Para que Medellín avance en este camino es necesario reconocer que hoy somos una ciudad fracturada, escindida, polarizada. Necesitamos tender puentes, activar diálogos difíciles pero posibles. Hemos liderado en buena medida las dinámicas del conflicto armado, somos la tierra que vio nacer sus más poderosos protagonistas y sus miles de víctimas. En medio de esto, contamos también con una serie de experiencias de resistencias, de iniciativas de paz que, desde los barrios, las instituciones, el arte y la cultura nos han enseñado otras gramáticas.