Opinión

Sábado, 08 Octubre 2016 20:21

Es imperativo mantener viva la esperanza… y no dejar apagar la llama por la paz

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Es imperativo mantener viva la esperanza…  y no dejar apagar la llama por la paz Corpozuleta

Vivimos días de incertidumbre para Colombia. Vivimos días tristes para Región. Por un pequeñísimo margen, en el plebiscito para la refrendación de los acuerdos firmados entre las Farc y el Gobierno ganó el No. Y perdimos quienes promovimos el Sí. Con esto, todo lo acordado queda en suspenso. Y con ello también la esperanza del fin de la guerra.


A la luz de estos resultados, tenemos que decir que los argumentos que esgrimimos siguen teniendo vigencia. El acuerdo significaba una oportunidad para terminar con el conflicto armado y para profundizar en la democracia. La inutilidad de la guerra, la inviabilidad de darle fin a este conflicto por la vía de las armas, la necesidad de poner a las víctimas en el centro, la posibilidad de avanzar en saldar deudas históricas referidas al campo y a sus habitantes, la conveniencia de ampliar las posibilidades de participación ciudadana, la sensatez de transitar por el camino de una justicia transicional que diera prioridad a la verdad y a la reparación, entre otras, fueron algunas de las razones que fundamentaron nuestra postura.

Como muchas otras organizaciones y personas movidas por el sentido de este Acuerdo realizamos, con todo el entusiasmo, la convicción y el respeto, una ardua labor de pedagogía ciudadana con el interés de informar, debatir y conmover: foros, talleres, encuentros, conversaciones callejeras, participación en espacios mediáticos. Sin embargo tenemos que decir que, a la luz de los resultados generales, no logramos lo que esperábamos. No solo el 51% de quienes votaron dijeron No, sino que más del 60% de la población, con o sin razones, consideró que este era un asunto de otros, no le interesó. Y finalmente, Medellín y Antioquia, una de las regiones del país con mayor número de víctimas, aportaron un poco más de un millón de votos a este resultado. Razones de más para la preocupación y la tristeza.

No obstante, también hay ganancias. En realidad un poco menos de la mitad de los votantes lo hicieron por el Sí. Quiere decir que alrededor de 6.377.482 personas están convencidas de las bondades de los acuerdos y del fin de la guerra. Se trata, básicamente, de un voto de opinión, de un voto a conciencia, activado por la sociedad civil, por los jóvenes, los estudiantes, las mujeres, los partidos políticos alternativos (queda claro que la maquinaria política de los partidos tradicionales, congregados en la Unidad Nacional, no se movilizó). Esta movilización ciudadana se basó en un enorme despliegue de recursos pedagógicos, de creatividad, de acciones callejeras con las que se intentó llegar a una población desinformada y renuente. La conversación sobre los acuerdos llegó a las casas, a las redes de amigos, a la cotidianidad. No fue fácil y de hecho esto generó tensiones y rupturas que habrá que recomponer. Pero el hecho de que el tema de la paz haya estado en boca de una porción de la ciudadanía, es ya una ganancia.

Ahora bien, ¿qué sigue? El nivel de incertidumbre y desazón es muy alto y preocupante. Lo que queda claro en estos días es que el gobierno no tenía plan B, pero tampoco quienes promovieron el No. Fue un salto al vacío. Ante esto, ¿qué nos corresponde como sociedad civil? Por lo pronto, vemos algunas tareas: en primer lugar, velar por la continuidad del cese bilateral del fuego como una forma de seguir conteniendo la confrontación armada; reivindicar el contenido de los acuerdos como un horizonte que ofrece posibilidades de democratización, aun cuando sea necesario contemplar, con el fin de lograr una concertación con el No, algunas modificaciones; promover una actitud de escucha, encuentro y diálogo con aquellos que estuvieron por el No pero manifiestan su interés legítimo en la paz; contribuir al fortalecimiento de un gran movimiento regional y nacional que mantenga en alto la bandera y la llama de la paz.
Como hemos reiterado, desde nuestro nacimiento, nuestra apuesta ha sido por la construcción una sociedad democrática y en paz. En los próximos años, aun con estos resultados adversos, ratificamos que Nuestro Plan es la paz. Seguiremos realizando acciones que apunten a la transformación de la cultura política y a la formación de nuevas ciudadanías, al fortalecimiento de la institucionalidad democrática, al encuentro y a la acción conjunta. Por lo pronto, en los próximos días, promoveremos rodear los acuerdos con argumentos y el primero de ellos será repetir una y mil veces: !No queremos más guerra!