Hoy como nunca toma vigencia la premisa según la cual, el sentido profundo de la democracia está en que interpela no solo al régimen político sino a las formas de ser y actuar en la vida privada y pública pues además de exigir garantías en las reglas de juego, cada votante en el convencimiento de su justeza, debe disponerse a acatarlas y defenderlas con sus propias actitudes.