...seguiremos extendiendo la invitación a hacer parte de este gran debate, dejando claro que frente a las decisiones cruciales que deben tomarse en Medellín, es la ciudadanía la que tiene la palabra.
...Nos alegra el trabajo realizado durante este año y queremos compartirlo con todas las personas que desde distintos lugares y de diferentes maneras, contribuyeron para que fuera posible.
...la participación política de las mujeres es fundamental para profundizar la democracia, avanzar hacia el desarrollo sostenible y construir la paz. Es además un principio de justicia social que quienes constituyen más de la mitad de la población, tengan una representación significativa en los espacios donde se toman las decisiones sobre las políticas y leyes que rigen la sociedad.
En momentos convulsos resulta vital cuidar los propósitos superiores que hemos establecido como sociedad, honrando los principios del Estado Social de Derecho y de la democracia que defendemos.
El poder de las mujeres en el Congreso de la República y en el próximo gabinete presidencial tendrá que movilizar agendas con enfoque de género, cuidado y redistribución, para poner la economía al servicio de la vida, para pensar en la salud, la educación y el empleo desde la perspectiva de las mujeres, para entender qué hacer con las cifras desagregadas que siguen mostrando desigualdades estructurales.
Es demasiado prematuro para resolver este enigma. Pero lo que sí está claro es que Colombia no saldrá indemne de este nuevo período de gobierno, pues muchas de las políticas de Duque implican un retroceso en relación con avances hechos en el terreno de las libertades individuales y de conquistas sociales de gran relevancia.
Los más de ocho millones que votaron en segunda vuelta por la propuesta de La Colombia Humana y los cerca de 900.000 que lo hicieron en blanco, constituyen un caudal enorme para avanzar en la consolidación de una fuerza alternativa que permita al país, avanzar por la senda de la justicia, la equidad y la paz.
Por desmesura de sus egos, por torpeza política, por someterse al mandato de una dignidad a todas luces necia y vanidosa, por no haber aprendido las lecciones que nos han dado Uruguay, Chile y Francia, países que no dejaron subir al poder, en los últimos años, lo peor de sus representantes políticos– la espada de Damocles caerá sobre sus cabezas.
Estamos asistiendo, impávidos, al final anunciado de una película de terror: ¡el Acuerdo de Paz hecho trizas!