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Mostrando artículos por etiqueta: verdad

¡Hemos certificado la primera cohorte del Colaboratorio por la Verdad: experiencias de paz y verdad en el aula! 

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Fecha de inicio: 21 de agosto de 2024
Fecha de finalización: 16 de octubre de 2024
Día y horario: MIÉRCOLES de 2:00pm a 5:00pm


Lugar: Centro de Innovación para el Maestro (MOVA)
Dirección: Carrera 53 # 73-115. (Cerca de la estación del metro Universidad)

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Es momento de unirnos como sociedad y hacer hoy lo que no hicimos en el pasado: exigir que se detenga la guerra y sumarnos a la construcción de una Paz Grande que llegue a todos los rincones del país.

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Con el festival " En la Música hay Verdad" Antioquia conmemora el segundo aniversario del Informe Final de la Comisión de la Verdad

    • El diálogo, la lúdica y la música se tomarán el Teatro Pablo Tobón Uribe, este 28 de junio para hablar de paz, memoria y verdad.
    • Durante la jornada se hará el lanzamiento del Álbum "Canta el Silencio": Un trabajo discográfico en el que artistas emergentes de Antioquia, Córdoba y Chocó, relatan experiencias de conflicto armado en su territorio.
    • Con la participación de artistas reconocidos como Pala y La Muchacha cerrará el Festival En la Música hay Verdad.

Medellín, 13 de junio de 2024 - Con motivo del segundo aniversario de la entrega del informe final de la Comisión de la Verdad de Colombia, diversas organizaciones sociales, universidades, empresas y otros sectores, se han unido para realizar el festival "En la Música hay Verdad". Este evento busca invitar a toda la ciudadanía a dialogar sobre la construcción de paz y verdad en Medellín y Antioquia, destacando la importancia de las recomendaciones de la Comisión de la Verdad para la reconciliación de la sociedad.

El festival contará con una amplia programación en la que las 52 organizaciones de la Red Aliada por la Verdad en Antioquia, realizarán conversaciones, talleres, activaciones lúdicas, lecturas a viva voz, exposiciones, entre otras, en donde se promoverá la conversación y la reflexión sobre las recomendaciones entregadas por la Comisión de la Verdad para avanzar en la construcción de una sociedad en paz.

Para la Red Aliada para la Verdad en Antioquia, el reconocimiento de la verdad es una condición indispensable para identificar los aspectos que como país, sociedad y sujetos debemos transformar o fortalecer, solo así podremos superar el estado de violencia que ha perdurado en Colombia; es por esto que en la jornada de la mañana se tendrá un espacio de conversación, en donde el especialista en instituciones jurídico-políticas y de derecho público, Marco Romero presentará el informe de Seguimiento a la Implementación de las Recomendaciones de la CEV, además, el festival busca posibilitar el encuentro de la ciudadanía con las diferentes experiencias que se vienen desarrollando en el departamento para reconocer la verdad como un primer paso para la reconciliación.

Una de estas iniciativas que se darán a conocer es el álbum musical “Canta el silencio”, realizado por la Corporación Región bajo la producción de Adán Naranjo y Falso Ídolo. El trabajo discográfico incluye seis canciones, entre ellas "Siete Sombras" de Estefanía Álvarez, "Vals, Fútbol y Fiestas" de Los Astros de la Carranga, y las producciones de Dancy, Las Prieta, La Guadalupe y Puerto Arena. El lanzamiento del álbum contará con la presencia de los reconocidos artistas nacionales Pala y La Muchacha, quienes tienen una firme apuesta por la construcción de paz.

El evento se realizará el viernes 28 de junio de 2024 en el Teatro Pablo Tobón Uribe. El programa del día incluye:

Conversaciones

  • 9:30 a.m. Apertura – Red Aliada por la Verdad en Antioquia
  • 10:00 a.m. Presentación del segundo informe de seguimiento a la implementación de las recomendaciones de la Comisión de la Verdad, con Marco Romero y representantes de la Red Aliada Antioquia.
  • 4:00 p.m. Conversación “En la Música hay Verdad” con artistas del álbum “Canta el Silencio” moderada por Pala.

Actividades pedagógicas

  • Exposición OÍR al RÍO
  • Taller de collage
  • Espacio de lectura viva
  • Taller de cartelismo
  • Taller de stencil

Conciertos

  • Recital acústico Pala
  • Lanzamiento del álbum “Canta el Silencio”
  • Charla concierto con La Muchacha y Lucía González

Invitamos a toda la ciudadanía a participar en este festival que promete ser un espacio de reflexión, cultura y música, en el que juntos podemos construir una paz duradera y comprender la importancia de la verdad en nuestra sociedad.

#CantaElSilencio #UnFuturoDeVerdad #UnaConversacionPermanenteDePaís

 Escucha el álbum completo aquí

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Miércoles, 13 Julio 2022 15:10

En Región creemos que #HayFuturoSiHayVerdad

Necesitamos voluntad política y compromisos reales para materializar las medidas de no repetición, y en esto, las organizaciones sociales tenemos mucho que aportar, gracias a nuestra experiencia en procesos de incidencia política. Ahí también está nuestro compromiso con la verdad.

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Miércoles, 24 Noviembre 2021 14:03

La Paz, un propósito vigente

Para la Corporación Región, la Paz es un propósito vigente y queremos llamar a todas las personas, comunidades, movimientos y organizaciones, a mantener y avivar la esperanza para retomar el espíritu del Acuerdo, pues seguimos creyendo que ofrece vías de transformación democrática para toda la sociedad.

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Es hora de pronunciarnos contra la ausencia de todas las personas a las que la guerra les ha arrebatado su identidad y, como sociedad, es el momento de exigir su derecho a ser buscadas. Es tiempo de hacer que la dignidad, la solidaridad y la búsqueda sean un clamor de toda la ciudadanía.

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...la verdad nos interpela pues finalmente hay preguntas muy hondas por responder: por qué como sociedad, permitimos que esta guerra sucediera; por qué guardamos silencio frente al sufrimiento, las pérdidas y el despojo de millones de personas; por qué la institucionalidad y el Estado de un régimen democrático faltó a lo esencial: la protección de su ciudadanía.

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Miércoles, 04 Diciembre 2019 22:23

Memoria y derechos humanos: la noción de "víctima"



6.PilarRiano

Pilar Riaño Alcalá

Ver perfil

PhD en Antropología y Profesora asociada de la Universidad de la Columbia Británica. Es autora del libro “Jóvenes, memoria y violencia en Medellín. Su trabajo como investigadora dentro del GMH se ha centrado en estudios sobre memoria y resistencias. Fue relatora del informe de” Bahía Portete: Mujeres Wayuu en la Mira” y “Comuna 13: La huella invisible de la guerra” y co-relatora de “San Carlos: memorias del éxodo en la guerra”, “Bojayá: la guerra sin límites” y “Mujeres y guerra: víctimas y resistentes en el Caribe Colombiano”.




Resumen

Expongo en este texto la trayectoria de la noción de víctima, su instauración y sus usos como sujeto y lugar de enunciación del campo de la memoria histórica, para para rastrear los enlaces entre derechos humanos, memoria y construcción de paz. Esta relación ha sido objeto de debates que interrogan la conformación de un poderoso régimen global de derechos humanos con sus tratados, convenciones, normas, instituciones y su operación con cierta autonomía, del poder de los Estados nación (Levy, D., & Sznaider, N., 2010). Para el caso colombiano, existe un amplio número de trabajos que documentan la incursión de los derechos humanos en el país. 


Memoria y Derechos Humanos: La Noción de “Víctima”

Como puede verse, seguimos pensando nuestro trabajo como una mezcla de anhelo utópico y de guía para la vida. En este sentido nuestro programa sigue consignado en palabras fundamentales como el artículo 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. Editorial Revista Región, Noviembre 23, 1999

 

El origen de la Corporación Región en los años ochenta coincide con la instalación en el país, de los derechos humanos como lenguaje para nombrar las experiencias individuales y colectivas de las violencias en el conflicto armado, y como lugar articulador de las protestas sociales y la negociación con el Estado1. En el año dos mil, la trayectoria de Región demuestra cómo los derechos humanos se enlazan con el campo emergente de la memoria histórica2 y y de las transformaciones ocurridas, en los movimientos sociales, con la profesionalización de los derechos humanos y su persistencia como medio de denuncia y de visiones alternas sobre la sociedad y la justicia. Estos temas y sus debates han estado atravesados por el de la paz, el olvido, la verdad, el perdón y la impunidad. La construcción y defensa de la paz, ha sido también, eje central y la manera en que la Corporación ha pensado y soñado la ciudad y el país.

Expongo en este texto la trayectoria de la noción de víctima, su instauración y sus usos como sujeto y lugar de enunciación del campo de la memoria histórica3, para para rastrear los enlaces entre derechos humanos, memoria y construcción de paz. Esta relación ha sido objeto de debates que interrogan la conformación de un poderoso régimen global de derechos humanos con sus tratados, convenciones, normas, instituciones y su operación con cierta autonomía, del poder de los Estados nación (Levy, D., & Sznaider, N., 2010). Para el caso colombiano, existe un amplio número de trabajos que documentan la incursión de los derechos humanos en el país. En los años setenta y ochenta, los grupos de izquierda acogen este lenguaje como medio para la acción política frente al Estado, en el contexto del Estatuto de Seguridad del gobierno de Turbay Ayala, del aumento de la represión estatal contra los movimientos sociales y, en la búsqueda de protección de la población civil frente a las amenazas y abusos de los actores armados (González-Jácome, 2016). Fernanda Espinoza (2019) describe el surgimiento de la víctima como sujeto testimonial y sujeto público en escenarios como el primer Foro Nacional de los Derechos Humanos en 1979; a partir de entonces y como lo describe Luis van Isschot en su trabajo sobre Barrancabermeja, el lenguaje de los derechos humanos hace inteligible la violencia política, a funcionarios estatales y a su vez, adquiere relevancia como principio ético de las relaciones sociales, en particular entre el Estado y sus ciudadanos.

Si bien en las últimas tres décadas, el discurso de los derechos humanos se institucionaliza, profundiza y adquiere peso simbólico y político para legitimar la transparencia y “buenas prácticas” de las instituciones del Estado (ejército, alcaldías, presidencia); la paradoja que continúa marcando al país, es que uno de los grupos más estigmatizados y a la vez con mayores índices de victimización mediante amenazas, asesinatos selectivos, desaparición y exilio, es el de defensores de derechos humanos. La profesionalización del campo no ha derivado en protección y podría decirse que el “compromiso con las víctimas” y la incorporación de dichos discursos en manuales, unidades y regulaciones de instituciones estatales y no estatales, ha operado como universo paralelo a la criminalización y victimización de líderes sociales y defensores de derechos humanos y ambientalistas. En parte esta fricción e incoherencia, mantiene vigente el debate sobre la impunidad y los tipos de justicia, memoria y verdad que se necesitan en el país, para sostener la paz y pensar la reconciliación; a la vez nos recuerdan como el poder se pone en juego en estas discusiones, así como la capacidad de negociación e interpelación de los diferentes actores sociales en campos desiguales de poder.

Por otra parte, y como argumenta Iván Orozco (2015), la consolidación de los derechos humanos y los trabajos de memoria histórica como discursos globales, están entrelazados con la conformación de una conciencia humanitaria que surge en las postrimerías de la segunda guerra mundial, del holocausto judío y con los juicios de Núremberg. La generalización del discurso sobre las víctimas y la atención dada a los temas de memoria, reparación y reconciliación en Colombia, desde mediados del año dos mil, se entiende en la convergencia de esta conciencia humanitaria y las tendencias mundiales de universalización del discurso de los derechos humanos. Igualmente responde a la presión ejercida a los Estados nacionales por instituciones supranacionales como la Corte Interamericana de Derechos Humanos y la Corte Penal Internacional. Este cambio de sensibilidades, sostiene Orozco, se remite al reconocimiento que adquiere en la segunda mitad del siglo XX, el discurso sobre la necesidad, y el deber de la memoria y del castigo, para hacer frente a las atrocidades del pasado y enfrentar las tareas de la reconstrucción social

En Colombia esta relación se expresa más claramente a finales de los años noventa, cuando en el contexto de la desmovilización de los grupos paramilitares, que hacen parte de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), se decreta la Ley de Justicia y Paz, se crean la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación y el Grupo de Memoria Histórica . Este es un periodo en el que también florecen, de parte de organizaciones sociales, organizaciones de víctimas y comunidades afectadas por la violencia (GMH, 2009), las prácticas conmemorativas de dignificación y defensa de la memoria a nivel local y regional, como vehículos de resistencia.

En Colombia, esta relación se expresa más claramente a finales de los años noventa, cuando en el contexto de la desmovilización de los grupos paramilitares, que hacen parte de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), se decreta la ley de Justicia y Paz, se crean la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación y el Grupo de Memoria Histórica4. Este es un periodo en el que también florecen, de parte de organizaciones sociales, organizaciones de víctimas y comunidades afectadas por la violencia (GMH, 2019), las prácticas conmemorativas de dignificación y defensa de la memoria a nivel local y regional, como vehículos de resistencia.

Victimas humanidad vigente.net

El uso de la noción de víctima tiene su propia genealogía y una historia más reciente. Nicolás Rodríguez (2017) expresa que si bien Colombia tiene una larga historia de: violencia y conflicto armado, de conformación de comisiones de esclarecimiento histórico y, de atención a afectados por los desastres ambientales y por las violencias; la noción de víctima como categoría moral, legal, y socio política, empieza a usarse en los años noventa. Antes, durante La Violencia, se manejaba la categoría de “damnificado” y los programas de asistencia, se enmarcaban en lógicas de rehabilitación. Rodríguez traza las razones históricas que contribuyen a la asociación entre víctima y desastre “natural” para evidenciar las tensiones que atraviesan este enlace entre derechos humanos y memoria histórica: una noción de víctima “como depositaria de un desastre inherente” y de la violencia, como una fuerza natural que vacía de significado político y social, las acciones de las personas afectadas por la violencia política o los desastres humanitarios.

Subyacente a estas asociaciones, argumenta Rodríguez, está la no diferenciación entre desastre natural y violencia política, así ésta se naturaliza porque se ve como impredecible e incontrolable y corre el riesgo, de presentar una visión a-histórica de los repertorios de victimización en la guerra o de los desastres humanitarios. Por ello, las personas que han sido víctimas de eventos como el desplazamiento forzado, “aparecen ante la ciudadanía desprovistas de textura regional, moral e histórica”.

La noción dominante de victima que informa a los procesos contemporáneos de justicia transicional, se basa en el discurso de los derechos humanos y se asocia a alguien (individual o colectivo), que ha sido agraviado y ha sufrido pérdidas (humanas, materiales, culturales o de libertades) y enfrentado situaciones traumáticas. En la trayectoria institucional de la atención a víctimas en el país, observamos que fueron cada vez más las nociones de víctima, enmarcadas en la de trauma y en los discursos morales y psicológicos sobre el sufrimiento y la victimización. La preponderancia de estos discursos sobre el trauma y el impacto psicológico para justificar y caracterizar los trabajos de memoria histórica, reducen el papel de las Comisiones de la Verdad y los tribunales, a mecanismos para que las víctimas y las sociedades curen sus traumas del pasado. El legado de una visión sobre las personas afectadas por desastres o violencia, como damnificadas y, las nuevas configuraciones del discurso de víctima alrededor del trauma, se debaten entre el impulso hacia la naturalización de la violencia y el de cargar, a la memoria histórica, con una función redentora de la verdad y de la sociedad.

Los mecanismos formales de búsqueda de la verdad, como los tribunales y las comisiones, tienden así a operar dentro de un paradigma de memoria en el que los testimonios personales, se enmarcan en lo que Rosalind Shaw (2007) llama mecanismos de "redención" y de "responsabilidad moral" histórica. El testimonio del testigo en este paradigma dominante se construye, como un componente clave para garantizar la efectividad social de los imperativos de no repetición y, a menudo, se enmarca como un medio para facilitar el cierre del duelo y la sanación de la víctima. De manera problemática, el paradigma de la memoria redentora, asumida dentro de los procesos y el pensamiento de justicia transicional, tiende a ignorar las complejas disputas sobre la memoria que dan forma a los testimonios públicos; también, descuida los diversos puntos de vista y funciones sociales en los que se promulga el testimonio de testigos y otras prácticas de memoria social de carácter más local o social, que operan por fuera de estos espacios formales nacionales o supranacionales y con objetivos bastante diferentes.

Para dar cuenta de las maneras plurales en que la noción de víctima se usa en el ámbito público y del entramado dinámico en el que múltiples narrativas y actores trabajan y disputan las asociaciones simplistas entre víctima y pasividad o víctima y trauma o desastre, es importante anotar como en estos mismos años y contexto socio político, “las víctimas” y sus organizaciones se ubican como interlocutores políticos centrales y como emprendedores de importantes iniciativas de memoria histórica. Este posicionamiento reciente de las víctimas, en el centro de los discursos sobre la guerra y la paz y en los procesos de memoria, es una conquista del trabajo de las organizaciones sociales y de sus luchas por la memoria.

La profesora María Teresa Uribe ha sido elocuente al expresar que sociedades como la colombiana que han sufrido violencias endémicas, se enfrentan a dolores y duelos individuales y colectivos; a duelos y dolores que circulan simultáneamente ámbitos íntimos, privados y públicos (2003). En este contexto, la labor de la memoria histórica es vista como proceso colectivo de recuperación de historias y duelos silenciados y como estrategia para contrarrestar una especie de pacto social histórico de silencio y olvido. De esta manera, la memoria se consolida en Colombia en la década del 2000, como un campo autónomo de esclarecimiento histórico para la construcción de paz, y democracia.

Las víctimas y sus organizaciones fueron interlocutoras centrales en las negociaciones, propuestas y arreglos que sustentan la formulación de la ley de víctimas del 2011 y del acuerdo de paz en el 2016. Sus aportes y proyectos pueden rastrearse en el contenido de los textos5 y en procesos e iniciativas de memoria a nivel local (los primeros años del Museo Casa de la Memoria en Medellín o del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación en Bogotá) y a nivel nacional en el Centro Nacional de Memoria Histórica (Museo de Memoria Histórica hasta el 2018); están también presentes en las organizaciones de la sociedad civil (las galerías de la memoria de Movice, los informes de memoria histórica de Región, el IPC y la Ruta Pacífica de Mujeres por la Paz). En cada una de estas instancias, el conocimiento, documentación y relatos de las víctimas se encuentra en la producción de textos, exposiciones, cronologías y periodizaciones de eventos emblemáticos y ejemplares, de la guerra y de las afectaciones y respuestas de quienes los han vivido.

En este contexto la noción de víctima se asocia con la de sujeto de derechos, de resistencia a la impunidad, al silenciamiento y la desmemoria, y a la de constructores y gestores de memoria histórica (CNMH 2013). En un artículo que escribimos con María Victoria Uribe sobre el Grupo de Memoria Histórica (GMH), nos preguntamos sobre las dinámicas históricas y las razones a partir de las cuales, se construye una especial sensibilidad hacia las víctimas y las nociones de víctima, implícitas en nuestro propio quehacer investigativo como Grupo con sus inclusiones y exclusiones. Anotábamos como se llevó esta discusión al ámbito epistemológico, al trabajar desde la siguiente premisa: quienes vivieron la guerra y/o fueron testigos de actos de violencia, son sujetos productores de relatos, historias e interpretaciones sobre lo que sucedió y por consiguiente, dichos relatos hacen parte de la labor de esclarecimiento histórico. Adicionalmente el GMH planteó el trabajo de memoria histórica tanto en su dimensión esclarecedora, es decir, revelar y documentar los hechos, las cifras y las responsabilidades en las violencias, como en la construcción de relatos en los que convergen múltiples voces, experiencias y perspectivas.

Velaton 2 Orillas

Al rastrear el trabajo del Grupo en documentos e intervenciones de interlocución con comunidades y organizaciones, las metodologías y las maneras en que se elaboran informes concluimos que:

Las víctimas son agentes sociales, políticos y de derechos, pero, como parte de un universo heterogéneo tanto en su composición socio demográfica, como en la manera en que se reconocen o nombran (CNMH, 2013). Se llamó la atención sobre los modos tan diversos en que las personas se reconocen como sujetos víctimas; el rechazo al uso de esta categoría por parte de algunos sobrevivientes y, la necesidad de reconocer y legitimar los modos de nombrarse de quienes han sufrido y sentido el impacto de la guerra, incluyendo a quienes cuestionan la asociación de la condición de víctima con un evento específico (por ejemplo una masacre) y no con una trayectoria histórica o un régimen de opresión (por ejemplo la colonización o la esclavitud) (Riaño y Uribe, 2016).

También registramos la enorme tensión y paradoja surgidas con la difusión masiva de los productos escritos y visuales y los trabajos de investigación del GMH. El lanzamiento de informes, su presencia en los medios y la manera en que, desde sectores empresariales, políticos y noticiosos, comienza a dar importancia a las víctimas, activa una asociación entre la enunciación de un discurso de apoyo solidario y cierta superioridad moral de quien lo emite. El discurso sobre las victimas adquiere un valor simbólico, estético y político importante, expresado de maneras muy diversas que van desde, la acción filantrópica o de fuerte presencia en redes sociales, mediante las que se expresa una solidaridad vertical con las víctimas6, a la puesta en escena de eventos públicos o performance con actores o personalidades políticas y del mundo del arte “que se ponen en la piel de las víctimas”, lo cual da cuenta de una de las fricciones que resultan del desplazamiento de la noción de víctima como sujeto y agente de memoria histórica, a la de sujeto de la solidaridad; argumento que aunque de una manera muy diferente a los tiempos de La Violencia, el impulso que aquí se hace presente es también, uno naturalizador en el que la víctima es la depositaria inherente de la ayuda.

Por Por último, quiero llamar la atención sobre las nuevas fricciones y la polarización surgidas con la irrupción de las fuerzas armadas y la policía, en los debates sobre la memoria histórica, y sus demandas, tanto por conocer de qué manera se les va a representar y presentar en el museo de Memoria Histórica, como por hacer parte del Consejo asesor del Centro Nacional de Memoria Histórica, dando cumplimiento al decreto firmado por Juan Manuel Santos el 23 de marzo del 2017, en el que se da un puesto al Ministerio de Defensa, en el Consejo Directivo del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), entidad responsable en el país, de la investigación de memoria histórica, los acuerdos de verdad, el archivo nacional de derechos humanos y el MNM. El decreto no es un acto aislado o repentino; materializa la preocupación y la exigencia de las fuerzas militares para que sus miembros, “en su rol de servidores públicos que presenciaron en forma directa el desarrollo del conflicto”, participen en “establecer y esclarecer las causas de tales fenómenos (relacionados con la guerra)”. (El Espectador, Abril 18 de 2017)

Más recientemente se firmó una ley radicada en el Congreso en la que se “rinde homenaje y se otorgan beneficios a los veteranos de la fuerza pública” en el Museo de Memoria Histórica. El esfuerzo de estos estamentos y de poderosas asociaciones gremiales como Fedegan, de apropiarse de la noción de víctima, ilustra el complejo conjunto de actores disputando la memoria histórica y las discordias y fricciones que están atravesando el campo cuyos acumulados construidos en los últimos diez años, están siendo amenazados y corren el riesgo de convertirse en narrativa oficial.

Para concluir quiero resaltar la centralidad política y de recurso simbólico que adquiere la noción de víctima en los discursos y narrativas sobre la guerra, los derechos humanos y la paz en los últimos treinta años, y el vasto campo de fricción social por el riesgo de su instrumentalización, cooptación y en ocasiones, regulación de las víctimas. Al mismo tiempo, las organizaciones sociales han posicionado a la memoria de las víctimas como lugar autónomo de dignificación de los recuerdos y como lugar para el reclamo de agendas sociales más amplia, tomando distancia frente a las iniciativas institucionales que instrumentalizan su memoria y limitan su agencia social y política como víctimas.

 

 

Referencias bibliográficas

Centro Nacional de Memoria Histórica. (2013). Remembering and Narrating Conflict/Recordando y Narrando el Conflicto. Resources for doing historical memory work. Bogotá: Centro Nacional de Memoria Histórica.

Espinoza Moreno, Fernanda. (2019). El surgimiento público de la víctima en Colombia: la voz testimonial de la tortura (1978-1979). Historia y Grafía, año 26, núm. 52, enero-junio 2019, pp. 129-156

González-Jácome, Jorge (2016). Derechos humanos y pensamiento de izquierda en Colombia (1974- 1978): Una relectura de “el libro negro de la represión”. 133 Universitos, 105-138, 2016. http://dx.doi.org/10.11144/Javeriana.vj133.dhpi

Grupo de Memoria Histórica. (2009). Memorias en tiempo de guerra. Repertorio de iniciativas. Bogotá: Puntoaparte eds.

Grupo de Memoria Histórica. Justicia y Paz. (2012). ¿Verdad judicial o verdad histórica? Bogotá: Editorial Taurus.

Isschot, Luis Van, 2015). The social origins of human rights: protesting political violence in Colombia's oil capital. 1919-2010. Madison, Wisconsin: The University of Wisconsin Press.

Levy, D., & Sznaider, N., (2010). Human Rights and Memory. University Park, Pa: Pennsylvania State University Press, 2010.

Orozco, Iván. (2015). Sobre los límites de la conciencia humanitaria. Dilemas de la paz y la justicia en América Latina. Bogotá: Editorial Temis.

Riaño Alcalá, Pilar y Uribe, Maria V. (2016). Constructing Memory amidst War: The Historical Memory Group of Colombia. International Journal of Transitional Justice, 10(1),: 6-24. doi:10.1093/ijtj/ijv036

Rodríguez, Nicolás. (2017). La naturalización de la violencia. Damnificados, víctimas y desarrollo en la segunda mitad del siglo XX colombiano. Tesis presentada para la obtención del grado de doctor en Historia. Universidad de Montreal.

Shaw, Rosalind (2007). Memory Frictions: Localizing the Truth and Reconciliation Commission in Sierra Leone. The International Journal of Transitional Justice 1:183–207, p.190

Uprimny, Catalina. (2000). La memoria en la Ley de Víctimas en Colombia: derecho y deber. Anuario de Derechos Humanos: 135-143.

Uribe, María Teresa. (2003). Estado y sociedad frente a las víctimas de la violencia. Estudios Políticos. N. 23, Julio-diciembre: 9-25

Winifred, Tate. Counting the dead: the culture and politics of human rights activism in Colombia. Berkeley: University of California Press, 2007.

 

 

Palabras clave:

Memoria, derechos humanos, víctimas, conflicto armado, verdad.

 

Notas al pie:

1 Jorge González Jácome establece que los movimientos por los derechos humanos adquieren peso en estos años cuando el conflicto armado entre guerrillas, Estado y paramilitares, atraviesa una de sus etapas más brutales de violencia contra la población civil. Ver: Derechos humanos y pensamiento de izquierda en Colombia (1974- 1978): Una relectura de “el libro negro de la represión”. 1 33 Universitos, 105-138, 2016. Ver enlace.
2 Memoria histórica entendida como el conjunto de relatos en los que memoria e historia se conjugan para dar cuenta de una comprensión común (pero no necesariamente de un relato único) y de unas responsabilidades por el significado que el pasado tiene para el presente de un grupo, comunidad o sociedad. Levy, D., & Sznaider, N. Human Rights and Memory. University Park, Pa: Pennsylvania State University Press, 2010.
3 María Emma Wills caracteriza el campo de memoria histórica como “una esfera delimitada y muy heterogénea de producción de conocimientos, saberes y estéticas impulsados por diversos gestores, siguiendo prácticas y criterios de validación propios, que responden a regímenes de producción/marcos sociales específicos. Estos conocimientos y saberes constituyen representaciones de un pasado imaginado ya sea en el orden local, regional, nacional o internacional, constituyéndose en la fundamentación de identidades colectivas con capacidad de agencia.” Documento interno Seminario Vancouver, 2019.
4 La versión final de esta ley con sus componentes de memoria histórica y atención a las victima resulta de una historia más compleja de negociaciones y activismo legal que no tengo espacio en este artículo para ver al respecto el documento de la Corporación Humanas sobre la participación de las mujeres en el Acuerdo de Paz y la síntesis sobre las maneras de participación de las víctimas en la negociación de la Organización Internacional de Migraciones.
5 Ver al respecto el documento de la Corporación Humanas sobre la participación de las mujeres en el Acuerdo de Paz y la síntesis sobre las maneras de participación de las víctimas en la negociación de la Organización Internacional de Migraciones, ver enlace
6 Por ejemplo la campaña que lanza la Fundación Semana para solidarizarse con las víctimas del Salado en la que las personas podían hacer una donación bajo emblemas como “yo estoy ayudando a la reconstrucción del Salado” o “todos por la reconstrucción del Salado” y su cubrimiento mediático en el que se relata como el pueblo “resucita”.

 

 

 

Publicado en Paz


5.AndreaRomero

Andrea Natalí Romero Vargas

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Antropóloga de la Universidad de Antioquia, con estudios de Maestría en Ciencia de la Información con énfasis en memoria y sociedad, de la misma universidad. Perteneciente desde el 2009 al Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado (MOVICE), en donde ha realizado acompañamiento desde ejercicios de Antropología Forense a víctimas de desaparición forzada. Actualmente coordinadora del proyecto Territorios por la Verdad de la Corporación Región, y adscrita desde finales del año 2018 al grupo de investigación de la misma institución.




Resumen

Hablar de memoria en la actualidad es enfrentar un escenario en disputa, ya que consiste en darle sentido al pasado desde el presente con una firme intención de futuro claramente política, pues son múltiples las lecturas e interpretaciones del pasado y su influencia directa en la sociedad que se quiere construir; por eso no se habla de la memoria, sino de las memorias, esas que permiten la pluralidad de voces y de sentidos. El tema interesa a investigadores, académicos, políticos, instituciones, organizaciones sociales, y por supuesto, a la población victimizada.

El conflicto armado colombiano y su permanencia en el tiempo, ha dejado un gran número de víctimas en todo el territorio nacional y una de las maneras de visibilizar a víctimas y sobrevivientes, es denunciar las graves violaciones a los derechos humanos, exigir verdad, justicia, garantías de no repetición, por medio de la construcción de memorias. En este camino, la Corporación Región cumple 30 años apostándole a una sociedad más justa, democrática y en paz y una de sus principales aliadas ha sido la memoria. En este artículo se reflexiona sobre el tema desde diversos referentes teóricos, relacionándolos con los ejercicios y procesos que Región ha acompañado y liderado con las comunidades y poblaciones, no solo como parte de su objetivo misional, sino también, desde el compromiso investigativo, el desarrollo conceptual y la elaboración de propuestas metodológicas innovadoras en este campo.


La Memoria: una aliada de la Corporación Región para dignificar territorios

"El pasado se vuelve memoria
cuando podemos actuar sobre él
en perspectiva de futuro".
Gonzálo Sánchez

Introducción

Hablar de memoria implica un abordaje muy amplio y complejo, pues como es sabido, después de la Segunda Guerra Mundial surgió lo que se conoce como “el boom de la memoria”, o en palabras de Gilda Waldman (2006), una obsesión memorialista, ya que ante el Holocausto y la inenarrable cantidad de víctimas, se empezó a construir una memoria que denuncia lo sucedido y cultiva la esperanza de que aquellos horrores no se vuelvan a repetir.

En Colombia el conflicto armado ha dejado más de 262.197 víctimas fatales, 15.697 casos de atropello contra la libertad y la integridad sexual, 37.094 secuestros, 17.804 reclutamientos forzados de menores de dieciocho años, y más de 80.514 desapariciones forzadas (Observatorio de Memoria y Conflicto, 2018). Por tanto, la construcción de memorias desde las víctimas, las organizaciones sociales, y toda la sociedad, es fundamental para denunciar las graves violaciones a los derechos humanos; exigir verdad, justicia, reparación, y garantías de no repetición, y visibilizar a las víctimas y sobrevivientes. La memoria se convierte en un tema imprescindible para entender: los procesos de resistencia y de defensa de los derechos humanos por parte de las comunidades victimizadas; la sensibilidad desde la sociedad civil, y el desarrollo de políticas que atiendan las exigencias de las víctimas; asuntos claros para la Corporación Región desde sus orígenes. En la revista Desde La Región del 2011 se anunciaba:

"Desde la Corporación Región afianzamos nuestro compromiso con el acompañamiento a los procesos de organización y formación de las víctimas en la región, con la producción de conocimiento que contribuya a la comprensión de lo que ha pasado y a develar los daños y pérdidas de la población desplazada, sus procesos de memoria y resistencia, así como a incidir en la política pública por el reconocimiento y goce efectivo de sus derechos".

"En Región mantendremos la mirada atenta, la evocación en la piel y haremos lo que esté en nuestras manos para hacer memoria y alentar que iniciativas gubernamentales como la Casa Museo de la Memoria, sea efectivamente un espacio que propicie, por diversos medios, el reconocimiento y dignificación a la palabra de las víctimas de la violencia en el país, un espacio de recuperación del pasado que conduzca de las memorias literales a las memorias ejemplares, es decir, del individuo y su sufrimiento imponderable hacia prácticas individuales y acciones colectivas que conjuren el pasado y sirvan de aprendizajes para el presente y el futuro".

En consecuencia, si se establece la memoria como proceso esencial para la reparación y la dignidad de las víctimas y como escenario necesario y urgente en un país democrático y en procesos de construcción de paz, hay que reconocer su carácter político, su relación con la justicia, su importancia como herramienta para la reconstrucción del tejido social, y como medio de empoderamiento de las víctimas. Además, debe entenderse como estrategia para el esclarecimiento, y gestora del cambio social.

Son estos los principios de las memorias que la Corporación ha reconocido y respaldan sus 30 años de accionar. A continuación, presento una breve sustentación teórica y algunas de las experiencias que Región, ha acompañado e impulsado en diversos escenarios y territorios.

Claves teóricas para entender los trabajos de memoria en Región

Como ya se anunció, el boom de la memoria ha hecho que abordarla sea casi una moda. Sin embargo, el trabajo de Región, reconoce una emergencia social y política en la que hacer memoria, es substancial para acompañar proceso de dignificación de los territorios, labor que implica un compromiso respaldado en diversos enfoques y metodologías.

Los referentes teóricos de las investigaciones y prácticas, han sido múltiples pero aquí, voy a reseñar tres de los más trabajados: La socióloga e investigadora social argentina, Elizabeth Jelin; la filósofa argentina Rosa Belvedresi y; el teórico búlgaro-francés Tzvetan Todorov.

De Jelin se retoma que el trabajo de memoria conlleva un proceso de construcción social y plural; ella sostiene que "abordar la memoria involucra referirse a recuerdos y olvidos, narrativas y actos, silencios y gestos. Hay en juego saberes, pero también hay emociones. Y hay también huecos y fracturas" (2002, p.1). Por ende, pensarla como proceso y campo de disputa, es asumirla como: herramienta teórica, metodológica y categoría social que implica usos y abusos sociales y políticos. Otros de sus aportes son: que en los trabajos de memoria deben tenerse presentes para el análisis, el lugar de enunciación, es decir, al sujeto que rememora y olvida, sea éste un individuo o un colectivo; asimismo, contemplar los contenidos de la memoria, lo que se recuerda y lo que se olvida (experiencias, saberes, creencias, emociones, sentimientos), lo cual pone de manifiesto la selectividad de los procesos de memoria. Y finalmente, observar el cómo y el cuándo, o sea, la dimensión temporal de la memoria, acá: “El pasado que se rememora y se olvida es activado en un presente y en función de expectativas futuras”. En este último eje lo simbólico es de vital importancia, pues la activación de las memorias está altamente dotada de lo ritual, lo mítico y de su intencionalidad, haciendo referencia al futuro, pues parte de esa intención tiene un carácter político. Jelin resalta otro aspecto importante en los procesos de construcción de memoria: lo pasivo y lo activo, debido a que la existencia de las huellas de la memoria (monumentos, archivos, documentos), no significa que haya una apropiación, sentido y valoración social de ellos, “pues el conocimiento y la información sobre el pasado, no garantiza su evocación”. De allí la importancia de los procesos de construcción de memoria y de las acciones intencionadas a dotar de sentido, el pasado en el presente con una perspectiva de futuro. Esta dimensión temporal, a mi juicio, es la que dota de carácter político los trabajos de la memoria.

La propuesta de Rosa Elena Belvedresi, es la reflexión de la memoria directamente relacionada con la dimensión de futuro. Su tesis aborda la memoria desde la temporalidad, dándole especial relevancia a la noción de futuro, afirmando que para que la memoria tenga sentido y trascienda la cristalización del pasado, éste debe estar ligado a las expectativas de lo que está por venir. Expone que pensar la memoria en términos de futuro puede ser desconcertante más no desacertado. Justamente propone analizar si las experiencias de memoria colectiva, permiten prefigurar las expectativas de un grupo social. Belvedresi plantea que para la filosofía kantiana el futuro tiene dos dimensiones, por un lado, es “expectativa esperanzadora de un mundo mejor” (2013, p. 139), esto permitirá tener una perspectiva de superación basada en la lectura e interpretación del pasado; de igual forma sostiene que el futuro no es una predicción científica, es más una suerte de profecía autorrealizable, lo que es de suma importancia para lo que se ha denominado Historia Profética, ya que establece la posibilidad de moldear las expectativas, y dar un lugar a la esperanza en el futuro, dotándola de un sentido directamente político.

Pensar la memoria desde su dimensión temporal haciendo especial énfasis en el futuro, es clave para salir de su estereotipo como el recuerdo del pasado que se ancla en el dolor. Aprender de las experiencias, dotar de sentido el pasado, y permitirse imaginar un futuro esperanzador, son los aportes más valiosos que la autora propone; pues su reflexión hace pensar que sí, es posible un cambio social y una Colombia en paz, en donde haya espacio para todos.

Finalmente Todorov, complementa directamente la relación de la memoria con la expectativa de un futuro esperanzador, al hablar de la memoria ejemplar: aquella que es capaz de aprender del pasado traumático y trascender de una esfera íntima y privada, a una pública y social, con el fin de que lo ocurrido no se vuelva a repetir.

En contextos de conflicto armado, la memoria debe ser una construcción horizontal entre las víctimas y los demás ciudadanos que acompañan sus procesos y sus luchas, en contra de la impunidad y por la defensa a los derechos humanos. En este trabajo, las narrativas construyen diversas versiones de la historia, creando otras posturas ante los hechos, generando múltiples memorias, las cuales, como Todorov afirma (2000), deben tener un uso específico, en este caso, ser usadas como forma de resistencia, dignificación y lucha, enfocándose en la búsqueda de la verdad y el acceso a la justicia, sin pretender en ningún momento reemplazar a ésta última. Es más bien un complemento, que como se afirma el informe del Centro Nacional de Memoria Histórica "Trujillo: una tragedia que no cesa” (2008: p. 26), “la memoria en sí misma es una forma de justicia, pues puede responsabilizar a los perpetradores y se hacen visibles las impunidades y los silencios. Cuando flaquea la verdad judicial, se eleva el papel de la memoria: esta se convierte en el nuevo juez".

Hitos y experiencias en 30 años haciendo Memorias

La Corporación Región desde sus orígenes, ha recurrido a la construcción de memorias para abordar desde lo teórico y lo metodológico, los procesos sociales que acompaña. La memoria ha sido aliada fiel para dotar de sentido el pasado de las poblaciones, siempre con la esperanza de que al visitar ese pasado, se construyan puentes para transformar y moldear el futuro que se quiere.

Nos remontamos a 1989, las preguntas por el pasado se centraban en conocer la historia de la clase obrera en Antioquia. Esta memoria obrera se concreta en una alianza de organizaciones sociales, IPC, CINEP, la ENS, entre otras, que ya hacían seminarios de investigación sobre la Clase Obrera. En la segunda versión del seminario, dos socios fundadores, Jorge Bernal y Ana María Jaramillo, pusieron el debate sobre “Las condiciones de vida y de trabajo de la primera generación de obreros antioqueños y la primera gran huelga” y “Valores tradicionales y costumbres de la primera generación obrera de Antioquia”. Desde allí fue evidente que el interés por la historia no era meramente un asunto académico, era más bien una forma de reivindicar las luchas obreras que históricamente, han sido oprimidas por la sociedad y por las clases dominantes.

En los años noventa, en un contexto social y político caldeado por la Asamblea Nacional Constituyente, y por el recrudecimiento de la violencia en Medellín, debido al auge del narcotráfico y su influencia en las dinámicas juveniles, se funda Región el 16 de enero de 1990 con el propósito de trabajar por la promoción, garantía y exigibilidad de los derechos humanos, el fortalecimiento de la ciudadanía y la construcción de una sociedad justa, democrática y en paz. Para cumplir sus objetivos, ese mismo año Alonso Salazar, periodista y socio fundador, escribió el libro “No nacimos pa’ Semilla”, el cual constituye uno de los referentes más importantes de la Corporación pues divulga el relato de los operadores de violencia de la época; los temidos, los incomprendidos, los discriminados, los jóvenes: los sicarios. Esta obra considerada un hito en la compilación de testimonios y memoria, es un precedente para Región, en el trabajo sobre el conflicto armado urbano y la relación memoria- ciudad. En esta misma línea, en 1991 se publicó “Historias de la Calle”. Rubén Darío Lotero, su autor, escribió: "Es el relato de una guerra contada y escrita por jóvenes en tiempo de guerra; de una de las tantas guerras que coexisten calladas o con estruendo en nuestro país. Poemas o relatos escritos desde el otro lado de las paredes cerca a los balazos, el grito o el llanto". Ambos libros publican los relatos de quienes temidos por los habitantes de la ciudad y marginados, no tienen cabida en escenarios públicos ni académicos. Emergen por fin las memorias subterráneas que desde los dicursos hegemónicos se querían invisibilizar.

En el libro “Memoria y Ciudad”, publicado en 1997, se recopiló la reflexión que Región había realizado hasta ese momento de la relación entre memoria y ciudad; sobre las “clásicas” disputas semánticas entre memoria, recuerdo, olvido y cómo estas disputas, se manifiestan en los imaginarios urbanos y en si la memoria es individual o colectiva. Además, el texto propone a la academia ampliar los estudios de memoria, no abordarla solo desde la memoria cultural, y darle otros sentidos al pasado de las sociedades contemporáneas. Sumándole valor académico a esta publicación, se resalta que incluye la primera traducción al español del afamado texto “Los abusos de la memoria” del teórico Búlgaro - Francés Tzvetan Todorov, pues solo en 2008 la editorial Paidós publicó una edición en nuestro idioma.

Del contenido de “Memoria y Ciudad” resalto las reflexiones sobre las memorias barriales como apuesta metodológica desde la escuela y el trabajo con jóvenes. También, el artículo “Moscas de todos los colores” de Jorge Mario Betancur, es un hito que cuenta las memorias clandestinas de la Medellín de finales de 1920; este escrito muestra que la necesidad de la memoria, surge en los tiempos de crisis. Pensar la situación de la ciudad y el cambio de paisaje con los nuevos habitantes que fueron apareciendo, generó preguntas por ese pasado en crisis que posiblemente tienen una influencia directa en la idea de la “raza paisa” como pura e inmaculada. En este texto, la voz de los excluidos -de los que se tomaron las calles con evidencias coprológicas de su humanidad; de las mujeres en ejercicio de prostitución a quienes, con violencia, la clase alta de pura raza paisa y la iglesia, despojaron de sus cabellos para marcarles su pecado ante los transeúntes en la vía pública- son algunas de las memorias clandestinas que Región con este tipo de publicaciones, empezó a rescatar del silencio y del olvido.

La piel de la Memoria año 97 98

Para completar el análisis sobre el tema, en 1998 se desarrolló “El Proyecto de Arte Público La Piel de la Memoria Barrio Antioquia”, el cual se centró en recobrar las memorias del conflicto armado urbano. Al respecto, Mauricio Hoyos, uno de los investigadores principales escribió (2001):

…"Tratamos aquí de recuperar fragmentos de una experiencia sobre la memoria del barrio Trinidad en mapas oficiales o Barrio Antioquia para sus habitantes y el resto de la ciudad, un barrio de Medellín, donde se ha buscado aliviar el dolor y el odio que la guerra desencadena en los sobrevivientes, para que pueda servir a otros que anden en las mismas búsquedas y que no teman improvisar en la marcha y relacionarse con otros para encontrar “los factores y las dinámicas de los conflictos y las violencias y de las huellas que estos han producido en sus habitantes” (Riaño,1998), para contribuir a la construcción del tejido social y a superar la sospecha entre vecinos".

Este proyecto ha sido de los más recordados de la década del 90. Se diseñó un museo itinerante con los artefactos de memoria que encarnaban las historias de violencia de los pobladores del Barrio Antioquia, con una particularidad, que su itinerancia se la daba el bus en el que fue montado, el cual garantizó que el movimiento, fuera la dinámica para llegar a otros, dando espacio a las disputas de los relatos. También, se creó un escenario de encuentro de aquellos a quienes las fronteras les impedían hablar. La Piel de la Memoria fue, a mi juicio, un ejercicio innovador y una experiencia de lugar de memoria única en el país. Además, con este Bus, la relación arte y memoria empieza a fortalecerse y se convierte en sello de Región.

La década del 2000 estuvo marcada por la reflexión sobre los habitantes que llegaban a Medellín, desde otras zonas del departamento de Antioquia y del país: los desplazados. Ante este fenómeno, y sus más de 150.000 víctimas (en ese momento), Región se concentró en acompañar sus luchas, y reivindicaciones; en realizar campañas para facilitar su tránsito territorial y para sensibilizar a esta sociedad, indiferente ante su dolor. Las campañas: “Tenemos Nuevos Vecinos”, “Alguien quiere encender una luz para reconocer tu rostro”, y “Esta Es Tu Casa”, abordaron en el espacio público, desde el arte, los retos del desplazamiento forzado en Medellín. Estas campañas resaltaron el valor de las personas que a causa de la violencia y la exclusión, llegaban a la ciudad a vivir en situaciones complejas; también, evidenciaron su capacidad de agencia y resiliencia para afrontar y sobreponerse a la tragedia y transformar sus vidas. Al respecto, Marta Salazar, la comunicadora que lideró este proceso, en el 2017 afirmó:

"Como institución, se desplegaron estrategias para abordar la problemática a la que debíamos hacer frente en este proyecto. Nos desconocíamos; la desconfianza nos atravesaba, la estigmatización y el prejuicio hacía parte de nuestros preceptos, y debimos esforzarnos fuertemente para derrumbarlos, para construir cercanías, develar lo que estaba sucediendo".

De estos ejercicios quisiera resaltar, además del valioso acompañamiento de Región a los nuevos vecinos, su apuesta por el arte y la ética del cuidado para ver y reconocer a quienes la mayoría invisibilizaban. La importancia de tomarse el espacio público como escenario de denuncia, memoria y resistencia, permitió que la ciudadanía en Medellin, se sensibilizaran recuperando aquello que la guerra nos ha quitado: la empatía. Pues, como dijo María Teresa Uribe (2004): "resulta un poco simpático que los habitantes de Medellín miren mal a los desplazados que llegan, porque en la práctica, ésta es una ciudad hecha de desplazados".

Para el año 2008, todas las investigaciones y trabajos sobre el desplazamiento forzado y el arte, como vehículo de resistencia y memoria, se concentraron en el seminario “Destierro y Reparación” realizado en el Museo de Antioquia, y al que asistieron artistas, investigadores, nuevos y viejos vecinos de Medellín. El foco del encuentro fue resaltar y potenciar el valor del arte en la labor de defensa de los derechos humanos y las apuestas por un país democrático y en paz. La reconocida banda de rock nacional Aterciopelados, hizo para el seminario la canción “Errante Diamante” como homenaje a la lucha de miles y miles de despojados que tuvieron que dejar su terruño, sus trastes, sus gallinas, sus muertos por una guerra que hasta hoy sigue siendo absurda.

Entre el 2009 y el 2017 Región contribuyó con sus reflexiones sobre la violencia, el conflicto armado, sus afectaciones, y las víctimas, en las relatorías de los informes de Memoria Histórica; inicialmente en los impulsados por el Grupo de Memoria Histórica del Centro Nacional de Reparación y Reconciliación, hoy Centro Nacional de Memoria Histórica. En el 2009 se publicó “Desplazamiento forzado en la comuna 13: la huella invisible de la guerra”, develando otra dimensión del desplazamiento forzado conocida como desplazamiento intraurbano. En esta investigación se encontró: una población civil en el territorio, reticente a la exposición de relatos crudos; con miedo a denunciar casos de desaparición forzada, y escasa articulación entre víctimas. Estos hallazgos limitaron la escritura del informe cuyo texto final, plasmó la pluralidad de la información y los relatos recogidos desde una postura ética frente a las víctimas

Vinieron luego otros informes: Memoria histórica de San Carlos; Memorias del Éxodo en la guerra (2011), Memorias de una masacre olvidada, Vereda el Topacio, San Rafael Antioquia (2016). Granada, memorias de guerra, resistencia y reconstrucción (2016) y; Basta Ya Medellín, Memorias de una guerra urbana (2016 - 2017). Sin duda, estos informes se constituyen en referentes conceptuales, investigativos y metodológicos, no solo para Región, que dio a la voz de las víctimas un lugar central, sino como un valioso aporte para el esclarecimiento y comprensión de algunos hitos de la violencia en Colombia a nivel nacional; apuesta que se mantuvo en el 2010 cuando Región participó en el proceso de consulta para la construcción del Museo Casa de la Memoria de Medellín. Allí insistió en garantizar el reconocimiento de la voz de las víctimas del conflicto armado y en diseñar estrategias para su dignificación, desde la acción sin daño y la ética del cuidado.

Entre 2017 y 2018, fruto de la elaboración de los informes de memoria histórica, Región ha seguido acompañando procesos de memoria, particularmente en el municipio de San Carlos. Allí se han desarrollado proyectos como "San Carlos Caminos de Reconciliación" y "Memorias cafeteras de mujeres y jóvenes sancarlitanos" los cuales, evidenciaron un dinamismo en la concepción de la memoria, pues estos ejercicios trascendieron el eje de la memoria como dolor, hacia la reivindicación de otras memorias de resistencia, del retorno y de la esperanza. La transformación en el enfoque, ha implicado la creación de estrategias metodológicas para hacer memoria, respondiendo a las expectativas de las víctimas, en la construcción de la misma. Un elemento clave para garantizar este proceso es formar grupos de Gestores de Memoria, pues la labor, no es solamente de quienes trabajamos en Región, ya que a partir de los procesos formativos y de transferencias metodológicas, son las personas participantes quienes empiezan a replicar los procesos y a producir otras dinámicas en el ejercicio de la memoria. Cabe resaltar que para Región, la estrategia de formación de gestores ha sido un medio y un fin para generar y garantizar capacidad instalada en los territorios, una vez finalice la financiación de los proyectos.

TerritoriosporlaVerdad 2019

Finalmente, en el 2019, se desarrolla el proyecto "Territorios por la verdad" en los municipios de Granada, San Carlos y San Rafael, en donde la memoria es aliada en el esclarecimiento de la verdad y requisito de los Acuerdos de Paz entre el gobierno y las FARC-EP. La Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad diseña un mecanismo que con las víctimas como centro, busca develar un relato de verdad que permita entender, las causas de esta guerra que ha dejado millones de víctimas. Así, pues la memoria sigue siendo el motor que activa la esperanza y el sueño de un futuro mejor en la sociedad que queremos, una Colombia democrática y en paz.

A modo de Conclusión

Muchas experiencias se han quedado por fuera de este escrito, pero del recorrido realizado quiero resaltar que de las primeras discusiones teóricas sobre la memoria, hoy siguen vigentes su relación con la historia, la verdad, la justicia; con lo individual y lo colectivo, con los diferentes vehículos y medios que sirven para contar las memorias clandestinas de la clase obrera antioqueña de finales de 1800; las memorias barriales de Guayaquil y Barrio Antioquia; de las víctimas de la violencia, de los otros, los marginales y excluidos que hoy seguimos contando de diversas maneras.

Desde mi experiencia en el programa de Derechos Humanos y Paz, quiero destacar que para Región, la memoria no solo es un relato, es también una metodología de las múltiples formas de hacer las cosas, de relacionarnos, interpelar y sensibilizar al otro. Como lo señaló Jelin, la memoria no está dada, es un trabajo de construye y cada una de las experiencias que Región ha tenido en estos 30 años, han sido medios para narrar las memorias clandestinas que emergen desde lo subterráneo para interpelar a la memoria oficial y a las memorias hegemónicas. Las disputas de la memoria en Región han puesto de frente, los riesgos de los abusos de la memoria que Todorov alertaba. Esa alerta pone la pregunta sobre cómo la memoria se vuelve dinámica? reflexión que se refleja en los recientes ejercicios realizados en San Carlos con "Caminos de Reconciliación", "Memoria Cafetera", y "Territorios por la Verdad".

En cafeteros, se trasciende el dolor del relato en el informe “Memorias del éxodo”, a una memoria repensada, que se reconstruye y se resignifica a partir de la resistencia de la población retornada y sobre cómo el dolor se vuelve potencia para seguir, y la casa, esa que fue referente en los análisis sobre desplazamiento forzado, a principios del 2000, lo sigue siendo ahora en la población retornada. La casa representa la relación de la memoria con la identidad, con lo que somos. Adicionalmente, el empleo de elementos metodológicos como las bitácoras para contar las historias que hablan del día a día, y del conflicto en lo cotidiano, han servido para narrar a las generaciones más recientes jóvenes, niños y niñas, aquello que ha dolido tanto y que no se puede expresar en palabras. Las bitácoras se convierten en un elemento para los archivos familiares y municipales que narran la cotidianidad marcada por la guerra. Actualmente, con “Territorios por la Verdad” se enfatiza la memoria como aliada, ella fue la alternativa ante la ausencia de verdad en los procesos sociales y políticos de las víctimas del conflicto armado. Al respecto, el profesor estadounidense Steve Stern plantea que hay algunas memorias que están guardadas en una caja esperando el momento histórico para poder salir al público.

Con la firme intención de seguir respaldando el Acuerdo de Paz y este proceso de la Comisión de la Verdad, considero que ha llegado la hora histórica de abrir esas cajas de las memorias reservadas (Acevedo, 2010), de hacer memoria del presente y custodiar los testimonios de las víctimas recientes, estableciendo convenios con las instancias del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición, esto es: fortalecer la alianza con la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, y buscar estrategias para aportar a la Jurisdicción Especial para la Paz, y especialmente, a la titánica tarea que tiene la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desarapecidas, UPD en la búsqueda e identificación de las más de 80.000 personas desaparecidas. Creo firmemente que para la construcción de relatos de memoria que ayuden al esclarecimiento de la verdad, es necesario garantizar el reconocimiento y registro de todas las voces que aporten a este objetivo. Reitero la necesidad de seguir innovando en estrategias metodológicas para el ejercicio pedagógico.

Y, finalmente, ante estos tiempos de crisis, Región debe volver a tomarse el espacio público para afianzar la esperanza de un mundo distinto y un país reconciliado.

 

Referencias bibliográficas

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Palabras clave:

Territorios, conflicto armado, memorias, dignificar, derechos humanos.

 

 

 

 

 

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