Para nuestra Institución, desde el comienzo del proceso de negociaciones estuvo clara la necesidad de un acuerdo de paz para poner fin a una guerra degradada que dejó millones de víctimas y que se convirtió en el principal obstáculo para transformaciones democráticas en nuestro país. Hoy, cuatro años después de iniciado el proceso, tenemos la absoluta convicción de que lo pactado se constituye en una oportunidad histórica para dejar atrás décadas de violencia política, y que si bien es cierto que se hubieran podido obtener mejores resultados en asuntos como equidad, democracia y derechos de las víctimas, esto no constituye un factor de peso para oponernos. Por el contrario, hemos estado dedicados a la pedagogía ciudadana en torno a la pertinencia de la negociación y a divulgar los acuerdos.
En estos momentos estamos comprometidos de lleno en impulsar el conocimiento de los acuerdos y en promover una amplia y diversa movilización ciudadana para que haya una participación consciente en el plebiscito, acompañamiento a la implementación de los acuerdos y veeduría ciudadana al cumplimiento.
El plebiscito es la oportunidad histórica que tiene la población colombiana para expresar su respaldo a lo que se ha convenido en La Habana y la que vivimos es quizás una de las más trascendentales coyunturas, en la que tendremos ocasión de impulsar profundas transformaciones democráticas en el país. Sabemos que el acuerdo no significa el fin de todos los problemas que ha padecido nuestra nación, pero sí que es una oportunidad para retomar la senda democrática trazada en la Constitución de 1991.
Impulsaremos el voto por el SÍ, basado en el conocimiento de los acuerdos. No tenemos dudas de que este acuerdo es mucho mejor que el mantenimiento de una guerra que solo ha servido para la degradación de la dignidad humana. Es mejor un acuerdo imperfecto que una guerra sin fin.
Esperamos un debate serio, respetuoso y con argumentos con quienes tienen una postura en favor del no. Sabemos que nunca una sociedad apoya de manera unánime un proceso de paz, ni en el mundo, ni en Colombia en los procesos anteriores. Demandamos que los partidarios del no tengan las garantías para su expresión, pero esperamos que lo hagan de manera leal, sin recurrir a engaños, tergiversaciones ni acciones de intimidación como las que se presentaron en nuestra ciudad contra los senadores Antonio Navarro Wolff y Claudia López.
Nadie sabe qué puede pasar si resulta triunfador el no. Aunque las Farc han manifestado su decisión irrevocable de reintegrarse, no se saben las consecuencias ciertas de una negativa a lo acordado. Como lo señaló la Corte Constitucional, el resultado del plebiscito es de obligatorio cumplimiento para el presidente de la república, y en consecuencia, esto significa que, de triunfar el no, simple y llanamente no habría acuerdo de paz. No creemos que, como lo han expuesto los partidarios del no, esto sea simplemente una indicación de reorientar el proceso en torno a temas como participación política y en materia de justicia; estos dos puntos constituyen pilares fundamentales de lo que se ha acordado y será difícil que las Farc acepten un cambio de tal magnitud.
El plebiscito es una oportunidad para rodear el acuerdo de paz con una masiva y entusiasta movilización ciudadana, para cerrar el capítulo de la guerra y para abocarnos a la construcción de una sociedad más democrática. A esto dedicaremos todos nuestros esfuerzos en las próximas semanas, en las cuales se decide una parte esencial de nuestro futuro. Creemos en la paz, tenemos la esperanza de vivir en una sociedad más democracia, y queremos aportar a construir una Colombia distinta, más libre, equitativa y justa.