protección, una parte de la sociedad les responde con actitudes xenófobas. El ambiente político y el drama humanitario que se vive en Venezuela, hace pensar que se trata de circunstancias que tardarán décadas en tramitarse, pues no se trata de asuntos coyunturales.

A Región, como organización democrática, le corresponderá en los próximos años, poner por obra los aprendizajes sobre la migración forzada de colombianos y ayudar a entender esta nueva realidad, para incidir en las políticas públicas y en las representaciones sociales que sobre la migración se tienen. Y ayudar a otras personas a decir colectivamente a los hermanos venezolanos: ¡Esta es tu casa!

 

Listado de publicaciones sobre desplazamiento forzado registrado en Colciencias


Rostros del miedo: Una investigación sobre los miedos sociales urbanos 2003 Libro completo. Resultado de investigación
Miedo y desplazamiento: experiencias y percepciones 2004 Libro completo. Resultado de investigació
La percepción social de los desplazados. Un asunto de política pública 2004  Artículo en revista especializada
Estar juntos: un antídoto contra el miedo 2004 Artículo en revista especializada
El desplazamiento en Colombia. Regiones, ciudades y políticas públicas. 2005 Libro completo. Resultado de investigación
Desplazados: entre víctimas, peligrosos y resistentes a la guerra. Percepciones sociales y políticas públicas 2005 Capítulo de libro. Resultado de investigación
El oficio de investigar sobre y en contextos de desplazamiento forzado. Preguntas, dilemas, aprendizajes éticos y metodológicos 2006 Capítulo de libro. Resultado de investigación
Reflexiones sobre ética en investigación social desde una organización no gubernamental 2006  Capítulo de libro. Resultado de investigación
Desplazamiento Forzado en Colombia. El miedo: un eje transversal del éxodo y la lucha por la ciudadanía 2006 Artículo en revista especializada
Migración forzada de colombianos: Colombia, Ecuador, Canadá  2007 Libro completo. Resultado de investigación
La experiencia del desplazamiento forzado en Urabá y el oriente antioqueño (1998-2006) 2007 Artículo en revista especializada
Migración forzada de colombianos : Colombia : v1 2007 Capítulo de libro. Resultado de investigación
Representaciones sociales y políticas públicas. Una lectura de su relación con las políticas de restablecimiento y reparación 2007  Capítulo de libro. Resultado de investigación
Poniendo tierra de por medio. Migración forzada de colombianos en Colombia, Ecuador y Canadá 2008 Libro completo. Resultado de investigación
Las variaciones del desplazamiento interno. Una mirada comparativa de los desplazamientos intraregional e intraurbano 2008 Capítulo en libro. Resultado de investigación
Lo que va del desplazamiento al refugio. Una mirada a las políticas de refugio y desplazamiento en Colombia, Ecuador y Canadá 2008 Capítulo de libro. Resultado de investigación
Las fronteras del no reconocimiento : los colombianos en situación de refugio en Ecuador 2008 Capítulo de libro. Resultado de investigación 
Políticas públicas sobre desplazamiento forzado en Colombia: una lectura desde las representaciones sociales 2008  Capítulo de libro. Resultado de investigación
Narraciones sobre la experiencia del Éxodo. El caso del desplazamiento forzado en la Comuna 13 2008 Artículo en revista especializada
Desplazamiento intraregional : entre el destierro y la inserción precaria 2008  Capítulo de libro. Resultado de investigación
Contextos explicativos del desplazamiento interno y del refugio de colombianos en Ecuador y Canadá 2008  Capítulo de libro. Resultado de investigación
El desplazamiento forzado intraurbano: negación del derecho a la ciudad 2008  Capítulo de libro. Resultado de investigación
Nómadas en el interior de la ciudad o la expresión del "rodar": una lectura del desplazamiento intraurbano en Colombia 2009 Artículo en revista especializada
El conflicto armado afecta todas las esferas : implicaciones del conflicto armado en la comuna 13 2009 Artículo en revista especializada
Migración forzada: la otra cara de la migración internacional 2009 Artículo en revista especializada
La migración forzada de Colombianos : Colombia, Ecuador: miedo, memoria y representaciones sociales 2009 Capítulo en libro. Resultado de investigación
Desplazamiento dentro de la ciudad: Colombia 2010 Artículo en revista especializada
La construcción social del sujeto migrante en América Latina. Prácticas, representaciones y categorías 2011 Libro completo resultado de investigación
El Destierro en Medellín 2011 Capítulo de libro. Resultado de investigación
Desplazados y refugiados: entre ser, merecer y ocultar su situación. A propósito de la migración forzada de colombianos en Colombia, Ecuador y Canadá 2011  Capítulo de libro. Resultado de investigación
San Carlos: Memorias del éxodo en la guerra 2011 Libro completo. Resultado de investigación
La huella invisible de la guerra. Desplazamiento forzado en la Comuna 13 2011 Libro completo. Resultado de investigación
Entre rodar y estar caído. Desplazamiento intraurbano y su incidencia en la redefinición de identidades y alteridades 2012  Capítulo de libro. Resultado de investigación
Memorias desde el retorno : sistematización de las prácticas de memoria, impulsadas en los programas de retorno al municipio de San Carlos, Antioquia, 2009 y 2013 2013 Libro completo. Resultado de investigación
Forced Migration of Colombians: a relational perspective 2014 Capítulo en libro. Resultado de investigación
El retorno en contextos de migración forzada: entre la fuerza del terruño y la fragilidad del regreso 2014 Artículo en revista especializada
Conflictos y violencias: despojo y desestabilización de hábitats y territorios 2016 Capítulo de libro. Resultado de investigación

 

Referencias bibliográficas

Bello, Marta Nubia (compiladora), 2006. Investigación y Desplazamiento Forzado. Reflexiones éticas y metodológicas. Bogotá, Colciencias.

Jaramillo, Ana, Villa Marta y Sánchez, Luz Amparo. (2004). Miedo y Desplazamiento. Experiencias y percepciones 2000-2004. Medellín. Corporación Región.

Naranjo, Gloria. (1992). Medellín en zonas. Medellín, Corporación Región.

Riaño Pilar y Villa Marta. (editoras). (2008). Poniendo Tierra de por Medio. Migración forzada de colombianos en Colombia, Ecuador y Canadá. Disponible en este enlace.

Salazar, Alonso y Jaramillo, Ana María. (1996). Subculturas del narcotráfico. Bogotá. Cinep.

Rodríguez César. Diana Rodríguez, Franco, . (2010). Cortes y cambio social: cómo la Corte Constitucional transformó el desplazamiento forzado en Colombia. Bogotá: Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad (Dejusticia)

Villa, Marta, Sánchez, Luz Amparo y Jaramillo, Ana María (2003). Los rostros del miedo. Una investigación sobre los miedos sociales urbanos. Medellín. Corporación Región.

Villa, Marta, Jaramillo, Ana María. y Sánchez, Luz Amparo. (2004). Miedo Y Desplazamiento: experiencias y percepciones. Medellín. Corporación Región.

 

 

Palabras clave:

Sociedad, ciudad, migración, desplazamiento forzado, inclusión social, víctimas.

 

Notas al pie:

1 Ver: Salazar, Marta. Arte para develar esas otras realidades
2 A propósito ver: González, Lucia. Desterrando la indiferencia, recuperamos nuestra dignidad.  
3 Sanchez, Luz Amparo: El bus de la memoria; un ejercicio de memoria colectiva. Una descripción de estas campañas puede verse en: Revista 58 Desde la Región. Arte y reconciliación
4 La serie está compuesta de 5 videos: “Esta es tu casa”, “Donde comen uno comen tres comen seis? , “No se lo deseo a nadie” , “Nos tocará” 
5 Textos producidos por Redif: Bello, 2006
6 En este grupo se produjeron dos libros que dan cuenta de esta producción y de este diálogo: Las migraciones en América Latina / compilado por Susana Novick. -1a ed.- Buenos Aires: Catálogos, 2008. Y, Bela Feldman-Bianco, Liliana Rivera Sánchez, Carolina Stefoni, Marta Inés Villa Martínez (Compiladoras) La construcción social del sujeto migrante en América Latina. Prácticas, representaciones y categorías. CLACSO - FLACSO – UAH, Buenos Aires, Quito,Santiago, 2011, 366
7 San Carlos, memorias del éxodo en la guerra. Disponible en este enlace
8 La huella invisible de la guerra. Disponible en este enlace.
9 Corte Constitucional (2008) Indicadores de Goce Efectivo de Derechos. En: Auto 116 de 2008.
10 La institución acompañó la caracterización de las organizaciones inscritas en las Mesas Municipales de Participación en Medellín (2013) y Antioquia (2014)
11 Registro Único de Víctimas. Corte a 1 de septiembre de 2019.
12 Registro Único de Víctimas. Corte a 31 de julio de 2019

 

 

 

 

Publicado en Paz


5.AndreaRomero

Andrea Natalí Romero Vargas

Ver perfil

Antropóloga de la Universidad de Antioquia, con estudios de Maestría en Ciencia de la Información con énfasis en memoria y sociedad, de la misma universidad. Perteneciente desde el 2009 al Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado (MOVICE), en donde ha realizado acompañamiento desde ejercicios de Antropología Forense a víctimas de desaparición forzada. Actualmente coordinadora del proyecto Territorios por la Verdad de la Corporación Región, y adscrita desde finales del año 2018 al grupo de investigación de la misma institución.




Resumen

Hablar de memoria en la actualidad es enfrentar un escenario en disputa, ya que consiste en darle sentido al pasado desde el presente con una firme intención de futuro claramente política, pues son múltiples las lecturas e interpretaciones del pasado y su influencia directa en la sociedad que se quiere construir; por eso no se habla de la memoria, sino de las memorias, esas que permiten la pluralidad de voces y de sentidos. El tema interesa a investigadores, académicos, políticos, instituciones, organizaciones sociales, y por supuesto, a la población victimizada.

El conflicto armado colombiano y su permanencia en el tiempo, ha dejado un gran número de víctimas en todo el territorio nacional y una de las maneras de visibilizar a víctimas y sobrevivientes, es denunciar las graves violaciones a los derechos humanos, exigir verdad, justicia, garantías de no repetición, por medio de la construcción de memorias. En este camino, la Corporación Región cumple 30 años apostándole a una sociedad más justa, democrática y en paz y una de sus principales aliadas ha sido la memoria. En este artículo se reflexiona sobre el tema desde diversos referentes teóricos, relacionándolos con los ejercicios y procesos que Región ha acompañado y liderado con las comunidades y poblaciones, no solo como parte de su objetivo misional, sino también, desde el compromiso investigativo, el desarrollo conceptual y la elaboración de propuestas metodológicas innovadoras en este campo.


La Memoria: una aliada de la Corporación Región para dignificar territorios

"El pasado se vuelve memoria
cuando podemos actuar sobre él
en perspectiva de futuro".
Gonzálo Sánchez

Introducción

Hablar de memoria implica un abordaje muy amplio y complejo, pues como es sabido, después de la Segunda Guerra Mundial surgió lo que se conoce como “el boom de la memoria”, o en palabras de Gilda Waldman (2006), una obsesión memorialista, ya que ante el Holocausto y la inenarrable cantidad de víctimas, se empezó a construir una memoria que denuncia lo sucedido y cultiva la esperanza de que aquellos horrores no se vuelvan a repetir.

En Colombia el conflicto armado ha dejado más de 262.197 víctimas fatales, 15.697 casos de atropello contra la libertad y la integridad sexual, 37.094 secuestros, 17.804 reclutamientos forzados de menores de dieciocho años, y más de 80.514 desapariciones forzadas (Observatorio de Memoria y Conflicto, 2018). Por tanto, la construcción de memorias desde las víctimas, las organizaciones sociales, y toda la sociedad, es fundamental para denunciar las graves violaciones a los derechos humanos; exigir verdad, justicia, reparación, y garantías de no repetición, y visibilizar a las víctimas y sobrevivientes. La memoria se convierte en un tema imprescindible para entender: los procesos de resistencia y de defensa de los derechos humanos por parte de las comunidades victimizadas; la sensibilidad desde la sociedad civil, y el desarrollo de políticas que atiendan las exigencias de las víctimas; asuntos claros para la Corporación Región desde sus orígenes. En la revista Desde La Región del 2011 se anunciaba:

"Desde la Corporación Región afianzamos nuestro compromiso con el acompañamiento a los procesos de organización y formación de las víctimas en la región, con la producción de conocimiento que contribuya a la comprensión de lo que ha pasado y a develar los daños y pérdidas de la población desplazada, sus procesos de memoria y resistencia, así como a incidir en la política pública por el reconocimiento y goce efectivo de sus derechos".

"En Región mantendremos la mirada atenta, la evocación en la piel y haremos lo que esté en nuestras manos para hacer memoria y alentar que iniciativas gubernamentales como la Casa Museo de la Memoria, sea efectivamente un espacio que propicie, por diversos medios, el reconocimiento y dignificación a la palabra de las víctimas de la violencia en el país, un espacio de recuperación del pasado que conduzca de las memorias literales a las memorias ejemplares, es decir, del individuo y su sufrimiento imponderable hacia prácticas individuales y acciones colectivas que conjuren el pasado y sirvan de aprendizajes para el presente y el futuro".

En consecuencia, si se establece la memoria como proceso esencial para la reparación y la dignidad de las víctimas y como escenario necesario y urgente en un país democrático y en procesos de construcción de paz, hay que reconocer su carácter político, su relación con la justicia, su importancia como herramienta para la reconstrucción del tejido social, y como medio de empoderamiento de las víctimas. Además, debe entenderse como estrategia para el esclarecimiento, y gestora del cambio social.

Son estos los principios de las memorias que la Corporación ha reconocido y respaldan sus 30 años de accionar. A continuación, presento una breve sustentación teórica y algunas de las experiencias que Región, ha acompañado e impulsado en diversos escenarios y territorios.

Claves teóricas para entender los trabajos de memoria en Región

Como ya se anunció, el boom de la memoria ha hecho que abordarla sea casi una moda. Sin embargo, el trabajo de Región, reconoce una emergencia social y política en la que hacer memoria, es substancial para acompañar proceso de dignificación de los territorios, labor que implica un compromiso respaldado en diversos enfoques y metodologías.

Los referentes teóricos de las investigaciones y prácticas, han sido múltiples pero aquí, voy a reseñar tres de los más trabajados: La socióloga e investigadora social argentina, Elizabeth Jelin; la filósofa argentina Rosa Belvedresi y; el teórico búlgaro-francés Tzvetan Todorov.

De Jelin se retoma que el trabajo de memoria conlleva un proceso de construcción social y plural; ella sostiene que "abordar la memoria involucra referirse a recuerdos y olvidos, narrativas y actos, silencios y gestos. Hay en juego saberes, pero también hay emociones. Y hay también huecos y fracturas" (2002, p.1). Por ende, pensarla como proceso y campo de disputa, es asumirla como: herramienta teórica, metodológica y categoría social que implica usos y abusos sociales y políticos. Otros de sus aportes son: que en los trabajos de memoria deben tenerse presentes para el análisis, el lugar de enunciación, es decir, al sujeto que rememora y olvida, sea éste un individuo o un colectivo; asimismo, contemplar los contenidos de la memoria, lo que se recuerda y lo que se olvida (experiencias, saberes, creencias, emociones, sentimientos), lo cual pone de manifiesto la selectividad de los procesos de memoria. Y finalmente, observar el cómo y el cuándo, o sea, la dimensión temporal de la memoria, acá: “El pasado que se rememora y se olvida es activado en un presente y en función de expectativas futuras”. En este último eje lo simbólico es de vital importancia, pues la activación de las memorias está altamente dotada de lo ritual, lo mítico y de su intencionalidad, haciendo referencia al futuro, pues parte de esa intención tiene un carácter político. Jelin resalta otro aspecto importante en los procesos de construcción de memoria: lo pasivo y lo activo, debido a que la existencia de las huellas de la memoria (monumentos, archivos, documentos), no significa que haya una apropiación, sentido y valoración social de ellos, “pues el conocimiento y la información sobre el pasado, no garantiza su evocación”. De allí la importancia de los procesos de construcción de memoria y de las acciones intencionadas a dotar de sentido, el pasado en el presente con una perspectiva de futuro. Esta dimensión temporal, a mi juicio, es la que dota de carácter político los trabajos de la memoria.

La propuesta de Rosa Elena Belvedresi, es la reflexión de la memoria directamente relacionada con la dimensión de futuro. Su tesis aborda la memoria desde la temporalidad, dándole especial relevancia a la noción de futuro, afirmando que para que la memoria tenga sentido y trascienda la cristalización del pasado, éste debe estar ligado a las expectativas de lo que está por venir. Expone que pensar la memoria en términos de futuro puede ser desconcertante más no desacertado. Justamente propone analizar si las experiencias de memoria colectiva, permiten prefigurar las expectativas de un grupo social. Belvedresi plantea que para la filosofía kantiana el futuro tiene dos dimensiones, por un lado, es “expectativa esperanzadora de un mundo mejor” (2013, p. 139), esto permitirá tener una perspectiva de superación basada en la lectura e interpretación del pasado; de igual forma sostiene que el futuro no es una predicción científica, es más una suerte de profecía autorrealizable, lo que es de suma importancia para lo que se ha denominado Historia Profética, ya que establece la posibilidad de moldear las expectativas, y dar un lugar a la esperanza en el futuro, dotándola de un sentido directamente político.

Pensar la memoria desde su dimensión temporal haciendo especial énfasis en el futuro, es clave para salir de su estereotipo como el recuerdo del pasado que se ancla en el dolor. Aprender de las experiencias, dotar de sentido el pasado, y permitirse imaginar un futuro esperanzador, son los aportes más valiosos que la autora propone; pues su reflexión hace pensar que sí, es posible un cambio social y una Colombia en paz, en donde haya espacio para todos.

Finalmente Todorov, complementa directamente la relación de la memoria con la expectativa de un futuro esperanzador, al hablar de la memoria ejemplar: aquella que es capaz de aprender del pasado traumático y trascender de una esfera íntima y privada, a una pública y social, con el fin de que lo ocurrido no se vuelva a repetir.

En contextos de conflicto armado, la memoria debe ser una construcción horizontal entre las víctimas y los demás ciudadanos que acompañan sus procesos y sus luchas, en contra de la impunidad y por la defensa a los derechos humanos. En este trabajo, las narrativas construyen diversas versiones de la historia, creando otras posturas ante los hechos, generando múltiples memorias, las cuales, como Todorov afirma (2000), deben tener un uso específico, en este caso, ser usadas como forma de resistencia, dignificación y lucha, enfocándose en la búsqueda de la verdad y el acceso a la justicia, sin pretender en ningún momento reemplazar a ésta última. Es más bien un complemento, que como se afirma el informe del Centro Nacional de Memoria Histórica "Trujillo: una tragedia que no cesa” (2008: p. 26), “la memoria en sí misma es una forma de justicia, pues puede responsabilizar a los perpetradores y se hacen visibles las impunidades y los silencios. Cuando flaquea la verdad judicial, se eleva el papel de la memoria: esta se convierte en el nuevo juez".

Hitos y experiencias en 30 años haciendo Memorias

La Corporación Región desde sus orígenes, ha recurrido a la construcción de memorias para abordar desde lo teórico y lo metodológico, los procesos sociales que acompaña. La memoria ha sido aliada fiel para dotar de sentido el pasado de las poblaciones, siempre con la esperanza de que al visitar ese pasado, se construyan puentes para transformar y moldear el futuro que se quiere.

Nos remontamos a 1989, las preguntas por el pasado se centraban en conocer la historia de la clase obrera en Antioquia. Esta memoria obrera se concreta en una alianza de organizaciones sociales, IPC, CINEP, la ENS, entre otras, que ya hacían seminarios de investigación sobre la Clase Obrera. En la segunda versión del seminario, dos socios fundadores, Jorge Bernal y Ana María Jaramillo, pusieron el debate sobre “Las condiciones de vida y de trabajo de la primera generación de obreros antioqueños y la primera gran huelga” y “Valores tradicionales y costumbres de la primera generación obrera de Antioquia”. Desde allí fue evidente que el interés por la historia no era meramente un asunto académico, era más bien una forma de reivindicar las luchas obreras que históricamente, han sido oprimidas por la sociedad y por las clases dominantes.

En los años noventa, en un contexto social y político caldeado por la Asamblea Nacional Constituyente, y por el recrudecimiento de la violencia en Medellín, debido al auge del narcotráfico y su influencia en las dinámicas juveniles, se funda Región el 16 de enero de 1990 con el propósito de trabajar por la promoción, garantía y exigibilidad de los derechos humanos, el fortalecimiento de la ciudadanía y la construcción de una sociedad justa, democrática y en paz. Para cumplir sus objetivos, ese mismo año Alonso Salazar, periodista y socio fundador, escribió el libro “No nacimos pa’ Semilla”, el cual constituye uno de los referentes más importantes de la Corporación pues divulga el relato de los operadores de violencia de la época; los temidos, los incomprendidos, los discriminados, los jóvenes: los sicarios. Esta obra considerada un hito en la compilación de testimonios y memoria, es un precedente para Región, en el trabajo sobre el conflicto armado urbano y la relación memoria- ciudad. En esta misma línea, en 1991 se publicó “Historias de la Calle”. Rubén Darío Lotero, su autor, escribió: "Es el relato de una guerra contada y escrita por jóvenes en tiempo de guerra; de una de las tantas guerras que coexisten calladas o con estruendo en nuestro país. Poemas o relatos escritos desde el otro lado de las paredes cerca a los balazos, el grito o el llanto". Ambos libros publican los relatos de quienes temidos por los habitantes de la ciudad y marginados, no tienen cabida en escenarios públicos ni académicos. Emergen por fin las memorias subterráneas que desde los dicursos hegemónicos se querían invisibilizar.

En el libro “Memoria y Ciudad”, publicado en 1997, se recopiló la reflexión que Región había realizado hasta ese momento de la relación entre memoria y ciudad; sobre las “clásicas” disputas semánticas entre memoria, recuerdo, olvido y cómo estas disputas, se manifiestan en los imaginarios urbanos y en si la memoria es individual o colectiva. Además, el texto propone a la academia ampliar los estudios de memoria, no abordarla solo desde la memoria cultural, y darle otros sentidos al pasado de las sociedades contemporáneas. Sumándole valor académico a esta publicación, se resalta que incluye la primera traducción al español del afamado texto “Los abusos de la memoria” del teórico Búlgaro - Francés Tzvetan Todorov, pues solo en 2008 la editorial Paidós publicó una edición en nuestro idioma.

Del contenido de “Memoria y Ciudad” resalto las reflexiones sobre las memorias barriales como apuesta metodológica desde la escuela y el trabajo con jóvenes. También, el artículo “Moscas de todos los colores” de Jorge Mario Betancur, es un hito que cuenta las memorias clandestinas de la Medellín de finales de 1920; este escrito muestra que la necesidad de la memoria, surge en los tiempos de crisis. Pensar la situación de la ciudad y el cambio de paisaje con los nuevos habitantes que fueron apareciendo, generó preguntas por ese pasado en crisis que posiblemente tienen una influencia directa en la idea de la “raza paisa” como pura e inmaculada. En este texto, la voz de los excluidos -de los que se tomaron las calles con evidencias coprológicas de su humanidad; de las mujeres en ejercicio de prostitución a quienes, con violencia, la clase alta de pura raza paisa y la iglesia, despojaron de sus cabellos para marcarles su pecado ante los transeúntes en la vía pública- son algunas de las memorias clandestinas que Región con este tipo de publicaciones, empezó a rescatar del silencio y del olvido.

La piel de la Memoria año 97 98

Para completar el análisis sobre el tema, en 1998 se desarrolló “El Proyecto de Arte Público La Piel de la Memoria Barrio Antioquia”, el cual se centró en recobrar las memorias del conflicto armado urbano. Al respecto, Mauricio Hoyos, uno de los investigadores principales escribió (2001):

…"Tratamos aquí de recuperar fragmentos de una experiencia sobre la memoria del barrio Trinidad en mapas oficiales o Barrio Antioquia para sus habitantes y el resto de la ciudad, un barrio de Medellín, donde se ha buscado aliviar el dolor y el odio que la guerra desencadena en los sobrevivientes, para que pueda servir a otros que anden en las mismas búsquedas y que no teman improvisar en la marcha y relacionarse con otros para encontrar “los factores y las dinámicas de los conflictos y las violencias y de las huellas que estos han producido en sus habitantes” (Riaño,1998), para contribuir a la construcción del tejido social y a superar la sospecha entre vecinos".

Este proyecto ha sido de los más recordados de la década del 90. Se diseñó un museo itinerante con los artefactos de memoria que encarnaban las historias de violencia de los pobladores del Barrio Antioquia, con una particularidad, que su itinerancia se la daba el bus en el que fue montado, el cual garantizó que el movimiento, fuera la dinámica para llegar a otros, dando espacio a las disputas de los relatos. También, se creó un escenario de encuentro de aquellos a quienes las fronteras les impedían hablar. La Piel de la Memoria fue, a mi juicio, un ejercicio innovador y una experiencia de lugar de memoria única en el país. Además, con este Bus, la relación arte y memoria empieza a fortalecerse y se convierte en sello de Región.

La década del 2000 estuvo marcada por la reflexión sobre los habitantes que llegaban a Medellín, desde otras zonas del departamento de Antioquia y del país: los desplazados. Ante este fenómeno, y sus más de 150.000 víctimas (en ese momento), Región se concentró en acompañar sus luchas, y reivindicaciones; en realizar campañas para facilitar su tránsito territorial y para sensibilizar a esta sociedad, indiferente ante su dolor. Las campañas: “Tenemos Nuevos Vecinos”, “Alguien quiere encender una luz para reconocer tu rostro”, y “Esta Es Tu Casa”, abordaron en el espacio público, desde el arte, los retos del desplazamiento forzado en Medellín. Estas campañas resaltaron el valor de las personas que a causa de la violencia y la exclusión, llegaban a la ciudad a vivir en situaciones complejas; también, evidenciaron su capacidad de agencia y resiliencia para afrontar y sobreponerse a la tragedia y transformar sus vidas. Al respecto, Marta Salazar, la comunicadora que lideró este proceso, en el 2017 afirmó:

"Como institución, se desplegaron estrategias para abordar la problemática a la que debíamos hacer frente en este proyecto. Nos desconocíamos; la desconfianza nos atravesaba, la estigmatización y el prejuicio hacía parte de nuestros preceptos, y debimos esforzarnos fuertemente para derrumbarlos, para construir cercanías, develar lo que estaba sucediendo".

De estos ejercicios quisiera resaltar, además del valioso acompañamiento de Región a los nuevos vecinos, su apuesta por el arte y la ética del cuidado para ver y reconocer a quienes la mayoría invisibilizaban. La importancia de tomarse el espacio público como escenario de denuncia, memoria y resistencia, permitió que la ciudadanía en Medellin, se sensibilizaran recuperando aquello que la guerra nos ha quitado: la empatía. Pues, como dijo María Teresa Uribe (2004): "resulta un poco simpático que los habitantes de Medellín miren mal a los desplazados que llegan, porque en la práctica, ésta es una ciudad hecha de desplazados".

Para el año 2008, todas las investigaciones y trabajos sobre el desplazamiento forzado y el arte, como vehículo de resistencia y memoria, se concentraron en el seminario “Destierro y Reparación” realizado en el Museo de Antioquia, y al que asistieron artistas, investigadores, nuevos y viejos vecinos de Medellín. El foco del encuentro fue resaltar y potenciar el valor del arte en la labor de defensa de los derechos humanos y las apuestas por un país democrático y en paz. La reconocida banda de rock nacional Aterciopelados, hizo para el seminario la canción “Errante Diamante” como homenaje a la lucha de miles y miles de despojados que tuvieron que dejar su terruño, sus trastes, sus gallinas, sus muertos por una guerra que hasta hoy sigue siendo absurda.

Entre el 2009 y el 2017 Región contribuyó con sus reflexiones sobre la violencia, el conflicto armado, sus afectaciones, y las víctimas, en las relatorías de los informes de Memoria Histórica; inicialmente en los impulsados por el Grupo de Memoria Histórica del Centro Nacional de Reparación y Reconciliación, hoy Centro Nacional de Memoria Histórica. En el 2009 se publicó “Desplazamiento forzado en la comuna 13: la huella invisible de la guerra”, develando otra dimensión del desplazamiento forzado conocida como desplazamiento intraurbano. En esta investigación se encontró: una población civil en el territorio, reticente a la exposición de relatos crudos; con miedo a denunciar casos de desaparición forzada, y escasa articulación entre víctimas. Estos hallazgos limitaron la escritura del informe cuyo texto final, plasmó la pluralidad de la información y los relatos recogidos desde una postura ética frente a las víctimas

Vinieron luego otros informes: Memoria histórica de San Carlos; Memorias del Éxodo en la guerra (2011), Memorias de una masacre olvidada, Vereda el Topacio, San Rafael Antioquia (2016). Granada, memorias de guerra, resistencia y reconstrucción (2016) y; Basta Ya Medellín, Memorias de una guerra urbana (2016 - 2017). Sin duda, estos informes se constituyen en referentes conceptuales, investigativos y metodológicos, no solo para Región, que dio a la voz de las víctimas un lugar central, sino como un valioso aporte para el esclarecimiento y comprensión de algunos hitos de la violencia en Colombia a nivel nacional; apuesta que se mantuvo en el 2010 cuando Región participó en el proceso de consulta para la construcción del Museo Casa de la Memoria de Medellín. Allí insistió en garantizar el reconocimiento de la voz de las víctimas del conflicto armado y en diseñar estrategias para su dignificación, desde la acción sin daño y la ética del cuidado.

Entre 2017 y 2018, fruto de la elaboración de los informes de memoria histórica, Región ha seguido acompañando procesos de memoria, particularmente en el municipio de San Carlos. Allí se han desarrollado proyectos como "San Carlos Caminos de Reconciliación" y "Memorias cafeteras de mujeres y jóvenes sancarlitanos" los cuales, evidenciaron un dinamismo en la concepción de la memoria, pues estos ejercicios trascendieron el eje de la memoria como dolor, hacia la reivindicación de otras memorias de resistencia, del retorno y de la esperanza. La transformación en el enfoque, ha implicado la creación de estrategias metodológicas para hacer memoria, respondiendo a las expectativas de las víctimas, en la construcción de la misma. Un elemento clave para garantizar este proceso es formar grupos de Gestores de Memoria, pues la labor, no es solamente de quienes trabajamos en Región, ya que a partir de los procesos formativos y de transferencias metodológicas, son las personas participantes quienes empiezan a replicar los procesos y a producir otras dinámicas en el ejercicio de la memoria. Cabe resaltar que para Región, la estrategia de formación de gestores ha sido un medio y un fin para generar y garantizar capacidad instalada en los territorios, una vez finalice la financiación de los proyectos.

TerritoriosporlaVerdad 2019

Finalmente, en el 2019, se desarrolla el proyecto "Territorios por la verdad" en los municipios de Granada, San Carlos y San Rafael, en donde la memoria es aliada en el esclarecimiento de la verdad y requisito de los Acuerdos de Paz entre el gobierno y las FARC-EP. La Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad diseña un mecanismo que con las víctimas como centro, busca develar un relato de verdad que permita entender, las causas de esta guerra que ha dejado millones de víctimas. Así, pues la memoria sigue siendo el motor que activa la esperanza y el sueño de un futuro mejor en la sociedad que queremos, una Colombia democrática y en paz.

A modo de Conclusión

Muchas experiencias se han quedado por fuera de este escrito, pero del recorrido realizado quiero resaltar que de las primeras discusiones teóricas sobre la memoria, hoy siguen vigentes su relación con la historia, la verdad, la justicia; con lo individual y lo colectivo, con los diferentes vehículos y medios que sirven para contar las memorias clandestinas de la clase obrera antioqueña de finales de 1800; las memorias barriales de Guayaquil y Barrio Antioquia; de las víctimas de la violencia, de los otros, los marginales y excluidos que hoy seguimos contando de diversas maneras.

Desde mi experiencia en el programa de Derechos Humanos y Paz, quiero destacar que para Región, la memoria no solo es un relato, es también una metodología de las múltiples formas de hacer las cosas, de relacionarnos, interpelar y sensibilizar al otro. Como lo señaló Jelin, la memoria no está dada, es un trabajo de construye y cada una de las experiencias que Región ha tenido en estos 30 años, han sido medios para narrar las memorias clandestinas que emergen desde lo subterráneo para interpelar a la memoria oficial y a las memorias hegemónicas. Las disputas de la memoria en Región han puesto de frente, los riesgos de los abusos de la memoria que Todorov alertaba. Esa alerta pone la pregunta sobre cómo la memoria se vuelve dinámica? reflexión que se refleja en los recientes ejercicios realizados en San Carlos con "Caminos de Reconciliación", "Memoria Cafetera", y "Territorios por la Verdad".

En cafeteros, se trasciende el dolor del relato en el informe “Memorias del éxodo”, a una memoria repensada, que se reconstruye y se resignifica a partir de la resistencia de la población retornada y sobre cómo el dolor se vuelve potencia para seguir, y la casa, esa que fue referente en los análisis sobre desplazamiento forzado, a principios del 2000, lo sigue siendo ahora en la población retornada. La casa representa la relación de la memoria con la identidad, con lo que somos. Adicionalmente, el empleo de elementos metodológicos como las bitácoras para contar las historias que hablan del día a día, y del conflicto en lo cotidiano, han servido para narrar a las generaciones más recientes jóvenes, niños y niñas, aquello que ha dolido tanto y que no se puede expresar en palabras. Las bitácoras se convierten en un elemento para los archivos familiares y municipales que narran la cotidianidad marcada por la guerra. Actualmente, con “Territorios por la Verdad” se enfatiza la memoria como aliada, ella fue la alternativa ante la ausencia de verdad en los procesos sociales y políticos de las víctimas del conflicto armado. Al respecto, el profesor estadounidense Steve Stern plantea que hay algunas memorias que están guardadas en una caja esperando el momento histórico para poder salir al público.

Con la firme intención de seguir respaldando el Acuerdo de Paz y este proceso de la Comisión de la Verdad, considero que ha llegado la hora histórica de abrir esas cajas de las memorias reservadas (Acevedo, 2010), de hacer memoria del presente y custodiar los testimonios de las víctimas recientes, estableciendo convenios con las instancias del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición, esto es: fortalecer la alianza con la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, y buscar estrategias para aportar a la Jurisdicción Especial para la Paz, y especialmente, a la titánica tarea que tiene la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desarapecidas, UPD en la búsqueda e identificación de las más de 80.000 personas desaparecidas. Creo firmemente que para la construcción de relatos de memoria que ayuden al esclarecimiento de la verdad, es necesario garantizar el reconocimiento y registro de todas las voces que aporten a este objetivo. Reitero la necesidad de seguir innovando en estrategias metodológicas para el ejercicio pedagógico.

Y, finalmente, ante estos tiempos de crisis, Región debe volver a tomarse el espacio público para afianzar la esperanza de un mundo distinto y un país reconciliado.

 

Referencias bibliográficas

Acevedo, O. (2012). Geografías de la memoria: Posiciones de las víctimas en Colombia en el período de justicia transicional (2005-2010). Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana.

Baquero, L. (2004). Tenemos nuevos vecinos. Dejé un pedazo de cuero en el alambre. Recuperado de este enlace.

Belvedresi, R. (2013). “¿Puede la memoria del pasado decir algo sobre el futuro?”, En busca del pasado perdido. Temporalidad, historia y memoria, (coords.) María Inés Mudroveic y Nora Rabotnikof. México: Siglo XXI, pp. 138-156.

Centro Nacional de Memoria Histórica. (2008). Trujillo: una tragedia que no cesa. CNMH, Bogotá.

______________. (2009). Desplazamiento forzado en la comuna 13: la huella invisible de la guerra. CNMH, Bogotá́.

______________. (2011). San Carlos, Memorias del Éxodo en la guerra. CNMH, Bogotá.

______________. (2016). Memorias de una masacre olvidada, Vereda el Topacio, San Rafael Antioquia. CNMH, Bogotá́.

______________. (2016). Granada, memorias de guerra, resistencia y reconstrucción. CNMH, Bogotá́.

______________. (2017). Basta Ya Medellín, Memorias de una guerra urbana. CNMH, Bogotá.

CNRR, Corporación Región. (2011). Editorial: La memoria en nuestras manos. Revista desde la Región No. 54 – 2011. Medellín. Corporación Región.

Corporación Región. (1997). Memoria y Ciudad. Medellín: Corporación Región.

Jelin, E. (2002). Los trabajos de la memoria. España. Siglo XXI Editores.
Memoria del Segundo Seminario “Investigación Sobre la Clase Obrera”. (1989). Historia y Cultura Obrera.

Observatorio de Memoria y Conflicto. (2018). 262.197 muertos dejó el conflicto armado. Recuperado de este enlace.

Riaño, Pilar. (1998)

Salazar, A. (1990). No nacimos pa’semilla: la cultura de las bandas juveniles en Medellín. Bogotá: CINEP.

Salazar, Marta. (2017). Arte para develar otras realidades. Revista desde la Región No. 58 – 2017. Medellín. Corporación Región.

Sánchez, G. (2006). Guerras, memoria e historia. Medellín: La Carreta Histórica.

Stern, S. (2011). De la memoria suelta a la memoria emblemática: Hacia el recordar y el olvidar como proceso histórico (Chile, 1973-1998). Recuperado de este enlace.

Todorov, Z. (2000). Los abusos de la memoria, Barcelona, Paidós.

Uribe, María T. (2004).

Waldman, G. (2006). La “cultura de la memoria”: problemas y reflexiones. Política y Cultura, otoño 26: 11-34.

 

 

Palabras clave:

Territorios, conflicto armado, memorias, dignificar, derechos humanos.

 

 

 

 

 

Publicado en Paz

Pensar en los retos que tiene la ciudad con los territorios populares autoconstruidos es empezar a ocuparse del mejoramiento de la calidad de vida de quienes más lo necesitan.

Publicado en Opinamos
Página 2 de 5